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“En la carrera científica muchas más mujeres que hombres quedan por el camino"

Victoria Prieto se enfoca en género y políticas públicas, mientras trabaja en incorporar el sexo como variable biológica en la investigación

La doctora en Biología Molecular y Celular Victoria Prieto, investigadora adjunta en el Institut Pasteur de Montevideo, combina su pasión por las ciencias biológicas con su interés por las ciencias sociales, que considera tan válidas para entender la realidad como las llamadas “ciencias duras”. Además de encontrarse en una etapa de su carrera en la que está desarrollando líneas de investigación propias dentro del laboratorio de genómica molecular humana, Prieto es diplomada en Género y Políticas Públicas por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y espera contar con un poco más de tiempo libre para dedicarse a terminar su maestría.  

Esta dualidad es algo que trae consigo desde siempre. “Es otra manera de conocer y entender el mundo, por ese lado viene mi interés. No hago la diferenciación entre los dos tipos de ciencia, que a veces tienen picas o se miran con recelos. Me siento muy cómoda en la interfase porque entiendo que es todo ciencia y ambas son herramientas para explicar la realidad, que es en definitiva lo que me gusta hacer”, dice Prieto, que además integra la Comisión de Género del Institut Pasteur desde que se formó a principios de 2017. 

Después de graduarse en Bioquímica por la Facultad de Ciencias se fue a Estados Unidos a completar su doctorado. Al volver al país ingresó en el Institut Pasteur, donde trabaja hace 11 años. Fue una de las primeras en ocupar una posición de posdoctorado (posdoc), cuando este escalón en la carrera científica era muy incipiente en Uruguay y el Pasteur era uno de los primeros institutos en realizar llamados para estas posiciones, que se consideran de formación y en las que se trabaja con un orientador. En su caso, su orientador fue José Luis Badano, quien sigue siendo su jefe hasta hoy, a pesar de que ahora ella ocupa el cargo de investigadora adjunta, lo que le da mayor libertad a la hora de definir las líneas de investigación. “A partir de las primeras ideas en las que trabajé con él estoy buscando desarrollar líneas de investigación propias. Empecé trabajando en un proyecto muy específico relacionado con un síndrome que se llama Bardet-Biedl. A partir de una proteína que se sabe que es causante de la enfermedad cuando está mutada, tratamos de aprender más sobre su función basándonos en con qué otras proteínas interactúa”. 

Bardet-Biedl es una enfermedad genética y rara causada por la disfunción de un organelo de la célula llamado cilia primaria y que se concibe como si fuera una antena porque concentra elementos que reciben señales de afuera y regulan funciones de la célula, entre ellas las de proliferación o diferenciación. Cuando esa cilia funciona mal, causa un grupo de síndromes que se llaman ciliopatías y Bardet-Biedl es uno de ellos. Poco frecuente y caracterizado por la afectación de varios órganos, como la degeneración de la retina, que puede llevar a la ceguera, problemas cognitivos, problemas del desarrollo esquelético que llevan a polidactilia, problemas del desarrollo embrionario y obesidad.

“Estudiamos las ciliopatías, la cilia primaria y los 22 genes que hacen que no funcione bien la cilia primaria y causan Bardet-Biedel. Se llaman BBS y yo trabajo con BBS4. El trabajo tiene dos patas, una es saber cómo la falla en BBS4 afecta la comunicación de la célula con el afuera y la otra parte es la obesidad. Ahí es donde estoy más interesada, en plantear ideas propias y novedosas que tienen que ver con incorporar el sexo como variable”, continúa. 

¿Qué significa incorporar el sexo como variable biológica en la investigación?

