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Greta Thunberg, símbolo de lucha contra el calentamiento global

A sus 16 años, está nominada al premio Nobel de la Paz e impulsa en todo el mundo el movimiento Fridays For Future, que también está en Uruguay.

A sus 16 años, está nominada al premio Nobel de la Paz e impulsa en todo el mundo el movimiento Fridays For Future, que también está en Uruguay.

"¿Por qué estudiar para un futuro que no existirá si nadie intenta salvarlo? Las reglas tienen que cambiar. El futuro de las próximas generaciones recae sobre las espaldas de los políticos. Es momento de que hagan algo". Hace un año, estas frases se repiten como mandamientos en las protestas contra el calentamiento global. Están escritas en carteles, aparecen en los portales de noticias y en los discursos ecologistas. Pero son de Greta Thunberg, una adolescente con síndrome de Asperger que sus seguidores definen como la vocera del cambio.

A los 16 años, esta activista tiene un nombre tan conocido como sus dos largas trenzas y un discurso teñido por la disconformidad frente a las acciones ante el cambio climático. Es crítica, frontal y lleva una vida coherente con su forma de pensar. Puso en la agenda términos como "crisis" y "emergencia climática", que hasta hace unos pocos meses solo se oían entre activistas y científicos. Tiene una voz poderosa, es criticada por políticos y seguida por activistas en todo el mundo. Inspirados en sus acciones, de hecho, niños, adolescentes y adultos se sumaron al movimiento Fridays for Future, que se reúnen todos los viernes en colectivos para visibilizar su disconformidad ante la amenaza climática. De esta manera, Greta está detrás de la formación de grupos de presión que buscan cambiar un futuro que miran preocupados. "Ella es nuestra inspiración. Fue gracias a sus discursos que nos dimos cuenta de que teníamos que hacer algo. No nos podíamos quedar así y manifestarnos es lo que elegimos hacer", cuenta Martín Ettlin, líder del movimiento en Uruguay. La influencia de Greta no solo alcanza a las generaciones más jóvenes.

Además de aparecer en más de 150.000 búsquedas en Google, fue nombrada Game Changer of de Year por la versión británica de la revista GQ. Y es la persona más joven en estar nominada para el Premio Nobel de la Paz por sus inspiradoras acciones. "Propusimos a Greta Thunberg porque el cambio climático, si no lo frenamos, será la principal causa de las guerras, los conflictos y el flujo de refugiados que vendrán", dijo a la agencia AFP el diputado noruego Freddy André Øvstegård. La fascinación por Greta no deja de aumentar.
Ahora, sus pasos son seguidos en todo el mundo. Para evitar la contaminación de los aviones, Greta decidió asistir a la cumbre sobre la Acción Climática de las Naciones Unidas en Nueva York, que será el 23 de setiembre, en barco. En este momento la activista está viajando en un yate de alta velocidad.

El recorrido comenzó el miércoles 14 en Plymouth, al suroeste de Inglaterra. "La gente debe unirse para presionar a los poderosos", dijo antes de embarcar. A pesar de los mareos por el ensayo marítimo -nunca había navegado-, Greta se mostró emocionada por cruzar el Atlántico en un barco con casi cero emisiones de carbono. Todos los días hace actualizaciones sobre su viaje y nadie parece cansarse de ver los pasos del nuevo icono adolescente contra el cambio climático. "Cuando empecemos a actuar, la esperanza estará en todas partes. De modo que, en lugar de buscar esperanza, tenemos que buscar acción. Solo entonces llegará la esperanza", repite cada vez que aparece.

El impacto y su historia. La imagen recorrió el mundo. En la tarde del 20 de agosto de 2018, Greta subió su primera foto en Instagram con una pancarta que decía Huelga escolar por el clima en sueco. No tenía muchos seguidores, pero quería anunciar sus pasos. Tuvo una repercusión inesperada. La publicación acumuló millones de Me gusta y Greta enseguida cambió el texto del sueco al inglés. Así, y de golpe, su miedo por el cambio climático empezó a interesarle a una comunidad que ahora alcanza los 2,6 millones de seguidores. Pero su preocupación ya venía de mucho antes.

