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Cómo mejorar la relación entre las finanzas y las emociones

En Uruguay, siete de cada 10 mujeres no habla de dinero con sus pares y cuatro de cada 10 no ahorra, según un estudio de Opción Consultores

En los cuentos tradicionales para niños, el rico es siempre el villano. Una persona avara, tacaña, soberbia, sin valores. El pobre, en cambio, es el bueno, el generoso —porque siempre comparte lo poco que tiene—, el de buena moral y valores. En la tradición judeocristiana están presentes los mismos estereotipos. En la Biblia, un pasaje del evangelio de Mateo dice: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”. También en esta tradición se condena al que tiene mucho dinero.

Así, el ser humano crece con la idea de que la moneda y el billete son algo malo, algo sucio. Que el que tiene más debió haber pasado por encima de otros para conseguirlo. De allí también proverbios como “mejor ser pobre y honrado que rico y deshonesto”. Todas creencias que alimentan esa connotación negativa que sufre el dinero, que, al final, no es más que un medio de cambio. Uno que nació para sustituir a los que existían antes, como el trueque.

Pero las personas no hablan de dinero porque es un tabú. Porque no está bien visto o porque es algo complicado. Y como no hablan, muchos no saben ni lo que tienen, muchos prefieren no saberlo, no llevan una contabilidad de sus gastos, de sus ingresos. Otros no se creen merecedores siquiera de su sueldo o de uno mayor.

En el vínculo humano con el dinero intervienen todas estas creencias que se arrastran desde hace muchos años. E intervienen también las creencias de cada persona, sus pensamientos, sus emociones. Los hombres y mujeres tienden a pensar en el dinero como números, cifras, cantidades. Entonces, el problema está en si uno tiene dinero o no, si tiene más o si tiene menos. Pero donde surgen los problemas es, en realidad, en la forma en la que se vinculan las personas con el dinero que tengan, sin importar cuánto sea. Son las decisiones que toman en torno a sus finanzas las que les traerán caos o les traerán paz.

La educación financiera, esa que se precisa para saber cómo manejar el dinero, cómo gastar, cómo ahorrar, en qué invertir, no está presente en la escuela. Tampoco en el liceo y, en general, ni siquiera en la universidad. Por costumbre, en la historia fueron los hombres los que tuvieron que aprender a lidiar con las finanzas y la economía del hogar. Ellos eran los que salían a trabajar y, por tanto, los que generaban el dinero. Las mujeres, en cambio, quedaron todavía varios pasos atrás en educación financiera, al integrarse mucho más tarde al mercado de trabajo.

“Hay mucho trabajo para hacer. Las mujeres necesitan lugares muy seguros para animarse a hablar de dinero y para dar algunos pasos, preguntar, aprender. Quedan muy relegadas cuando esos espacios son mixtos, hay mucha inseguridad, mucha falta de confianza en las mujeres en todo el mundo”, dijo a Galería Cecilia Bonino, periodista y cofundadora del proyecto Mujeres y Dinero, junto con Gabriel Facciolo y Marité Mariño.

Mujeres y Dinero es un proyecto que brinda educación financiera para dotar de confianza a quienes hoy la necesiten. Una de sus bases es la psicología del dinero y del comportamiento, que apunta a que las mujeres sean conscientes de lo que hacen y dejan de hacer con sus finanzas, que sepan cuánto gastan y sientan que pueden generar lo que necesitan para el estilo de vida que quieren llevar, y que puedan, incluso, llegar a invertir.

“Si hay algo que sé es el rol protagónico que tiene el dinero en el bienestar de las personas y de las parejas. Cuando los pacientes me dicen que están estresados, el 90% de las veces tiene que ver con temas que, si no hacen al dinero, están relacionados”, dijo la psicóloga Lorena Estefanell, directora de la Maestría en Psicoterapia de la Universidad Católica e integrante de Mujeres y Dinero.

