Y aunque predica la conciliación, la
ejecutiva hizo una excepción para hablar con Galería. Ese viernes,
Garaña disfrutaba de sus últimos días de vacaciones junto a su familia en
Asturias, de donde es oriunda, y el lugar que eligió para vivir y trabajar
durante toda la pandemia, pese a que su actual oficina está en Londres. También
durante la licencia dio una charla en el evento TechInspira, organizado por la
Universidad ORT Uruguay, sobre mujeres referentes en el área de la ciencia y la
tecnología. “Siempre surge alguna cosilla. Igual, para mí esto no es trabajo”,
remata.
¿Cree que algún día todos tendrán
que reconvertirse y formarse en tecnología?
Dedicarse a la tecnología y estudiar
Stem (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) se relacionan pero no es
lo mismo. Necesitamos gente en el mundo de la tecnología de todos los perfiles.
En mi equipo tengo ingenieros pero tengo abogados, sociólogos y un filósofo.
Hay que diferenciar lo que es tecnología de las carreras técnicas. Además,
evidentemente, están surgiendo nuevas profesiones que tienen que ver con el
mundo de la tecnología, con el mundo de los datos, de la robótica, etcétera.
Son profesiones que hace 10 años no existían. Se abre un nuevo mundo para
dedicarse a la tecnología, hayas o no estudiado carreras Stem. Y además,
necesitamos más gente en carreras técnicas porque hay nuevas profesiones donde
claramente la demanda supera a la oferta.
Teniendo en cuenta que la demanda
supera la oferta, ¿cree que la tecnología es para todos?
Te voy a hablar desde mi propia experiencia. Veo lo
siguiente: en el mundo de la empresa, hace no tantos años hasta quedaba bien
que los directores generales de área dijeran: “Los temas técnicos al de
tecnología, lo mío es el negocio, yo no soy técnico”. Hoy eso no te lo dice
nadie por dos cosas: una, la gente del negocio tiene que saber de tecnología,
porque muchas decisiones que parecen de tecnología, son de negocio. Desde
cuando en una empresa se elige la plataforma de correo electrónico, hasta
cuando se elige Zoom. La gente de negocio incluso inconscientemente utiliza más
la tecnología, y los directores generales de áreas incluso a nivel de
percepción ya no dicen “eso dejalo al de técnica”. Y a la vez, la gente de
tecnología cada vez tiene más claro que tiene que hablar de negocio. Dime
cualquier empresa o área que pueda vivir de espaldas a la tecnología. Dicho
esto, para mí la palabra tecnología es demasiado amplia. No es lo mismo
tecnología que perfiles técnicos, no es lo mismo tecnología que Internet, no es
lo mismo Internet que redes sociales. Llegó el momento de ser más quirúrgicos
cuando hablamos de tecnología.
¿Cómo la definiría?
Desde el punto de vista humanista,
la tecnología es algo que nos ha cambiado la vida. A partir de ahí, es un
elemento que ha llegado a nuestras vidas para quedarse y cada vez más. El
desafío es dominarla nosotros y que no nos domine ella, seguir viéndola como algo
a nuestro servicio y en ningún caso pensar que nos va a dominar.
Usted la dominó pese a haberse formado como economista y
abogada. ¿Cómo hizo?
Al no ser ingeniera y ser
economista, para mí uno de los logros de mi carrera profesional fue haber
logrado hablar del impacto de la tecnología más que de la tecnología en sí.
Desde el principio me sentaba con mis equipos, mis jefes, y decía: ‘A ver,
cuéntame para qué sirve. Una vez que entendía el tema técnico, lo hacía mío y
lo contaba con palabras de negocios que la gente podía entender’.
¿Cómo terminó trabajando en el
sector tecnológico?
