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    La memoria de los otros

    El libro Del otro lado de la montaña, de María del Carmen Perrier Pérez del Castillo, cuenta por primera vez la historia de las familias de los que no regresaron de la cordillera de los Andes

    Esta es la historia de los que no pudieron contar su historia. De los jóvenes que no regresaron de la tragedia de los Andes. Los hechos son conocidos. El viernes 13 de octubre de 1972, un avión con 45 uruguayos se estrelló en la cordillera. Luego de 72 días, regresaron 16 sobrevivientes. El accidente aéreo del equipo de rugby uruguayo cambió la vida para siempre de quienes viajaban en ese vuelo y lograron vencer a la montaña, pero también de las 45 familias.

    Del otro lado de la montaña, el primer libro de María del Carmen Perrier Pérez del Castillo, sobrina de Marcelo Pérez del Castillo, el capitán del equipo de rugby del Old Christians que murió en la montaña, aporta un nuevo punto de vista a la historia. Por primera vez después de tantos años, las familias de los chicos que no volvieron hablan sobre ellos, aportando datos que ayudan a comprender quiénes eran y honrar así su memoria.

    En el libro se cuentan los pormenores de cómo se organizó el viaje; cómo se recibió la noticia del accidente en el seno de estas familias y los posteriores días de angustia durante la búsqueda; cómo fueron los días de duelo y la superación. María del Carmen Perrier llega a la intimidad de la vida de esas familias, de los años previos al accidente, del nacimiento de la hermandad y comunidad que se generó luego de la tragedia. Esta narración personal y vivida comienza con la voz de la tía de la autora, Claudia Pérez del Castillo, hermana de Marcelo, que inicia el relato mucho antes del accidente.

    A medida que avanza el libro, que estará disponible en librerías desde el miércoles 17, van apareciendo los retratos contados por las familias de Francisco Nicola y Esther Horta de Nicola, Gustavo Diego Nicola, Guido Magri, Daniel Maspons, Diego Storm, Julio Martínez Lamas, Felipe Maquirrian, Rafael Echavarren, Arturo Nogueira, Eugenia Dolgay de Parrado, Susana Parrado, Fernando Vázquez, Carlos Valeta, Carlos Roque, Marcelo Pérez del Castillo y Gastón Costemalle.

    *En la imagen superior: derecha: en las gradas mirando un partido de rugby. De derecha a izquierda: Arturo Nogueira, Marcelo Pérez del Castillo, François Manchoulas, Carlos Valeta y Roberto Jaugust. Foto gentileza familia Nogueira; izquierda: Arturo Nogueira posa con la camiseta del Club Nacional de Football. Foto gentileza familia Nogueira.

     

    Rafael Echavarren tocando la guitarra. Foto gentileza familia Echavarren.

    Fortuna y responsabilidad

    En el prólogo, la autora, de 29 años, explica los motivos de por qué escribió este libro y por qué ahora. “Mi tía, Claudia Pérez del Castillo, llevaba escrito en una libreta el nombre de este libro hace años. El tiempo le fue dando tregua para liberar emociones que estaban encapsuladas y un día, fruto de las coincidencias inexplicables que parecen rodear a nuestra familia, me sumé como escritora del libro sobre uno de los momentos más difíciles de su vida y la de todos los Pérez del Castillo Ferreira”. La investigación recoge datos inéditos mientras preserva el recuerdo y los sentimientos hacia los que no están. “Una vez inmersa en el proyecto de este libro, no fue sorpresa despertar un día ante la revelación de que, en el fondo, seguía sin saber nada sobre el origen de la historia que contaban los ojos de la abuela que tanto añoro. (...) En cuanto me dispuse a investigar en profundidad aquellos años, percibí inmediatamente que era fundamental contar con la visión y testimonio de quienes también sufrieron aquellos fatídicos meses de fines del año 1972. Sus revelaciones son en simultáneo una fortuna y una responsabilidad. Fortuna, porque solamente sus testimonios son capaces de develar los misterios de una historia inédita. Responsabilidad, porque el libro se convirtió en un proyecto que, por primera vez en 45 años, da luz a los sentimientos de familias enteras que perdieron parte de su corazón en octubre del 72 y, por sobre todas las cosas, aquí buscamos cuidar sus sentimientos y honrar la memoria de los que nunca podrán dar su versión. Escucharlos me permitió tener un recorrido exclusivo por los pasillos de sus casas ahogadas en sufrimiento e impotencia, y el conjunto de sus relatos son la columna vertebral de lo que es Del otro lado de la montaña”.

    En la imagen: superior: bodas de plata de Pérez del Castillo-Ferreira. Atrás: Juan Manuel, Marcelo, Teresa Favaro y Álvaro. Adelante: Claudia, Stella Ferreira, Manuel y Stellita Pérez del Castillo. Foto gentileza familia Pérez del Castillo; cenro: Diego Storm junto a su padre, el artista plástico Juan Storm. En la siguiente, Diego junto a su madre Bimba Cornah, una de las fundadoras de la biblioteca Nuestros Hijos; inferior: en la estancia El Sauce algunas de las fundadoras de la biblioteca Nuestros Hijos: el Dr. Valeta, Agnes Vallendor de Valeta, Nené Caubarrère, Bimba Cornah de Storm, Selva Ibarburu de Maquirrian y Stella Pérez del Castillo. Foto gentileza familia Pérez del Castillo.

