¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
$ Al año*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
$ por 3 meses*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
stopper description + stopper description

Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

Suscribite a Búsqueda
DESDE

UYU

299

/mes*

* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

Históricas asunciones presidenciales: mensajes de esperanza e incertidumbre

Discursos memorables y no tanto, visitantes ilustres e incómodos, gestos simbólicos y tensiones han marcado las últimas jornadas de cambios de gobierno

Discursos memorables y no tanto, visitantes ilustres e incómodos, gestos simbólicos y tensiones han marcado las últimas jornadas de cambios de gobierno

En el arranque, las transiciones de gobierno no fueron fáciles. Manuel Oribe, el segundo presidente constitucional de Uruguay, asumió su cargo en 1835 y en 1836 ya estaba guerreando con Fructuoso Rivera, su antecesor. Ellos fueron los fundadores de los partidos Nacional y Colorado, colectividades que durante las primeras décadas del joven país estuvieron pensando más en degollarse entre ellas que en otra cosa. Por suerte, los cambios de mando sucesivos fueron más civilizados.

Aun así, dejaron tela para cortar. En 1959, había rumores de que el Partido Colorado no iba a entregar el poder a los blancos, vencedores el año anterior en elecciones por primera vez en casi un siglo. Hubo traspasos con lágrimas de gobernantes salientes, discursos más o menos brillantes, contextos esperanzadores o sensaciones de que se rumbeaba al precipicio, visitantes bien o malvenidos, gestos simbólicos o tribuneros, y promesas de gestión sobre las que el tiempo dio su real veredicto. Como el mundo es cíclico, hay cosas que insisten en repetirse.

El traspaso de mando del próximo domingo significará el de un cambio del partido en el poder tras 15 años y la vuelta del Partido Nacional al gobierno luego de treinta. Por eso, galería comienza este repaso de los 1o de marzo históricos con el de 1959, que tiene algunas características similares al actual. Más allá de la euforia de los vencedores y la resignación de los vencidos, todos estos fueron días de esperanza. En muchos de esos casos, más temprano que tarde esa esperanza acabó diluyéndose.

Antes del plomo. El 1º de marzo de 1959, el Partido Nacional, reunificado después de casi tres décadas, volvía al poder luego de 93 años. La crisis económica, proveniente sobre todo del exterior, terminó desnudando las debilidades del llamado neobatllismo, lo que derivó en su derrota electoral. Todavía lejos de algo parecido a una coalición multicolor, sí hubo una alianza entre el herrerismo y el ruralismo, de Benito Nardone, que llevó a los blancos a ganar las elecciones de 1958. Eso ya convertía a ese cambio de mando en uno especial, y vaya si lo fue. Sin embargo, muy poco después del triunfo las tensiones entre ambos grupos ya comenzaron a hacerse visibles; se atribuye a Luis Alberto de Herrera el mote de "comadreja colorada", en referencia a Nardone -un personaje ultraconservador y demagógico que tenía gran influencia en el medio rural- , quien había tenido sus orígenes en el batllismo.

También hubo rumores de que los colorados no entregarían el poder. El entonces coronel Liber Seregni diría luego que eso se le planteó por parte de militares al consejero nacional de Gobierno, Luis Batlle Berres, que rechazó tajantemente la idea. Eran épocas de un poder ejecutivo colegiado. En el clásico desfile militar de ese día, según el libro Estado de guerra, de Alfonso Lessa, varias unidades desfilaron con las armas cargadas. La cúpula militar fue sustituida esa misma jornada por los recién asumidos gobernadores.

Cuatro años después, el Partido Nacional conservó el poder, aunque con un margen sensiblemente menor que la vez anterior. El último presidente del Consejo Nacional de Gobierno saliente, Faustino Harrison, sufrió un desvanecimiento en el traspaso de mando, por lo que hubo que interrumpirlo brevemente hasta que estuviera en condiciones de seguir. Por la mayoría blanca había seis cargos de consejero en el gobierno colegiado, pero solo estaban confirmados cinco, ya que una compleja aritmética interna de la vencedora ubedoxia (alianza de la Unión Blanca Democrática con el herrerismo ortodoxo) dentro del lema hizo que para el 1º de marzo de 1963 no se supiera a quién pertenecía la banca restante.