Acabo en este mundo por curiosidad,
porque para mí era un desafío increíble como economista y una forma de entender
el mundo. Lo que más me gusta de dedicarme a la tecnología hoy es eso, que me
permite entender el mundo, me da las claves. Acabo aquí por curiosidad, y me va
bien aquí porque siempre la ví como un medio y no como un fin. Entonces me
permite construir un discurso simple de algo que no es simple, pero esa ha sido
la clave muchas veces de mis resultados.
¿Qué barreras tuvo que atravesar
siendo mujer, sabiendo que existe el famoso techo de cristal?
El tema de las mujeres lo resumo en
lo siguiente: creo que las mujeres están sobrecoacheadas e infraesponsorizadas.
Yo nunca he tenido la impresión de tener que hacer esas elecciones imposibles
entre mi carrera o mi vida personal. Siempre he sido muy consciente de hacer
una autoevaluación sobre si realmente me quería dedicar a esto y si me
compensaba. Porque también hay ciertas servidumbres y hay que ser consecuente,
no por el mundo de la tecnología, sino por tener una posición como la mía; creo
que eso va para hombres y para mujeres. Algunos de mis desafíos al principio,
como mujer, fueron por el perfil: el tema de ser mujer, economista, no
ingeniera, y mi desafío fue haberme sentido confortable con estar en minoría. Y
la clave fue encontrar uno o dos aliados donde estuviera. He vivido muchísimos
años de mi carrera en América Latina, y curiosamente me he encontrado más
barreras por ser mujer en Londres que en Latinoamérica. He dirigido Cono Sur
para Microsoft, empecé mi carrera en México, el primer trabajo de mi carrera
fue en Turquía. Que hubiera una cena y ver que al final no iba a ir yo, porque
era un tema de los chicos, me ha pasado solo en Londres. Me he encontrado
barreras del día a día y he tenido la suerte de encontrar uno o dos aliados en
mi carrera profesional, de mi círculo de confianza, que me han ayudado cuando
aparece una piedra. Hoy soy superconsciente de eso, no asumo que todas las
mujeres y hombres quieran dirigir una compañía, pero a las y los que quieran,
en lo que pueda les mando el ascensor de vuelta.
Habló de sentirse cómoda siendo
minoría. ¿Le parece que también hay algo de incomodidad e inseguridad que frena
a las mujeres en ese terreno?
Los temas de ser mujer son de hilo
fino. Hay grandes temas como salarios, promoción. Se ha avanzado muchísimo.
Pero sigues viendo reuniones donde las mujeres hablan mucho menos. Ves hombres
que dicen lo mismo que ha dicho la mujer pero con otras palabras y más
contundencia. Sigo viendo que me piden más promociones los hombres que las
mujeres. Sigo viendo micromomentos. Ahora, a mí me ocupan mucho más los
micromomentos. ¿Cuánto pesa la voz de las mujeres en las reuniones? ¿Cuánto
realmente se construyen determinadas dinámicas donde tú te das cuenta de que la
mujer quiere intervenir, pero no habla más alto que el anterior? Y si eso ya
pasaba en una mesa, imaginate en una pantalla. Sigue pasando. ¿Qué hay que
hacer? Hay que formar mucho a los managers porque tienen que ser
intencionales. Hay que intervenir.
¿Intervenir de qué manera?
Preguntar: ¿y tú qué piensas? A mí
me ha pasado de decir en reuniones: “Sí, es lo mismo que ha dicho menganita”.
O, por ejemplo, a veces sultanita está de baja de maternidad, llega el momento
de las promociones y no está ahí. Para mí muchas veces no se da solo por
acción. Es por omisión. Ahora realmente el manager tiene que decir: ¿y
tú qué piensas? Y al hombre: “Mira, está muy bien tu punto, pero es lo mismo
que ha dicho ella”. Ese tipo de cosas.
Tiene dos hijos. Ahora, difícilmente
a un hombre en un rol como el suyo le pregunten cómo hace para conciliar la
paternidad con el trabajo. ¿Le molesta que se lo pregunten?
