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La apertura y el cierre serán con dos dignos exponentes del grotesco argentino, toda una marca registrada. El sábado 1º y el domingo 2, el dúo Los Sutottos, de extensa trayectoria en el off porteño, —integrado por Andrés Caminos y Gadiel Sztryk— presentará la comedia Perdón, que narra cómo el reencuentro de dos amigos de la infancia reaviva la rivalidad, las disputas y los viejos rencores. El viernes 14 y sábado 15, el Grupo Mínimo, un grupo estable de comediantes que se ha convertido en fuerte animador del circuito independiente bonaerense, debutará en Montevideo con la comedia Que todas las vaquitas de Argentina griten mu, éxito de la temporada 2019, con más de 40 funciones agotadas en Espacio Sísmico. Como el ganado que va inexorablemente al matadero, los protagonistas de estas tres breves tragicomedias no pueden escapar de su destino fatal. Con el legado del vodevil y la varieté como telón de fondo, funcionan con el fracaso como combustible escénico. Comienza con una semblanza paródica de Áyax, el guerrero mitológico griego que enloquece al no poder heredar las armas sagradas de Aquiles; sigue con un sainete que rinde pleitesía al grotesco criollo, encarnado por Giancarlo, un inmigrante italiano que prueba suerte como quesero, lleva al límite a su familia y todo se va al demonio; y concluye con la historia de la vedette decadente Fabiana Fever (interpretada por Emiliano Formia, quien visitó Montevideo en diciembre con su unipersonal Reel), una exestrella del espectáculo muy venida a menos que juega su última carta en el rodaje de un filme independiente.

Cinco de los ocho títulos son unipersonales con alto contenido social: marginalidad, inmigración y el universo femenino. El lunes 10 y martes 11 se verá la versión catalana de Kassandra, del uruguayo Sergio Blanco, dirigida por Sergi Bebel, uno de los principales directores del teatro español de las últimas décadas, y protagonizada por Elisabet Casanovas, conocida por su personaje de Tània Illa en la serie Merlí. Estrenada en 2010 en un club nocturno de la Ciudad Vieja, con el protagónico de Roxana Blanco y montaje de Gabriel Calderón, la obra retoma el mito griego de Casandra, la sacerdotisa de Apolo que obtiene el don de la profecía y el castigo de que nadie crea sus vaticinios. La de Kassandra es una prostituta travesti que se mueve en los bajofondos de la Atenas del siglo XXI y atrae a los turistas internacionales con su inglés rústico, muy básico. “Nació con un cuerpo masculino, pero transformó su aspecto para ser la chica que es. Casandra es ahora un chico con nombre de chica, que vive al margen, que sobrevive del contrabando y ofreciendo su cuerpo a desconocidos, y que se expresa en una lengua que no es la suya ni la del autor”, dice Belbel. “A través de sus historias pasadas, nos cuenta nuestras historias presentes: nuestras insoportables guerras, nuestras infortunadas Troyas”.