Con 22 años y una colección inspirada en la arquitectura de Eladio Dieste, el salteño Gabriel Fagúndez representó a Uruguay en Graduate Fashion Week, el evento educativo de moda más grande y reconocido del mundo. En este, cada participante presentó su colección de egreso en la pasarela de Dubai Fashion Week. Innocen’t, su colección de cinco looks, mezcla tonos crudos, verde seco y tiene acentos en naranja vibrante. Este último color es un guiño al ladrillo característico de la iglesia de Cristo Obrero, la obra más reconocida de Dieste, que lo inspiró y fue la consigna detrás de toda la colección. A los vestidos, minifaldas, tops y pantalones, los acompañan guantes de lana merino en color natural o cuero naranja y otros accesorios de bronce, como el detalle de una de las carteras o las caravanas de varios aros. Los diseños, de gran volumen, diferentes texturas y confeccionados con materiales uruguayos, desprenden elegancia y originalidad. A partir de esta colección Gabriel desarrolla su propia marca, Gabez.
Estudiantes de Instituto Marangoni de Italia y Reino Unido, de Ferrari Fashion School de Milán, de la Universidad Donghua en China, entre otros, participaron con Gabriel, que fue seleccionado a través de Integra Escuela Pablo Giménez y apoyado por Montevideo Shopping. La semana de graduados, impulsada por la organización británica Graduate Fashion Foundation, se lleva a cabo desde 1991, y desde 2021 cambia de lugar dependiendo de qué universidad se postule como sede. Con el objetivo de presentar el panorama de la próxima generación del diseño, el evento seleccionó a estudiantes de 28 universidades de 14 países distintos. Del 9 al 13 de octubre reunió a graduados, educadores de moda y líderes de la industria, como los directores de LVMH, para conectar a los nuevos diseñadores con referentes, así como para acercarlos a los temas del momento a través de charlas y desfiles.
El despliegue fue enorme. Creo que no fui consciente de que era Dubai Fashion Week hasta que llegué y empecé a ver la movida. Las charlas que se organizaron para nosotros se hicieron en Dubai Fashion District, una zona moderna destinada a la moda y lo creativo. En un momento salí de una de esas charlas con gente de la que me hice amigo ahí y vimos un galpón gigante. Nos quedamos a mirar y había una pasarela impresionante adentro, era gigante. Ahí me di cuenta del nivel del lugar donde estábamos. La organización de todo me impactó, había mucho espacio y trabajo destinado a la moda, a los eventos de la semana. Allá hace un calor extremo, entonces todos los lugares estaban cerrados y tenían aire acondicionado. Cuando vimos el desfile de FAD (instituto de lujo, moda y estilo de Dubái), que fue de un nivel increíble, pensamos que la pasarela era solo para las marcas de la semana de la moda, no para nosotros. Pero después nos dijeron que también era nuestra pasarela, desfilábamos al día siguiente. Sé que desfiló Naomi Campbell para alguna de las marcas de la semana de la moda.
El diseñador presentó su colección de egreso, de cinco looks elegantes y contemporáneos, en Dubái.
¿Cómo evaluás tu colección luego de ver las de egresados de las instituciones más reconocidas a escala mundial?
Al haber tantas instituciones, y de las mejores del mundo, uno ve de todo. Vi muchas cosas insólitas. Pude diferenciar una colección de otra, porque cada escuela tiene su impronta. Cada país también tiene su estilo y se nota enseguida de dónde es cada institución. Al igual que Escuela Integra, que intenta representar a Uruguay con cada colección que va a este evento internacional, cada institución busca lo mismo con el estudiante que viaja para ahí. Agnes Lenoble presentó su colección en el Global Grad Show en 2019, que fue en Londres, al egresar de Integra. Su colección era con mucho cuero, tenía una clara inspiración uruguaya. Las escuelas de China o Japón, por ejemplo, se destacan en lo que son las estampas de una calidad increíble. La colección de una de las universidades de Estados Unidos tenía accesorios con luces y cosas giratorias, muy yankee. Otra del mismo país presentó una colección de ropa deportiva, con textiles que acá no hay manera de conseguir. Fue redeportivo, algo también muy estadounidense. Creo que lo hecho en Uruguay nunca deja de ser artesanal y eso es algo a destacar. Acá buscamos llevar los diseños al lujo por el lado de la artesanía. Creo que eso hizo que mi colección se destacara.
Foto: Adrián Echeverriaga.
¿Te sentiste identificado con alguna colección, institución o diseñador que conociste allá?
Me hice amigo de una chica que estudia en el Instituto Marangoni de Milán y cuando terminó nuestro desfile me fui a cenar con ella, otro estudiante de la misma escuela y la directora de educación de Marangoni Milán. Me dijeron que les había encantado mi colección. Me di cuenta de que mi colección y la de la chica eran similares. Ambas buscan mostrar algo bien terminado, que se ve fino y es sencillo, algo elegante pero que no deja de ser arte. Ella me dijo eso y yo le dije lo mismo a ella, me encantó lo que presentó. Fue la colección que más me gustó porque era la más clean y al mismo tiempo de lo más increíble. Uno de sus looks tenía un respaldo de silla de madera en la parte del frente del vestido. Era increíblemente fino y elegante. Me dijo que eso es lo que vio también en mi colección y que es lo que enseñan siempre en Marangoni: que las colecciones sean sencillas y elegantes pero que no dejen de ser arte. Yo me quiero inclinar a eso. El lujo en la simpleza es muy Milán.
