El listado 2023 de los 10 deportistas mejor pagos del mundo divulgado en mayo por la revista Forbes trajo obviedades y sorpresas. Fue histórico, porque superaron los 1.100 millones de dólares de ganancia, rompiendo el récord de 2018. Y también fue reflejo de los tiempos que corren.
Con 136 millones de dólares, el portugués Cristiano Ronaldo encabezó la lista, lo que es inusual para un futbolista de 38 años, ya en el final de su carrera. Claro que su fichaje por el Al Nassr de Arabia Saudita elevó su ya de por sí alta cotización a fuerza de petrodólares. Es claro que para estar en ese top ten influye también el prestigio, medido a partir de contratos publicitarios e inversiones exitosas más allá de lo logrado en sus disciplinas. Así, en los primeros puestos le siguen Lionel Messi (futbolista argentino, 36 años, US$ 130 millones), Kylian Mbappé (futbolista francés, 24, 120), LeBron James (basquetbolista estadounidense, 38, 119,5) y Canelo Álvarez (boxeador mexicano, 32, 110). Todos ellos son nombres que resultan familiares incluso al público no demasiado empapado por lo deportivo.
La sorpresa llegó en los puestos seis y siete. Ahí figuraban dos golfistas estadounidenses, Dustin Johnson (38) y Phil Mickelson (52), con 107 y 106 millones de dólares, respectivamente, ganados durante el año anterior. Sacando algunos nombres puntuales que por distintas razones exceden en mucho a los greens, caso Tiger Woods, el golf no es un deporte convocante que apasione multitudes. Y si bien ambos son dos nombres muy destacados en lo suyo, ambos estaban dejando atrás su mejor momento. En el listado 2022 de Forbes, Mickelson estaba en el puesto 31 y Johnson ni siquiera entró entre los 50 primeros.
En 2021 se fundó LIV Golf, que en junio de 2022 comenzó sus torneos. Es un circuito de golf profesional que nació para rivalizar con el PGA Tour (el más conocido, de Estados Unidos) y el DP World Tour (europeo). El nombre LIV refiere al 54 en los números romanos, por el total de hoyos a disputarse en cada evento (tres rondas de 18). Además, incluyó el concepto de disputar torneos de golf por equipos. Pero la gran novedad fue la inyección que le dio su principal patrocinante, el Fondo de Inversión Pública (PIF, por la sigla en inglés), el mayor fondo soberano del mundo, de Arabia Saudita, que le permitió ofrecer premios y recompensas mucho más abultadas que los otros dos circuitos. Eso fue lo que hizo que varios golfistas se sintieran atraídos, entre ellos, Johnson y Mickelson.
Pero los petrodólares también causaron problemas, que a la vez resultan significativos del recelo que provoca este nuevo jugador en el mundo del golf. Desde su nacimiento, varios artículos en la prensa occidental —incluyendo al prestigioso Thomas Friedmann en The New York Times— señalaron que esto no era más que un intento de la monarquía saudita, acusada tanto de violaciones a los derechos humanos como de turbias prácticas financieras, de lavar su imagen a través del deporte. Nada muy distinto, desde ya, a lo que se indicó sobre la localía de Catar para el Mundial de fútbol del año pasado.
Que el exgolfista australiano Greg Norman, conocido como “el gran tiburón blanco” por su pelo canoso y su juego agresivo, la gran estrella de este juego hasta la irrupción de Tiger Woods, haya sido designado como el CEO de LIV Golf le acarreó más problemas a la vieja estrella que credibilidad al nuevo circuito.
Norman, una leyenda de este deporte, se mandó una patinada brutal en una gira promocional del LIV Golf. En una conferencia de prensa en Londres, en mayo de 2022, le preguntaron por la espantosa muerte en 2018 del periodista disidente Jamal Kashoggi, detrás de la cual estuvo —según concluyó la CIA— el príncipe heredero saudita Mohammed Bin Salman, también el hombre detrás del PIF. “Todos cometemos errores y lo importante es aprender de ellos”, fue todo lo que se le ocurrió decir.
Lo cierto es que en ese mismo mayo de 2022, Dustin Johnson se transformó en la primera estrella de este deporte en fichar para el circuito árabe. Según indicó Forbes, esta movida le significó perder el apoyo de su mayor patrocinante, The Royal Bank of Canada. Sin embargo, todo lo que ha podido meterse en el bolsillo gracias a los premios en el terreno (102 millones de dólares en los torneos, casi el total de sus ganancias) hicieron que no extrañase a sus sponsors.
