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    La inseguridad

    Sr. Director:

    , regenerado3

    Inseguridad y políticos. Frecuentemente, se pescan en los medios declaraciones de insignes personalidades locales que con total desenfado hacen las afirmaciones más absurdas y nadie las cuestiona.

    En un popular programa, un expresidente de la Suprema Corte de Justicia y ahora integrante de una entidad internacional afirmó, entre otras cosas, sobre el tema de la inseguridad en Uruguay, que en una de sus clases había mencionado como muy válida la afirmación de un famoso autor de que la guerra es demasiado importante para ser confiada a los militares, implicando que la represión a la criminalidad es demasiado importante para ser confiada a los policías.

    Es el tipo de frases supuestamente ingeniosas o sabias que proliferan en Facebook y que catedráticos no muy dotados infligen a sus alumnos sin indagar en su real validez.

    Supongo pues que si las guerras fueran confiadas a los políticos, como sugirió el jurisconsulto, nadie ganaría ninguna, como si la herrería fuera confiada a carpinteros.

    Un buen ejemplo es la invasión alemana a la URSS en la II Guerra Mundial. Si esa guerra hubiera estado confiada a los militares, habrían priorizado la conquista de Moscú con su importante centro ferroviario e impacto psicológico resultante, como querían, pero no: el político Hitler decidió desviar los esfuerzos a Ucrania y sus vastos campos fértiles, y así le fue, como todos sabemos.

    Hace muchos años fui a Nueva York a ver un show de Broadway y al salir caminando hacia mi hotel percibí que al otro lado de la calle me seguía un individuo de muy mal aspecto, me detenía y se detenía, reanudaba el paso y lo mismo hacía ese individuo.

    Por fortuna, al estar atento me salvé al llegar a la Avenida de las Américas, que crucé corriendo con luz amarilla y lo perdí de vista al apresurarme hacia mi destino. Esa era la sensación de terrible inseguridad en esa importante ciudad.

    Luego vino Giuliani con su política de cero tolerancia y en esa época podía caminar sin problemas a toda hora en esa ciudad cuando la visitaba.

    En Uruguay, un gobierno que parece temer ser acusado de represivo y obsesionado por los derechos humanos de los delincuentes, rara vez por los mismos derechos de las víctimas, ata las manos de la policía para hacer su trabajo, poniéndolos en riesgo de ser procesados por una gran variedad de causas al cumplir con su tarea y a la vez pretende intentar solucionar el problema.

    Cegándose por motivos ideológicos a ver la realidad, niegan que la represión al crimen haya solucionado nunca problemas de inseguridad.

    Pienso que los delincuentes deben considerar esta época su edad dorada y deben rogar para que nada cambie. La ciudadanía inerme y a merced de tales personajes.

    Juan José Castillos