Creo que hay que preguntárselo
también a los hombres. ¿Me molesta especialmente? No. Mi desafío es la
conciliación en general, no solo por mis hijos, que tengo uno de 10 y uno de
15; es que a mí también me gusta hacer deportes... Mi desafío es que quiero
tener una vida corporativa exitosa, a como hoy yo defino éxito, que para mí es
poder hacer lo que quiero y tener un trabajo donde haya consistencia entre
quien soy y lo que hago. Éxito en mi trabajo es tener la libertad de hacer lo
que yo quiero, no tanto la conciliación. Creo que habría que renovar un poco el
discurso. Con respecto a las mujeres, creo que ya es un poco más sofisticado,
ya no es solo cómo concilias. Es: ¿a ti te compensa hacer esto?, ¿quieres ser
jefe de tu división?, ¿y por qué? Mi desafío más importante con las mujeres no
es captarlas a la tecnología, es que se quieran quedar. Que quieran crecer, que
les compense liderar un área. Tengo muchas mujeres brillantes que dicen que no
les compensa y, a veces, no les apetece. Ese es el desafío.
¿Cómo lograr que quieran crecer?
Hay una parte importante que tiene
que ver con que no tengan que hacer una división entre quiénes son y qué hacen.
Si quieres ser director general de toda la compañía o tener un área, tienes que
trabajar mucho y hay sacrificios que tienes que hacer. Pero creo que otra parte
es que las mujeres nos complicamos más la vida mentalmente. Tenemos ahí unos
temas. Estoy convencida de que son cosas que se consiguen en el día a día, y si
realmente les compensa seguir. ¿Y cómo les compensa? Es un cúmulo de cosas
pequeñas. Una, que no piensen que tienen que hacer elecciones. Otra, que vayan
viendo ellas que van ascendiendo poco a poco. Y no poniéndose caretas. Me pasó
con un hombre hace poco, que tomó una baja de tres meses por temas de salud
mental. Esos son los temas. Hay que entender a veces las elecciones que tiene
que hacer la gente y poner desde las empresas las herramientas para que puedan llegar
a donde ellos quieran. Otro desafío es que a veces no saben a dónde quieren
llegar.
Esto último debe ser particularmente
común en las nuevas generaciones.
Hablamos mucho del tema de las
mujeres, pero te diría que eso es igual o más desafiante. Un desafío increíble
para las empresas, cómo motivas a esa gente. Y a veces no es solo el dinero, es
la velocidad. Tienes chicos de 20 y tantos que quieren llevar grupos y ser managers
al día cuatro, pero que luego están muy mal preparados para cualquier tipo de
presión. Creo que es un desafío muy importante, quizás el más importante que
hay ahora. No solo la gente joven, sino la convivencia. Es la diversidad de
gente de diferentes edades, backgrounds, todos estamos dudando de qué
queremos hacer, si nos compensa, y tienes que ser rápido al leer el pulso.
¿Tengo la respuesta?, no, pero es la pregunta del millón.
No está para nada relacionado con
las habilidades técnicas. El desafío está en cómo lograr que funcionen juntas
esa diversidad de mentalidades. Antes tocabas el salario. Ahora es bastante más
sofisticado que eso. En la cultura de la inmediatez, del querer todo para ya,
es impensable hoy que la gente joven entre en una compañía pensando en quedarse
más de dos años. Creo que los modelos de trabajo van a evolucionar y se va a
contratar tu tiempo a diferentes compañías.
¿Cree que la fuga de cerebros o
talentos hacia destinos con mejores oportunidades laborales sigue siendo un
problema?
