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Después de los 50, las mujeres enfrentan múltiples desafíos, como el edadismo laboral y los cambios físicos, por lo que el bienestar emocional y la salud se vuelven temas prioritarios. Aun así, esta etapa también trae nuevas oportunidades de crecimiento, autoconocimiento y empoderamiento.
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En esta primera entrega de Los nuevos50, las empresarias y comunicadoras Claudia Calace y Renata Battione conversaron con la psicóloga, filósofa y escritora Magdalena Reyes, que a sus 54 años comparte su visión respecto al positivismo corporal y al paso del tiempo, a la vez que cuenta los desafíos que significa ser mujer en esta etapa de la vida.
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¿Qué opina del positivismo corporal?
No simpatizo con ese término. No tanto por la palabra en sí, sino con el exceso de positividad que vemos en el mundo contemporáneo, donde todo tiene que ser positivo. Tenés que tener emociones positivas, un vínculo positivo con tu cuerpo, una perspectiva positiva, una actitud positiva. Y es mentira porque la vida es una de arena y otra de cal.
A veces, tenemos que adoptar una actitud negativa y nos tenemos que quejar con respecto al cuerpo. Por momentos, tenemos que sentirnos incómodas con algo en nuestro cuerpo, ya sea con un dolor, con algo que no nos gusta. Es parte de la vida y el contacto con lo negativo es una oportunidad para la superación, en todo el sentido de la palabra. Me refiero a la superación psicológica, anímica y espiritual, pero también a la superación en cuanto a cómo es mi vínculo con mi cuerpo, cómo lo trato, cómo lo observo, cómo lo cuido y cómo llevo esos cambios que tienen que ver con el paso del tiempo.
¿Cómo puede una amigarse con el paso del tiempo?
Una de las cosas que tenemos las mujeres, que nos cuesta mucho, porque también la cultura y el medio complotan contra eso, es el vínculo con nuestras arrugas, por ejemplo. A los 50, en la mayoría de los casos son evidentes, incluso antes. Me digo a mí misma que las arrugas son el síntoma de que he vivido y de que tengo una historia de vida, y eso me permite afirmarme en la vida de otra manera, de una forma diferente a cuando tenía 20 años.
¿Cómo inciden las redes sociales con este bombardeo que hay continuamente respecto a la belleza y la búsqueda de una eterna juventud?
Los mandatos culturales existieron siempre, con la diferencia de que hoy estamos permanentemente en contacto con ellos a través del celular. Estamos más expuestos y, por eso, el desafío es el tiempo. No podemos ir a vivir a las cavernas, pero podemos limitar el tiempo de exposición a todo eso y darnos tiempo para escucharnos a nosotros mismos.
Las recetas para estar bien después de los 50 abundan, pero lo que importa es lo que nos hace sentir bien. Para eso, hay que escucharse y observarse, prestarle atención al cuerpo, en lugar de escuchar a las influencers o a la que es más linda.
¿Para quién queremos unir la belleza con la juventud? ¿Para nosotras mismas, para el medio social, para el medio laboral?
Considero que no hay nada menos bello que una mujer o un hombre que quiere aparentar ser más joven de lo que es. Obviamente, no se puede negar la belleza de la juventud. Los griegos creían que había dos tipos de belleza: la de la juventud, con su energía y sus bellas formas, y la de los veteranos. Las dos se complementan. Está bien cuidar el cuerpo, pero no se puede ir detrás de una belleza que no nos pertenece.
¿Cómo vive sus 50?
Me siento más aplomada y más segura al elegir qué es lo que quiero para mí. Además, estoy más segura para el ejercicio de mi profesión. Hoy sé por dónde quiero ir y lo que es bueno para mí.
¿Cómo se puede aceptar mejor el cambio?
Sintiéndose bien, que no significa aceptarse con resignación ni falso positivismo. A veces nos sentimos mal, pero hay que intentar superarse para alimentar un amor propio sano. La belleza es una sensación de bienestar.
Los 50 de ahora no son los de antes, ¿verdad?
Tenemos un privilegio, que mis abuelas no tuvieron, que es que hoy se habla de lo que les pasa a las mujeres en las diferentes etapas de la vida. Estamos más visibilizadas, ni que hablar del tema de la mujer en general.
¿Qué palabra la identifica en este momento de su vida?
Desafío. Mis hijos crecieron, están con sus proyectos, volando. Entonces tengo más tiempo y libertad para mis propios proyectos y estoy llena de ideas. Me siento desafiada y entusiasmada en el mejor sentido de la palabra.
¿Qué hace por su cuerpo? ¿Medita o hace ejercicio? ¿Sigue alguna dieta?
Trato de hacer gimnasia, aunque no tengo una rutina fija.
¿Tiene permitidos?
Sí, claro. Me di varias licencias después de los 50. Una es una copita de vino siempre que tengo ganas, sin importar el día o la hora (aunque nunca de mañana). También compro lo que me gusta y viajo cada vez que puedo. ¡Y desde los 50 que no trabajo los viernes! Ya no es un día laboral para mí.