Mientras el consumo crece en todo el mundo, en Uruguay el colectivo Imaginario Nueve está presente en fiestas y conciertos para testear en el momento la calidad de las sustancias
Mientras el consumo crece en todo el mundo, en Uruguay el colectivo Imaginario Nueve está presente en fiestas y conciertos para testear en el momento la calidad de las sustancias
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLas cuatro jóvenes se juntan tres horas antes de que empiece la fiesta. Están emocionadas porque es la primera vez que van a ver a su dj favorito en vivo. También es la primera vez que dos de ellas van a una fiesta electrónica, la segunda vez para otra y la sexta para la mayor, que será la encargada de "cuidar" al grupo. Porque esa noche no solo será su debut en las fiestas electrónicas, también será la primera vez que tomarán éxtasis: "la droga de la felicidad" o "la droga del amor". Las "pastis" (como le dicen) se las dio un amigo que verán en la fiesta, que las consiguió por otro amigo, que suele comprarlas por WhatsApp a un conocido de confianza. Antes de salir, la dueña de casa toma crema de manos, chupetines y abanicos. A las novatas les resulta un tanto extraño. Pronto entenderán.
Ya en la fiesta, la pastilla demora poco tiempo en actuar, y empiezan a tener nuevas sensaciones: les dan ganas de abrazarse, decirse lo mucho que se quieren y experimentan una sensibilidad especial al pasarse crema por la piel o sentir el viento del abanico en la cara. Se sienten livianas, cómodas con sus cuerpos. Están horas bailando frente al escenario donde el dj toca las canciones que tanto esperaban, y los atractivos juegos de luces potencian ese estado de felicidad. La noche transcurre sin problemas. La mayor de las chicas se asegura cada tanto de que todas tengan una botella de agua en la mano para no deshidratarse (uno de los principales efectos secundarios que tienen estas drogas) y reparte los chupetines para aumentar el nivel de azúcar y calmar las mandíbulas, que pueden trabarse por los efectos de la droga. El ambiente fue, básicamente, una fiesta. Pero no todas las noches terminan así.
Las drogas sintéticas, que están en auge en todo el mundo, pueden llegar a tener consecuencias peligrosas. En 2016, cinco jóvenes (entre ellos un uruguayo) murieron en una fiesta en Buenos Aires después de haber consumido una de estas drogas llamada Superman. Ninguno sabía de qué estaba compuesta aquella pastilla roja ni cuáles eran sus efectos. Lo cierto es que (casi) nunca se sabe. Ese año, la desinformación y el desconocimiento sobre estas sustancias unió a varios jóvenes que formaron un colectivo para ayudar en la reducción de riesgos. El grupo se llama Imaginario Nueve y está integrado por voluntarios de distintas profesiones que tienen el objetivo de informar a consumidores sobre estas drogas prohibidas, de las que poco se habla y menos se sabe. Además de dar talleres y estar en distintos eventos, en las fiestas electrónicas están ubicados en rincones que llaman "zonas de achique". Estos voluntarios están de guardia durante toda la noche para dar consejos, ayudar a quien reaccionó mal y dar mucha, mucha agua gratis. Pero sobre todo están allí para hacer un análisis sencillo y rápido de la composición de las sustancias psicoactivas que tiene la droga que se va a tomar para que los consumidores no corran riesgos.
No buscan hacer una apología ni, por el contrario, demonizar el consumo de estas drogas que están en auge, sino reducir daños. "Es como una carrera en bicicleta: va cambiando todo el tiempo. Cuando las autoridades prohíben determinada sustancia que saben que se encuentra en las drogas que incautaron, los productores ilegales agregan otra, lo que hace que sea muy difícil saber qué están consumiendo", dice Clara, miembro del colectivo desde hace cuatro años. Por otro lado, el desconocimiento generalizado, el funcionamiento del mercado negro y la mezcla de sustancias al momento del consumo complican las investigaciones que lleva adelante el mundo académico, que tiene pocos datos sobre el universo de los sintéticos.
Viejo consumo, nuevos públicos. A grandes rasgos, las drogas sintéticas son sustancias psicoactivas que alteran la percepción del mundo externo y de las sensaciones internas; causan una sensación de felicidad y exacerban sentidos como el tacto y el olfato. El efecto es rápido y responde a las interacciones de la droga con las neuronas. "En el mundo de las drogas está el set and setting que se define como la relación entre el individuo, la droga y el contexto. En ese triángulo, para la persona que consume sintéticos, el que más incide es el contexto, por eso suelen ser experiencias compartidas", explica el docente de la Universidad de la República e investigador de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, Paul Ruiz.