El 1º de marzo de 1967 significó el regreso del régimen presidencialista y del Partido Colorado al poder, de la mano de Óscar Gestido. La Suiza de América y el Uruguay de las vacas gordas comenzaban a ser un recuerdo lejano. El Movimiento de Liberación Nacional (MLN- Tupamaros) había comenzado a actuar y también empezaban a correrse rumores de golpe de Estado, algo impensado años atrás en el país.

Alberto Heber Usher, último presidente del último colegiado blanco, no pudo evitar las lágrimas a la hora de entregar el poder, reconociendo no haber sabido encauzar los destinos del país. "No supimos gobernar", admitió. Gestido, a su turno, dijo cosas no menos fuertes: "No hay Constitución, no hay Parlamento, no hay gobierno, por honesto y capaz que sea, que puedan salvar un país que no quiera salvarse". No vivió para verlo, ya que falleció el 6 de diciembre de ese año, y asumió en su lugar Jorge Pacheco Areco, pero vaya si tuvo razón.

Luego de las elecciones más controversiales que se recuerden, de un país sumido en la violencia tupamara y parapolicial, con los militares ya en la calle, a quienes el presidente Pacheco Areco había encomendado la lucha antisubversiva, Juan María Bordaberry (delfín del anterior) asumió el 1º de marzo de 1972.

Su discurso en el Parlamento fue interrumpido varias veces por legisladores del recién creado Frente Amplio (como Jaime Pérez, Enrique Erro o Vivian Trías), respondidos con dureza por sus pares oficialistas (como Wilson Craviotto, Agustín Caputi o el propio Julio María Sanguinetti). "No parece conciliarse esta visión de las posibilidades de evolución pacífica de nuestro país con la violencia desatada por grupos antisociales que actúan desde una oscuridad por cierto indigna de un país que se ha enorgullecido siempre de ofrecer la plenitud de su libertad para dirimir las diferencias entre sus hijos", diría Bordaberry en los inicios del que acabaría siendo el año más violento que viviría Uruguay desde los tiempos de las guerras civiles.

Un año después, Bordaberry, con apoyo de las Fuerzas Armadas, encabezaría un golpe de Estado.

Tiempos de restauración. Mientras que el periodista e historiador Lincoln Maiztegui Casas calificó al de Bordaberry como "el más pobre" de los discursos de asunción que se habían dado en el Parlamento, al del también colorado Julio María Sanguinetti, cuando el retorno a la democracia, lo consideró como todo lo contrario. La banda presidencial se la traspasó el último presidente de facto del país, el entonces titular de la Suprema Corte de Justicia, Rafael Addiego Bruno, quien juramentó su breve cargo el 12 de febrero de 1985 ante el Consejo de Estado, remedo de Poder Legislativo dictatorial, que sesionaba por última vez y se disolvía.

En ese 1º de marzo de 1985 restaurador, en el Palacio estaban los presidentes extranjeros Raúl Alfonsín (Argentina), Carlos Andrés Pérez (Venezuela), Daniel Ortega (Nicaragua), Hernán Siles Suazo (Bolivia), y los jefes del gobierno de España e Italia, Felipe González y Bettino Craxi. También estaban los líderes que habían sido proscritos por la dictadura, el blanco Wilson Ferreira Aldunate y el frenteamplista Liber Seregni. Sin leer, Sanguinetti pronunció un discurso que osciló entre el crudo realismo y la justificada esperanza, subrayó que la democracia era para los uruguayos "un destino irrenunciable", auguró que los años de facto "no ocurrirán más", habló de un país que había perdido 15% de su PIB en tres años, dijo que no solo se necesitaba "del esfuerzo de sus hijos sino también de la comprensión del mundo" (mirando a los dignatarios europeos y al secretario de Estado de EE.UU. George Shulz), anunció el envío de un proyecto de ley de pacificación nacional, habló de la fuerza de la identidad nacional forjada con la inmigración, de la cual es fruto la tolerancia, y pidió que los desencuentros quedaran atrás.

"Tenemos lo más grande; nos tenemos a nosotros mismos", cerró ante una ovación.

