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    El consentimiento informado en salud es “un negocio jurídico”

    A veces los médicos buscan protegerse ante eventuales juicios y los pacientes firman sin entender los riesgos; hay diversos formatos y el Colegio Médico quiere elaborar “un documento único nacional”

    En el consultorio estaban sentados el médico y el paciente, escritorio mediante. El profesional de la salud le informa al paciente que debe realizarse un procedimiento y le da una hoja con las indicaciones para hacerlo (dieta especial, ayuno u otras) “y además otro papel que tiene que firmar”. Luego le dice: “Cuando usted venga, traiga ese papelito firmado así le hacemos el estudio”, relató la médica María del Carmen Carracedo, profesora adjunta de la Unidad Académica de Bioética de la Universidad de la República (Udelar) durante su disertación en el Congreso Internacional de Medicina Legal y Ciencia Forense y II Jornada Académica de Bioética, que se realizó a fines de 2015 en Montevideo.

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    “Esa es toda la información que se le brinda al paciente: un papel, un formulario escrito. Muchas veces esos documentos se entregan sin más información, ni siquiera las personas pueden entender el contenido de ese formulario de consentimiento”, dijo Carracedo, y opinó que eso es un “error”.

    El “papelito firmado” que debe entregar la persona previo a realizarse el procedimiento médico es el formulario de consentimiento informado. Acredita que el médico informó apropiadamente al paciente y que este conoce los riesgos de la intervención. Para Carracedo, en ocasiones existe un “error conceptual de que el consentimiento es un trámite o una obligación legal”.

    “Aunque en algunos casos (cirugías y procedimientos invasivos) se recomienda la firma por parte del paciente de un documento en el que se establece su voluntad por escrito, el consentimiento o su revocación no requiere de formalidades y es siempre un acto verbal. Sea verbal y además escrita, la información debe ser trasladada al paciente con la antelación suficiente para que pueda reflexionar sobre su decisión”, detalló Hugo Rodríguez, director del Departamento de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de la Udelar, en un trabajo publicado en la Revista Médica del Uruguay.

    Rodríguez, que participó en el Congreso sobre Medicina Legal, sostuvo en su ponencia que “el seudoconsentimiento informado es un aporte muy uruguayo”. Ocurre cuando el médico busca que el paciente firme para protegerse legalmente, ya que cree que “porque hay un papel firmado” está en “mejores condiciones” si le hacen un juicio. “Y no lo estamos”, afirmó Rodríguez. “He actuado como perito en juicios penales en el cual el formulario de consentimiento fue una prueba que permitió el procesamiento por homicidio de un médico porque hizo firmar en el documento los riesgos y omitió esa complicación”, agregó.

    “El derecho a consentir o rechazar un acto médico está consagrado en normas éticas y jurídicas” y “la firma del paciente en ausencia de información no tiene validez ética ni jurídica”, sostuvo Rodríguez en su publicación.

    Un ejemplo de este “seudoconsentimiento informado” es cuando “el papel simplemente se entrega dos minutos antes del procedimiento” y no se verifica si la persona entendió y si se le dio la información adecuada, dijo Néstor Campos, presidente del Colegio Médico del Uruguay durante el Congreso. “Hay autores que dicen que se debería usar el término de decisión informada y no consentimiento informado”, agregó. La información brindada debe ser “adecuada, veraz y continua” en el intercambio.

    Sin embargo, los médicos manifiestan que tienen “tiempo acotado” para el intercambio, afirmó Carracedo.

    Negocio.

    Según explicó el abogado Gonzalo Fernández, el consentimiento es un documento que se adjunta a la historia clínica y es “la prueba” de que desde el punto de vista ético la información brindada al paciente se hizo “en términos claros y comprensibles”.

    “Si yo les dijera a ustedes que el consentimiento informado es un negocio jurídico de fijación del alcance de la prestación médica, probablemente ustedes dirán ¿cómo va a ser un negocio el consentimiento informado?”, planteó por su parte el abogado especialista en Derecho Civil Arturo Caumont.

    “Bueno, es un negocio jurídico como declaración intencional de voluntad que implica la producción de efectos que son secundados por el Derecho. Eso que parece muy grandilocuente es la naturaleza jurídica del consentimiento informado”, explicó.

    “Es un negocio jurídico porque es una declaración de voluntad, que conlleva un deber de información por parte del experto frente al vulnerable por desconocimiento de la ciencia médica”. Añadió que se le aplican las reglas de las declaraciones de voluntad, como por ejemplo, que quien lo firma debe ser una persona capaz y legitimada para expresar su voluntad.

    Único.

    En algunas instituciones uruguayas los consentimientos se hacen de forma verbal y otras requieren la firma por escrito. Los formularios de consentimiento tienen formatos y diseños muy variados, y en distintas partes del país se manejan textos diferentes para procedimientos idénticos.

    El presidente del Colegio Médico llamó a juntar “voluntades para llegar a tener una propuesta de consentimiento” con el objetivo de elaborar “un documento único nacional”. “Somos un país chico, podemos lograrlo”, afirmó.

    No obstante, para la médica Fernanda Lozano, profesora adjunta del Departamento de Medicina Legal, hay “muchas dificultades” para lograr eso. Entre ellas, la “heterogeneidad de registros” que hay, las variantes de formato y las diferencias en el criterio del médico que “define qué es lo que considera relevante consignar”.

    Los formularios genéricos “son un cheque en blanco” con un “espacio para rellenar el nombre del paciente, del médico y, a veces, con suerte, tienen un espacio para los riesgos personalizados y un lugar en blanco por si el paciente tuvo dudas”, dijo Lozano. Otros “explican absolutamente todo” y dicen que quien realiza la intervención “está en las mejores condiciones y es el más experto”. “Falta que pongan que no va a hacer reclamos. En algunos también lo hemos visto”, alertó.

    Consideró que algunas de estas fórmulas que “no promueven el diálogo” son “abusivas”. “Queremos uno que sirva para complementar la información que se le da en forma verbal —agregó— que lo lea en su casa, que empiece a preguntarse, que vuelva y promueva el diálogo y el empoderamiento de los usuarios”.