Las sustancias sintéticas se diferencian de los estimulantes (como la cocaína) y los depresores (como el alcohol) por lo que generan. Mientras que los que consumen alcohol, por ejemplo, suelen tener tendencias depresivas, las sintéticas se usan más que nada en experiencias compartidas. No influye tanto el estado interno del que las ingiere. "Está menos presente esa cuestión de automedicación y sí aparece el contexto. Los alucinógenos y, sobre todo, los empatógenos (sustancias que producen efectos emocionales y sociales) sirven para amenizar una fiesta. Ahí manda el contexto en lugar del estado interno del individuo", explica Ruiz, que actualmente está trabajando sobre líneas de investigación que incluye el policonsumo. Sobre todo los jóvenes eligen estas drogas cuando van a fiestas electrónicas o eventos donde los estímulos despiertan nuevas sensaciones. No es un fenómeno nuevo, pero sí se resignificó en los últimos años. En los 60 y hasta los 80, el consumo de drogas sintéticas, en especial el LSD, fue un símbolo de la contracultura hippie y la psicodelia. Hoy, los usuarios de estas drogas tienen un nuevo perfil. Ya dejaron de ser aquellos jóvenes que estaban detrás de búsquedas místicas, que se manifestaban en protestas políticas y estaban del lado del pacifismo. Las consumen toda clase de individuos en fiestas "por los estímulos, la música y el estar con determinadas personas, en determinado lugar", según aclara Ruiz.
Luego de analizar las sustancias extraídas de las cloacas de una fiesta electrónica, hace cuatro años, la Junta Nacional de Drogas evidenció este escenario en la noche montevideana, y se sorprendió con los resultados: la presencia de drogas sintéticas era mayor de la que tenían conocimiento. El fenómeno no hizo más que crecer y ampliarse desde entonces. En el mundo ya hace un tiempo que los observatorios de drogas pusieron el foco en la investigación y el monitoreo de las drogas emergentes. Al igual que Ruiz, los investigadores dicen que el mayor problema es que el campo de estudio es difícil de penetrar y eso hace que la percepción del riesgo sea escasa. Tiene sentido: si no se sabe sobre el terreno, menos se sabe sobre cómo educar.
"Lo que pasa con las drogas sintéticas es que hay una falta importante de información; el mundo académico muchas veces está corriendo de atrás. Cuando trabajo en los centros educativos y hago aproximaciones para ver cuál es la percepción sobre las drogas, me doy cuenta de que es prácticamente nula. No son conscientes de las consecuencias y de los efectos que el consumo puede tener. Para otras drogas, como la cocaína, manejan más información, saben de los riesgos. Pero poco se sabe sobre los sintéticos", asegura Ruiz.
Al ser ilegales, no se sabe su origen, si hubo mutaciones en la cadena de tráfico y distribución (se compran por las redes sociales o a través de conocidos) o si los usuarios las mezclan con otras sustancias. "El riesgo para los consumidores lo representa el considerar que todas las drogas de síntesis son iguales; es decir, que por tratarse en su mayoría de estimulantes del tipo anfetamínico y comercializarse bajo el mismo nombre, generan los mismos efectos y que difícilmente pueden ocasionar problemas de adicción, con las consecuentes manifestaciones de tolerancia, síndrome de abstinencia e incluso efectos degenerativos sobre el sistema nervioso central. Pero la realidad es otra", indica el informe Viajes sintéticos. Estudios sobre uso de drogas de síntesis en el Uruguay contemporáneo (2016), realizado por la Junta Nacional de Drogas. Esta publicación cita estudios de países como Colombia, donde se registraron drogas sintéticas que contienen más de 240 sustancias distintas. Muchas, incluso, ni siquiera tienen el principio activo del MDMA (éxtasis) que es lo que buscan los usuarios. Aquí es donde se genera el escenario ideal para la entrada de colectivos como Imaginario Nueve, que -sin estar formados por expertos- reúnen información, se conectan con organizaciones y realizan testeos in situ para detectar las sustancias presentes en las drogas.
Una ayuda voluntaria. Con una fuerte presencia en redes, el colectivo Imaginario Nueve busca concientizar a los consumidores en fiestas, bares y hasta talleres en centros educativos. "En el colectivo usamos herramientas de reducción de daños. A nosotros nos interesa el resultado concreto y creemos que es fundamental que el usuario esté informado, que sepa qué está consumiendo y que se hable del tema. Es una forma de prevenir", dice Clara. En las "zonas de achiques" se hacen dos tipos de chequeos para identificar si la droga cuenta con la sustancia que el consumidor desea y detectar si contiene adulterantes.
El primero, el test colorimétrico, es una herramienta de análisis cualitativo que sirve para reconocer las ausencias o presencias de las sustancias que se buscan. Se suele hacer en pastillas y cristales (dos drogas que contienen MDMA, su nombre completo es Metilenedioximetanfetamina) y en el LSD, que en realidad es una droga semisintética, pero también se puede usar con otras sustancias. El análisis demora unos pocos minutos y detecta sustancias fraudulentas con un procedimiento sencillo: se usan tres reactivos -madelin, mecke y marquis- que muestran el color de los reactivos y se compara con tablas predeterminadas. Este chequeo no permite ver si hay sustancias adulteradas. El segundo test sí lo corrobora, y se puede lograr con la técnica TLC que tiene el poder de separar los compuestos de las drogas. Este procedimiento es más largo y sirve para testear el MDMA, LSD, la cocaína y sus adulterantes más comunes, aunque no distingue la concentración ni las cantidades. "En general, las personas hacen el primer test antes de consumir la droga y nos dejan una pequeña muestra para el segundo test. Cuando vienen por el resultado del segundo (que puede tardar entre una hora o dos) ya consumieron la sustancia. Nos ha pasado que tiren una pastilla o una 'tripa' (como se le llama al LSD) adelante nuestro", dicen desde el colectivo. Pero su trabajo no termina en las fiestas.