Lo mismo pasó con Mickelson: perdió patrocinadores, pero se metió solo por jugar más de cien millones de dólares en el bolsillo.
Dustin Johnson fue la primera estrella del golf en acercarse al campeonato árabe. AFP
Mientras LIV Golf era señalado como “un esfuerzo (saudita) por distraer la atención de sus graves abusos contra los derechos humanos al hacerse cargo de eventos que celebran los logros humanos”, según indicaba Human Rights Watch, para febrero de este año ya eran 80 los golfistas de elite que se habían dejado seducir por este circuito, que ya había organizado torneos en Estados Unidos, Gran Bretaña, Arabia Saudita y Tailandia, y pensaba extenderse a México, Singapur, España y Australia.
El tema excedió en mucho a lo estrictamente deportivo. Un grupo de sobrevivientes a los ataques del 11-S agradecieron en una carta pública a los golfistas que se habían mantenido leales al PGA Tour, que de golpe se había transformado en un símbolo del patriotismo norteamericano. “Gracias por defender la decencia. Gracias por defender a las familias del 11 de setiembre. Gracias por resistir los esfuerzos del Reino de Arabia Saudita para limpiar su reputación comprando atletas profesionales... Para aquellos de ustedes que han elegido lo correcto sobre el dinero sangriento de una entidad deportiva corrupta y destructiva y sus patrocinadores sauditas, por favor continúen manteniéndose firmes”, dice el texto divulgado por ABC News el 23 de junio de 2022.
Vale decir que, a diferencia de otros países, en Estados Unidos el golf es un deporte que si bien es mucho menos masivo que el béisbol, el básquetbol o el fútbol americano, goza de mucha popularidad. El mismísimo Tiger Woods, que había rechazado una oferta descomunal de LIV Golf para unirse a ese circuito, trataba a los que sí habían aceptado poco menos que de desertores y desagradecidos: “Creo que lo que han hecho es darles la espalda a quienes les ha permitido llegar a esta posición”, dijo en julio del año pasado, en una defensa al histórico PGA Tour.
Sin embargo, hay un dicho que se cumple bastante seguido en estas circunstancias: “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”. Otra variante es: “Tengo mis principios, pero si no le sirven tengo estos otros”.
Un despacho de la agencia EFE del 6 de junio de 2023 señalaba que el PGA Tour, DP World Tour y el fondo saudita anunciaron una alianza. “Las partes han firmado un acuerdo que combina los negocios y derechos comerciales relacionados con el golf del PIF (incluido LIV Golf) con los negocios y derechos comerciales del PGA Tour y el DP World Tour en una nueva entidad con ánimo de lucro, de propiedad colectiva, para garantizar que todas las partes interesadas se beneficien de un modelo que ofrezca la máxima emoción y competición entre los mejores jugadores del juego”, informaron los tres en un comunicado.
Se terminaban así los enfrentamientos, las causas legales abiertas y el nacimiento de una nueva entidad —cuyo nombre no se divulgó entonces— que lidere el deporte en el mundo. Y si bien eso significa que los “desertores” podrán también competir en sus circuitos originales, lo que no queda claro es qué tanto se cerró la grieta.
A Woods se le había sumado en su postura el norirlandés Rroy McIlroy, quien habló públicamente de su “odio” al LIV y sus ganas de que “desapareciera”. Una vez que se logró un acuerdo, este dijo sentirse como un “cordero sacrificado”. El vasco Jon Rahm, por su parte, dijo que “mucha gente siente un poco de traición”.
El norteamericano Tom Watson cuestionó en una carta pública dirigida a las autoridades del PGA sobre el “secreto” en que se llevaron las negociaciones y la necesidad de recibir “explicaciones” sobre el acuerdo. En su misiva, pidió respuestas para “poder mirar a los ojos a los familiares del 11-S”, subrayó, apelando a una fibra patriótica que, en todo caso, no impidió que las entidades se unificaran en algo que aún no se sabe qué es.
“Poderoso caballero es Don Dinero”, escribió Francisco de Quevedo en el siglo XVII, unos 200 años después de que lo que hoy se conoce como golf comenzase a esbozarse en Escocia. Dudosamente se haya inspirado en él, pero encaja.