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    ANEP insiste en crear un marco curricular común, pero cambia su nombre porque generó “tensiones” y desató “controversias”

    El marco curricular común no quedó en el olvido. Fue parte del programa de gobierno 2015-2020 del Frente Amplio, caballo de batalla de Tabaré Vázquez en su campaña electoral y objetivo prioritario para el “cambio de ADN” que impulsa desde que llegó a la Presidencia. Sin embargo su aplicación se demoró más de lo previsto, entre dificultades inherentes a su propio diseño y otras de relacionamiento interno entre autoridades. Hoy, a casi un año y medio del comienzo de gobierno, la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) trabaja finalmente en el marco curricular, aunque con otro nombre.

    “Preferimos hablar de Marco Curricular de Referencia Nacional porque la referencia a ‘marco curricular común’ ha generado diversas tensiones”, explicó a Búsqueda Margarita Luaces, integrante del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP. “Académicos, representantes políticos o medios de comunicación, no siempre han explicitado lo que ello supone y por tanto, la suposición sobre lo que no se dice, dispara en el imaginario social de los docentes y del conjunto de la población reacciones y aspectos socioemocionales muy diferentes”, agregó.

    En opinión de la jerarca, el término “común” es el que “ha desatado casi todas las controversias” ya que, de forma justificada o injustificada, retrotrae a viejas discusiones, como los efectos de una primarización o secundarización de enfoques de enseñanza, así como a experiencias vinculadas a reformas educativas anteriores.

    Los sindicatos de la enseñanza siempre estuvieron pendientes del marco curricular desde que Vázquez comenzó a promocionarlo en 2014. Pero la lucha por el presupuesto y los pocos avances concretos que tuvo dejaron de lado posibles medidas ante la herramienta. Los problemas surgieron desde la misma interna de gobierno, con discrepancias entre la ANEP y el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) sobre cómo llevarlo adelante: la administración proponía una mirada más abierta, dejando que según sus realidades, cada centro educativo actuara a partir de orientaciones básicas; el Ministerio, con Fernando Filgueira como subsecretario, buscaba que rigiera un eje “común” y centralizado.

    Esa disputa sirvió de empujón para la renuncia de Filgueira y retrasó el diseño del marco curricular, aunque Luaces señaló que el principal motivo para la demora refiere a las características propias para la elaboración de la herramienta. “Se trata de un objetivo exigente y complejo que requiere la participación de varios actores. Avanzar hacia el logro de objetivos complejos en educación requiere la búsqueda de acuerdos básicos. La elaboración de este conjunto de documentos en particular debe desarrollarse, además, en el marco de un amplio diálogo participativo”.

    El Ministerio acom­paña.

    Ese diálogo participativo es lo que le aguarda ahora a la ANEP, que se encuentra en pleno desarrollo del Marco Curricular de Referencia Nacional (MCRN) con la intención de que algunos de sus elementos ya puedan ser aplicados este año. Luaces lo definió como “un conjunto de documentos, abiertos a escala nacional, que establecen orientaciones flexibles y versátiles para generar propuestas educativas con contenidos adaptados a cada tramo educativo”, y cuyo objetivo es garantizar al estudiante una trayectoria continua desde que se inicia a los 3 años hasta que finaliza la Educación Media Superior.

    Aunque el MCRN “vertebra el sistema curricular”, no se trata de un currículo único. “Permite proporcionar orientaciones básicas a los docentes y a las instituciones educativas para que desarrollen adecuadamente una gestión descentralizada del currículo”, detalló la jerarca.

    Además de con el currículo, el marco curricular generó confusiones con los perfiles de egreso que desde el año pasado han trabajado Primaria, Secundaria y UTU. Luaces los diferenció de esta manera: “Mientras el primero define aprendizajes fundamentales, los perfiles establecen aquello que los estudiantes deben poder demostrar como evidencia de aprendizaje. El primero es un orientador potente, deseable, pero no es suficiente. Los perfiles, en cambio, representan un compromiso de Estado: aquello que se enseña debe aprenderse, y ese aprendizaje debe ser verificado por instrumentos nacionales de evaluación”.

    Primaria, Secundaria y UTU iniciaron el diseño de sus perfiles de egreso a comienzos de 2015. Primaria toma como referencia el tercer y sexto año escolar, mientras que Secundaria y UTU observan el tercer año de la Educación Media Básica. Hasta el momento los mayores avances se han dado en Primaria, que elabora por sí sola los perfiles de egreso, mientras que Secundaria y UTU deben establecer perfiles comunes a la educación media, lo que supone “un mayor nivel de complejidad” según Luaces.

    Lo que sí está claro es que, tanto en el MCRN como en los perfiles de egreso, a cargo está la ANEP. “En la elaboración del conjunto de documentos a los que he hecho referencia trabaja únicamente la ANEP. En el marco de sus competencias técnicas en el tema, es quien trabaja y trabajará en la concreción de este marco curricular”, sostuvo Luaces, quien aclaró que “al Ministerio le corresponde la coordinación del sistema educativo en su conjunto, y por tanto acompaña en este proceso”.

    “No puede haber diferencias en algo que estamos construyendo. Aspiramos concretar los primeros productos durante el presente año lectivo”, finalizó.