Febrero cerró con 14% menos de turistas del exterior que un año atrás; enero lo había hecho con una caída de 9%. En toda la temporada (diciembre-febrero) su gasto bajó U$S 44 millones.
Febrero cerró con 14% menos de turistas del exterior que un año atrás; enero lo había hecho con una caída de 9%. En toda la temporada (diciembre-febrero) su gasto bajó U$S 44 millones.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa ministra de Turismo, Liliam Kechichián, le quita dramatismo a esas cifras y dice con convicción que en “poco tiempo” Uruguay puede volver a recibir tres millones de visitantes al año.
Reconoce que a corto plazo no es posible sustituir al turista argentino, pero entiende que ese debe ser “el objetivo” y atraer a más brasileños, mexicanos y colombianos, y también a visitantes de fuera de la región.
La jerarca también rechaza que el sector hotelero tenga baja rentabilidad, asegura que no hay un cierre “masivo” de establecimientos y cuestiona la política tarifaria. “En Punta del Este tuvimos hoteles de U$S 600 y U$S 1.000 la noche”, señala.
A continuación un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda.
—¿Qué balance hace de la temporada estival?
—Si levantamos un poco la cabeza, Uruguay ha conquistado un millón de turistas más de los que tenía. Este año tenemos menos que el año pasado sí: perdimos entre 70.000 y 80.000 argentinos y ganamos casi 20.000 brasileños. Hubo un poco de equilibrio y la cifra final no es tan dramática como se pensó.
Hubo dos momentos de la temporada. Hasta el 20 de enero el bajón de los argentinos era absolutamente manejable y lo teníamos previsto. Después, se vino a sumar el tiempo. Pero hay diferencias entre los lugares. El que más sufrió fue Colonia, por la baja de argentinos y el desvío del nuevo barco de Buquebús, que tuvo un efecto de crecimiento en Montevideo.
—¿Hay espacio para subsidiar las tarifas básicas de los operadores turísticos, más allá de las refinanciaciones de UTE y OSE que se dieron?
—Hay espacio para plantearlo, como casi todas las cosas de la vida. Hay que verlo con responsabilidad, porque hay que mirar el turismo pero también al Uruguay en su conjunto. El sector privado ha ido cambiando la propuesta, pero hay algunos planteos que no nos negamos a analizar.
—¿Cuáles?
—Ellos plantean eliminar el Impuesto a las Rentas de las Personas Físicas (IRPF) a los alquileres. No podemos dejar de ser equitativos con el resto de los uruguayos que paga IRPF. Y aunque parezca mentira había un desconocimiento muy grande, porque hoy por debajo de un tope no se paga el impuesto. Los gremios empresariales tienen que trabajar más en la formación e información de sus miembros. Por tres años nos reclamaron tax free en el norte del país, lo instauramos y casi no hay comercios adheridos.
En lo personal estoy dispuesta a defender con mucha fuerza a los trabajadores capacitados, si hubiera que extender el seguro de paro de cuatro a ocho meses.
La ley de inclusión financiera puede ser una gran herramienta para discutir las tasas diferenciadas que se cobran en el sector.
—¿A los operadores les hace falta diversificar la propuesta, dada la alta dependencia del turismo argentino?
—Hay una alta dependencia y eso genera cierto acostumbramiento. Pero es cierto que muchos operadores han ido comprendiendo la importancia de Brasil. Hay un conjunto de hoteleros que aterrizaron en México y Colombia. Hay conciencia de que hay que ganar nuevos mercados. A veces salen noticias tremendistas de que cierran hoteles, pero eso ha sucedido todos los marzos de nustra vida.
—Los hoteleros señalan que se perdió 35% de rentabilidad ¿Es posible recuperarla?
