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Belela Herrera: su vida familiar, su trabajo por los refugiados y su militancia por los derechos humanos

Después de criar a sus cinco hijos, dedicó su vida al mundo: ayudó a refugiados, militó por los derechos humanos y fue la primera vicecanciller de Uruguay

Los Herrera siempre fueron una familia numerosa. Durante un corto tiempo vivieron en Buenos Aires­, cuando eran solo cuatro integrantes: Carlos Alberto Herrera Mac Lean, María Elena Sanguinetti García Lagos y sus primeras dos hijas. Eran de Montevideo y las niñas habían nacido ambas allí, pero en seguida se mudaron a la capital del país vecino. En 1930, el golpe de Estado del general José Félix Uriburu obligó a la familia Herrera a volver a su ciudad de origen.

Como no tenían dónde vivir, la madre de María Elena le prestó a la familia un garaje al fondo de su casa, con un solo dormitorio y un baño. Si para cuatro quedaba apretado, cuando llegaron a ser nueve, mucho más.

La mayor había nacido el 2 de abril de 1927, María Bernabela Francisca Josefina. Su padre la nombró así en honor a una tía con la que vivió en Portugal y a quien quiso como a una madre. A esa tía le decían Belela, y entonces a su hija también. Desde que nació, ya casi nadie la llamó por su nombre completo.

Fue, es y será siempre Belela Herrera. “Un faro para los derechos humanos”, según el canciller, Mario Lubetkin; una persona “solidaria en las muy bravas”, según el presidente, Yamandú Orsi; “una voz firme en la defensa inclaudicable de los derechos humanos”, según la vicepresidenta, Carolina Cosse­; “ejemplo de dignidad”, según el secretario de Presidencia, Alejandro Sánchez, y “un ser humano imprescindible”, para el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone.

Con esas palabras se despidieron de ella en las redes sociales diferentes integrantes del espectro político uruguayo tras su fallecimiento, el pasado sábado 17 de mayo, a sus 98 años. La noticia llegó a portales de Chile, donde ayudó a muchas personas a salvar sus vidas tras el golpe de Estado de 1973. También de Argentina, de otros países de Latinoamérica­ y de Europa, en los que dejó huella.

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Belela y César Charlone junto a sus cinco hijos

Belela y César Charlone junto a sus cinco hijos

Hija, esposa y madre

Alrededor de un año y medio después del nacimiento de Belela, nació la segunda hija del matrimonio, María Elena Herrera (Malena­). Luego vino el primer varón, Nicolás (Bubi). Le siguieron Carolina (Mushi), Carlos (Bebe), Sara (Sarita) y Manuel (Mac).

Mientras vivieron en Montevideo, los Herrera Sanguinetti habitaban ese pequeño espacio en el barrio Prado. Vivían con lo justo, pero hacían que siempre algo sobrara. “Le decíamos a mamá que alguien del colegio no tenía tal cosa y ella decía ‘bueno, tú llevale’. ‘Si no tiene, llevale, y si no, dáselo’”, contó Malena a Galería.

Su padre era arquitecto y su madre trabajaba como profesora en el Instituto Cultural de Música. A ella le importaba mucho la cultura y los idiomas. Envió a sus dos hijas mayores al Colegio Alemán e insistió en que aprendieran esa lengua. Además, durante un tiempo alojaba a jóvenes que llegaban a Uruguay desde Alemania sin saber español. Les daba techo y comida a cambio de que hablaran con las niñas para que practicaran su alemán, según recuerda Malena.

Por la poca diferencia de edad, ella y Belela­ eran muy compinches. Aunque Belela era la alumna aplicada y Malena la rebelde, a la que más le gustaba salir a bailar era a la primera. En uno de esos bailes, a los 14 o 15 años, conoció a César Charlone Ortega, el padre de sus hijos.