Creencias limitantes. Cada ser humano tiene su propia forma de observar la realidad y sus ideas preconcebidas sobre las cosas del mundo. Esos lentes a través de los que las personas ven la realidad son sus creencias. En el caso del dinero, existen muchas creencias limitantes que se repiten, si no en la mayoría, en una gran cantidad de personas. Una de ellas es la idea de la escasez, de que el dinero siempre falta y que, si en el presente no lo tenemos, nunca vamos a poder tenerlo.

Pero otras personas sí viven con la ilusión de algún día ganar más, o ganar una suma muy importante de golpe, como sacarse la lotería. Entonces viven esperando ese momento para solucionar sus problemas. “Siempre pensamos en términos de cantidad y en términos de carencia. Pero claro, si vivimos así, es como vivir eternamente en una sala de espera”, dijo a Galería la economista española Cristina Benito, autora de Money mindfulness, cómo generar, conservar y multiplicar tu dinero y de Time mindfulness, toma el control de tu tiempo y vive de forma más próspera y creativa, quien también integra el proyecto Mujeres y Dinero.

Otra creencia limitante es la idea del “merecimiento”, según describe Estefanell. Muchas personas se cuestionan cuánto dinero merecen ganar y cuánto vale su tiempo. “Hay mucha gente a la que le cuesta sentirse merecedora del dinero, le da mucha culpa, vergüenza”, aseguró la psicóloga.

De un estudio encargado por Mujeres y Dinero a Opción Consultores para conocer la realidad de las uruguayas en su vínculo con las finanzas personales, resultó que una de cada siete no habla de dinero con sus pares. Este dato confirma la popularización de los temas monetarios como un tabú. Una de las creencias que se esconden detrás de ese tabú es una sensación de miedo, un preconcepto del dinero como “un tema delicado, de riesgo, un tema donde el otro se puede enojar y que puede generar rechazo”, explicó Estefanell.

Del mismo estudio surgió que cuatro de cada 10 uruguayas no ahorra nunca. Es frecuente que a lo largo de sus carreras profesionales o de su crecimiento dentro de una empresa, las personas perciban aumentos de sueldo. El problema está en que, muchas veces, cuanto mayor es el sueldo, más se gasta y no se ahorra. Y este problema surge de una falta de planificación.

“No llevamos una contabilidad mínima. Sí sabemos cuál es nuestro sueldo, más o menos, porque hay meses que es distinto, y sabemos que con suerte llegamos a fin de mes. Pero todo lo que ha pasado en el medio lo desconocemos completamente. Ha sido una magia. Hay mucha falta de conciencia y de atención sobre cómo se nos está yendo el dinero a lo largo del mes. Por eso, porque no sabemos ni cuáles son nuestros gastos, ni los más grandes ni los más pequeños”, dijo Benito.

Existe también una creencia vinculada a una “gratificación” proveniente de las formas en las que se gasta el dinero. Estefanell señaló que muchas personas buscan una gratificación inmediata en las compras que realizan y tienden a caer en “trampas” como el pago en cuotas sin recargo. “Se pagan solas, ni lo sentís”, creen. Cuando en realidad son ellos los que tienen que pagar y sí lo van a sentir. Son creencias que, además, pueden llevar a que las personas gasten más de lo que pueden.

Mucha gente tiende a asociar el problema del dinero con aspectos de su personalidad o su identidad, y esa también es una creencia limitante. “Yo no soy buena manejando dinero”, sostienen algunas mujeres. “Yo no sé” o “yo nunca voy a saber”, manifiestan otras. Pero, según la psicóloga, no se trata de una cuestión de personalidad sino de habilidades. “No tiene que ver con quién sos, tiene que ver con lo que aprendiste o no aprendiste a hacer”, aclaró. “De repente no tenés la habilidad” para administrar tus finanzas, “pero basta que la aprendas”, añadió.

Cuando las personas sí logran administrar bien su dinero y sí logran ahorrar, muchas veces sucede que el dinero de los ahorros queda congelado en una cuenta bancaria y así va perdiendo valor. Porque la inflación no solo afecta al costo de la canasta básica, al precio de los productos alimenticios y de higiene que necesitamos para vivir. También afecta al ahorro, porque ese dinero congelado en una cuenta bancaria comienza a valer cada vez menos.