—No tenemos esa cuenta. Sabemos que en los últimos años los niveles de rentabilidad han sido buenos y sigue viniendo inversión hotelera a Uruguay. Nos hemos acostumbrado en los últimos cinco años a que el flujo de turistas seguía alto después de marzo y es probable que algunos emprendimientos estén tomando decisiones. Pero no es masivo. Venimos de años buenos; hay emprendimientos que tienen que haber hecho cierto colchón. Y hay una política de tarifas que hay que verla.
—¿Cree que no se bajaron como deberían?
—Tanto no bajaron. En Punta del Este tuvimos hoteles de U$S 600 y U$S 1.000 la noche. Pecamos de promover caro y terminar vendiendo más barato. Nunca logramos ir con tarifas a la feria de Buenos Aires. Hoy los turistas quieren saber cuánto les van a salir sus vacaciones y pagar comida, alojamiento, paseos y transporte en un solo paquete. No hay mucha cultura del todo incluido en Uruguay, pero perfectamente en Piriápolis o Colonia se podrían consorciar.
—¿Se puede pensar en un turismo en Uruguay sin argentinos?
—A corto plazo no. Sí nos tenemos que plantear el objetivo y lo hemos hecho: cuando llegamos al gobierno los argentinos eran 80% y hoy son 60%. Uruguay no tiene techo en Brasil, y hay una oportunidad única en México y Colombia —donde hay sectores con alto poder adquisitivo—. Hemos ido conquistando fuera de la región. Con australianos, norteamericanos, canadienses y europeos estamos muy unidos a Buenos Aires. Nadie viene solo a Montevideo y el multidestino es la tendencia global.
—¿La llegada de brasileños puede compensar la pérdida de argentinos?
—Allí hay una tendencia de crecimiento importante. En Brasil hay 43 millones de nuevos miembros de la clase media y 63% dice que en los próximos seis meses quiere viajar. Tenemos que pelearlos. El Mundial tiene que ser una oportunidad para mostrarnos.
—Uruguay ha conquistado fama internacional con leyes sociales como el matrimonio igualitario o la regularización de la marihuana ¿Hay un espacio allí para ganar turistas?
—En el turismo friendly sin duda. Hay varios productos que podríamos estar desarrollando. El producto bodas, para el que todos los días recibimos millones de consultas, Uruguay no lo ha podido dar porque no acepta casar a no residentes. Ese sería un nicho de mercado impresionante. La regulación de la marihuana puede haber despertado interés en el país, pero no va a ser un producto.
—¿Es posible volver a captar tres millones de turistas?
—Sin ninguna duda. En poco tiempo. Nos faltan solo 130.000 turistas. Uruguay tiene mucho para seguir conquistando. Pero solo con el sol y playa, las termas y el histórico-cultural voy a tener un tope. Hay que incorporar el turismo náutico, friendly, el idiomático de jóvenes que vienen a estudiar español y el de convenciones.
—¿Se logró la desestacionalización? Rocha, por ejemplo, aún depende mucho del verano.
—El camino está iniciado. Se dejó de hablar de turismo solo en la costa Atlántica y hoy hablan todas las intendencias. A Rocha le falta infraestructura pero no de calles o puertos, sino inversión privada hotelera, gastronómica, de diversiones. Le falta entretenimiento. Junto con Punta del Este son los dos lugares que necesitarían un centro de diversión techado para el invierno. Con caídas de agua y juegos que permitan acercar a la familia y fidelizarla fuera del verano. Montevideo también necesita una mirada diferente.
—¿En qué sentido?
—Yo quiero soñar. En la Ciudad Vieja el transporte eléctrico podría hacer su primera experiencia piloto. Y el tren tiene que estar unido al turismo, como en todas partes del mundo.
—¿Qué perspectivas ve para el resto del año?
—Estamos estrechamente unidos a lo que suceda en Argentina, que es todavía esencial para Uruguay en turismo. Hay que ir monitoreándolo. A veces la rabia por algunas medidas que la gente siente que nos impactan hace que la reacción no sea la mejor. Hay que tener mucha cabeza fría.