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La nueva URSS sudamericana. Tantas noticias de inconstitucionalidades de este gobierno y diferencias no conciliables entre quienes pensamos distinto a ellos, me exigen compartir con mis co-lectores estas reflexiones:
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Parece que nadie se diera cuenta de la gravedad de lo que está pasando en nuestro país. Asistimos a la transformación de nuestro sistema, como corderitos que van al matadero.
Es cierto que no parece creíble que quienes están en el poder desde el 2005 (que han demostrado holgadamente su ineptitud, falta de sensatez y de veracidad) sean capaces de una transformación de esta naturaleza, pero también es verdad que la totalidad de los cambios producidos tristemente coinciden con la entrega progresiva de nuestra soberanía a favor de otros Estados americanos. Casualmente, de aquellos que están en manos de otros gobiernos de izquierda.
Si coincidimos en esta visión, es fácil reconocer que todas esas “transformaciones” —a las que nos venimos resignando como simples espectadores— no son invenciones de los frentistas, sino que —quizá— les llegan dictadas desde algunos organismos del exterior.
Intentar descubrir aquí los posibles orígenes de esos dictados no es el propósito de estas líneas, aunque sería fácil conectar esta información con cada uno de los actos teledirigidos desde una isla caribeña donde todo allí es “dictado” hace más de medio siglo.
Por esta causa, parece ser hora de “ponernos las pilas” y comenzar a trabajar para recuperar la soberanía (al menos en nuestro país), acorde con lo que durante nuestra larga historia de convicciones democráticas hemos consagrado en nuestra Constitución, exigiendo su cumplimiento.
Solo uniéndonos (quienes pensamos que lo que está pasando es grave), podríamos aspirar a recuperar el sistema en el que siempre creyó nuestra nación basado en la libertad en toda su extensión imaginable (como decía el Gral. José Artigas) y sin dogmas que nos condenen a “luchas de clases”.
Hoy se proyecta —para el 2015 en las elecciones departamentales— la unión de los partidos que no estén en el Frente Amplio (porque ello sí es posible en el marco actual de la Constitución), renovando nuestra esperanza.
Pero, con el mayor respeto, si las próximas elecciones nacionales en el 2014 las volviera a ganar el Frente Amplio, advierto muy poca credibilidad en los partidos fundacionales por parte de nuestra ciudadanía respecto a la autenticidad de esa unión para las municipales del año siguiente.
Creo que es necesario iniciar esa alianzadesde ya, en la forma que se considere adecuada y factible (podría ser similar a la que se le concedió al Frente en el 71 con el lema “PDC”). De lo contrario, no parecería creíble que las razones de unión entre los partidos fueran reales.
Es necesario estar unidos desde antes o, mejor dicho, descubrir el espacio de unión que siempre existió. El momento histórico nos exige un acto de grandeza.
Quienes coincidan con esta visión deberían encarar la urgencia de resolver diferencias (que datan de más de un siglo, aunque suene ilusorio) para intentar restaurar la nación que nos legaron los ancestros.
Ello nos podría enfrentar al riesgo y responsabilidad de ganar las elecciones en poco más de un año.
Entonces sí recuperar Montevideo al año siguiente, con perspectivas de futuro.
Y así, asumir esa “restauración” conscientes del deber patriótico que nos compromete, para enfrentar sin duda uno de los períodos de gobierno más difíciles de la historia, donde todo será cuesta arriba.
Como no me resigno a quedar de brazos cruzados frente a esta debacle, quiero trasladar la iniciativa a quienes sabemos más expertos y versados en estas lides.
Aunque, si ellos se equivocan, las consecuencias las pagaremos por varias generaciones, como sucedió en una unión de repúblicas socialistas, durante casi todo el siglo pasado.
