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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa vocación sin límites del presidente Javier Milei por imponer su verdad como única ética e intelectualmente válida genera dicotomías absurdas.
Desde que la cantante Lali Espósito osó manifestar su temor por lo que vendría, luego de la excelente votación del hoy presidente en las Paso, este la eligió como imagen del mal y le destina toda su ira.
A su vez, y por transitividad, denosta toda participación y estímulo por parte del gobierno nacional, provincial y municipal en cualquier tipo de manifestación cultural.
Seguramente, muchos gobernantes pagan mayores cachets y dan más oportunidades a las figuras que les son políticamente afines, o tienen un discurso funcional a su carrera política.
Seguramente, también, los gobernantes deben facilitar -con contrataciones directas o exoneraciones impositivas, o…- que todos los ciudadanos tengan acceso a actividades culturales y de disfrute, que, además, si están bien hechas, generan un efecto de incremento y reparto de la riqueza en sus territorios. Se venden panchos, refrescos, cervezas, chorizos… se alquilan luces, audio, escenarios… hay que armar y desarmar, hay que limpiar y alquilar baños químicos… se venden noches de hotel/ alojamientos… muchos etc.
Hay que combatir que el cachet de Lali Espósito no sea cuatro veces más alto en una provincia compañera que el que le pagaría el mercado en una situación similar. Se puede sustituir el nombre de Lali Espósito y ponerle Larbanois – Carrero, Lucas Sugo, Agarrate Catalina o Chacho Ramos.
Demonizar actividades que generan beneficios para todas las personas y beneficios para pequeños emprendedores porque hay actos de corrupción vinculados a la contratación de artistas, es igual que dejar de hacer carreteras porque se han pago sobreprecios o dejar de comprar medicamentos cuando se descubre connivencia entre proveedores y contratantes.
Argentina necesita un liderazgo firme para poder encaminarse a ser un país normal.
La diferencia entre firmeza y mesianismo descontrolado puede o bien adelantar dos casilleros ahora en luna de miel y retroceder al punto de origen mucho más rápido de lo previsto, o bien ir hacia una nueva realidad igual de perversa que la que se quiere dejar atrás.
Hay un riesgo aún mayor producto del atractivo mediático que resulta el presidente argentino.
El fracaso de Milei puede costarles mucho a las ideas que él dice defender. Por momentos, su política se parece a que alguien que quiera vender los mejores cuchillos para comer asado los promocione descuartizando personas y poniendo fotos de un brazo o una pierna en X o Instagram...
Las ideas liberales se merecen otro/s embajador/es.
Tanto Uruguay –con trayectoria más proba, seria y republicana– como Argentina –más corporativista, clientelista e irresponsable– son países con una preponderancia del Estado que limita su desarrollo y mantiene el statu quo del masomenismo histórico del Uruguay y el estado de crisis permanente de la Argentina.
Una inyección de liberalismo sería un gran motor de desarrollo para nuestros países.
Me temo que quienes viven de las regulaciones y la presencia asfixiante del Estado pueden tener en el presidente Milei un aliado impensado.
Ojalá me equivoque.
Saludo al Señor Director con mi mayor consideración,
Ramiro Gutiérrez