Cuando Sergio Leone decidió rodar Por un puñado de dólares (1964), tenía en mente que el protagonista de la película fuera James Coburn, que ya había tenido un papel destacado en Los siete magníficos (1960). Sin embargo, su sueldo se salía del presupuesto y tuvo que buscar otras opciones. Después le ofreció el papel a Charles Bronson, quien arrojó el guion a la papelera manifestando que era lo peor que había leído en su vida. El papel también fue rechazado por el actor de películas de romanos Richard Harrison.
Cuando la propuesta llegó a Clint Eastwood no solo aceptó ese papel protagónico, también se involucró plenamente; viajó a España para rodarla y aportó incluso parte de su vestuario para la construcción del personaje.
La película se convirtió en un éxito, al punto tal que se rodaron otras dos con el mismo director y el mismo protagonista; todas contaron, además, con la inolvidable música de Ennio Morricone.
Esta saga, conocida como la Trilogía del dólar, lanzó a Eastwood al estrellato y le proporcionó no solo grandes réditos económicos, sino que lo convirtió en uno de los rostros más conocidos del celuloide.
Cuidar el cuerpo
A pesar de que Sergio Leone exigía a Eastwood salir fumando en sus películas, el actor californiano muchas veces se limitaba a mantener el puro apagado entre sus labios.
La imagen que ofrecía en aquellas películas distaba de la realidad. Eastwood ha sido un firme defensor durante toda su vida de una dieta sana y de la práctica del ejercicio físico. Ha practicado numerosos deportes —entre ellos, el golf hasta avanzada edad— y mantiene a raya su alimentación.
Según su propio hijo, “no come por placer”, sino que suele desayunar arroz integral con carnes magras como pollo o salmón y se alimenta con una gran cantidad de frutas y verduras frescas, lo que lo ha llevado a mantener una vida activa, por lo que ha podido seguir trabajando y manteniendo sus aficiones cuando muchos de sus coetáneos ya habían dejado de hacerlo.
Cumplir sueños.En la serie de televisión Rawhide (Charles Marquis Warren, 1959), que Eastwood rodó en su juventud, interpretaba a un personaje secundario en jornadas de rodaje que se prolongaban 10 o 12 horas, a menudo seis días a la semana.
Con el tiempo, su esfuerzo y el éxito de su trabajo consiguió su sueño de ser director de cine y creó su propia productora, Malpaso Productions, en referencia a un arroyo que pasa por Carmel-by-the-Sea, la ciudad en la que vive, en California. Eso le ha permitido tener independencia económica y creativa para hacer lo que realmente quiere y de la manera que él mismo estima que se tienen que hacer las cosas.
En cualquier caso, su esfuerzo personal y profesional ha valido la pena. Ha conseguido dos Oscar a Mejor director y Mejor película por Los imperdonables (1992) y otros dos en las mismas categorías por Million Dollar Baby (2004). Además, fue galardonado en 1995 con el premio Irving G. Thalberg por su contribución a la industria cinematográfica; la estatuilla se la entregó un gran admirador confeso: Arnold Schwarzenegger.
Creer en sí mismo
Aunque su agente le dijo que aceptar trabajar con Sergio Leone sería un “mal paso” en su carrera, él se mantuvo firme en su decisión. Es famosa su frase: “Si algo no sale como quieres, sigue adelante. Si crees que va a llover, al final lloverá”, manifestando así su fe en sí mismo.
La crítica ha ido modificando la opinión que tenía de su trabajo cuando, al principio de su carrera, no lo valoraban excesivamente como actor. De manera paulatina fue mejorando la percepción de su trabajo, evaluando más positivamente su labor actoral y, sobre todo, como director.
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Este año se cumplen también tres décadas de Los puentes de Madison, la película que le valió a Meryl Streep una nominación al Oscar y en la que Eastwood se pasó al género romántico por un rato
Hoy en día goza del reconocimiento internacional tras Los puentes de Madison (1995), que este año cumple 30 años, Million Dollar Baby (2004) o Cartas desde Iwo Jima (2006), la primera película norteamericana vista desde el lado de sus enemigos de guerra. Grandes obras cinematográficas que ya ocupan un lugar destacado en la historia del cine.
Cultivar las aficiones
A pesar de ser actor, director y productor de cine, Clint Eastwood también es piloto de avión. Tiene su propio helicóptero, que utiliza para desplazarse al rodaje cuando hay demasiado tráfico, y es muy aficionado al golf. Pero sobre todo es un apasionado de la música. Cuando se sentó a tocar el piano en la película En la línea de fuego (1993), no estaba actuando. Eastwood es un gran músico y muy aficionado al jazz —dirigió una biografía sobre Charlie Parker— y ha compuesto, incluso, algunas piezas de música para sus películas.
Máximo respeto
“Clint es un verdadero artista en todos los aspectos. A pesar de los años que lleva en lo más alto y de las películas legendarias que ha hecho, siempre nos hace sentir a gusto y valorados en los rodajes, tratándonos como iguales”, ha dicho de él Tim Robbins.
Aunque la mirada entrecerrada del intérprete del detective Harry, el Sucio (1971) intimida —como ha reconocido el mismísimo Tom Hanks—, el famoso director tiene el máximo respeto por todo y por todos cuando dirige. Actores como Matt Damon, Bradley Cooper o el propio Hanks han comentado la forma de trabajar de Eastwood tras la cámara. Respeta los tiempos, no incurriendo en repeticiones de toma excesivas. Cumple con las fechas de rodaje, muchas veces acabando antes incluso de lo estipulado, y respeta a los actores en la manera de dar indicaciones, lo que contribuye a crear un ambiente más relajado durante la grabación.
No dejar entrar al viejo. “Todos se preguntan por qué sigo trabajando a estas alturas. Sigo trabajando porque siempre hay nuevas historias… Y mientras la gente quiera que las cuente, ahí estaré, haciéndolas”, ha explicado Eastwood.
Cuando el cantante de country Toby Keith le preguntó a Eastwood por su secreto para seguir activo con esa brillantez a su avanzada edad, este le respondió: “Cuando me levanto todos los días, no dejo entrar al viejo (…). He tenido que sacarlo a rastras, porque el tipo ya estaba cómodamente instalado, dándome el coñazo, sin dejarme espacio para otra cosa que no fuera la nostalgia. Hay que mantenerse activo, ocupado, fuerte, capaz. Está en nosotros, en nuestra inteligencia, actitud y mentalidad”.
Basado en esa respuesta, el cantante compuso la canción Don’t Let the Old Man In, que se convirtió en tema central de la película La mula, dirigida y protagonizada por Clint Eastwood en 2018.
En base a EFE