La primera vez que Greta oyó hablar del cambio climático era una niña. Un profesor le mostró un documental sobre el problema ambiental y las imágenes eran impactantes. "Cuando tenía 11 años, empecé a estar muy deprimida; dejé de comer, dejé de hablar, dejé de ir a la escuela. Esto tenía mucho que ver con el cambio climático. Estaba preocupada. No sabía qué hacer", recordó en uno de sus discursos. Sus compañeros se habían olvidado del documental al salir al recreo. Pero ella no podía dejar de pensar en el futuro. "Cuando Greta dice que su depresión tuvo que ver con el clima hay que entender que tenía una fuerte sensación de haberse quedado apartada y sola", contó su padre Svante Thunberg a El País de Madrid. Por la depresión, dejó de comer durante dos meses y perdió 10 kilos. Las consecuencias quedaron marcadas en su físico. Ahora tiene 16 años, pero sigue teniendo el cuerpo similar al de una niña.

La depresión también reveló otra enfermedad: Greta tiene Asperger, un trastorno autista que afecta la interacción social. "Esto último significa, básicamente, que solo hablo cuando lo creo necesario. Este es uno de esos momentos. Para los que estamos en ese espectro, casi todo es blanco o negro. No se nos da muy bien mentir y no solemos sentir mucho interés por participar en el juego social que tanto parece agradar a todos los demás. Creo que, en muchos sentidos, los autistas somos los normales y el resto de la gente es bastante extraña", dijo años más tarde en una conferencia Ted.

greta

Tras recuperarse de la depresión, la joven estudiante empezó a investigar sobre el cambio climático. Estaba indignada porque sentía que los medios de comunicación y los gobiernos no le daban la atención que la problemática demandaba. Y decía que ningún país se preocupaba lo suficiente por reducir las emisiones de dióxido de carbono. También trasladó la preocupación a sus padres, que demoraron en tomarse el problema en serio.

En mayo de 2018, Greta ganó un concurso de redacción sobre el medioambiente organizado por un diario sueco. Publicaron su artículo y fue contactada por el activista Bo Thorén, de Fossil Fritt Dalsland, una asociación sin fines de lucro. Él quería liderar una protesta con los jóvenes que estaban preocupados por la crisis climática y veía que Greta estaba comprometida con el problema. "Bo tenía varias propuestas de actividades que podíamos hacer, desde marchas hasta una especie de huelga estudiantil. Esa idea estaba inspirada en los estudiantes de Parkland que se habían negado a ir al colegio después de los tiroteos", recordó en un discurso.
Greta planeó la huelga sola. Había compartido la idea con sus compañeros y sus padres, pero no tuvo apoyo. Sin importarle, decidió faltar tres semanas a clase y protestar frente al Congreso de Estocolmo hasta que fueran las elecciones parlamentarias. "Lo primero que hice fue anunciar en Twitter e Instagram lo que me proponía y enseguida se hizo viral", contó en una charla Ted.

Después de las elecciones, el 9 de setiembre de 2018, volvió a la rutina en el liceo y siguió con sus protestas todos los viernes. Convocó a otros estudiantes a hacer lo mismo e impulsó el movimiento Fridays for Future (Viernes para el Futuro), que también reúne a maestros y políticos en todo el mundo. El resultado fue increíble: el viernes 24 de mayo se registraron protestas estudiantiles simultáneas en más de 1.660 ciudades de 90 países para exigir nuevas políticas. "¿Por qué estudiar para un futuro que no existirá si nadie intenta salvarlo? ¿Para qué aprender del sistema educativo si los datos más importantes, dados por lo mejor de la ciencia, son ignorados por los políticos y la sociedad civil?", se cuestionan Greta y sus seguidores.