El equipo, que está formado por ocho personas y puede llegar a las 15 cuando hay mucha demanda, recibe consultas constantes por medio de las redes sociales, aunque más de una vez amanecieron con su cuenta de Instagram (que al momento de publicar la nota es imaginario_nueve) censurada y tuvieron que empezar de nuevo. Las consultas son tan variadas como inesperadas; les preguntan qué puede pasar si toman una pastilla cuando están menstruando, cuáles son los efectos de tal droga o qué puede ocurrir si consumen mientras están tomando cierto medicamento. "La demanda es enorme y es lo que también nos hace salir a la calle a hablar de estos temas. Recibimos llamados de liceos para dar talleres, porque el auge es un hecho y no hay un horizonte que diga que va a haber un cambio a futuro. No podés decirle a alguien que se va a morir si toma una pastilla. El acercamiento tiene que ser de otra manera. Tratamos de generar conciencia de los riesgos y de los daños a los que uno se expone cuando consume sustancias cuyo origen no conoce. Pero desde un lugar en el que se los respete. Creemos que hay un vacío y una necesidad", señalan.
El colectivo también está en contacto con organizaciones de América Latina y Europa que son referencia en reducción de daños. En sus redes dan consejos para el consumo responsable, alertan sobre sustancias fraudulentas y acercan información a personas que tienden a aprender de sus pares. "Las drogas siempre fueron una realidad pero hay un aumento en el consumo. Hemos aumentado nuestra capacidad de consumo en general, y es más fácil el acceso. No es que haya algo en las nuevas generaciones que los hace más consumidores que los veteranos", opinan desde Imaginario Nueve.
Más estudio y prevención. Según la última encuesta sobre consumo de drogas en estudiantes presentada por la Junta Nacional de Drogas en 2019, las drogas sintéticas "siguen presentando prevalencias relativamente bajas". El mismo informe, sin embargo, alerta sobre las adulteraciones con productos "altamente riesgosos para la salud" y habla de la aparición de casos clínicos por episodios agudos de intoxicación. También asegura que el Sistema de Alerta Temprana -pensado para el control y rápida actuación del sistema sanitario- debe ser reforzado con un mayor apoyo político para cumplir su rol y notificar sobre los eventos de consumo de estas sustancias.
Desde la Junta Nacional de Drogas aseguran que a veces no dan los tiempos para la construcción de medidas preventivas eficaces por la rapidez en la que se expande y diversifica el fenómeno. "Es todo un desafío para las políticas sobre drogas", indica la encuesta.
Según datos del Ministerio de Salud Pública, el grupo de sustancias con mayor presencia entre los consumidores de drogas sintéticas es el éxtasis o MDMA. Esta sustancia tiene efectos entactógenos que provocan que quien la consume sienta más empatía y conexión con el entorno. Pero desde el ministerio aseguran que la droga puede no tener ese efecto por las adulteraciones. También explican que el éxtasis afecta la química del cerebro al liberar un alto nivel de serotonina, una sustancia que regula el estado de ánimo, el nivel de energía y el apetito. Esa "cuota de felicidad química" viene en forma de pastillas de distintas formas, tamaños y colores, con dibujos que las hacen parecer golosinas, y que es a menudo les dan el nombre; y también en forma de sales cristalizadas (que le llaman cristales) de color blanquecino o casi amarronado. A pesar de que su nombre transmite idea de pureza, es más fácil de adulterar, lo que es conveniente tener en cuenta porque a menudo los adulterantes desencadenan efectos peores que la propia droga.
Ante el conocimiento del consumo, el ministerio -después de la obvia recomendación de no consumir esta ni ninguna otra droga- aconseja no mezclarlas con otras sustancias psicoactivas, no conducir bajo sus efectos ni consumir durante la adolescencia o el embarazo. Advierte a las personas que están en tratamientos con medicamentos que aumentan los niveles de serotonina, como los antidepresivos, y recomienda consultar a los médicos si se siente algún tipo de malestar, pues se puede estar ante una intoxicación.
De esta manera, los investigadores académicos analizan un campo del que poco se sabe y las autoridades reconocen el aumento en el consumo de las drogas sintéticas, mientras profesionales y colectivos trabajan en talleres educativos y testeos in situ para reducir riesgos de una tendencia mundial que está en auge.