¿Cómo evaluás la escena de la moda en Uruguay luego de tener esta experiencia?
Estamos a un buen nivel, podemos llegar lejos. Hay mucho conocimiento pero pocas fábricas. Hay mucha gente que trabajó en fábricas increíbles, lugares que hoy ya no existen. Hay mucha gente que sabe un montón. Es difícil llegar a los resultados que llegan en otros países sin tener nuestras propias fábricas. De todas formas, tenemos las herramientas para llegar alto. Mientras cursé mi carrera, conocí tejedoras que trabajan de una forma increíble. Viven afuera de Montevideo y nadie las conoce. Las carteras de cuero Gabez las confecciono en Salto porque en Montevideo hay poca gente con máquinas de columna, necesarias para ese trabajo. Mucha gente que trabajó en su momento tiene los conocimientos, el oficio integrado, pero ya no están las máquinas a disposición. Hay que indagar mucho y encontrar gente que te pueda aconsejar.
Posiblemente en otros países tengan todo más a mano. Por ejemplo, se notaba que no había nada cosido a mano en las colecciones de Estados Unidos que nombré. Había terminaciones que no eran ni cosidas, parecían pegadas. Esa tecnología acá no existe. Otro ejemplo es que en Uruguay no tenemos una fábrica de etiquetas bordadas. Eso ya puede bajar el nivel de una prenda. Hay que rebuscárselas para lograr a mano una etiqueta que esté lo más perfecta posible. Son impedimentos que se pueden usar a favor y convertirlo en lo que te hace destacar. Con el trabajo a mano se pueden lograr cosas únicas porque no es lo típico en la industria de la moda. A veces a la hora de emprender es más complejo porque todo lleva más tiempo que si tuvieras una máquina que te ayude a hacer el trabajo. Se suele hablar mucho del precio de las marcas de producción nacional, pero tiene sentido que salgan lo que salen porque hay muchísimo trabajo detrás.
¿Notaste interés por el cuidado de los recursos humanos y del medio ambiente en los trabajos de los otros egresados? ¿Lo notás en los diseñadores emergentes uruguayos?
Nos dieron una charla sobre el tema. En las colecciones no es algo que se note a simple vista. Hablé con una chica rumana y me dijo que había hecho toda la suya con el método de upcycling. A la vista no se veía, como sí sucede en la mayoría de los looks hechos con ese método. Usó un montón de cuero, que eran residuos de una tapicería. Su colección se veía cara e industrial, es decir con terminaciones perfectas. Era increíble. Eso obviamente era de un nivel de diseño altísimo, pero está bueno verlo porque demuestra que se puede hacer algo sustentable sin que sea un patchwork. Es gente con mucho talento que logra hacer colecciones que están superbién terminadas y no dejan de ser upcycling. En mi generación noto un interés por estos temas. Yo creo que enseñarlo es algo obligatorio en todas las instituciones de moda. En la carrera hicimos varios proyectos así. Hubo una colección para el Sodre que tenía que ser hecha 100% con materiales reciclados. Tuvimos que recorrer ferias y otros lugares en busca de materiales. Varios de los que se presentaron en Mondesign este año hicieron colecciones zero-waste. Hay mucha conciencia sobre la mano de obra local, se le da mucha importancia a trabajar con ella, a que las prendas sean producidas acá. La tela del vestido gris de Innocen’t estaba casi completamente destruida, pero eso me gustó, porque tenía unos colores muy lindos. El cuero que utilicé es de verdad, no es sintético, y es de Uruguay. Con la lana hice lo mismo. Se valora el trabajo con la materia prima de acá.
La inteligencia artificial (IA) es otro tema actual. ¿Notás que crece el interés por esa herramienta aplicada a la moda entre tus colegas uruguayos?
Yo me recibí en diciembre del año pasado y creo que es un tema que se volvió presente este año. Una de mis compañeras de clase, Belén Vaz, se recibió de productora y comunicadora de moda en Integra y trabajó con la IA para su proyecto de egreso. Nunca había visto algo así en Uruguay, implementando IA de esa manera. La escuela ya tiene un montón de proyectos relacionados con el tema. Esa tecnología te lleva a otro universo, ayuda un montón para inspirarse. Está bueno aferrarse a la identidad de uno, de la marca propia, por ejemplo, y desde ahí modificar algunas cosas a partir de lo nuevo que uno aprende, en este caso con esa tecnología. Está bueno trabajar y mejorar con IA lo que uno ya tiene, verla como una herramienta.
Foto: Adrián Echeverriaga.
¿Cuándo fundaste tu marca Gabez?