La ultraderecha y su prédica. Los discursos de Greta Thunberg no fueron bien recibidos en todo el mundo. Mientras jóvenes y activistas miran sus pasos con admiración, los ultraderechistas en Europa y Estados Unidos se manifestaron en contra de sus ideas. "No a Greta Thunberg, no a las mezquitas, no a los refugiados. Sí a la carne de cerdo, a los aviones y a la incorrección política", se repite entre los seguidores de Alternativa por Alemania, el tercer partido más votado en las elecciones de 2017. Una situación similar ocurrió en Francia, un país que acaba de adoptar objetivos para reducir las emisiones de carbono a cero neto para 2050.

Antes del discurso de Greta en la Asamblea Nacional, varios diputados de derecha y extrema derecha quisieron boicotearla por considerar que era una "gurú del Apocalipsis" y "una "profetisa en pantalones cortos" que va a ganar el Premio Nobel del Terror. Entrevistado por la emisora Radio Francia Internacional, el portavoz de Agrupación Nacional Laurent Jacobelli criticó a los políticos que escucharon a Greta "como si tuvieran que recibir lecciones de esta niña del diluvio que predice el fin del mundo a los 16 años". Ella no se quedó callada. En su discurso, la joven activista invitó a "aquellos que dicen que exagero" a leer el último informe del Grupo de Expertos Intergubernamental de la ONU, que muestra la importancia de disminuir la temperatura de la Tierra de 2 a 1,5 grados. También dijo que "el verdadero peligro son las empresas y los políticos que fingen actuar y no hacen nada". "He visto circular muchos rumores sobre mí con un odio enorme. No me sorprende. Sé que al no haber mucha conciencia de todo lo que implica el cambio climático, una huelga estudiantil por el clima puede resultar extraño para la gente. Circulan rumores sobre qué hay detrás de mí o que me pagan o me utilizan para hacer lo que hago. Pero detrás de mí solo estoy yo misma. Y sí, escribo mis discursos. Pero como sé que lo que digo va a llegar a mucha gente, a menudo pido opinión", contestó entonces.

También contó que está en contacto con un grupo de científicos para ver los avances, no difundir información errónea o datos que puedan malinterpretarse. Sus discursos están marcados con frases directas, duras y dramáticas. Y sigue una vida coherente con estas ideas. "En mi familia cambiaron las cosas cuando entendieron la situación", contó en una entrevista a la revista GQ.

Al principio, sus padres miraban con recelo la energía que depositaba en la lucha contra el cambio climático. Pero ahora también moldearon sus rutinas. Se volvieron veganos, dejaron de viajar en avión para reducir el impacto ambiental de sus acciones y tomaron nuevas medidas domésticas. El nuevo estilo de vida afectó, sobre todo, la carrera de su madre Malena Ernman, quien dejó de presentarse como cantante en escenarios fuera de Estocolmo. Su padre, Svante Thunberg, continúa trabajando como actor y escritor. Pero en este momento interrumpió su rutina para acompañar a su hija en la larga travesía por el océano Atlántico. Juntos, camino a la Cumbre Climática de la ONU en Nueva York, quieren dar un mensaje: el cambio empieza por uno mismo. "Los que todavía somos niños no podremos cambiar, cuando seamos lo bastante mayores, lo que hagan ustedes ahora. Cada persona cuenta. Del mismo modo, cada emisión cuenta. Nuestra vida está en sus manos", dice Greta. Será momento de actuar.

LA TIERRA y UN CALENTAMIENTO HISTÓRICO

La deforestación de la Amazonia se triplicó en lo que va del 2019. En Islandia se acaba de inaugurar una placa en homenaje a Ok Jokull, el primer glaciar de la isla que perdió su rango. Y si no se logra limitar el aumento de la temperatura global a un máximo de 1,5 grados, la ONU predice que en 2030 se extinguirán los arrecifes de coral, diez millones de personas estarán expuestas a inundaciones y habrá menos zonas aptas para el cultivo de cereales. Los datos son alarmantes.


