Nº 2135 - 12 al 18 de Agosto de 2021
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáComo a muchos, me desconcertó la propuesta del Frente Amplio de hacer una colecta para que el senador comunista Óscar Andrade pudiera pagar sus deudas con la Intendencia de Canelones e irregularidades con el Banco de Previsión Social (BPS). Una generosa iniciativa hacia quien les ocultó haber retenido recursos del Estado destinados a obras, salud pública y seguridad, entre otros polos para el desarrollo de la sociedad. Lo que debe es mínimo, pero todo suma y hay centenares de juicios por similares deudas contra trabajadores con menos recursos que Andrade.
Andrade rechazó la ayuda por la razón del artillero: obligado cualquiera pelea. Se comprometió a pagar. De haber aceptado la colecta, ¿cómo le habrían explicado a los trabajadores deudores que no son políticos su falta de apoyo?
Estalló lo previsible: cargaron contra el periodismo. El senador socialista Daniel Olesker exhortó a no ver Santo y seña, que había anunciado una reseña de las deudas. Para este viejo enemigo del periodismo libre boicotear era el mejor apoyo para Andrade. La intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, se sumó: “Ladran, Sancho…”. ¿Quiere decirnos que por ser de izquierda los deudores del intendente de Canelones, Yamandú Orsi, y los suyos merecen consideración especial? Tan perverso y sucio como encomendarle al periodista Gabriel Romano que espiara si Denisse Legrand, denunciante por violencia laboral de la directora de TV Ciudad, Alejandra Casablanca, tenía algún antecedente. Para neutralizarla, claro. “Cosas veredes, amigo Sancho”. Ni con la de los perros ni con esta tiene que ver Cervantes, pero valen igual.
La cuestión es que al boicot lo arrastró el tsunami de la libertad: el domingo 8 Santo y seña tuvo uno de los ratings más altos de su historia.
Andrade se justificó: he sido un pobre trabajador de la construcción, levanté “el rancho” (¡ahhh, el pobrismo!) con gran esfuerzo en el balneario San Luis, he hecho muchas donaciones y como senador (antes diputado) cobro el salario de un albañil. Ese razonamiento quejumbroso en psicología se llama victimización: el proceso por el cual el interesado modifica o edulcora una historia real con el objetivo de ser percibido como una víctima. Llorar siempre deja réditos.
En su programa de Canal 4 Ignacio Álvarez reveló que el “rancho” se construyó en negro sin regularizar con el BPS. Tampoco ha pagado tributos desde 2011 y el terreno de su casa está registrado como baldío. Durante 10 años le escamoteó el pago a su compañero y correligionario el intendente Orsi porque “no tenía plata”.
Haber optado por la clandestinidad fue su estrategia para continuar haciendo gárgaras sobre sus principios y honestidad, descalificar rivales y aspirar a una precandidatura presidencial. Ahora va cuesta abajo de la mano del exvicepresidente corrupto Raúl Sendic y de otros presuntos antiimperialistas, antiburgueses y revolucionarios de pacotilla que actúan como fascistas.
El senador sostiene que sus deudas son menores. Tiene razón. Pero como gobernante “principista” desnudó su doble moral y la de quienes lo respaldan y censuran al periodismo. “Campaña de enchastre”, se quejó el diputado comunista Gerardo Núñez, quien así se convierte en defensor de la censura a verdades informativas.
Veamos cómo describe Wikipedia doble moral: “(…) es un criterio aplicado cuando a un individuo o institución se le acusa de ejercer una doble norma en el tratamiento dado a diferentes grupos de personas. Es decir que injustamente permiten más libertad de conducta a un sujeto que a otro. La doble moral es injusta porque viola el principio de justicia conocido como imparcialidad, el principio según el cual los mismos criterios se aplican a todas las personas sin parcialidad ni favoritismo. La doble moral viola este principio, pues toma en cuenta a las personas según diferentes criterios”.
Hace algunas semanas escribí sobre ejemplariedad. Andrade hubiera sido una cita ideal porque el vocablo significa “calidad de lo ejemplar”, y cuando a los ciudadanos los golpea la descomposición de líderes políticos adquiere particular importancia. En la vida la ejemplariedad —o esforzarse por practicarla— nos hace mejores personas. Inevitable cuando se asumen responsabilidades de gobierno.
El tránsito de la moral a la ética pública ha sido centro permanente de debates, pero cuando se juzga a alguien con criterios interesados basados en la amistad, la solidaridad partidaria o especulaciones electorales el cinismo apuñala. Extermina la credibilidad y resquebraja la confianza.
Dos opiniones de su mismo palo lo demuestran. El diputado frenteamplista de Fuerza Renovadora Gustavo Olmos manifestó en Radio Universal: “Parece que Andrade hace opciones de destinar buena parte de su salario a causas justas (…), deberá revisar esas opciones”. Lo ocurrido, añadió, “es una imagen inconveniente, una afectación a la credibilidad de toda la política”.
Sin citarlo Orsi fue a la yugular: “En el pago chico todos los eneros (los contribuyentes) juntan sus pesitos para pagar sus tributos (…). Con el sentido de la responsabilidad no precisan que les vayamos a golpear la puerta —porque es un sentido de pertenencia y de retribución para que las cosas pasen—, desde cada rincón, desde cada pago chico, nos plantean que consigamos los recursos para hacer las cosas. Nos piden al gobierno departamental: ‘precisamos cosas’. El municipio nos pide recursos y debemos tener ingenio para que hagamos las cosas cada vez mejor”, argumentó en la celebración de los 125 años de Los Cerrillos.
La sabiduría de Khalil Gibran renueva hoy su valor: “Aquel que no usa su moralidad como su mejor ropaje estaría mejor desnudo”.