El racismo y las buenas intenciones

El racismo y las buenas intenciones

La columna de Pau Delgado Iglesias

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Nº 2125 - 3 al 9 de Junio de 2021

“Cuanto más oscuro el color de piel, menor es el valor”, fue la lógica utilizada por el servicio postal español para su reciente campaña antirracista, que parece a todas luces haber resultado fallida. Correos España emitió, el pasado 25 de mayo, una campaña para luchar por la igualdad: una colección de sellos llamada Equality Stamps (sellos igualitarios), compuesta por cuatro sellos que representan cuatro colores de piel diferentes. Así, el de color más claro es el que vale más (1,60 euros), mientras que el más oscuro vale menos de la mitad (0,70). La idea pretendía llamar la atención sobre la “desigualdad creada por el racismo”, y la fecha elegida para el lanzamiento coincidía con el primer aniversario del asesinato de George Floyd. Estaba, además, enmarcada en las acciones del Mes Europeo de la Diversidad.

Aunque el diseño de la campaña contó con la colaboración de la Federación SOS Racismo y el apoyo del rapero y activista El Chojín, los resultados no fueron los esperados y las redes sociales se hicieron eco de una profunda desaprobación. Es que realmente resulta difícil de entender que una campaña que pretende luchar contra el racismo reproduzca de tal manera la discriminación, dándole “menor valor a los más oscuros”. Este episodio demuestra que las buenas intenciones muchas veces no son suficientes y que es fundamental tener más en cuenta a quienes sufren la discriminación en carne propia, antes de compartir una idea de este tipo.

Algunas organizaciones parte de SOS Racismo se desmarcaron de la campaña y manifestaron su rechazo. Por ejemplo, activistas de la sede de Madrid explicaron que ni en SOS Racismo ni en Correos España trabajan personas migrantes racializadas, por lo que la falta de representación es evidente. El periodista y escritor español Moha Gerehou redactó un hilo en Twitter en el que expresó que “el mensaje es un absoluto desastre”, y realizó una serie de propuestas para quienes quieren ir más allá de la mera “apariencia” y sinceramente se preocupan por la lucha antirracista. Sugiere acciones a tomar, como por ejemplo: revisar la diversidad racial en la plantilla de trabajo, ver qué cargos ocupan las personas racializadas, fomentar la educación antirracista, entre otras. En definitiva, plantea que para ir más allá del mero oportunismo se necesita un compromiso real con la problemática y una reconsideración de las propias conductas discriminatorias.

Si bien Correos España se ha mantenido en silencio respecto al tema, SOS Racismo emitió el 31 de mayo un comunicado en el que se disculpó con las personas que se sintieron ofendidas, asumió las críticas, se comprometió a modificar sus protocolos de trabajo y anunció la renuncia al “beneficio económico simbólico” que iba a obtener por la campaña.

Todo este episodio, que despertó mucho mi interés, me hizo pensar en dos situaciones que tuvieron lugar en marzo de este año en Uruguay: una fue el lanzamiento de la canción Venganza, de la banda No Te Va Gustar, tres días antes del 8 de marzo, y otra fue la campaña “Consumir drogas tiene riesgos”, de la Junta Nacional de Drogas (JND).

El primer ejemplo se trata de una canción que aborda el tema de la violencia de género, hablando desde una primera persona en femenino, con frases como: “Voy a morderte la cara y a esperar que poco a poco te mueras”. Si bien la estrategia de lanzamiento funcionó muy bien mediáticamente, con titulares como “el grito feminista de No Te Va Gustar”, en redes sociales muchas personas cuestionaron el oportunismo de la banda al presentar la canción casi en vísperas del Día Internacional de la Mujer (día en que se espera que la atención esté centrada precisamente en las mujeres y no en hombres hablando por ellas). Muchas encontraron problemática la circulación de un mensaje que habla de “venganza” y “muerte” en nombre de las mujeres, siendo que estos han sido objetivos bastante lejanos a la lucha histórica feminista. Se cuestionaba también que se posicionaran en un lugar de víctimas, sin serlo, en lugar de abordar lo que como hombres podrían hacer para cambiar esta realidad. Al igual que en los Equality Stamps con El Chojín, lo único que “aseguraba” acá la cuota femenina era la presencia de la trapera argentina Nicki Nicole, en medio de una banda integrada por ocho varones. Quizás no hubiera estado de más para un grupo de la talla de No Te Va Gustar, recoger públicamente las críticas de muchas de quienes sufren esta violencia en carne propia y encontrar la manera de incorporarlas para mejorar futuros mensajes.

Desde otro lado totalmente diferente, la campaña de la JND dejó en evidencia lo que sucede cuando no existe diversidad en los equipos de comunicación. Uno de los afiches que pretendía concientizar a la población sobre el consumo de drogas, mostraba a un varón blanco diciendo “no querer” algo que una mujer y un hombre afro supuestamente le ofrecían. El racismo del mensaje era tan evidente que resultaba increíble que nadie lo hubiera advertido. Ante la gran cantidad de críticas en redes sociales, la JND suspendió la campaña y se disculpó públicamente con la comunidad afro uruguaya.

El racismo y el sexismo son problemas estructurales de los que nadie está libre, y todos estos ejemplos muestran que las buenas intenciones no siempre son suficientes para evitar cometer errores. Por eso, el ejercicio constante de revisarse, escuchar las críticas, pedir disculpas e incorporar los cambios, probablemente sea la única manera de transformarse en una sociedad cada vez un poco más justa.