Creo que esta es la oportunidad de
los países con buena calidad de vida. Steve Jobs ya decía que Internet iba a
permitir esta disgregación de dónde trabaja la gente y dónde vive. Creo que con
la pandemia el mayor desafío que hay, y en el que los países van a ponerse las
pilas, es el fiscal. ¿Dónde va a pagar la gente: donde vive o donde trabaja? No
es que no me preocupe, pero ese tema ya es imparable. Si repasamos las 10
inversiones tecnológicas más grandes del mundo, todas están llevadas por indios
que han estudiado en la India. ¿Dónde viven hoy? En Estados Unidos. ¿Cómo arreglas
eso? India tiene facultades de Ingeniería espectaculares. El problema no es el
sistema educativo, claramente. ¿Se puede parar? No. La ventaja es que a mucha
de esta gente sí le gustaría vivir en su país. Yo ahora he podido volver a
vivir a España por la pandemia, si no seguiría viviendo en Londres. Creo que
esto es una oportunidad. La gente va a ir más a vivir donde quiere vivir.
Pasó por varias compañías a lo largo
de su carrera. ¿Qué lugar ha tenido la capacidad de adaptarse a los cambios?
Le doy mucha importancia al
autoconocerse. Cuando tienes 20 años no tienes ni idea de qué carrera vas a
hacer, y es normal. Muchas veces a los 30 tampoco y a los 40 tampoco, o a los
40 dicen que no soportan más esta vida de reuniones y el rollo de tener que
parecer o decir cosas que no me creo. Adaptarse a los cambios es importante,
pero lo más importante es el autoconocimiento. No es que mucha gente esté
viviendo una mentira, sino que de verdad no saben lo que quieren. Es muy
importante autoconocerse a un nivel muy básico, tan básico como preguntarse:
para mí, ¿es más importante el tiempo libre o el dinero?. ¿Quiero un trabajo en
el que viaje o quedarme a vivir en Uruguay? Y no hay respuestas buenas ni
malas. Tienes que autoconocerte y ser consecuente. Si terminas en un trabajo
que sea contrario a tus bases o ADN personal, vas a ser profundamente infeliz
en tu vida profesional y personal también. Dentro de todos los cambios, para mí
la mayor barrera es la inconsistencia entre cómo la gente es y a qué se
dedica. n
Sobre seguridad, jóvenes y cookies
Habiendo liderado gigantes tecnológicos, debe ser
consciente sobre qué tanto sabe un celular o cualquier otro dispositivo sobre
sus usuarios.
Creo que ese tema es importante y también hay que ser
consecuentes con el tema de los datos. Yo soy de las que pagaría para que no me
apareciese publicidad, me fastidia profundamente que parezca que por una parte
puedo elegir no aceptar los cookies, pero claro, llega a ser tan
intrusivo el sistema que al final le digo venga, y acepto, porque quiero seguir
navegando. En ese tema vamos muy por detrás. En todo el mundo la legislación y
autoconciencia sobre eso está en pañales. Particularmente en la gente joven,
son exhibicionistas de sus datos. Creo que es un tema complicado. Cada vez la
legislación va a cambiar más, ya no solo con privacidad sino que también está
unido a la seguridad informática. Por una parte tienes gente tremendamente
protectora de sus datos, pero también ves gente que expone su vida a unos
niveles que quizás podamos considerar exhibicionismo. Hay un tema de
consistencia y también de legislación que tiene que proteger más, sin
duda.
¿Falta educación en seguridad
informática?
Sí, pero hay que educar en un tipo de lenguaje que
conecte con los chicos. El discurso está fuera de determinadas edades y foros.
Y cuidado, porque puede ser que a los chicos les dé igual. Lo digo como madre.
Hace falta educación pero también renovar el discurso, la forma. Creo que no
estamos llegando ni en el lenguaje ni en el canal adecuado.
Por otro lado, también pasa en redes sociales que
usurpan tu perfil, lo reportas a la red y al día siguiente la red te corta el
perfil. Terrible. Hay que avanzar en legislación, en que las empresas se
involucren muchísimo más en esto cuando pasa en su propia red. Educación a los
jóvenes, pero hay que empezar por donde les duele. Con el tema del bullying,
por ejemplo, que ya se hace. Es un tema muy serio.