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    Estado de shock

    Pasó toda la santa semana de turismo, y en los liceos en ruinas no pusieron ni un ladrillo.

    Cuando los que pudieron empezaron las clases, una viga cayó sobre la nuca de una estudiante causándole graves lesiones, mientras un jovencito se electrocutó en otro liceo cuando fue a prender la luz del salón de clases, porque había cables pelados sueltos. En otro liceo más, una estudiante que hacía cola para ir al baño fue agredida por un chofer de ómnibus que utiliza los mismos servicios sanitarios y que declaró estar “muy apurado”.

    Entonces, frente al imaginable caos, el ministro Ehrlich dio una conferencia de prensa.

    De los diecisiete periodistas que asistieron sólo dos no se quedaron dormidos, y fueron los que transmitieron a la opinión pública que el Ministerio de Educación y Cultura emprendería de inmediato un “shock edilicio” para terminar de una vez con estos dramas locativos que vienen afectando desde hace mucho tiempo la educación de los liceales uruguayos.

    Por supuesto que el desastre subsiste, pero como los uruguayos estamos como anestesiados con este tipo de anuncios en los que uno ya ni sabe si la gente cree, confía, no le importa o ni se informa, ahora todos estamos a la espera de los resultados del “shock”.

    Y hablando de anestesia, parece que por otros sectores también va a haber shocks.

    En la Asociación Pernambucana de Socorros Mutuos se acaba de detectar que la enfermera Telly Quido inyectaba una sustancia extraña en las venas de algunos pacientes graves, provocándoles la muerte.

    —“A mi vieja la estaban por dar de alta y cuando la fui a buscar para llevarla a casa me informan que se murió” —dijo a la prensa el hijo de una paciente que estaba internada por un cuadro neurológico. “Durita estaba” —continuó el deudo —“parecía una estatua. Me dijeron que era por la rigidez cadavérica, pero no podía quedar así, dura como una piedra” —concluyó.

    Investigaciones posteriores lograron determinar que la enfermera Telly Quido les inyectaba a sus víctimas yeso en polvo, aniquilándolas a través de un irreversible estado de rigidez fatal.

    En la misma institución se han detectado ya cinco casos más, que pasarán a la justicia en breve.

    En el Hospital de Clínicas, por su parte, pacientes investigaciones de un grupo de trabajo conjunto de detectives y médicos lograron poner al descubierto las siniestras actividades del nurse Braulio Dell Ajeringa, quien inoculaba a sus víctimas vino moscatel suelto junto con el suero intravenoso, provocándoles la muerte.

    —“Mi papá siempre estaba como mareado cuando yo lo venía a ver” —declaró a los medios la hija de uno de las víctimas de este cruel asistente sanitario —“ayer cuando vine a verlo me dijeron que había fallecido, pobre, tenía como una linda sonrisa en su rostro, pero no estaba para morirse” —concluyó la muchacha.

    Todo indica que las víctimas del “envenenador del moscatel” —como la prensa ha bautizado a este siniestro personaje— serían más de veinte. Los casos serán llevados ante la justicia.

    El ministro Venegas, por su parte, a la salida del velorio de uno de los fallecidos, declaró a la prensa que de inmediato pondría en acción un “shock sanitario”, tendiente al urgente esclarecimiento de estos terribles casos, y a la prevención de casos futuros.

    No es fácil creerle, dados los escasos progresos realizados en los casos anteriores detectados en este rubro, pero en fija que la opinión pública se tranquilizará debido a que hay otros importantes asuntos tales como la descalificación de los equipos uruguayos en la Copa Libertadores, el recital de Paul McCartney y las elecciones internas del Frente Amplio, que acapararán la atención de la gente. A quién le importan unos muertos más o menos, si al fin y al cabo la gente igual siempre termina muriéndose.

    Y hablando de muertes, han trascendido a la prensa unos porcentajes impresionantes que reflejan el aumento de los asesinatos violentos en nuestra sociedad. Casi cien uruguayos fueron ultimados en el primer trimestre del año, un 123% más que el igual período del año anterior.

    A eso se suma que en los lugares geográficos que fueron objeto de los operativos represivos del Ministerio del Interior (llamados por la izquierda “razzias” cuando gobernaban los neoliberales) la criminalidad, lejos de disminuir, ha aumentado.

    En la Chacarita de los Padres, en el Cuarenta Semanas, en Malvín Norte, aumentaron las bocas de venta de pasta base, se multiplicaron los refugios de rapiñeros que se esconden allí huyendo de la policía, y los ajustes de cuentas entre narcotraficantes de escasa monta pero de extrema violencia han crecido a tasas exponenciales.

    —“Acá vinieron los milicos, hicieron un ruido bárbaro, se llevaron a unos cuantos desgraciados que la mayoría de ellos no tenían nada que ver, nos echaron los caballos y las motos encima, sobrevolaron con helicópteros y aviones, parecía una vista de esas del Chuck Norris, y no pasó fanta” —dijo a la prensa Avelino Delasén Tamiento, oriental, viudo, de 74 años, residente en unas casillas de lata del Barrio Borro. “Pura bulla, vo, no te viá decir que todo sigue igual, porque todito está mucho pior” —concluyó.

    El ministro Bonomi reaccionó inmediatamente, y en una conferencia de prensa declaró que en forma urgente se aplicará en esos lugares, y en otros más que no quiso identificar por razones de seguridad, un “shock represivo” que dará por tierra con esas actividades delictivas.

    Así que nos podemos quedar tranquilos, que en pocos días desaparecerán los delincuentes de sus refugios, serán detenidos y pasados a la justicia, que los alejará de la sufriente sociedad uruguaya acalambrada por tanta criminalidad, poniéndolos a la sombra de sus celdas, donde serán rehabilitados para luego regresar a circular entre nosotros como honestos y pacíficos ciudadanos.

    El que también fue entrevistado en estos días fue el presidente Mujica, a quien los periodistas le pidieron su opinión sobre estas nuevas medidas de “shock” que aplicarán sus ministros.

    —“Esto ministro tan pa la joda tan” —expresó el Primer Mandatario. “Que el shó pacá, que el shó payá, ¡y shiguen pashando cosha inashetable, papá!” —agregó. “Yo les viá dar un shó a esto, ya vanavé. Un día desto los viasher darse un shó contra el aisber Pepe, y she van a ir a pique como el Titaní, ¡estenshe atento! —concluyó.