Orgullo en las empresas, decepción en Hungría

Orgullo en las empresas, decepción en Hungría

La columna de Pau Delgado Iglesias

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Nº 2127 - 17 al 23 de Junio de 2021

El 28 de junio se celebra mundialmente el Día Internacional del Orgullo LGBTI, y muchos países identifican todo junio como el “mes del orgullo”. Es por eso que en estos días no es raro cruzarse con campañas publicitarias de empresas globales usando el hashtag #Orgullo21, aunque en Uruguay “la diversidad” se festeja en setiembre.

La diversidad y la inclusión son temas cada vez más relevantes para las grandes empresas del sector privado. Un informe de la consultora Deloitte (2018) señala la enorme importancia que ha tomado hoy en día lo que se conoce como “empresa social”. A partir de una encuesta global a más de 11.000 líderes empresariales, la consultora identificó un cambio fundamental en las organizaciones: la evaluación ya no pasa únicamente por el rendimiento financiero o la calidad de los productos, sino que las empresas son cada vez más juzgadas en función de “sus relaciones con sus trabajadores, sus clientes y sus comunidades, así como su impacto en la sociedad en general”, transformándolas de empresas comerciales en “empresas sociales”.

Otra de las cosas que revela la investigación de Deloitte es que los equipos “de alto desempeño” son cognitiva y demográficamente diversos. Pero el desafío no termina ahí: las empresas saben que, para obtener mejores resultados, además de diversidad precisan desarrollar políticas activas de inclusión. ¿Qué significa inclusión en el contexto empresarial? Básicamente, tratar a las personas “equitativamente y con respeto” para lograr que se sientan valoradas, que desarrollen un sentido de “pertenencia” hacia el grupo y que puedan expresarse sin miedo. Al hablar específicamente de diversidad sexual, la propia Deloitte forma parte de una red de empresas que busca promover espacios de trabajo inclusivos y “generar lazos para la atracción de talento LGBT”.

Todos estos cambios que se manifiestan hoy en el sector privado son probablemente consecuencia de décadas de lucha de los movimientos sociales por la ampliación de sus derechos. Aunque a muchas personas les pueda resultar superficial lo que una empresa multinacional haga como campaña de marketing (hoy el tema puede ser el orgullo, mañana será cualquier otra cosa que tenga impacto positivo en sus ventas), es importante tener en cuenta que cada vez más personas “confían” en las empresas. Según el Edelman Trust Barometer (que monitorea la confianza de la población de 27 países en cuatro instituciones: gobierno, empresas, ONG y medios de comunicación), en 2020 el 61% de las personas dijo confiar en las empresas mientras que solo el 51% manifestó confiar en el gobierno. “Existe una percepción generalizada de que los sistemas políticos se están volviendo cada vez más polarizados y cada vez menos efectivos para enfrentar los desafíos sociales”, explica la consultora Deloitte, y las personas buscan que sean las empresas las que llenen ese vacío en temas como desigualdad de ingresos, atención médica o diversidad para ayudar a que el mundo sea más equitativo.

Lamentablemente, leyes como la que aprobó el pasado martes 15 de junio el gobierno de Viktor Orban en Hungría vienen a confirmar la incapacidad cada vez mayor de los gobiernos para enfrentar los desafíos sociales (en particular, aquellos gobiernos relacionados con sectores ultraconservadores y antigénero). La ley aprobada por el Parlamento húngaro establece que “los contenidos que representen la sexualidad o promuevan la desviación de la identidad de género, la reasignación de sexo y la homosexualidad no deben ser accesibles a menores de 18 años”, lo que en términos prácticos impide abordar temas como la homosexualidad o identidades transgénero en programas educativos en escuelas y liceos. Lejos de tener objetivos inclusivos, como las grandes compañías multinacionales, lo único que una ley de este tipo produce es un aumento de la segregación, la discriminación y la ansiedad de todas aquellas niñas, niños o adolescentes que no caen dentro de las categorías que los correligionarios de Orban consideran respetables y adecuadas. En definitiva, precisamente lo opuesto a la inclusión. Como si eso fuera poco, la prohibición es parte de la misma ley que implementa medidas de protección a niñas, niños y adolescentes contra el “abuso pedófilo”, poniendo de este modo a un mismo nivel dos temas completamente diferentes y estigmatizando sin fundamento ninguno a la comunidad LGBTI.

Hace tiempo ya que el gobierno de Orban viene aprobando leyes regresivas en términos de derechos sexuales. El peligro de esta ola neoconservadora es que tiene también bastantes simpatizantes en el resto de Europa, en América e incluso en la arena política uruguaya. A celebrar entonces toda manifestación de apoyo al orgullo, ya sea que venga de la sociedad civil organizada o de las grandes corporaciones que encuentran en estos temas una manera genuina de contribuir a la construcción de una sociedad más justa.