Luego de cinco años que de fáciles no tuvieron nada y de encuentro más bien poco, el traspaso de la banda presidencial de Sanguinetti al blanco Luis Alberto Lacalle, padre del actual presidente electo, tuvo dos elementos particulares que lo diferenciaron. El primero fue que el nuevo presidente comenzó el 1º de marzo de 1990 asistiendo a la catedral metropolitana a una ceremonia religiosa, que no tuvo carácter oficial. El segundo fue que, acompañado por el vicepresidente Gonzalo Aguirre, el mandatario recorrió Avenida del Libertador en el Ford V8 de 1937, que perteneció a su abuelo Luis Alberto de Herrera, desde el Palacio Legislativo hacia el Palacio Estévez, otrora Casa de Gobierno.

Ante el Parlamento, Lacalle habló de una "mayoría acordada" entre los partidos Colorado y Nacional que "respaldará un plan legislativo innovador, moderno y transformador". Citó a la trilogía "capacidad técnica, capitales y oportunidades de trabajo" que garanticen "a quien -trabajador o empresario- realice más esfuerzo, una mayor recompensa", dejando en claro cuál iba a ser la tónica de su mandato.

En este mismo auto -cuya historia se contó en el Nº 985 de galería-, se trasladará el próximo 1º de marzo Luis Alberto Lacalle Pou, siguiendo la tradición familiar.

Salvo el de Venezuela, todos los presidentes sudamericanos vinieron a la segunda asunción de Julio María Sanguinetti, sucesor (y predecesor) de Luis Alberto Lacalle, el 1º de marzo de 1995. Eso no terminó de ser del todo cómodo: entre enero y febrero de ese año Perú y Ecuador habían tenido un conflicto bélico por un tema de límites y las relaciones entre sus respectivos presidentes, Alberto Fujimori y Sixto Durán, estaban pasando por un momento pésimo. Según recuerda Lincoln Maiztegui en Orientales 5, en una cena de gala realizada el 28 de febrero en el Palacio Taranco, Durán rechazó la mano que le extendió su colega: "De ninguna manera. Jamás daré la mano a quien las tiene sucias de sangre ecuatoriana".

Como suele pasar, las cosas en Uruguay son incluso en la adversidad política más diplomáticas. "Fue el discurso brillante de un hombre brillante", dijo el flamante diputado frenteamplista José Mujica sobre la pieza oratoria de Sanguinetti. Ese mismo día nació la leyenda que reza que un guardia del estacionamiento del Palacio le preguntó a Mujica -que vestía campera de jean, no se parecía en nada a un político tradicional y se desplazaba en moto- si pensaba quedarse mucho tiempo. "Si no me sacan los milicos, cinco años", habría sido la respuesta, que años después el propio involucrado se encargó de destacar que fue un mito demasiado bueno para ser desmentido.

Mientras Sanguinetti comenzaba a juramentar a sus ministros en el Palacio Estévez, Lacalle recibía el saludo de sus simpatizantes en la Casa del Partido Nacional y culminaba su período, así como lo comenzó, en una ceremonia en la iglesia Matriz. No imaginaba que lo esperaba en los años siguientes la que él denominó la "embestida baguala".

También en el caso de la asunción presidencial de Jorge Batlle, el 1º de marzo de 2000, punto culminante de una carrera política que llevaba medio siglo, la locomoción fue todo un tema. El mandatario usó un Mercedes Benz azul para ir del Legislativo al Palacio Estévez y luego se tomó un taxi para ir a saludar a su madre, Matilde Ibáñez de Batlle Berres.

Entre los dignatarios extranjeros que vinieron a saludar había personalidades tan disímiles como el presidente venezolano Hugo Chávez, el argentino Fernando de la Rúa, el brasileño Fernando Henrique Cardoso y el príncipe de España Felipe de Borbón. Como señal de que los tiempos estaban cambiando, el senador socialista Reinaldo Gargano fue quien le tomó el juramento a Batlle; las elecciones de 1999 fueron las primeras en las que el Frente Amplio se convertía en el partido mayoritario.

En su discurso, el nuevo presidente no dudó en hablar del tono liberal que le daría a su economía, algo que sonaba casi oximorónico en un Batlle, tanto que el PIT-CNT anunció que la luna de miel con ellos iba a ser muy breve. En un tono más emotivo, hizo un esbozo de la historia de su familia -que era la historia del país- desde su llegada de Sitges, en la costa catalana, 200 años atrás. "Durante todo este tiempo, hemos tratado de servir a la patria. (...) Ese ha sido, por generaciones, nuestro estilo de vida. Hoy lo comprometo ante ustedes. Que así sea. Muchas gracias".

