En la noche del domingo 27 se podía trazar un triángulo imaginario cuya base iba desde la Torre Ejecutiva hasta el Hotel Radisson y uno de sus vértices era la casa del Partido Nacional. En ese radio de acción, más allá y más acá de la Puerta de la Ciudadela de Montevideo, se movían los dirigentes y los militantes blancos esperando los resultados del referéndum para derogar o mantener los 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC). Caía fresca la tarde, pero el trajín se volvía intenso en la plaza Independencia, la zona asignada para los festejos de los defensores del No a la derogación que se mostraban entre ansiosos y cautos, con la incertidumbre instalada encima de sus cabezas. Pocos datos, muchos rumores. Expectativa.
“¿Viste la película de Sandra Bullock, la que se queda perdida en el espacio? Bueno, estamos así. No tenemos ni la menor idea de dónde estamos parados”, comentó a Búsqueda una dirigente del Partido Nacional cuando recién se habían abierto las urnas y empezaba el conteo de votos. Así estaban las cosas en el Ball Room del Radisson. Como en Gravedad, la película de Bullock. Ni la menor idea y flotando en el espacio. Puro rumor, pura especulación, y un sereno optimismo de que al final del día terminarían pisando sobre tierra firme. En el amplio salón ubicado en el segundo piso del hotel se registraba el mayor movimiento de dirigentes. Allí estaban convocadas las figuras de los partidos de la coalición multicolor de gobierno mientras en el piso 11 de la Torre Ejecutiva el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y su gabinete monitoreaban los resultados.
En la sede del Partido Nacional, en la sala de reuniones del Honorable Directorio, hacían tiempo otros dirigentes blancos antes de moverse definitivamente hasta el Radisson. Sobre las 20.30 horas se podía ver en las dos pantallas gigantes a los costados del Ball Room del segundo piso, a la presidenta de la Departamental de Montevideo del Partido Nacional, Laura Raffo, junto a la senadora Carmen Asiaín emprendiendo una caminata desde la sede de los blancos en plaza Matriz hasta el hotel. Iban cortejadas por movileros de televisión que las bombardeaban a preguntas sobre lo que esperaban de las urnas. “Hay que tener paciencia”, repetía Raffo en camino al hotel para aguardar los resultados.
En la casa del Partido Colorado, mientras tanto, las pantallas reflejaban la trasmisión de TV Ciudad. Con la primera proyección de escrutinio, que anunciaba empate técnico entre las dos opciones, una especie de murmullo incómodo empezó a hacerse oír en el salón de actos. “¡Callate!”, “¡cambien de canal!”, pedían algunos militantes colorados sin dejar de mirar lo que transmitía la señal de televisión de la Intendencia de Montevideo.
En la Torre Ejecutiva, Lacalle Pou alternaba entre la sala donde estaban ministros y subsecretarios, con su amplia oficina privada con vista a la bahía de Montevideo. Los primeros resultados, divulgados a las 20.30 horas en la proyección de TV Ciudad, fueron tomados con calma. El presidente se mostró distendido al principio. Cauto y sereno.
Sobre esa hora, ya con esa única proyección de empate técnico, las caras que subían al Ball Room del Radisson por las escaleras mecánicas, eran de cierta tensión o de una tranquilidad incómoda. La mayoría de los dirigentes optaban por restarle importancia al informe de TV Ciudad. Algunos lo hacían con algo de sorna, remitiéndose al pronóstico del balotaje de 2019 que ubicó al candidato del Frente Amplio, Daniel Martínez, por encima de Lacalle Pou. “Si TV Ciudad dice que es empate técnico es porque ganamos por varios puntos”, decían casi a coro. Y luego reían nerviosamente.
El salón del hotel, que una hora atrás estaba casi desierto, sobre las 21.00 horas era un desfile de personas entrando y saliendo entre mozos que se paseaban con bandejas de sándwiches de jamón y queso y vasos de Coca-Cola y agua mineral. Ya no había solo dirigentes blancos. Empezaban a llegar actores del resto de los partidos de la coalición. El general retirado Guido Manini Ríos, senador de Cabildo Abierto, fue uno de los pocos representantes de esa agrupación presentes en el salón. Los colorados, con la ausencia del secretario general del partido, Julio María Sanguinetti, tenían una delegación más nutrida.
Con el paso de los minutos, y a medida que la Corte Electoral iba actualizando la cantidad de votos para cada una de las opciones, la tensión de la incertidumbre se fue descomprimiendo de los rostros oficialistas. Aún con pocos circuitos escrutados, se proyectaba una leve ventaja del No que daba para traer una cuota de alivio. En una de las mesas del Ball Room, el diputado blanco Juan Martín Rodríguez tenía instalado su propio y artesanal centro de cómputos. Un poco a lo almacenero, con una hoja garabateada y una calculadora iba anotando los votos del Sí y los comparaba con la votación de Martínez en el balotaje del 2019. De lejos parecía una mesa de póker o de Black Jack, con mucha gente alrededor que cada tanto celebraba algún dato alentador surgido de ese mar de números.
