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El colágeno: ¿elixir de la juventud o exceso de marketing?

Mientras la industria del colágeno vive un boom a partir del marketing que promete juventud y salud, la ciencia no logra demostrar con solidez sus beneficios

Editora de Galería

El colágeno es, desde hace unos años, un ingrediente infaltable en todo tipo de productos por lo mucho que promete, que no se limita a objetivos meramente superficiales, como la belleza. Se dice, sí, que consumirlo en alguno de sus formatos mejora la estructura de la piel y reduce o previene la aparición de arrugas, pero también que ayuda a fortalecer los huesos, a aumentar la masa muscular y hasta a mejorar la salud cardiovascular.

A impulso de estos aparentes múltiples beneficios y sus tantos usos, se proyecta que el mercado de este elixir de la juventud pase de valer 10.730 millones de dólares en 2023 a 27.470 millones en 2034, lo que representa una tasa de crecimiento anual del 8,9%, según la agencia de investigaciones Precedence Research. Se espera que, además de estar presente en productos cosméticos y farmacéuticos, el colágeno también se incluya en aditivos para alimentos, como carnes procesadas y bebidas, lo que podría impulsar aún más el crecimiento del mercado mundial del colágeno.

Factores como el envejecimiento poblacional, sumado al deseo de prevenir los efectos del paso del tiempo, una mayor conciencia sobre la salud y una tendencia a reducir los gastos médicos, crean el escenario propicio para que mercados como el del colágeno y otros suplementos orientados a contribuir al bienestar experimenten un auge. Pero mientras la industria vive un boom sin precedentes, la comunidad científica aún mantiene la cautela.

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Los usos del colágeno

El colágeno es una de las proteínas más abundantes en el cuerpo humano. Producida constantemente por el cuerpo, constituye el 80% de la piel y es responsable de brindarle elasticidad, firmeza y fuerza. Es, también, un componente vital de los huesos, el corazón y los pulmones. “En el organismo tenemos distintos tipos de colágeno, hay al menos 28“, detalla a Galería la presidenta de la Sociedad Uruguaya de Medicina Interna (SUMI), Laura Fraga. El de tipo I es el que está presente en la piel, el pelo y las uñas, mientras que el de tipo II, vinculado al cartílago articular —donde impactan muchas veces enfermedades degenerativas y asociadas a la edad, como la artrosis— proporciona resistencia y elasticidad, además de ser fundamental por su capacidad para absorber impactos y soportar el peso del cuerpo.

En forma de polvos, cápsulas y cremas, entre otros formatos, el mercado actual apunta principalmente a estos dos tipos de colágeno, que, además, disminuyen paulatinamente su producción natural desde los 25 años. Primero, sus niveles disminuyen entre 1% y 1,5% cada año; en la menopausia, pasa a reducirse anualmente entre 2% y 2,5%. Su reducción también se ve influenciada por otros factores más allá de la edad, como la exposición al sol, el consumo de alcohol y el tabaco. Lo que ofrecen los productos del mercado, entonces, es muy claro: retrasar o frenar esa disminución y estimular su producción.

Sin embargo, a pesar de la explosión del consumo y la oferta, aún no existe evidencia sólida que respalde sus supuestos beneficios. “Si uno observa con espíritu científico y con relación al costo-beneficio, los estudios tanto con colágeno tipo II no desnaturalizado, que sería el que se usa para la parte articular, como con colágeno hidrolizado, que se puede usar para el pelo, la piel y los cartílagos articulares, el beneficio que han mostrado es muy pobre”, subraya­ Fraga, quien además hace hincapié en el alto costo que en general tienen estos productos.

En el rubro cosmético y el de los suplementos, el colágeno suele ser extraído de animales. Sus fuentes más comunes son los cartílagos y huesos de vacas, cerdos, gallinas y peces, aunque también puede ser obtenido a través de la fermentación de cultivos celulares.