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Belela y su hermana María Elena en el Prado, año 1931

Belela y su hermana María Elena en el Prado, año 1931

Un verano, él la invitó a Punta del Este, a la casa de sus padres. A Belela la dejaron ir solo con una condición: que fuera con una chaperona. Malena oyó esa palabra y huyó, pero su hermana mayor salió detrás de ella a rogarle que por favor la acompañara. Allí pasaron varias semanas. “No podíamos estar en traje de baño, solo en la playa. Esas exigencias de antes… Pero eran así, rigurosas. Yo pasé horrible. César era amoroso conmigo, pero era el novio de Belela…”, recuerda Malena.

Varios años después, Belela y César se casaron y tuvieron cinco hijos: César (75 años), Belela María (72), Macarena (fallecida en 2017, hoy tendría 71 años), Carlos (67) y Daniel (65). Ella fue profesora de Inglés durante un tiempo, y luego acompañó a su marido en su actividad diplomática.

“La tarea materna la cansaba, porque además no tenía tantas ayudas”, recordó César Charlone hijo en diálogo con Galería. “Además cuidaba a mi padre. Cuando él llegaba, hacían como una merienda a la que le llamaban high tea, con té, masitas, café, solos ellos dos. Era el momento de ellos, no cenaban. En la primera etapa de su vida, mamá fue muy dedicada a la maternidad y a ser esposa”, agregó.

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Con sus seis hermanos:  Nicolás, Manuel, Carlos, María Elena, Sara y Carolina

Con sus seis hermanos: Nicolás, Manuel, Carlos, María Elena, Sara y Carolina

Dedicada al mundo

Como esposa del entonces embajador uruguayo en Chile, Belela Herrera vivía en ese país cuando se desató el golpe de Estado del general Augusto Pinochet en 1973. En Uruguay también regía un gobierno dictatorial, al que Charlone tenía que responder. Había órdenes de cerrar las puertas de la embajada a los uruguayos y a cualquier persona que deambulara por Santiago de Chile en busca de refugio. Pero dejar de ofrecer ayuda no era una opción para aquella Belela a la que su madre alguna vez le había dicho “si no tiene, llevale, y si no, dáselo”.

“Una amiga mía de Uruguay llegó a Chile en el año 72 y estaba embarazada. Llegó el golpe de Estado y me dijo: ‘Bele, yo no me puedo quedar aquí donde estoy, necesito ayuda’. Yo le comenté a mamá y ella no dudó ni dos minutos, agarró el Fiat 600 rojo que tenía y nos fuimos a buscarla, la trajimos a casa y, como no podía quedarse, mamá hizo todos los contactos para asilarla en la embajada argentina. Esa fue la primera gran acción que llevó a muchísimas otras”, contó a Galería Belela María Charlone, su hija.

Belela Herrera pasó años brindando ayuda a personas de distintas nacionalidades que buscaban refugio en Chile durante la dictadura de Pinochet. Eso le costó, primero, su matrimonio.

“Mamá se libera con el divorcio. Ellos no venían bien como pareja hacía tiempo, y esto del golpe de Estado y de mamá tomar su postura y todo los separa definitivamente”, dijo César hijo. “Mi padre no era un tipo facho, de derecha, era un director de teatro (antes de ser diplomático), tenía sensibilidad, pero estaba representando a un gobierno y estaba representando a su padre, que era colorado, estaba representando a Pacheco Areco­. Eso los radicaliza y los separa”, agregó.

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En su cumpleaños número 90, acompañada de sus cinco hijos y sus 12 nietos

En su cumpleaños número 90, acompañada de sus cinco hijos y sus 12 nietos

El camino de la ayuda a los perseguidos políticos llevó a Belela a enfrentarse a situaciones de riesgo, por ir en contra de los lineamientos de los gobiernos, tanto de Uruguay­ como de Chile. En 1977, miembros de la Dirección de Inteligencia Nacional del país trasandino intentaron secuestrar a su tercera hija, Macarena, mientras caminaba por un cerro. La joven reaccionó con gritos, que fueron oídos por un jardinero del lugar, que alertó sobre la situación y consiguió que los secuestradores se asustaran y desistieran de su objetivo.