    Previo al viaje

    El primer capítulo, titulado Marcelo, abarca desde el año 1955 hasta el accidente. Allí se tratan temas desde la conformación del colegio Stella Maris hasta el origen del Old Christians Club y la rivalidad con el equipo del British Schools.
    Sobre la planificación del viaje a Chile, la voz de Claudia Pérez del Castillo dice: “En una de esas charlas con mi hermano sobre partidos y el club a principios de 1972, surgió el tema del viaje. El año anterior se había organizado uno similar y había sido una gran experiencia, por lo que repetirlo no significaba mayor revuelo para nadie. Además, no se trataba tanto de una situación competitiva sino de una demostración de camaradería, tal como lo había mostrado también la visita del equipo chileno a Uruguay en una ocasión anterior. Muchos de los jóvenes que tenían planificado ir también tenían curiosidad por lo que estaba ocurriendo en Chile y por ver en primera persona los resultados del primer gobierno comunista electo democráticamente. Muchos de ellos estaban inmersos en temas políticos, porque el clima en América Latina básicamente hacía imposible no estarlo. Asimismo, muchos de los jugadores clave del plantel por diversos motivos ya habían declinado la invitación y el plantel propuesto para el partido se conformó con aquellos jugadores que, atraídos en igual medida tanto por el programa como por la posibilidad de jugar, se sumaron a la lista. El plan consistía en viajar con el equipo a Santiago de Chile, donde jugarían contra el Old Grangonian Club de esa ciudad, y luego algunos se quedarían unos días de vacaciones. Entre los confirmados para jugar el partido se encontraban: Pancho Abal, Roberto Canessa, Gastón Costemalle, Guido Magri, Daniel Maspons, Gustavo Nicolich, Arturo Nogueira, Fernando Parrado, Roy Harley, Alexis Hounie, Roberto François, Enrique Platero, Daniel Shaw, Gustavo Zerbino y Antonio Vizintín. En el año 1951 se había fundado la Unión de Rugby del Uruguay, por lo que para la década de los 70 ya varios de los mismos jugadores integraban el plantel de la selección, como Guido Magri, Gastón Costemalle, Roberto Canessa, Daniel Shaw, Francisco Abal y Enrique Platero”.

    Daniel Maspons junto a su familia en la playa. Foto gentileza familia Maspons Rosso.

    La búsqueda

    La tapa del libro es una acuarela de Gustavo Perrier basada en la foto de Madelo´n Rodri´guez del viaje que realizó junto a Stella Ferreira Pe´rez del Castillo, Juan Manuel Pe´rez del Castillo y Rafael Echavarren a los Andes en noviembre de 1972 en busca de sus hijos. El libro contiene un capítulo entero dedicado a la búsqueda por parte de los familiares.

    Nuevamente, la voz de Claudia Pérez del Castillo dice: “Desde Montevideo, tanto mamá como otras familias apoyaban la búsqueda en Chile económicamente. Incluso organizaron cabalgatas en base a la información que llegaba de los videntes sobre la posible ubicación del avión y los chicos. De una de esas cabalgatas participó también mamá junto a Juan Manuel, mi hermano, el padre de Rafael Echavarren y un amigo, el experimentado piloto Raúl Rodríguez Escalada. Esa cabalgata se realizó en base a las coordenadas específicas que había indicado (el vidente) Croiset en una de sus comunicaciones y en un dibujo a color que se había realizado de esa ubicación. Según la predicción y lo que muestra el dibujo, el avión se encontraba rodeado de una laguna en forma de riñón y se podían divisar tres cuevas frente al mismo. Teóricamente, y solamente de acuerdo a las visiones de Croiset, en medio de las mismas se encontraba el avión. El camino comenzaba a 200 km de Santiago de Chile, evidentemente en un lugar recóndito. Desde allí se procedía a subir a la cordillera hasta llegar a un pequeño hotel donde se pasaba la noche para luego partir temprano al siguiente día para la segunda parte del recorrido. Por la mañana recibieron un camión de caballos, cortesía de un ciudadano chileno, en los que se entregaron a un viaje junto a un guía local que conocía las montañas con precisión. En cuanto subieron la ladera, pudieron ver una laguna helada en forma de riñón y en frente tres grandes rocas. Debido a la emoción de haber encontrado lo que buscaban, festejaron entre ellos y se abrazaron en la nieve, algo de lo que se arrepintieron enseguida pues, por el resto de la travesía, sus ropas quedaron mojadas y pasaron unas horas de frío helado. Al levantarse, tomaron los binoculares que llevaban consigo y observaron con detenimiento cada metro cuadrado a su alcance, pero así como había subido la adrenalina de la emoción, esta bajó. Rápidamente se dieron cuenta de que allí era imposible que hubiera alguien. El guía insistió en que allí no encontrarían nada, pero Rafael Echavarren decidió continuar avanzando para tener la absoluta certeza. A paso lento, con raquetas en los pies para poder avanzar más rápido caminaron por aproximadamente tres horas, pero regresaron sin ninguna novedad. La conclusión a la que se llegó ese día fue que sin duda ese era el lugar que Croiset logró ver, el problema era que allí no estaban, y nadie se explicaba qué tipo de conexión podría significar aquello para encontrarlos de una vez”.

    Se necesitaron más de 45 años para que los protagonistas de este novedoso material lograran hacer público el recuerdo de los jóvenes que no volvieron del accidente, y dan cuenta de que aún la cordillera tiene mucho para enseñarles a los uruguayos sobre superación y desafío de adversidades.

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    Foto superior: La familia Maquirrian. Foto gentileza familia Maquirrian. Foto inferior: en el Caledonian Ball: Teresa Pérez del Castillo Artagaveytia, Eduardo Strauch, Virginia Pies, Marcelo Pérez del Castillo, Stellita Pérez del Castillo y Gustavo Perrier. Foto gentileza familia Pérez del Castillo.