Hablo con sociólogos y el sexo o género es la primera variable que discriminan cuando están haciendo análisis de datos y resulta que en biología todavía se está tratando de convencer a la comunidad científica de que el sexo es una variable importante. Durante mucho tiempo se trabajó indistintamente en experimentación con animales machos o hembras sin especificar o eligiendo por motivos que no son científicos, de costos, por ejemplo. Mayormente se ha trabajado con machos porque se suponía que el ciclo hormonal de las hembras podría afectar los resultados de los experimentos y sin más reflexión se descartaron a las hembras, pero sin darse cuenta de que eso en sí mismo era un reconocimiento de que posiblemente fuera importante considerarlas, porque si vamos a sacar conclusiones para todo el mundo y los resultados van a ser distintos para las hembras, con más razón hay que prestar atención a esas diferencias. Últimamente han surgido estudios que demuestran que la testosterona también tiene variaciones en los animales macho, tanto en el tiempo como entre los individuos. Después hay motivos económicos, hacer experimentos con animales es muy costoso porque se hacen con muchos cuidados éticos y se los tiene en muy buenas condiciones y a veces es justificado elegir uno y no duplicar todo. Pero la tendencia actual, a partir de llamamientos del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos desde el 2016, es que es necesario tener en cuenta el sexo en los experimentos desde la concepción de los proyectos hasta la publicación de los resultados. Esto implica que si no se va a utilizar ambos sexos hay que justificarlo. A pesar de eso todavía falta, hay muchos trabajos en los que no se especifica ni justifica. 

¿Encontró alguna diferencia en el comportamiento de la proteína BBS4 entre sexos? 

Todavía estamos investigando, pero lo que hemos encontrado hasta ahora va en concordancia con la literatura. Tenemos animales knock out, es decir que no tienen la proteína BBS4, y machos y hembras no se comportan igual en cuanto a su ganancia de peso y el manejo de su diabetes. Son resultados preliminares que aún no hemos publicado. Estamos estudiando la presentación de la obesidad en los ratones machos knock out BBS4 que es diferente que la presentación de la obesidad en los ratones hembra knock out BBS4, comparados con sus controles salvajes. Ahora estamos pasando a ver por qué, vamos a mirar el tejido adiposo de estos animales, si secretan cosas distintas.   

Es un modelo experimental de obesidad; ya sabemos que hay un gen que está mutado y causa obesidad. Lo que nosotros argumentamos es que si bien la enfermedad es rara, la obesidad, que es una de sus expresiones, es muy común. Pensamos que estudiando los mecanismos de la patogénesis de la obesidad en la enfermedad de Bardet-Biedl podemos aprender mecanismos que aplican a la población con obesidad en general. 

Victoria Prieto. Foto: Lucía Durán Victoria Prieto. Foto: Lucía Durán

¿Por qué y cuándo decidió dedicarse a la biología? 

Creo que fue en 5º de liceo. Tuve una profesora de Biología que nos enseñó sobre las proteínas y me parecieron fascinantes, y tuve otro profesor con el que hicimos experimentos con clorofila y con plantas.  Esas dos experiencias me impactaron. Igual disfrutaba mucho otras materias como Literatura o Filosofía, no fue una decisión fácil. También hubo una parte de desafío, de hacer lo que pienso que es más difícil. Esa es una concepción que ahora me estoy cuestionando, el favorecer las disciplinas llamadas científicas “duras” como si fueran más serias, útiles e importantes. Era mi idea de adolescente inmadura, en este momento no pienso eso, para nada. 

¿Y efectivamente fue un camino difícil?

Sí, no sabía que iba a ser tan difícil. La inserción laboral fue lo más desafiante, no tanto la carrera y los exámenes. Todo eso fue divertido y lo disfruté. Cuando te recibís y te enfrentás al mercado laboral es cuando te das cuenta de lo difícil que es y no solamente el mercado laboral sino también el oficio mismo. Porque la carrera científica es precaria hasta muy avanzada, vivimos de becas, que acá en Uruguay no tienen ni siquiera seguridad social. Si tenemos suerte vivimos de contratos en proyectos temporales, tener una posición efectiva es muy difícil, lleva mucho tiempo y muchas personas quedan por el camino. Y ahí es donde hay un desequilibrio: muchas más mujeres quedan por el camino que hombres en esa transición a la estabilidad. Lo que se acostumbra pagar es poco y no podemos aspirar a sueldos muy altos. En la Universidad de la República, en los últimos años ha mejorado la situación y son posiciones más atractivas, aunque sigue siendo muy competitivo acceder a los concursos y a la carrera docente. 

¿Qué caminos existen para poder financiar las investigaciones?