Sin embargo, con estas acciones, Belela ganó en muchos otros aspectos. “Ella en determinado momento se da cuenta de que los hijos ya están criados, independientes, que no tiene marido, y dice: ‘ahora me dedico al mundo’. Ahí empezó a ayudar a los que precisaban. Esa es la otra Belela que surge a partir de la liberación”, dijo Charlone.

En 1973, Belela comenzó a trabajar en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), primero como funcionaria administrativa, y tiempo después como funcionaria internacional. Realizó labores para Argentina, México, España, Perú, Brasil, Chile y otros países de América Central y el Caribe.

Tras la vuelta a la democracia en Uruguay­, asumió la presidencia de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del Frente Amplio. Años más tarde, en 1995, trabajó en la Intendencia de Montevideo como directora de Cooperación y Relaciones Internacionales; y en marzo de 2005 se convirtió en la primera mujer vicecanciller de Uruguay, durante el gobierno de Tabaré Vázquez; Reinaldo Gargano era el titular del Ministerio de Relaciones Exteriores.

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En la Sala de Gabinete del Ministerio de Relaciones Exteriores, se exhibe un retrato de Belela Herrera, obra del artista Osvaldo Leite, junto a los retratos de ilustres personalidades, como Baltasar Brum y Luis Alberto de Herrera

En la Sala de Gabinete del Ministerio de Relaciones Exteriores, se exhibe un retrato de Belela Herrera, obra del artista Osvaldo Leite, junto a los retratos de ilustres personalidades, como Baltasar Brum y Luis Alberto de Herrera

De bajo perfil

La familia que formaron Belela Herrera y César Charlone continúa en expansión. Belela­ supo ser abuela de 12 nietos y bisabuela­ de nueve bisnietos. Y en todos esos roles siempre estuvo muy presente. Su nieto mayor, Pablo Mardones, de 47 años, hijo de María Belela, la recordó tras su fallecimiento como una persona con capacidad de “instar a una conversación profunda”. “Lograba generar un equilibrio muy bonito entre la escucha y el habla, que para mí es único. Lo hacía de una manera muy rápida: ‘¿vamos a tomar un té?’. Y ya un té era tener una charla superbonita, donde ella te preguntaba ‘¿cómo estás?, ¿qué has hecho?’. Pero después, inmediatamente, soltaba un tema de coyuntura ‘¿cómo ves este proceso político, este proceso social?’. Entonces, te integraba”, contó Pablo. “De muy chico, 12 años, ella validaba mucho mi opinión. Yo creo que eso es superimportante, porque es una edad en la que el adulto te ve, no te da mucha pelota, y ella muy temprano creía en tu idea…”, agregó.

En los días posteriores al fallecimiento de Belela, su familia se mostró conmovida y halagada ante las condolencias que recibieron de personas de todo el mundo. Belela hija se enorgullece de la cantidad de gente que le hizo saber que su madre la había ayudado en distintos aspectos.

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Belela en su último cumpleaños, junto a su hermana María Elena

Belela en su último cumpleaños, junto a su hermana María Elena

El deseo de su hijo César es “que se la recuerde siempre y que sea un ejemplo, que surjan otras Belelas y Belelos”. Él es director de cine y, consultado por Galería respecto a si está pensando en algún documental u otro producto audiovisual mediante el que pueda contar la historia de vida de su madre, contó que ya produjo y financió una película sobre ella —Una de nosotras (2019), dirigida por Soledad Castro Lazaroff— pero “a mamá no le gustó. Porque a mamá no le gustaba que hablaran de ella”, dijo.

“De hecho, Samuel Blixen (escritor y periodista uruguayo) trató de escribir un libro sobre ella, pero cuando mamá leyó la primera página y vio que su nombre aparecía cinco veces, dijo ‘no, yo no voy a permitir eso’. Tenía ese perfil bajo”, agregó César. “Yo estoy muy contento porque Gonzalo Arijón, que es un gran amigo y cineasta, se interesó por la historia de mamá y me pidió material, y se lo estoy dando. Porque además sería muy edipiano de mi parte hacerlo yo”, bromeó.