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La llegada de José Mujica al gobierno nacional en 2010 trajo consigo un cambio en la política exterior del país. Una de las medidas rupturistas del nuevo presidente fue impulsar la relación entre Uruguay y Palestina: apenas un mes después de asumir, el Poder Ejecutivo anunció que instalaría una embajada en Ramallah y, un año más tarde, el país se convirtió en el noveno de Latinoamérica en reconocer al Estado palestino.
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Mientras el gobierno daba esos pasos, tomó otras medidas que llevaron las relaciones bilaterales con Israel hasta su punto más bajo. La decisión de reconocer a Palestina generó divergencias en la oposición porque podía ser “apresurada”, recordó en su tesis doctoral el politólogo Camilo López. Estos movimientos supusieron, según el investigador, un quiebre en la tradición de la política exterior uruguaya.
Cuando asumió Tabaré Vázquez por segunda vez, el Poder Ejecutivo revitalizó sus relaciones con Israel, pero no interrumpió el proceso iniciado con Palestina. Incluso, el objetivo del gobierno es profundizar los vínculos políticos y los escasos lazos comerciales.
Con ese norte, el nuevo embajador en Ramallah, Jorge Cassinelli, hará contactos para que “instituciones financieras árabes-palestinas” se instalen en Uruguay, según informó al Parlamento. Esas instituciones, explicó, serán “una herramienta para la promoción y el comercio bilateral y las inversiones”.
Durante su comparecencia en la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado, el 7 de diciembre, Cassinelli desplegó ante los legisladores cuál sería su estrategia si el Parlamento aprobaba la venia para su designación. Además, entregó un informe detallado sobre el estado de situación de las relaciones bilaterales. El “plan de acción” propuesto —y avalado luego por los legisladores— surgió de los aportes de distintas direcciones de la Cancillería.
Superávit.
Cassinelli escribió en el documento —al que accedió Búsqueda— que la realidad de Oriente Medio es hoy “más peligrosa e inestable” y que la situación política y económica de Palestina está en una situación muy complicada.
El gobierno palestino, según el embajador, tiene “problemas de funcionamiento” por el “enfrentamiento” entre el grupo Hamás —que domina en la Franja de Gaza— y Al-Fatah, que tiene el control de la Autoridad Nacional Palestina.
La economía también está en una posición difícil, en particular después de la recesión que se produjo en 2014 por la guerra en Gaza. La tasa de desempleo en Palestina es de 24,9% y su Producto Bruto Interno aumentó 4,1% en 2016 después de tres años de caída. “Pese a la mejoría, la perspectiva para la economía palestina es preocupante. La recuperación no viene acompasada de un incremento del PBI per cápita, por lo que el crecimiento no traerá una mejora en las condiciones de vida”, aseguró el embajador en el repartido que entregó a los legisladores.
El espacio para el crecimiento del intercambio comercial parece escaso. Las importaciones de Palestina crecieron entre 2012 y 2014 y luego cayeron hasta el 2016. En 2012 el valor importado fue de US$ 4.600 millones y US$ 923,4 millones en 2016.
En 2010, el Mercosur firmó un tratado marco de comercio y cooperación económica con los palestinos, que todavía no entró en vigencia. Según Cassinelli, “este acuerdo tiene más un sentido político que económico y se enmarca dentro de la estrategia de reconocimiento del Estado de Palestina”.
El bloque también acordó un tratado de libre comercio con Palestina, en diciembre del 2011, similar al que tiene con Israel y Egipto. En el primer caso, sin embargo, el gobierno todavía no lo envió al Parlamento para su ratificación, dice el documento del embajador.
Cassinelli explicó que las relaciones comerciales de Palestina con otros países están reguladas por el Protocolo de París de 1994 suscrito con Israel. Esto implica que “puede establecer relaciones comerciales con terceros países, siempre que guarde armonía con la política de importaciones israelí”, añadió. Con esas reglas de juego, el objetivo del embajador es que aumente el intercambio “entre sectores privados de ambos países, con el apoyo de la Cámara de Comercio de Palestina”.
El saldo de la balanza comercial fue superavitario para Uruguay desde 2012 al 2016 —el período analizado por el embajador— dado que no se registraron importaciones desde Palestina. El valor máximo de las exportaciones uruguayas fue de US$ 5,5 millones en 2012. El intercambio se redujo en los años siguientes y volvió a subir en 2016, cuando alcanzó US$ 1,1 millones. La carne bovina congelada fue, en todos esos años, el principal producto de exportación.
Por el momento no hay inversiones palestinas en Uruguay, aunque existe un proyecto que supondría la instalación de una planta industrial láctea de US$ 30 millones por parte de la empresa Hamouda en Florida.
Sobre el final de su intervención en la comisión parlamentaria, el embajador destacó que su tarea, una vez esté instalado en Medio Oriente, será “continuar con la inserción de Uruguay” en esa zona “desde una perspectiva de un Estado palestino independiente”.