La asignación presupuestal ha sido insuficiente a lo largo de los años. Solamente 0,4% del PBI está dedicado a ciencia e investigación, cuando hay países vecinos que tienen alrededor del 3%, y a pesar del compromiso de los candidatos presidenciales en la campaña de aumentarlo a 1%. Eso hace que los recursos sean pocos y que las herramientas para financiar las investigaciones sean escasas, especialmente si pensamos en lo que cuesta hacer ciencia en otras partes del mundo. Una estrategia que muchos exploran es apelar a conseguir fondos internacionales extranjeros. Es enriquecedora en lo financiero y en lo científico, pero tampoco es fácil. Quienes nos hemos formado acá siempre rendimos en el exterior, eso sigue sucediendo a pesar de lo que se habla de la crisis de la educación. Somos las élites los que llegamos a los niveles de formación, pero los que nos formamos acá y salimos al exterior somos muy apreciados y valorados, mucho más de lo que somos acá.  

¿Por qué eligió complementar su formación científica con estudios sobre género y políticas públicas? 

Se me prendió la luz roja cuando estaba terminando el doctorado en Estados Unidos. Fui a una charla en un congreso que hablaba de mujeres en la ciencia y vi por primera vez la gráfica que representa a lo largo de la carrera la proporción de hombres y de mujeres en cada etapa. En las etapas iniciales la proporción es paritaria, hay un 50-50 o a veces mayoría de mujeres, pero en las etapas más avanzadas aumenta la proporción de hombres. Me vine a Uruguay con eso en la cabeza, empecé el posdoc, tuve dos hijos en ese lapso pero sabía que el tema de género me interesaba. El 8 de marzo de 2017, que fue un 8M muy fermental, en el que empezó esta nueva ola de visibilidad y actividad de los feminismos, a partir de una convocatoria de la dirección del instituto vinimos todas vestidas de negro para sacarnos una foto y decidimos juntarnos en el hall a hablar. Empezamos a compartir nuestras percepciones, hicimos una primera búsqueda mirando la web del instituto de quién estaba dónde y los datos preliminares que encontramos mostraban que entre los jefes había 80% de varones si bien el porcentaje total de mujeres en el instituto era más de 50%. Ahí empezó un proceso para adherirnos al modelo de Calidad con Equidad de Género de Inmujeres, comprometernos con un diagnóstico organizacional con perspectiva de género y crear la Comisión de Género. Se han logrado cambios muy profundos en el organigrama del instituto, algo importantísimo. Para todo este trabajo de análisis necesitaba formación. Estamos en un proceso en el que la perspectiva de género está mucho más incorporada e institucionalizada, también a nivel de dirección y de las políticas.

¿Cómo ve la igualdad de género en la ciencia?

En Uruguay recién estamos empezando a tener esta conversación, hay algunas situaciones puntuales emergentes, algunas reacciones, una nueva ordenanza de la Universidad de la República de inicios de 2021, que cierra vacíos que había en cuanto a cómo tienen que comportarse las personas, pero es una conversación que está empezando, sobre todo a niveles de acoso. En cuanto al tema de la progresión de carrera, creo que hay una gran visibilidad del problema. Hay que empezar a tener una conversación en cuanto a cuáles son las causas y las soluciones. 

Victoria Prieto. Foto: Lucía Durán Victoria Prieto. Foto: Lucía Durán

¿Aumenta el número de mujeres que se dedican a la ciencia?

La convocatoria es desigual entre las diferentes áreas; en humanidades y ciencias sociales somos mayoría; contraintuitivamente en las áreas de biología también somos mayoría; pero somos franca minoría en las áreas de ingeniería, matemática e informática. Estos datos podrían significar que no necesitamos convocar a más mujeres a la biología, pero tendríamos que ser más interseccionales: tener más conciencia de las diversidades de origen geográfico, identidad de género, de origen étnico-racial. En las ingenierías hay que hacer esfuerzos más básicos y todavía seguir convocando a mujeres. Yo opino que igual, en todos los casos, debemos considerar la perspectiva de interseccionalidad para no mantener dinámicas que favorezcan a las privilegiadas, para no intercambiar a los hombres blancos por mujeres blancas, cuando hay una cantidad de otras personas que tienen derecho al acceso a la educación y el desarrollo.