Se mudó hace unos años de Punta Gorda a Solymar. ¿Cómo cambió su estilo de vida?
Edad: 49 Ocupación: Músico Señas particulares: Es hogareño, rara vez pierde la calma, un recital de Eric Clapton le cambió la vida, mira el mar todos los días
Se mudó hace unos años de Punta Gorda a Solymar. ¿Cómo cambió su estilo de vida?
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSiempre me tiró vivir cerca de la playa. Tuvimos oportunidad de comprar y nos fuimos. Punta Gorda era el sueño de mi abuelo; a principios de los 60 no había nada. Percibí una cosa similar al mudarme. Mi hijo mayor se mueve en bicicleta. Yo tenía ocho o nueve años y me acuerdo de esa libertad que teníamos; cruzabas la rambla tranquilo. Cuando éramos chicos nuestros padres nos llamaban para que volviéramos a casa. Hoy a nuestros hijos los invitamos a que salgan, porque la tecnología es atrapante.
Tienen 14 y 11 años. ¿Cómo los invitan a desconectarse de la tecnología?
Con Soledad, mi compañera, tenemos restringidos algunos lugares a los que pueden acceder para que el consumo sea acorde a su edad. Por otro lado, nunca tuvimos que penalizar eso con ellos. Yo soy un poco más elástico, mi señora es un poco más estricta. A mí me pasan un poco más por arriba.
Dicen que nunca pierde la calma. ¿Cuál es el truco?
Estoy en un buen estado de paz diario, pero a veces hablo o puedo llegar a gritar dormido; mis hijos preguntan qué pasó. Por algún lado salen las angustias, las pérdidas o preocupaciones diarias. Pero arranco el día en una situación muy agradable con mi familia. Soy consciente de que la mayoría de las personas tal vez trabajan en cosas que les incomodan un poco más. Mi oficio es mi trabajo y mi pasión, entonces vivo en un estado diario de realización.
No hay algo, entonces, que le quite la calma.
Me pueden afectar situaciones que pongan en peligro la integridad de mis hijos o de mi pareja. Pero en general soy de tomar distancia de los problemas y pensarlos con frialdad. Si en un semáforo me insultan de auto a auto, no me caliento. Capaz cometí un error y esa persona te puede insultar de la manera más feroz, y a mí no se me mueve un pelo. No es que haya sido un buda toda la vida, pero uno con el camino de la vida trata de acercarse a lo que piensa que es su esencia. Te vas puliendo.
¿Ha hecho terapia?
Sí. A los 23 años, en el 99, pedí ayuda porque tuve un ataque de pánico, un trastorno de ansiedad. Generalmente los síntomas son sudoración en las manos, taquicardia, sensación de miedo extremo. En mi caso, fueron un cúmulo de situaciones vinculadas a la madurez. Eso generó alguna cuestión existencial. Fui seis años a una psicóloga, acomodamos algunas cosas y cuando tenía 29 me dieron el alta. Pero quedé en un estado de introspección constante, conmigo y con los que están a mi alrededor.
Le encanta la playa. ¿Lleva la guitarra, toma sol en la silla o pasa en el agua?
No me tiro en la arena a tomar sol pero me gusta estar al sol, también en invierno. Me gusta mucho el sonido de la playa. Puede pasar que haya un parador con música que no me gusta mucho, me la banco, y si me gusta la disfruto. Pero me gusta el sonido del agua, de la gente charlando, de los pelotazos.
¿Tiene algún placer musical culposo?
Con el tiempo me fui desprendiendo del prejuicio porque me hacía mal.
¿Qué música le llega de lo que escuchan sus hijos?
Todo. A veces escuchan a Bad Bunny, Quevedo, Emilia Mernes. María Becerra tiene un par de cosas que me gustan. Conocí a Wos y al Duki, y algunas cosas me gustan. De todo lo que me muestran mis hijos, lo que más disfruto con ellos es La Nueva Escuela. Son yoruguas y tienen mixtura entre el candombe y la plena. Los he acompañado a ver esas agrupaciones.
¿Qué prefiere, los Beatles o los Rolling Stones?
Me gusta mucho la sutileza de los Beatles, pero los Rolling Stones me llevaron a formar una banda. Eric Clapton como violero fue un referente eléctrico. Mi hermano me llevó a verlo en su plenitud al Estadio Centenario cuando tenía 14 años; estaba arrancando a tocar la guitarra y fue como si me hubiera caído un meteorito adelante. Me cambió para toda la vida ese recital.
¿Es noctámbulo o mañanero?
En verdad soy noctámbulo, pero la paternidad hace que me tenga que levantar todos los días a las 7 de la mañana, repartirlos a todos en sus estudios y después hacer mi rutina matinal de trabajo, que le gano un montón de tiempo a la mañana. Pero el Guzmán original se acuesta a la una de la mañana y se despierta a las 11, con ocho o nueve horas de sueño. Me gusta mucho dormir, y dormir la siesta, una horita. Cuando puedo lo hago.
Cumple 50 este año. ¿Qué siente?
Me he acercado más a lo que me gusta de mí. Me decís: ¿querés volver a cuando tenías veinte? No, ¡por favor! Me gusta lo que va a venir. Lo que pasa es que a medida que crecés vas acumulando recuerdos. Te ponés feliz y sentís nostalgia, pero lo que viviste en aquel momento también fue nuevo. Hay que disfrutar de lo que viviste pero no estacionarte ahí. Hay que estar muy atento a lo nuevo.
¿Cuándo fue la última vez que lloró?
Ahora estamos viendo la serie Outlander con Sole, y pasan cosas que me hacen lagrimear. En el momento en que tuve trastorno de ansiedad y empecé terapia me permití empezar a estar más en contacto con mis sentimientos. Hasta ese momento capaz había estado dos, tres años sin llorar. Había otros valores en el aire. El deber ser del hombre era de otra manera. El feminismo trajo muchas cosas muy buenas para los hombres; nos deja mostrarnos en nuestra totalidad.