N° 2043 - 24 al 30 de Octubre de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl sábado 19 el Comité de Ética del Partido Nacional propuso la censura del intendente de Colonia y candidato al senado Carlos Moreira. Implicaba la pérdida de sus derechos partidarios y la expulsión. Cuando el Directorio presidido por Beatriz Argimón se encaminaba a tomar esa medida, Moreira renunció a su partido y a la postulación al senado.
Argumentó que lo hacía “para no afectar el resultado electoral (…) y el destino de la patria”. Falso. Su expulsión no afectaba a su expartido. Por el contrario. Pero no es lo mismo el disfraz de un retiro “voluntario” que ser expulsado por quienes comandan una colectividad que, con su firmeza, se ha oxigenado y fortalecido.
Como sea, su abuso, extorsión o acoso sexual (llámelo como quiera) ante el pedido de la renovación de una pasantía en la intendencia es despreciable. Vomitivo. Del diálogo grabado con la edil nacionalista y pareja hasta hace un año, María José García, surge la clara pretensión de obtener favores sexuales a cambio de —por lo menos considerar— la prórroga de la pasantía. Con su tono aguardentoso habitual de los últimos tiempos le hace propuestas que por su ordinariez nadie consideraría erotizantes sino altamente ofensivas. Para colmo hace alarde de potencia sexual.
Algunos sostienen que fue una encerrona política surgida dentro del partido nacionalista. Aunque lo fuera, eso es lo que piensa, de lo que surge que considera válido el abuso de poder.
Tiene derecho a defender su inocencia pero de nada le servirá. El contenido de la grabación es terminante. Tampoco lo salvará de la quema pública la impudicia de haber expuesto a sus hijos en una conferencia de prensa para lavar su imagen.
Su excusa es que sus expresiones se debieron a que había mantenido una relación sentimental con la mujer. Increíble. Para Moreira una relación pasada con alguien que tiene otra pareja y que integra el gobierno municipal justifica vía libre para el acoso y el intercambio por sexo. Típico de los machistas acostumbrados a la impunidad. Pero “se acabó el tiempo de que en política vale todo”, advirtió Argimón en El Observador.
Con 72 años cumplidos las expresiones procaces fueron la última palada de tierra sobre su sepultura política. Fue diputado, senador, subsecretario del Interior y tres veces intendente de Colonia. Ocupaba ahora el segundo lugar al Senado en Alianza Nacional.
A los periodistas que durante décadas transitamos los vericuetos de los tres poderes del Estado nos consta —sin pruebas fehacientes pero con abundantes indicios— que el abuso de poder para obtener sexo es habitual como intercambio laboral. Es transversal. Ocurre en todos los partidos y en los tres poderes. La sanción rápida y ejemplar (aunque al Comité de Ética se le puede reprochar no haber escuchado a Moreira) marca un hito para ponerle coto a los abusos machistas y vencer el temor a denunciar.
Un temor comprensible. Las mujeres dudan sobre el respaldo político. Siempre les sobrevuela la frase machista para descalificarlas: “Algo habrá hecho”.
Es emblemático lo que ocurrió en 1998 cuando el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, fue absuelto por el senado de los cargos de obstrucción a la Justicia y perjurio. Había mentido sobre sus relaciones sexuales con la becaria de 22 años Mónica Lewinski. Para él las felaciones no eran sexo. Golpeado moralmente continuó en el cargo y a la becaria algunos le imputaron haberlo provocado: “Algo habrá hecho”.
A veces lo camuflan mediante un presunto humor. Durante la campaña presidencial de 2017 el chileno Sebastián Piñera comentó jocoso: “Bueno muchachos, me acaban de sugerir un juego muy entretenido. Todas las mujeres se tiran al suelo y se hacen las muertas y todos nosotros nos tiramos encima y nos hacemos los vivos”.
No era nuevo en Piñera. En 2011 había lanzado “un chiste” parecido: “¿Sabe usted cuál es la diferencia entre un político y una dama? Cuando el político dice que ‘sí’ quiere decir ‘tal vez’, cuando dice ‘tal vez’ quiere decir que ‘no’ y cuando dice que ‘no’, no es político. Cuando una dama dice que ‘no’ quiere decir ‘tal vez’, cuando dice ’tal vez’ quiere decir que ‘sí’, cuando dice que ‘sí’ no es dama”.
Ese mismo año el presidente ecuatoriano Rafael Correa fue consultado sobre los beneficios de la igualdad de género. Respondió que no sabía si mejoraba la democracia, pero que mejoraba las fiestas porque “¡qué asambleístas guapísimas que tenemos..! ¡Hay que aumentarles el sueldo porque no tuvieron plata para comprar suficiente tela, y todas con una minifalda, ¡Dios mío! Me contaron que tienen unas piernas impresionantes”.
Tampoco se libra un premio Nobel de la Paz. El expresidente de Costa Rica Óscar Arias fue denunciado por siete mujeres que alegaron haber sido víctimas de acoso sexual. Las investigaciones están en trámite. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, también enfrenta denuncias de ese tenor.
Aquí y ahora todos se rasgan las vestiduras. Pero ¿qué partidos tiene protocolos claros y terminantes y realizan advertencias a sus integrantes para combatir internamente esos abusos que no solo surgen de las cúpulas?
La presidenta de la Asociación de Empleados y Obreros Municipales de Colonia, Miriam Dos Santos, aseguró a Montevideo Portal que “este tipo de irregularidades se ha dado hace años, en distintas administraciones”.
Existe “un sistema de proceder que es el amiguismo. Más de una vez se les renuevan los contratos a los pasantes y en algunas ocasiones tienen algún vínculo con algún mando medio o autoridad dentro de la Intendencia”, aseguró. Solo se refirió a Colonia pero es nacional.
A Moreira le queda pendiente la investigación de la fiscal de Colonia Eliana Travers, quien decidirá si cometió o no un delito. Poco o nada importa. Lo central es la desviación moral y ética de un gobernante que para evitar que su partido lo fusilara optó por el suicidio.
En los últimos días, al observar imágenes de Moreira y oir sus vergonzosas excusas me resulta imposible no pensar en el título de la estupenda novela del escritor argentino Osvaldo Soriano: Triste, solitario y final.