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Cuando se anuncia la llegada de una nueva versión de Spider-Man, una suerte de reboot de la franquicia que hace 15 años años inició Sam Raimi —con Tobey Maguire en el papel protagónico—, una de las reacciones generalizadas consiste en juzgar de antemano y rechazar cualquier chance de que la película sea realmente buena. Después de todo, no pasó tanto tiempo desde 2012, cuando tras el final de la trilogía de Raimi la serie fue reanudada bajo la dirección de Marc Webb con un nuevo intérprete, Andrew Gardfield, en la sorprendentemente hueca El sorprendente Hombre Araña, que tuvo una desastrosa segunda parte en 2014. Y, tras ella, como le sucedió a Batman en su momento —cuando el personaje fue a parar a las garras de Joel Schumacher—, no resulta descabellado pensar que el personaje creado por Stan Lee y Steve Ditko para Marvel Comics necesitaba acudir a las bondades de la eutanasia. Sin embargo, un encendido cameo en Capitán América: Civil War, con el arácnido inserto en el universo de Los Vengadores, pudo sugerir un camino posible para el reingreso del personaje. Que es Spider-Man: De regreso a casa, una coming age movie que le devuelve la chispa, la frescura y el humor al héroe y sus circunstancias.
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El título no es arbitrario. Resuena en más de un nivel. Peter Parker, el adolescente detrás del traje de Spider-Man, regresa al barrio, a Queens, Nueva York, a su casa, luego de la batalla en Berlín que se vio en la última película de Capitán América. La secuencia reaparece en esta entrega, ahora desde un video casero grabado por el mismo Parker, y contiene el vigor y el nervio del filme: aquí hay acción, comedia, tecnología prácticamente indistinguible de la magia y un protagonista enérgico y carismático al que uno quiere acompañar a toda costa. Aquí hay un pequeño gran héroe, Tom Holland, que encarna a un Peter Parker adolescente, dubitativo y de entusiasmo infinito que pasa de aburrirse en clase y mirar embobado a Liz (Laura Harrier) a combatir pequeños actos criminales por el barrio. Un Peter Parker que quiere formar parte de esa elite llamada Los Vengadores y que, en el fondo, se muere por decir que él es Spider-Man. El título también refiere al baile liceal que ocupa un lugar importante en la vida de “Penis Parker”, como lo llama Flash (Tony Revolori), el encargado de hacerle bullying al protagonista. El baile puede acercarlo a Liz. El ambiente de la secundaria es en sí una línea narrativa paralela que poco a poco se cruza con la acción principal. Y la película se reserva una interesante sorpresa.
Ya desde el comienzo se nota que hay algo diferente y cercano y familiar a la vez. Una declaración de principios. La música de Michael Giacchino, el señor que se encargó de las bandas sonoras de Lost, Fringe, Stark Trek, El amanecer del planeta de los simios, viene directamente de la serie animada. La evolución del héroe no es presentada siguiendo los patrones vistos medio millón de veces. Ya casi todos los espectadores más o menos saben cómo Parker se convirtió en el Hombre Araña. Están las torpezas, el entusiasmo, los triunfos y las caídas del héroe que descubre sus nuevos poderes y habilidades, todo en un plan un poco más juguetón, con algunas trazas del humor ya destilado en otras producciones de Marvel, entre ellas, Deadpool (aunque no alcanza el mismo nivel escatológico). El hipertecnológico traje de Spider-Man es un hallazgo. Y, junto con varios elementos constitutivos de la adolescencia, como la mutación de la voz, el traje multifuncional es también un excelente disparador de situaciones humorísticas.
Hay seis cabezas metidas en el libreto. Repasando la lista de involucrados en el guion, uno puede hacerse la idea del tono de la película. Están John Francis Daley y Jonathan Goldstein, guionistas de Quiero matar a mi jefe, Chris McKenna y Erik Sommers, guionistas y productores de American Dad y de la prodigiosa y vertiginosamente cómica Community. Está Christopher Ford, que escribió Un amigo para Frank, drama de ciencia ficción que incluye elementos de thriller y comedia. Y está Jon Watts, que escribió algunas entregas de la paródica The Onion News Network y dirigió Clown, película de terror y humor negro, y Cop Car, un oscuro thriller con Kevin Bacon. La buena recepción crítica de este largometraje impulsó la carrera de Watts, que se consolida ahora con esta realización que, como toda buena película de superhéroes, cuenta con un villano complejo, alguien que no es simplemente un Señor Malo que quiere dominar el mundo. Michael Keaton, casi dos décadas después de encarnar a Batman, héroe de DC, asume el papel de Adrian Toomes, también conocido como Vulture, quien recurre a la avanzada tecnología alienígena para desarrollar armas de una inquietante sofisticación. Es la clase de villano que, en cierto punto, ha sido creado por el propio héroe. No se puede pedir más. O sí. Porque también los secundarios aportan. Jon Favreau, responsable de las primeras Iron Man, retoma el papel de Happy Hogan, chofer y asistente de Tony Stark (Robert Downey Jr.), sacándole jugo a cada minuto en pantalla. Marisa Tomei da vida a la tía May, que ya no es una anciana estricta y adorable sino una MILF discreta y buena onda con la que se ratonean varios. A Donald Glover, de Atlanta y Community, le alcanza con dos apariciones breves para dejar huella. Y Jacob Batalon, que interpreta a Ned, amigo de Peter y aspirante a escudero fiel, emociona componiendo un personaje de precaria habilidad social y un particular sentido de lo que puede ser estéticamente agradable. Ned es un nerd salido de la época en la que ser nerd distaba mucho de ser cool.
Es sumamente grato encontrarse con una película con este espíritu y esta fuerza, que toma distancia de la impostada y hueca solemnidad de producciones vecinas (El caballero de la noche asciende o Batman V Superman) con un superhéroe en pleno desarrollo que, en vez de pasarse deprimido por tener tanto poder y tanta responsabilidad, vive entusiasmado con las posibilidades que ese poder contiene.
Spider-Man: De regreso a casa (Spider-Man: Homecoming). EEUU, 2017. Dirección: Jon Watts. Con Tom Holland, Robert Downey Jr., Michael Keaton, Marisa Tomei, Jacob Batalon, Zendaya, Jon Favreau, Tony Revolori, Laura Harrier. Duración: 133 minutos.