El Ball Room era ya una ensalada de dirigentes de todos los partidos. El senador blanco Juan Sartori se movía por todo el salón saludando con una sonrisa inalterable al que se le pusiera enfrente, entre ellos a los hijos del presidente Lacalle Pou que esperaban ahí los resultados. La senadora blanca Graciela Bianchi montaba su propio show para las cámaras en uno de los rincones de la habitación. Bianchi miraba en la pantalla el discurso del presidente de la Federación de Profesores de Secundaria (Fenapes) e integrante de la Comisión por el Sí, José Olivera, y le respondía en voz alta soltando todo tipo de comentarios y gestos irónicos. “Mirá, mirá vos…”, decía cuando Olivera manifestaba que el gobierno no podía darle la espalda a la mitad de la población. “Andá a laburar”, le dijo después mirando la pantalla, sola, a no ser por los periodistas y camarógrafos que la apuntaban con sus cámaras y celulares. “Democracia, sí… los que defienden a Venezuela y a Cuba”, respondió a otro dicho de Olivera. Bianchi, activa y polémica protagonista en las redes sociales durante esta campaña, parecía estar tuiteando oralmente.
Sobre las 21.30 horas, el presidente Lacalle Pou se reunió en su oficina con el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado. Querían afinar detalles antes de la conferencia de prensa y era determinante para eso saber los movimientos que estaba haciendo la oposición. Delgado quedó en hablar con el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira. No iba a ser una comunicación sencilla. Antes de las 10 de la noche ya se veía al presidente de la República aliviado y satisfecho por los números que obtenía el No de acuerdo a los datos de la Corte Electoral. A las 22.15 horas le habló a su gabinete. Fue un discurso corto en línea con lo que luego transmitiría en la conferencia. Les dijo que la ley quedaba firme y que el gobierno debía seguir adelante con las reformas urgentes. Los felicitó por el resultado obtenido, pero pidió celebrar sin estridencias. Ahí se dispuso que todos los ministros lo acompañaran y que en la mesa se sentaran la vicepresidenta Beatriz Argimón, Delgado y Rodrigo Ferrés, el redactor de la ley.
Los colorados del gabinete (Fernando Mattos, Adrián Peña, Tabaré Viera, Isaac Alfie, Tabaré Hackenbruch, Walter Verri y Carolina Ache) inmortalizaron el momento con una foto. La mayoría de los subsecretarios bajaron por la puerta principal de la Torre Ejecutiva, donde los militantes celebraban con la nariz contra el vidrio.
En el segundo piso del Radisson se aflojaron con la victoria. El senador blanco Gustavo Penadés, con una notoria satisfacción por la meta cumplida, explicó a Búsqueda que la paridad en este referéndum estaba, al menos para él, dentro de lo esperable. Dijo que pocos de sus correligionarios advertían que la diferencia entre una opción y otra sería la misma que la del balotaje del 2019. Y que en el tramo final de la campaña habían incidido factores externos a la discusión jurídica que motivó la consulta popular. Por ejemplo, la suba de precios de los alimentos y otros productos. “Ya lo dijo el gran Bill Clinton: ‘Es la economía, estúpido”, apuntó el senador.
El líder de Cabildo Abierto, Manini Ríos, repetía en voz alta, junto a algunos de los dirigentes de la coalición, que el resultado tan apretado, estrecho, dejaba algunos mensajes para las dos mitades políticas que acababan de expresarse en las urnas. “Lo bueno de esto es que a todos nos pone nerviosos y somos conscientes de que, ante cualquier error, perdemos la próxima elección”, dijo.
Para el senador blanco Sebastián da Silva, que basó buena parte de su campaña con el slogan de que este referéndum significaba un “palo en la rueda” para el gobierno, la victoria del No tendrá efectos importantes en la cultura sindical. “Los sindicalistas que se sienten victoriosos son los principales derrotados porque la población les dio la espalda”, dijo a Búsqueda.
Subrayó la importancia de mantener una ley que no permite ocupaciones en las empresas ni un cogobierno en la educación. “Es un cambio sustantivo”, insistió Da Silva y volvió a cargar contra el movimiento sindical: “Se sienten más fortalecidos, son infinitamente los más perjudicados”. El senador valoró además que un presidente y una administración que soportó la tormenta de la pandemia, haya podido salir victoriosa en una elección de medio término.
Ya sobre el final de la jornada en el Ball Room, mientras se esperaba por la conferencia de Lacalle Pou, se armó un pequeño baile de la victoria comandado por el diputado del Partido de la Gente, Daniel Peña, y Laura Raffo al ritmo del jingle de la campaña, que era entonado sin pegarle del todo a la letra por Sartori, pura sonrisa, que eligió una broma para cerrar el largo asunto de la LUC: “Y ahora les metemos otra ley de 500 artículos, pero en cinco minutos nomás, sin discusión”.