Uruguay es, para todo el mundo, el país de los carpinchos, los ñandúes y las mulitas en cuanto a su fauna autóctona. Además, qué uruguayo no vio alguna vez uno de estos ejemplares. Son grandes, son visibles, están ahí, incluso ante el ojo más distraído. Sin embargo, otros ejemplares de la fauna autóctona del país —y también de la flora y la diversidad de hongos— pasan un poco más desapercibidos. Algunos escapan inclusive a los observadores más atentos, y no solo por su tamaño diminuto, sino también por su habilidad para camuflarse, al punto tal de volverse casi uno con su entorno natural.
Los lentes macro de las cámaras fotográficas de Gustavo Casás y Alejandro Sequeira pudieron capturar, durante años, caracoles de mar que construyen balsas, plantas carnívoras nativas, mantis que devoran a sus machos, arañas que usan boleadora, orugas con aspecto de caca de pájaro, hormigas que cultivan hongos, arácnidos que brillan con luz ultravioleta, mariposas que imitan a colibríes, arañas que imitan a hormigas, hongos con forma de falos, insectos que se parecen a palos.
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Gustavo Casás
“En las primeras páginas se define extravagante: ‘Raro, extraño, desacostumbrado, excesivamente peculiar u original’. Ese fue el eje central para hacer la selección. Las especies que elegimos debían tener alguna característica física o de comportamiento que llamara mucho la atención. En ciertos casos son seres conocidos pero que ‘esconden’ características peculiares que muchos no conocen”, dijo Sequeira a Galería.
Casás dijo que su motivación tiene que ver con aportar un granito de arena a la conservación de los seres retratados y enmarcados en el libro. “Para proteger hay que conocer, y la fotografía es una gran herramienta que ayuda en el conocimiento y la divulgación de la información de manera más amena, sobre todo para la población que puede no estar en el mundo científico”, subrayó.
La exposición que realizaron en el CdF abarcaba un amplio abanico de seres vivos, incluidos animales vertebrados, peces y mamíferos. Pero, al momento de trasladar ese trabajo a un libro, los autores decidieron acotar la diversidad y plantear un universo más pequeño. Del mundo animal, se limitaron a invertebrados, que representan alrededor del 95% de todas las especies animales conocidas. En esta categoría se incluyen tantas formas de vida como las de pequeños insectos, medusas y pulpos enormes. Además, sumaron ejemplares del reino de las plantas y de los hongos.
“La elección de las especies intenta reflejar la biodiversidad uruguaya, tenemos especies comunes o raras, inofensivas o peligrosas, coloridas o crípticas, siempre intentando dar un giro de tuerca con sus curiosidades o diseños extravagantes”, explicó Casás.
Maravillas casi invisibles
Naturaleza extravagante no pretende ser una guía de identificación de especies, sino un libro de fotografías que busca contribuir a la divulgación científica. En el diseño de sus páginas, los autores apostaron a una “mirada cómplice” que se regocije en “la contemplación del mundo vivo de lo pequeño”, según Sequeira. “Defender la biodiversidad no es un eslogan conservacionista, es un compromiso ineludible y necesario de defensa de la vida en el planeta que nos atañe a todos. No hay dos mundos y la vida es hasta el momento la excepción más maravillosa del universo”, añadió.
Sequeira y Casás consultaron a investigadores expertos en diversas áreas para validar la información con la que contaban sobre todas y cada una de las especies contempladas en el libro. Fue un proceso de investigación y elaboración extenso e intenso, según ambos. El resultado es un libro que ofrece una experiencia mayoritariamente visual, con páginas dobles pensadas para verse en conjunto y especies emparejadas con un criterio conceptual o estético. Los textos son breves y amenos, pero igualmente rigurosos, y develan misterios y curiosidades de especies conocidas y otras por conocer.
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Alejandro Sequeira
Algunas extravagancias
HONGO CEREBRO AMARILLO. La forma en la que cualquiera suele pensar cuando se menciona un hongo es la de un tronco y un sombrero. Pero el reino fungi es infinito en su diversidad. Existe un hongo que tiene una consistencia gelatinosa y una forma que remite a la de un cerebro y que en nada se parece a un tronco con un sombrero. En Naturaleza extravagante, los autores consignan que uno de los nombres en inglés que se le da a esta especie es Witche’s butter (cuya traducción literal es “manteca de bruja”). Se trata de un hongo comestible que además contiene propiedades medicinales aprovechadas en muchos países. Mediante un proceso de secado, se puede conservar durante varios meses. Para volver a usarlo, se rehidrata y así recupera su forma flexible y gelatinosa.
