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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáFalleció, el pasado 4 de marzo, la Sra. Alba Cassina de Nogara.
Para muchos no era conocida. Se perdieron de tratar a una dama de una delicadeza que no podrían concebir que ocultase un cerno de convicciones tan firmes. Nunca rígido —libre del más mínimo fanatismo— pero sí, producto de elaboración y valoración racional, de estudio sin igual.
De convicción: batllista, así, pero con todas las letras mayúsculas, como a muy pocos merece corresponderle.
Ante todo: ciudadana, en todo su valor de la expresión republicana.
Mujer —dama— sin ostentación de su condición pionera feminista.
Tan demócrata en sus convicciones que ni en un fugaz momento fue capaz de dejar de cuestionar sus propias argumentaciones.
Tan delicada como una flor. Ella, que había accedido a la íntima documentación de nuestro numen, nunca señaló desde su cumbre moral a quienes considerara apartarse del batllismo —del Batllismo de Batlle, no de Don Pepe, ni de José, solo de Batlle; ni de neo, tercera vía, ni de social democracia, aprendices infantiles del batllismo—.
Representó la encarnación del deseo expresado en diálogo entre Sarmiento y Varela, ante la fulgurante conferencia de una feminista norteamericana: “¿Qué le parece a usted si en nuestros países tuviéramos una veintena de mujeres como esta?”.
Subió cumbres, y otras cumbres más, de su valoración personal —política— partidaria, con el respeto y admiración de todos, que sentían la íntima seguridad de que no desplazaría a nadie en su ascenso.
Fue apagándose como un Alba, en su íntimo dolor de no ver más el día.
Qué orgulloso —no puedo ocultarlo— haber usufructuado de su confianza, de mi fe laica de batllista.
La nominé Princesa Republicana del Batllismo.
¡Gracias Alba!
Su correligionario,
Emilio N. Messano Correa