Desde niño siempre me incliné hacia el arte, el dibujo, el macramé. Con 17 años empecé una marca de accesorios y ahí me di cuenta de que quería emprender en la moda. Los primeros años de carrera tuvimos una materia de gestión de marca. Yo ya tenía ganas de abrir mi propia marca en el futuro, tenía posibles logos y nombres en mente. Cuando egresé de Integra estaba trabajando en un lugar fijo, que no tenía nada que ver con moda. Decidí dejarlo porque sentía que no iba a poder hacer lo que realmente quería, que era desarrollar mi propia marca. Ahora estoy desarrollando Gabez, que lancé el 3 de agosto de este año. Sé exactamente lo que quiero. La primera colección se inspiró en mi colección de egreso. Fui llevando la colección Innocen’t a algo más comercial, para poder sacarlo a la venta. Pensaba lanzarlo por las redes sociales nada más, y Pablo (Giménez) me propuso hacer un lanzamiento en la escuela. Lo hicimos y salió buenísimo. Me gustaría hacer colecciones por temporada. Estoy trabajando en piezas nuevas que quiero incorporar, pero también quiero seguir haciendo algunas que están en la primera colección con mínimas modificaciones de mejora. Quiero hacer accesorios, quizá cosas pequeñas y más accesibles para hacerme conocer y pensando también en los regalos de Navidad.
Parece que tenés una visión clara de tu futuro en la moda. ¿Cuál sería?
Tengo grandes proyecciones y personas que me apoyan en el crecimiento de Gabez. Sé que emprender es un trabajo superdemandante y que va todo a su tiempo. La idea es seguir con mi marca y poder generar piezas de diseño en Uruguay poniéndole mucho foco a la calidad de los productos, generar fuentes de trabajo en el país, mostrar el talento y conocimiento que tenemos.
Sos de Salto. ¿Hace cuánto estás instalado en Montevideo?
Vine después del liceo. Hice bachillerato en Ingeniería, nada que ver a lo que hago hoy (ríe). Cuando era chico tenía el problema de que me gustaba todo, no era de los que no sabían qué hacer, sino de los que querían hacer todo. Como ya estaba emprendiendo con accesorios, ya sabía que quería ir por un lado más artístico y de moda. Pero no sabía coser, nunca había usado una máquina. Soy muy exigente y detallista, al toque empecé a manejarla. Era el prolijo de la clase. Nos reíamos en clase porque cuando hacía las muestras de lienzo, Pablo me decía que no quería ni rayarlas —para marcarle cosas a modificar— de lo prolijas que estaban. Si bien en mi familia cercana nadie hace algo creativo, solo mi prima que es actriz, toca distintos instrumentos y canta, siempre tuve mucho apoyo por parte de ellos. Estoy pensando en estudiar algo de administración o contabilidad, creo que está bueno tener esos conocimientos.
Foto: Adrián Echeverriaga.
¿Te dan ganas de irte al exterior para seguir estudiando o trabajar?
Siempre fui partidario de quedarme, pero este viaje me hizo crecer mucho y darme cuenta de que puedo hacer lo que quiera. Si pude irme solo, siendo mi primera vez viajando fuera del país, tan lejos, sé que puedo hacerlo de nuevo. Se puede ir y volver. Me parece que está bueno irse para traer conocimientos nuevos a Uruguay, fomentar la escena de acá.
Si bien tu carrera recién empieza, ¿hay algo que ya puede ser característico de tu diseño?
Me gusta diferenciarme con cosas simples. Tengo una estética limpia. Busco el equilibrio, que se note que es una prenda de diseño pero que se vea limpia. Lancé pocas cosas como para decir cuál es la identidad de mi marca, pero ya me pasa que muchos compañeros ven algo mío y dicen: “Esto es re-Gabez”. Lo que quiero que sea distintivo de mi marca es la pretina en el costado, que siempre se hace en el medio. En los jeans, faldas, bermudas, etc. Lo que diseñé hasta el momento es sin género: camisas grandes, jeans rectos y carteras, que me compraron tanto hombres como mujeres. Me encantaría meterme en la alta costura, pero creo que primero tengo que hacer conocer mi marca y después ir por esos lados.
¿Hay alguna marca o diseñador que admires y sea tu referente?
Ahora en Dubái aproveché para entrar en tiendas de marcas que no existen acá. Tengo muchas como referentes. La que más me hizo entender la conceptualización detrás de una colección es Maison Margiela. Con él (Martin Margiela) entendí la gracia y lo priceless de tener un concepto detrás de una colección. Él no se muestra nunca, no hay fotos de él en ningún lado. En los 80 o 90 le tapó la cara con una media a todas las modelos que desfilaron una de sus colecciones, para que el foco estuviera en las prendas. Esa época fue el boom de las supermodelos. Su marca se basa en el anonimato, tanto que su etiqueta es completamente blanca. Logró una identidad tan fuerte que hoy se reconoce en todo el mundo. Quiero lograr hacer colecciones que siempre tengan un concepto detrás. También, por las siluetas y lo fino que se ve en las pasarelas, me encantan Schiaparelli y Alexander McQueen.