LUCIÉRNAGA. El famoso “bichito de luz” es de esos insectos que, probablemente, todo uruguayo ha visto alguna vez. A priori, esta no parece una especie de las más extravagantes, pero el libro aporta algunos datos curiosos sobre estos seres que quizás no todos sepan. La luz que emiten es fría y eficiente: hasta un 98% de la energía se convierte en luz sin producir calor. Este fenómeno se llama bioluminiscencia y se produce por una reacción química.
Esa luz tiene un objetivo claro, que es el de comunicarse. Pero esta comunicación puede provocarles problemas en su relacionamiento. Existen luciérnagas del género Photinus, en el que tanto los machos como las hembras emiten destellos específicos que les permiten reconocerse y encontrar parejas. Pero hay otras luciérnagas, del género Photuris, que tienen la capacidad de imitar los destellos de las hembras del género anterior para atraer a sus machos y devorarlos. “Un ejemplo fascinante de engaño en la naturaleza conocido como mimetismo agresivo o peckhamiano”, cita el libro.
ACHICORIA. Una flor de tonos violáceos con pétalos finos y largos y, en el centro, pistilos que terminan en rulos perfectos, uno de cada lado, en simetría. Así es esta especie, considerada como una “bueneza” (que sería el opuesto de maleza): una planta comestible con bondades medicinales. Crece en los bordes de las rutas y caminos y es el ancestro silvestre de las escarolas y las endibias comerciales.
Cuentan los autores que la planta puede superar el metro de altura. Sus raíces son suculentas y carnosas y, al ser cortadas, exudan un látex amargo. Esas raíces, si se someten a un proceso de deshidratación, molido y tostado, se pueden usar como un sustituto del café, pero sin cafeína. Además, se agrega el dato curioso de que, durante las guerras napoleónicas, las raíces de la achicoria se mezclaban con café de verdad, debido a la escasez de este producto.
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Gustavo Casás
AGUAVIVA DE LA CRUZ. Mojarse la picadura con agua dulce o frotarse con arena. Eso es todo lo que no hay que hacer ante el contacto con un ejemplar de esta especie, que habita en aguas tropicales y subtropicales del Atlántico occidental. Suele verse en el Caribe y las costas de Sudamérica, y puede llegar a Uruguay mediante corrientes brasileñas. Su “pollera” semitransparente con bordes violáceos se llama umbrela y puede medir más de 38 centímetros. Su picadura es moderada y, en caso de sufrirla, lo recomendable es enjuagarse con agua de mar, aplicar hielo y, de ser necesario, una pomada antiinflamatoria o antialérgica.
CARACOL NEGRO. Seguro que muchos de quienes caminan cada verano por alguna playa creyeron alguna vez haber visto (o pisado) un “huevo de tortuga”. Es frecuente ver sobre las orillas de las costas uruguayas estas cápsulas redondeadas, que en general están rotas. Son, en realidad, puestas de un molusco marino llamado caracol negro. El libro explica que los adultos viven en la arena, a una distancia de entre 5 y 30 metros de profundidad. Los visitantes de las playas casi nunca los encuentran en buen estado, pero los barcos pesqueros sí. Ellos capturan ejemplares vivos de hasta 15 centímetros de largo, con los caparazones cubiertos de una costra negra de anémona.
Estos “huevos” se denominan ovicápsulas y contienen dentro agua de mar y sustancias nutritivas que sirven de alimento para los embriones que se encuentran en su interior. En un período de alrededor de dos meses, de cada uno de ellos nacen entre 10 y 30 crías, y los adultos pueden vivir hasta 20 años.
MARIPOSA TIGRE. Una de las especies más extravagantes que retrata el libro es una mariposa que tiene una gran masa de pelos. Se llama, en criollo, “mariposa tigre”, y su vello cumple la función de camuflaje acústico: absorbe los sonidos, evita que gran parte de las señales sonoras reboten y deja a los predadores con información insuficiente para conocer su ubicación.
Estas mariposas son noctámbulas y, según investigadores, otras especies que habitan el día no poseen este tipo de estructuras.
Lo extravagante de la naturaleza no está solo en las especies desconocidas, sino también en algunas que están a la vista de todos pero que esconden secretos, habilidades, características que solo un experto puede explicar. La naturaleza está llena de misterios, y solo un ojo muy atento, curioso y paciente puede contribuir a develarlos.
“Asilvestrarse y ser algo extravagante permite poner en jaque miradas demasiado sesgadas, eleva la mirada automática a una visión de contemplación y nos recuerda que, aunque urbanizados, somos en esencia, naturaleza”, opinó Sequeira.
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