Según la presidenta de la SUMI, este boom que vive el mercado de suplementos de colágeno se debe, en parte, a que se trata de un fármaco que tiene pocos efectos adversos y se consigue en distintos lugares, desde farmacias hasta peluquerías. “Es algo que tiene que ver más con la industria que con los beneficios que realmente se han podido objetivar en los estudios científicos”, señala, y agrega que el auge va de la mano de otro “bombardeo” publicitario vinculado a la perimenopausia, o sea, el período anterior a la menopausia.

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¿Beneficios?

Si bien la evidencia aún es escasa para afirmar que exista un impacto en la prevención o reversión de la artrosis, por el momento lo que se ha podido demostrar es que el consumo de colágeno tipo II impacta de forma leve a moderada en algunos síntomas, como el dolor y la disminución de la movilidad articular, apunta Fraga. En ese sentido, la médica explica que en ciertos casos se receta un suplemento de colágeno para que el paciente tome menos inflamatorios y analgésicos. “Es como tomar un analgésico de forma prolongada”, apunta.

No obstante, agrega que los pacientes consultan con frecuencia acerca de la conveniencia de tomar colágeno. “Hay un consumo muy masivo, y a mí me pasa particularmente que muchas mujeres en la perimenopausia me preguntan si hay que empezar a tomar colágeno. Y en realidad no hay ningún estudio que verifique eso. Existe una especie de moda, hay una cantidad de suplementos que se están viendo, y para decirle que no a un paciente, uno tiene que tener determinadas herramientas e ir a buscar la evidencia científica que haya al respecto”, sostiene.

Por otra parte, si bien figura como ingrediente de buena parte de cremas y mascarillas, el colágeno es una molécula demasiado grande como para penetrar en la piel. Si lo que se busca es un producto que trate la aparición de arrugas y estimule la producción de colágeno por vía tópica —cremas, sérums— los estudios hasta ahora han demostrado la efectividad de la vitamina C y del empleo de retinol durante la noche, una vitamina liposoluble que estimula las células que producen colágeno.

En los productos, el colágeno se presenta generalmente como hidrolizado, lo que significa que pasó por un proceso de división de su cadena proteica en varias partes —llamadas péptidos— para que el cuerpo lo absorba mejor. Se dice que para que tenga algún beneficio, la clave es tomarlo en grandes concentraciones, aproximadamente unos 8 gramos por día.

Si bien abundan los estudios que sugieren que mediante la ingesta de suplementos el colágeno es absorbido por el intestino y actúa sobre lo que se busque potenciar —como la piel, el pelo, las uñas o articulaciones—, muchos contienen sesgos, ya que son llevados a cabo por la propia industria que busca respaldar la introducción de ciertos productos al mercado, en lugar de por grupos científicos independientes, asegura Fraga.

Por ejemplo, consultar a algunas decenas de usuarios acerca de su propia percepción sobre el grosor de las arrugas a partir del uso de determinada crema deriva en conclusiones de “poca rigurosidad científica”, debido a la alta subjetividad de estas percepciones. Otras variables, como el dolor, medido en escalas de valor, son “más estructuradas” y medibles, a pesar de que también existe cierta subjetividad.

Al mismo tiempo, los estudios suelen ser “cortos en tiempo, pequeños en número, con pocos pacientes ingresados”, lo que les resta potencia, señala la presidenta de SUMI.

Aunque su venta sea libre y sus efectos adversos sean pocos, la comunidad científica recomienda consultar a un médico o nutricionista antes de comprar estos productos. En cualquier caso, mientras la medicina mantenga precaución y la evidencia siga muy por detrás de los esfuerzos de marketing­, un camino alternativo y más económico a la compra de suplementos sería consumir alimentos que contribuyan a sintetizar los aminoácidos que componen el colágeno, como carne, pescado, huevos, leche y legumbres, además de vitamina C, también necesaria para la síntesis de colágeno.