Una de las medidas fundamentales para que ese ahorro mantenga o incluso aumente su valor con el tiempo es la inversión. Se trata de una palabra que “da mucha alergia”, según Benito. Es que se asocia a personas con mucho dinero. Sin embargo, existen muchísimos instrumentos que permiten invertir montos pequeños. Además, los seres humanos, y sobre todo las mujeres, tienen mucha aversión al riesgo, otro elemento que alimenta el miedo a la inversión. Y también existen opciones de bajo riesgo. Al final, se trata de educarse, informarse y ser conscientes de las decisiones que se toman en torno al dinero. Y el interés existe, ya que, según el estudio de Opción Consultores, el 51% de las uruguayas hoy quiere aprender a invertir.

Perfiles monetarios. En su libro Money mindfulness, cómo generar, conservar y multiplicar tu dinero, Benito describe varios perfiles de personas según cómo se relacionan con el dinero. Uno de ellos es el del “pirómano”, aquella persona a la que pareciera que el dinero “le quema en las manos”, y entonces no hace más que gastarlo, según la economista. Los pirómanos gastan todo lo que tienen, sin importar si es mucho o poco. En ocasiones incluso van un paso más allá y gastan también lo que aún no tienen, una conducta que termina en un endeudamiento. Detrás de este mal hábito hay muchas veces “una persona insatisfecha”, ya sea con su trabajo, su pareja o su vida en general. Entonces, a través de esos gastos buscan gratificaciones inmediatas que puedan sacarlos de esa sensación de insatisfacción. “Sé que probablemente no me lo puedo permitir, pero tuve un día horrible y me lo merezco”, es una de las frases típicas del pirómano para justificar una compra innecesaria.

Es un perfil muy común, ya que la sociedad impulsa a las personas a tener conductas de este tipo. Muchos productos de segunda, tercera o enésima necesidad prometen una recompensa inmediata y una novedad que alegra al cerebro humano. “Cuando compramos algo nuevo tenemos como una subida de la glucosa, igual que cuando tomamos algo con azúcar”, detalló Benito en diálogo con Galería. Llega un punto en el que esos “lujos” se normalizan, se vuelven costumbre para el pirómano, al punto que llega a convencerse de que son una necesidad.

En el extremo opuesto al del perfil anterior, está el de “la hormiguita”, que describe a aquellos que “no saben disfrutar de la vida”, según la economista, porque “ahorran en exceso”. Y si bien el ahorro es una virtud y es una de las claves de un buen manejo de las finanzas personales, lo sano es que esté ligado a un proyecto de vida, a unos objetivos específicos, a mediano o largo plazo. No se trata de “acumular por acumular”. Quienes cumplen con el perfil de la hormiguita son aquellos que siempre tienen dinero reservado “por si pasa algo”. Muchas veces son personas que podrían permitirse cursar una maestría, cambiar su auto o incluso tomarse un año sabático con el dinero que tienen ahorrado. Pero no, no lo tocan. “Hay detrás un miedo al futuro, un querer tener todo controlado y una obsesión que se vuelve enfermiza”, dijo Benito.

Existen muchas personas que no quieren “venderse al sistema”. Son aquellos que llevan una vida bohemia, con lo justo, y prefieren mantenerse lejos del dinero. Son los que Benito llama “neuróticos de la pobreza”. Con esta postura, según la economista, impiden que el dinero fluya hacia ellos. Parece un perfil algo lejano, pero no lo es, porque también tiene que ver con la idea del merecimiento. Son personas que creen que no merecen más de lo que tienen. Benito sostiene que este perfil es más común en las mujeres, que muchas veces se imponen sus propios “techos de cristal”. Y tiene que ver con motivos históricos como el de su tardía incorporación al mercado laboral, el rol tradicional de amas de casa y su generosidad de poner siempre a los demás por delante de ellas.