El futuro inmediato convertiría a Batlle en el piloto de la peor tormenta económica que azotó a Uruguay, tras la cual el Partido Colorado no saldría del tercer lugar.

La izquierda al poder. "Desde el 1º de marzo de 1985, con el regreso de la democracia, no se veía una celebración con tanta multitud volcada a las calles y con tanta alegría y esperanza", escribió Tomás Linn el 3 de marzo de 2005 en Búsqueda, tras la asunción de Tabaré Vázquez. El Frente Amplio por primera vez llegaba al poder, en un país que estaba saliendo de la crisis, luego de ganar en primera vuelta al obtener mayorías parlamentarias (lo que se repetiría dos veces más).

Entre los visitantes ese 1º de marzo de 2005 estaba el presidente argentino Néstor Kirchner, muy ovacionado por la gente, que exhibió una gran sintonía personal con su flamante par uruguayo, Tabaré Vázquez; esa sintonía no duraría ni dos años en hacerse pedazos. También estaban los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Hugo Chávez, de Brasil y Venezuela, en una primavera izquierdista para la región.

Jorge Batlle y sus ministros se retiraron abucheados del Palacio Estévez por la multitud que se congregaba afuera. Yamandú Fau, exministro de Defensa, fue otro de los blancos predilectos.

El principal discurso de Vázquez no fue dentro del Parlamento sino afuera, en la escalinata y en la noche. Señaló que una de sus prioridades estaría en saber qué pasó con los desaparecidos durante la última dictadura, la creación de un Plan de Emergencia; saludó el reciente "maracanazo" del Oscar obtenido por Jorge Drexler (el domingo 27 de febrero, hacía dos días); habló del envío de un proyecto de ley de negociación colectiva y de la dinámica de los Consejos de Ministros por todo el país. "¡Ustedes tienen un compañero presidente! Y esta noche les pido, uruguayas y uruguayos, en esta tarea: ¡por favor, no nos dejen solos!".

La asunción de José Mujica, el 1º de marzo de 2010, ya sea por sus características personales o por su periplo vital, provocó una desusada atención mediática mundial por Uruguay. Prometió su cargo ante su esposa, Lucía Topolansky, presidenta de la Asamblea General. Fue en un auto eléctrico hasta la plaza Independencia sin detenerse -como sí lo había hecho Vázquez en 2005- cuando pasó frente al grupo de Familiares de Detenidos Desaparecidos, todo un anticipo del escaso énfasis que le daría a este tema.

Otras señales de que cinco años habían cambiado muchas cosas: lejos de la ovación de otrora, Néstor y Cristina Kirchner fueron insultados por el público presente en la plaza, donde ya funcionaba la Torre Ejecutiva; 25 años podían cambiar más: Daniel Ortega -visitante en 1985- finalmente no vino porque ya no era visto como un faro por la izquierda, sino que era repudiado por organizaciones de mujeres tras las acusaciones de su hijastra Zoilamérica de haberla violado.

En su intervención ante la Asamblea General, Mujica -que estrenaba traje- aseguró que su gobierno iba a "darle al país cinco años más de manejo profesional de la economía", "una macroeconomía prolija" y que iban a ser "serios en la administración del gasto". Pero sin duda lo más recordado fue un énfasis puesto al inicio de la parte oratoria: "Permítanme un pequeño subrayado: educación, educación, educación. Y otra vez, educación. Los gobernantes deberíamos ser obligados todas las mañanas a llenar planas, como en la escuela, escribiendo 100 veces ‘debo ocuparme de la educación'".

El discurso -que no tuvo ninguna alusión a la dictadura ni a su pasado guerrillero ni a la inhumana prisión por él sufrida- fue elogiado por Sanguinetti, Lacalle y Batlle. En lo sucesivo, los discursos de Mujica (como en la cumbre de Río+20 de 2012 o en la ONU de 2013) tendrían impacto mundial.

El último antecedente de este tipo fue en 2015. Con notorias alusiones a la filosofía artiguista y apelando a terminología y figuras de la masonería, Tabaré Vázquez desarrolló su segundo discurso de asunción ante la Asamblea General, 10 años después del primero. El inicio de su segundo gobierno, tercero del Frente Amplio con mayorías parlamentarias, también tuvo a un auto con fuerte carácter simbólico como protagonista. Vázquez y el vicepresidente Raúl Sendic (todavía la mayor esperanza de recambio en el FA y que era casi tan saludado como el presidente) hicieron el tradicional recorrido desde el Palacio Legislativo a la plaza Independencia en un camioneta Fordson inglesa de 1950 -hallada por el presidente de Cutcsa, Juan Salgado, amigo íntimo de Vázquez-, similar al primer vehículo que se compró el mandatario a poco de recibirse de médico para hacer sus prácticas.