Según una investigación publicada en la revista Earth and Planetary Science Letters, la Tierra está en el momento más cálido de los últimos 2.000 años. Tras reconstruir la evolución de las temperaturas, los científicos analizaron los cinco períodos de este milenio: tres fueron cálidos y dos más fríos. Ninguno de los primeros cuatro tuvo un impacto continental ni se dio en todas las regiones del planeta al mismo tiempo. Sin embargo, en la actualidad el calentamiento se produce en 98% de la Tierra y de forma simultánea.


El estudio, publicado en marzo, mostró que en la última década los efectos se esparcieron desde la cuenca amazónica hasta el centro de Europa y el Ártico. "Esta investigación debería de callar de una vez a los negacionistas climáticos que mantienen que el actual calentamiento forma parte de un ciclo climático natural", dijo el referente de climatología inglés, Mark Maslin, a El País de Madrid. Las consecuencias son visibles.

EL BRAZO DE GRETA EN URUGUAY

La influencia de Greta Thunberg escaló desde Suecia hasta los lugares más remotos. Inspirados en sus discursos y preocupados por el calentamiento global, miles de jóvenes en todo el mundo empezaron a imitar a la joven y a reunirse los viernes para protestar ante las autoridades. La mayoría tiene entre 15 y 25 años, y se identifica como integrante del movimiento Fridays for Future (Viernes para el Futuro). Cada vez más carteles aparecen en las ciudades brasileñas, en los centros comerciales españoles y en la costa de Francia. Y las prédicas del movimiento se pueden encontrar en pinceladas frente al Palacio Legislativo en Montevideo. De hecho, el pasado 15 de marzo más de 400 personas se reunieron frente al Parlamento uruguayo para mostrar su disconformidad con las acciones del gobierno. "Nos manifestamos porque queremos que Uruguay se sume a la declaración de emergencia climática y ecológica que otros países ya firmaron. Necesitamos llevar la reducción del plástico al mínimo posible y estamos en contra de la nueva planta de UPM", dice Martín Ettlin, líder de Fridays for Future en Uruguay.


Al igual que sus compañeros, este joven vegano que viaja desde Colonia todos los viernes, se unió al movimiento después de leer un informe de la ONU que mostraba el riesgo por el aumento de la temperatura en 2030. "Es momento de actuar. Queremos que nos escuchen y sean conscientes del problema", dice. A pedido de la organización del movimiento internacional, las manifestaciones frente al Palacio Legislativo son pacíficas. Los jóvenes no tienen una afiliación partidaria ni se adhieren a ninguna ideología más allá del ecologismo. "La idea es unir la lucha y que se sumen más personas. Nosotros, a escala local, pusimos pautas como el no consumo de drogas ni alcohol. Necesitamos que entiendan que la situación es alarmante", explica Martín, de 16 años.


En año electoral, el movimiento también publicó en sus redes sociales -con más de 8.000 seguidores- una proclama para que los políticos muestren su compromiso con el cambio. "Queremos que los candidatos la firmen antes de las elecciones. Es una forma de mostrar su interés por tomar medidas; no hemos tenido contacto con ninguno", dice.


Además de protestar todos los viernes, el próximo 20 de setiembre el movimiento se sumará a una huelga general por la crisis climática. Invitan a niños, jóvenes y adolescentes a caminar de la plaza Independencia a la Intendencia de Montevideo. "Queremos que ese día se haga una marcha histórica. Estamos en contacto con el movimiento en todas partes del mundo. Tenemos grupos de WhatsApp y hacemos videollamadas. Desde nuestro lugar necesitamos hacer algo. Y no vamos a dejar de protestar", asegura.