Un perfil poco frecuente en el relacionamiento de las personas con el dinero es el que adoptan aquellos que prefieren no saber nada al respecto. Por eso, Benito los llama los de “la nube del no saber”. Es una actitud que también se puede ver con más frecuencia en mujeres, en las que sus ingresos los maneja su pareja o alguna otra persona. “No es algo que me parezca mal, pero tenemos que llevar mínimamente un seguimiento y tiene que haber una puesta en común, tanto en el inicio como de forma periódica”, advirtió la economista.

El riesgo de un desentendimiento absoluto de los ingresos o las finanzas propias es que un día esa pareja o ese tercero que se encarga del asunto no esté. O que cometa errores, con inocencia o con mala intención, en el manejo del dinero. En este sentido, es hasta peligroso. Es también el caso de aquellos que se presentan en una sucursal bancaria con su dinero y le dicen a su ejecutivo: “Ponelo donde sea, con tal de que no se pierda”. Y allí después no hay lugar para reclamos.

“Este perfil me da mucha rabia, porque a veces nos vamos a comprar un teléfono móvil o un viaje y nos preocupamos muchísimo por las prestaciones y detalles, nos informamos mucho antes de comprar. Sin embargo, cuando vamos a tomar decisiones financieras sobre qué hipoteca pedir, qué comisiones tiene, mi cuenta bancaria, no prestamos ni un poquito de atención, ni preguntamos. Y son decisiones mucho más importantes que el teléfono por el que vamos a cambiar el que ya tenemos o el coche también”, dijo la experta española.

Las claves. Para lograr una relación sana con el dinero, las personas necesitan sentirse en control de esta variable, tomar decisiones conscientes sobre cómo lo ganan, cómo lo gastan y cómo lo invierten. “Es verdad que a veces puede dar un poco de miedo cobrar por el trabajo, pero es el estar convencidos, tener cierta legitimidad, animarse a asumir ciertos riesgos. La autodirección, que es esa capacidad de tener un buen liderazgo personal, en este tema es fundamental”, dijo Estefanell.

En ese sentido, es importante aprender a controlar los impulsos y las gratificaciones inmediatas que surgen en torno al gasto. Un aspecto importante es tener buenos modelos para manejar las finanzas personales que le permitan a la persona salir de ese “piloto automático” y cuestionar sus ingresos y egresos. “Una persona que dice: ‘no soy buena ganando dinero’, puede cambiar y decir: ‘tengo que aprender a manejar mis finanzas, tengo que aprender a cobrar mi trabajo’”, recomendó la psicóloga.

Mujeres y dinero en cifras

El proyecto sobre finanzas personales Mujeres y Dinero encargó a Opción Consultores un estudio de opinión pública para conocer la realidad de las mujeres uruguayas en su vínculo con el dinero. De ese estudio nacional surgieron los siguientes datos:

7 de cada 10 no habla de dinero con sus pares.

4 de cada 10 no ahorra nunca.

6 de cada 10 no planifica los gastos en su hogar.

4 de cada 10 cree que el dinero solo trae discusiones y divide a las familias.

Charla sobre la psicología del dinero

Descubrí la psicología del dinero. Qué impacto tienen tus emociones en tus finanzas es el título de la charla que Lorena Estefanell ofrecerá como una iniciativa del proyecto Mujeres y Dinero. Allí abordará los siguientes temas: creencias limitantes: ¿cómo detectarlas?, ¿cómo funcionan y qué impacto tienen en nuestro comportamiento?; sesgos cognitivos y estilos de atribución que te generan ideas irracionales sobre el dinero, trampas psicológicas comunes en las que todos caemos, salir del piloto automático, hacer lo contrario a lo que tu pensamiento indica y generar nuevas ideas, aprender a gestionar el malestar.

Jueves 22 de junio a las 19 horas en Sinergia Faro, Punta Carretas. La entrada tiene un costo de 850 pesos y la inscripción se realiza a través del link que figura en la biografía del Instagram de Mujeres y Dinero.