N° 1988 - 27 de Setiembre al 03 de Octubre de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLas grandes definiciones, esas que se transforman en sabiduría popular con los años, suelen venir de los protagonistas de los hechos y no de observadores o analistas externos. Por eso, nadie mejor que un político para realizar una descripción precisa de sus colegas y más todavía si tiene en su currículum el haber ganado el premio mayor: la Presidencia de la República.
“Hay dos clases de políticos: los carnívoros y los herbívoros. Los primeros son los que llegan y los segundos siempre quedan por el camino”, concluyó ante algunos allegados el expresidente blanco Luis Alberto Lacalle hace casi dos décadas al referirse a Juan Andrés Ramírez, su competidor en las elecciones internas de 1999. No estaba equivocado; esa disputa la ganó él: la ganó el carnívoro.
La frase, que desde ese momento se volvió recurrente entre políticos uruguayos de primera línea, puede ser ilustrativa de un hecho histórico ocurrido la semana pasada, por más que ocupó solo unas horas en los principales titulares de la prensa local: el ministro de Economía, Danilo Astori, no será candidato presidencial. Es un punto de quiebre, el final de un período crucial y prolongado, un capítulo que termina.
“Una precandidatura como la mía, que convoca escaso apoyo como todos los sondeos de opinión lo están indicando, me parece que aportaría muy poco. Y es mucho más importante para el país que siga haciendo mi trabajo en el Ministerio de Economía, sobre todo en las circunstancias desafiantes que vive el país en este momento”, explicó el jueves 20 Astori con su clásica parsimonia y actitud docente, rodeado por dirigentes de su grupo.
No debe haber sido fácil para el ministro pronunciar esas palabras. De hecho, Astori renunció a competir para ser presidente de la República, por más que la lógica indicaba que se merecía un turno. Pero la política está lejos de ser una ciencia exacta y menos un concurso de méritos. Lo que cuenta es la supervivencia, sea como sea. Y en eso manda la naturaleza: mandan los carnívoros.
Siempre es así, episodio tras episodio de la historia. El que culminó la semana pasada se había iniciado hace más de dos décadas y tiene a Astori y al presidente Tabaré Vázquez y su antecesor José Mujica como protagonistas. Ellos son los grandes responsables de que el Frente Amplio haya asumido el poder en 2005 y lo haya mantenido por tres períodos consecutivos. No hubiera ocurrido sin la unión de los tres.
Vázquez y Mujica fueron quienes llegaron más lejos, pero con el apoyo decidido y fundamental de Astori. Lo necesitaban y lo tuvieron. Desde el Ministerio de Economía o desde la vicepresidencia de la República, Astori dio continuidad y estabilidad. Fue la columna vertebral de los gobiernos del Frente Amplio.
Pero este pilar no necesariamente se transforma en votos. El resultado parece mostrar lo contrario. Estar al frente de las finanzas de un país tiene un costo político y es evidente que el actual ministro de Economía lo está pagando, y en soledad. Claro que cometió fallas importantes en su desempeño y manejo político, pero también tiene méritos que no ha logrado capitalizar electoralmente.
Era lógico que Astori esperara asumir el liderazgo en 2019 y tener el apoyo de sus socios para hacerlo. También era evidente que ocupaba el tercer lugar en la línea sucesoria. Vázquez ya fue presidente dos veces y Mujica una. Era su oportunidad, y así inició el actual gobierno, entusiasmado por su futuro.
El problema es su condición de herbívoro entre carnívoros, en la actualidad y a lo largo de toda su carrera política. Quizás es una de las personas que más noción de Estado tienen dentro del Frente Amplio y por eso quedará en los libros de Historia como uno de los principales impulsores de la recuperación económica uruguaya después de la crisis de 2002. Pero no será como presidente. Ese lugar está reservado para los carnívoros.
Astori estaba convencido de que, llegado el momento, Vázquez y Mujica lo apoyarían en la carrera electoral para cruzarse la esquiva banda presidencial el 1º de marzo de 2020. No lo hicieron. Ni lo harán. Y no es porque consideren que no tiene méritos como para ser presidente, así lo dijeron en público. Es porque evalúan que no cuenta con los votos necesarios para lograrlo y prefieren apostar por un eventual triunfo del Frente Amplio en lugar de corresponder a viejas lealtades. Así razonan los carnívoros y por eso se terminan imponiendo. Siempre.
Astori lo pudo haber previsto si fuera de la misma especie, pero no lo es. Es un excelente académico que domina más que nadie algunos aspectos de su disciplina, pero interpreta de forma demasiado científica la realidad política. Confía de una manera un tanto inocente en los demás líderes con los que comparte escenario.
Vázquez lo eligió como ministro de Economía para ganar el primer gobierno y lo mostró ante el Fondo Monetario Internacional como carta de garantía. Mujica lo sumó como compañero de fórmula con el objetivo de obtener lo que le faltaba para transformarse en presidente. En el tercer período, Vázquez volvió a apostar por él al frente de la economía en tiempos turbulentos. “El cierre perfecto es que los dos me apoyen como candidato presidencial”, debe haber pensado Astori.
Pero, como buen herbívoro, no entendió que ese razonamiento ya era parte del pasado. Ahora son otros los candidatos que salieron a la arena para alimentar el rugido de la multitud. Vázquez y Mujica los aplauden desde la primera fila de la platea.
No era lo que Astori pretendía y por eso el triunvirato se rompió, y con él una era de 15 años. Lo que está por verse es si los que inician el próximo capítulo son sus herederos o sus contrincantes. Los traspasos de poder suelen ser traumáticos. De cuánto depende el resultado de las próximas elecciones.