Como había hecho la vez anterior -y no hizo Mujica-, redujo su marcha frente a Familiares de Detenidos Desaparecidos. "¡Sacá a Huidobro!", le gritó una mujer. El ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, que había asumido siendo Mujica presidente, siguió en el cargo hasta su muerte, el 5 de agosto de 2016. En ese 1º de marzo, según la crónica de Búsqueda, el extupamaro fue el segundo asistente más abucheado, solo superado por el vicepresidente argentino Amado Boudou.

Mujica -que adrede concentraba mucho más los focos que su sucesor-predecesor, lo que mostraba a las claras que la fraternidad entre ambos líderes era más un deseo que otra cosa- hizo mucho más ruido en su despedida, siendo seguido por las cámaras de Emir Kusturica para un documental que vería la luz casi cinco años después.

FRASES PARA LA HISTORIA


"La ampliación desmedida del Estado constituye también grave riesgo para la libertad cívica, fuera de su inconveniencia general. Se ha dicho que, para el concepto inglés y norteamericano, todo lo que puede ser hecho sin el gobierno debe hacerse sin él".
Martín Echegoyen, 1/3/1959.

"Debe revisarse la Ley de Consejos de Salarios, de manera que haya uniformidad en el pronunciamiento de los mismos, asegurando para igual categoría igual salario y una justa retribución acorde con el costo de la vida".
Daniel Fernández Crespo, 1/3/1963.

"El Uruguay tiene, tan solo tendrá, un gobierno de hombres. Si el pueblo uruguayo quiere suicidarse, no habrá gobierno que pueda impedirlo; si el pueblo uruguayo quiere salvarse, está en sus manos, y en las de nadie más, el hacerlo".
Óscar Gestido, 1/3/1967.

"La excepcionalidad de la agresión que sufre nuestro país exige un Estado ágil en componer sus decisiones y eficaz en hacerlas cumplir, para lo cual debe estar munido de los instrumentos legales que el momento requiere ineludiblemente".
Juan María Bordaberry, 1/3/1972.

"No era mi mayor ambición llegar este día aquí. Si se quiere, esta es la culminación de un sueño compartido por todos nosotros. Mi mayor ambición empieza hoy: es la de estar el 1º de marzo de 1990 entregando el mando a un nuevo presidente constitucional".
Julio María Sanguinetti, 1/3/1985.

"Largo tiempo entre nosotros hemos tejido una organización socioeconómica que, procurando la total seguridad, mató el espíritu de riesgo que acerca la posibilidad de prosperidad. ¡Abajo, pues, con esas barreras!".
Luis Alberto Lacalle, 1/3/1990.

"Todos sabemos que en el Uruguay hemos llegado a una situación en que estamos en menos de 1,5 trabajadores activos por cada pasivo y que esta situación sigue deteriorándose progresivamente. No nos podemos permitir la indiferencia para asumir esta situación".
Julio María Sanguinetti, 1/3/1995.

"Pondremos a disposición de los ciudadanos en forma electrónica la información necesaria a los efectos de que sepan fehacientemente en qué gasta el Estado los ingresos de los ciudadanos y en qué forma".
Jorge Batlle, 1/3/2000.

"Muchos, muchos, los más pobres, los más pobres de este país, han perdido mucho y a ellos habrá que devolverles más y rápidamente. Por eso, por eso el Plan de Emergencia. Porque hay gente que ha perdido demasiado y no puede seguir esperando".
Tabaré Vázquez, 1/3/2005.

"Somos un país admirable para vivir, pequeño, sin multitudes, sin megalópolis, con ministros que caminan por las calles sin escoltas, descuidados. Somos un país que ama los fines de semana largos tanto como la libertad".
José Mujica, 1/3/2010.

"Hoy la vida me da una segunda oportunidad. Ha pasado el tiempo y obviamente muchas cosas ocurrieron en Uruguay y en el mundo. Algunas buenas, algunas malas y otras sencillamente horribles".
Tabaré Vázquez, 1/3/2015.