El ciudadano es el centro

El ciudadano es el centro

escribe Fernando Santullo

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Nº 2186 - 11 al 17 de Agosto de 2022

En su instante inicial, vimos las redes sociales como una suerte de zona de juegos, un espacio lúdico en donde uno podía encontrarse y charlar con gente que hacía años que no veía. Luego las vimos convertirse, no todas y no siempre, en una especie de televisor en blanco y negro en donde los tonos de gris no existen y los colores directamente han desertado. Es verdad, cada red nueva que surge logra escapar, al menos por un tiempo, de la violencia que reina en las ya establecidas. Pero, tristemente, esa dinámica polarizada y destructiva que muchas veces las termina dominando parece ser la norma.

Por eso es de destacar cuando alguien, ciudadano u organización, usa las redes para intentar construir algo. O para intentar difundir algo que le parece interesante y bueno para el resto. Todo hay que decirlo, es verdad que incluso cuando los polarizados de turno hacen lo posible por romperlo todo en la convicción de estar haciendo algo glorioso para su causa en las redes nunca han dejado de estar esos tercos que insisten y hacen lo posible por darles un sentido virtuoso. Por usarlas como la herramienta que hoy no son, pero pueden llegar a ser.

Justo en ese sentido es que me parece interesante un hilo de la cuenta milesdeciudades (@milesdeciudades) que encontré en Twitter, en donde con la excusa de los 10 años de la inauguración del corredor Garzón se analiza su origen, cuál debería haber sido su impacto y sus problemas. Aclaro que no tengo la menor idea de quiénes son las personas concretas que están detrás de esa cuenta y menos aún tengo idea de cuál es su filiación política. Solo sé de ellos que se interesan por temas urbanos, que les atrae discutir sobre políticas públicas y que usan las redes para hacerlo.

El hilo en cuestión arranca haciendo un recuento del Plan de Movilidad Urbana (PMU) de la Intendencia de Montevideo, recordando que este se derivó del Plan de Ordenamiento Territorial. También que el PMU, que además del Sistema de Transporte Metropolitano (STM) incluye transporte privado, el de carga y el no motorizado, “estaba basado en ejes troncales con carriles exclusivos para líneas de ómnibus desde el centro hacia las terminales e intercambiadores de trasbordo ubicados en la periferia”. El hilo recuerda que “el sistema se completa con líneas locales, asegurando cobertura homogénea a toda la ciudad”.

Tras reseñar todo lo que el plan se suponía debía hacer, milesdeciudades dedica algunos tuits a señalar todo lo que no ocurrió o salió mal, ensayando una suerte de microexplicación para cada situación. Así, entre los problemas señala “la coexistencia de dos líneas G con destinos diferentes, propia de un mundo borgeano”, “el trancazo por un año de las tarjetas por conflictos de intereses entre cooperativas y Cutcsa” y “la falta de incorporación de ciclovías”. También “la creación de una terminal en donde ahora ya no pasan ómnibus y en competencia con la centralidad de Colón, que está a solo tres cuadras.”

Finalmente, milesdeciudades recupera un informe/evaluación del BID en donde queda claro el fracaso de lo implementado en al menos cuatro de las cinco áreas relevadas: deficiente en diseño e implementación, deficiente en movilidad, deficiente en su relación con el medio ambiente, regular deficiente en cuanto a satisfacción de usuarios y opinión pública. Apenas califica positivamente el ítem que refiere a la solidez de las empresas que prestan el servicio.

Hasta donde logro entender, el intento de milesdeciudades (como el de Ghierra Intendente o el de la Asamblea por la Rambla Sur, por mencionar dos a botepronto) es plantear los temas urbanos que les interesan en toda su complejidad, sin recurrir a los chicaneos partidarios habituales. Especialmente en el sentido de reconocer la existencia de problemas comunes cuya demanda de solución no tiene por qué pasar ni esperar por una propuesta del sistema político. Si existe un grupo de ciudadanos interesados en el tema y con capacidad de realizar aportes, bueno, ese es precisamente uno de los aspectos más interesantes, atractivos y activos de la ciudadanía: la posibilidad de incidir, o al menos intentarlo, en la agenda pública, de forma tal que los poderes existentes se impliquen en las soluciones.

Por supuesto, nada de esto sustituye la lógica partidaria. Los partidos son necesarios en nuestras democracias representativas y, mal que bien, logran dar respuestas a esos problemas. Estas respuestas nos pueden parecer pocas, malas, frágiles o insuficientes. Y es justo porque la respuesta partidaria nos parece todo eso, que algunos creemos (y en esto estoy seguro coincido con milesdeciudades, aunque no los conozca) que la mirada ciudadana es relevante y complementaria a la que propone el sistema partidario. Es política, claro, pero no está necesariamente acotada por los compromisos que siempre tienen los partidos con tal o cual grupo de poder o de presión.

Es una mirada que no sustituye lo partidario, lo complementa, lo amplía y lo enriquece. Más aún, ya que se trata de ciudadanos que por lo general no aspiran a un cargo político y eso hace que puedan mirar los asuntos que les preocupan con una visión menos encorsetada o camisetera. Lo partidario, su nombre lo indica, es siempre la propuesta de una parte. La perspectiva ciudadana, en cambio, puede resultar más amplia y contener dentro de sí miradas que no son necesariamente partidarias, especialmente en temas urbanísticos. Y esto es más allá de que cuando esas ideas se conviertan en políticas públicas (si es que eso ocurre) sean implementadas por tal o cual partido.

En un ensayo que cité hace un par de semanas, el filósofo uruguayo Carlos Pareja citaba a su vez al abogado y politólogo Romeo Pérez, cuando este apuntaba “algunos rasgos distintivos atribuibles a las instituciones y prácticas democráticas uruguayas”, entre ellos, “el protagonismo central que han asumido los partidos en el funcionamiento de nuestro sistema político, en contraste con el bajo perfil y los escasos aportes provenientes de las organizaciones de la sociedad civil”.

Quizá sea por eso que en Uruguay todo aquel que se plante en una postura netamente partidaria sabe de antemano que va a contar con la bronca instantánea de uno de cada dos uruguayos y con el aplauso automático del otro. En cambio, quien intente plantarse fuera de esa lógica partidaria bipolar, es casi seguro que reciba las puteadas de ambos. El asunto es que los problemas complejos se resisten a esa lógica escolar e infantil. Una lógica que seguro sirve para cosechar votos entre los ciudadanos menos interesados por la política pero que difícilmente sea útil para resolver problemas complejos en políticas públicas.

Por eso, bienvenida sea la mirada ciudadana compleja para esos problemas. Porque esperar que quienes tienen un montón de compromisos adquiridos con los famosos powers that be sean quienes traigan en exclusiva las soluciones tiene mucho de realismo mágico y poco de realismo a secas. Bienvenido el uso positivo de las redes, aunque eso moleste a los odiadores en serie. Porque el centro de la acción política es el ciudadano, aunque a veces nos olvidemos de ello.