Nombre: Alfredo Cabrera • Edad: 58 • Ocupación: Presidente del Banco de Previsión Social • Señas particulares: Conoció a su esposa militando en la CGU, le dicen “El Gato”, le gustan las series de suspenso y policiales, veranea en La Paloma
Nombre: Alfredo Cabrera • Edad: 58 • Ocupación: Presidente del Banco de Previsión Social • Señas particulares: Conoció a su esposa militando en la CGU, le dicen “El Gato”, le gustan las series de suspenso y policiales, veranea en La Paloma
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáNació en Durazno, ¿cuándo se vino a vivir a Montevideo? Me vine para hacer acá quinto y sexto de liceo. Eso fue en el año 82. Yo quería venir a Montevideo, disfruté muchísimo, para mí era una gran ciudad y más en la época medio fermental en la que estábamos.
Estudió Derecho y fue uno de los fundadores de la Corriente Gremial Universitaria (CGU). ¿Cómo fueron esos años? Hay una canción de (Jorge) Drexler que dice “era mayo del 68, pero como el Montevideo del 83”. A mí me gusta mucho porque es un poco el relato de nuestra generación. Yo entré a facultad en 1984 e inmediatamente comencé la militancia en lo que después fue la CGU. Fui uno de sus miembros fundadores. Primero le pusimos Movimiento Estudiantil Nacionalista Revolucionario y después lo cambiamos a Corriente Gremial Universitaria (CGU). Yo era una generación más joven, los más grandes eran Pablo Iturralde, Jorge Gandini, Javier García. La aspiración que uno tenía era recuperar la democracia, la autonomía universitaria y las libertades. Todo estaba muy a flor de piel y ser militante era una causa muy noble. Hoy la militancia política no tiene ni cerca el marketing que tenía en aquellos años.
Estudió Derecho pero le hubiera gustado estudiar otra carrera, ¿cuál? Yo siempre dije que iba a estudiar Derecho. Las opciones no eran tantas, uno estudiaba las carreras liberales. Después, estudiando Derecho, Psicología me parecía una carrera muy interesante. Arquitectura me parece una carrera donde lo humanístico y lo científico se juntan. Hoy Comunicación también me resulta una carrera interesante. A veces me da envidia la gente que está muy concentrada en una sola actividad porque generalmente son brillantes. Yo siempre he sido más disperso, conviví siempre con la actividad política, en su momento, y con la actividad privada.
¿Por qué le dicen “el Gato”? Es muy del interior tener sobrenombres. No sé por qué me dicen el Gato, porque me acompaña desde sexto de escuela o primero de liceo. He pasado hasta episodios cómicos. El año pasado el presidente (Luis Lacalle Pou) en un discurso se refirió a mí como el Gato. Me ha pasado de cruzarme con gente que cree que Gato es el apellido y me preguntan si soy pariente de tal o cual persona de apellido Gato. Y yo tengo que aclarar que es mi sobrenombre.
Tiene una barra de amigos de facultad con la que suele juntarse a jugar a las cartas. ¿Es bueno jugando a las cartas? (Carcajadas) Hay que preguntarles a los otros si soy bueno. Por lo menos, pasamos el rato y nos divertimos. Cuando era soltero, en la casa de mis padres, coincidían distintas barras: la del colegio, la de facultad, la de Durazno. Terminamos siendo todos amigos. Es un grupo que se mantiene hasta hoy y nos juntamos cada tanto a jugar al truco y al tute. Es una excusa para tomar unos vinos y ponernos al día.
Otra de sus pasiones es la cocina. ¿Cuál es el plato que le queda mejor? Sí, tenemos otro grupo de amigos con los que desde 2003 nos juntamos a cocinar, tomábamos clases hasta la pandemia. Después de la pandemia se nos ha vuelto más complicado por las agendas. La cocina, utilizar las manos, concentrarse en que quede bien un plato es absolutamente desestresante. Yo hago una pizza napolitana, que he tenido la suerte de dársela a probar a mis amigos italianos y me la han elogiado. Digamos que puedo decir que la pizza napolitana con el borde bien inflado me queda rica.
Dicen que es experto en cine, en literatura y en vinos. ¿Cuáles son sus preferencias en cada rubro? No, experto no. Vinos, he tenido la suerte de tener amigos que saben de vinos y uno trata de aprender, porque además si te gusta cocinar, el maridaje de vino es parte del asunto. De literatura y cine, siempre recuerdo una frase de Manuel Flores Mora que decía: “Me gusta el ocio y las cosas que le son afines”. Es una frase que me representa. También me gustan las series.
¿Qué tipo de libro le gusta leer? Me gustan los policiales negros, las biografías. Ahora estoy leyendo la biografía de (Robert) Oppenheimer. Vi la película y me enganché. También estoy picoteando La divisa punzó de María Kodama, sobre la época de Juan Manuel de Rosas. Pero convengamos que el momento de leer es más sobre el verano, cuando uno tiene más tiempo.
¿Cómo se lleva con sus hijos? Tengo dos hijos, Francisco y Diego, de 25 y 21 años. Me llevo muy bien. Tenemos una relación de diálogo. Hay cosas que nos vinculan bastante, por ejemplo, la música. A mi señora, a mis hijos y a mí nos gusta mucho. Es de las cosas que permite vincular generaciones. Uno descubre que algunas cosas que uno escuchaba cuando tenía la edad de ellos, la siguen escuchando y, por otro lado, uno se actualiza sobre lo que ahora está de moda. Con el menor también comparto la pasión por Nacional y vamos juntos a la cancha, que es una gran instancia. Con Francisco, no, porque no es futbolero. Con él comparto más el cine y lo cultural.
¿Qué le gusta hacer en verano? Ir a La Paloma. Hemos ido cambiando, igual. Empezamos en Punta del Este, cuando los chicos eran niños nos fuimos a Playa Verde y después cuando fueron más grandes, nos fuimos más hacia el este. Primero fuimos a La Pedrera y ahora ya hace unos años que nuestro lugar es La Paloma.