En el 99% de los casos, aseguran, el fuego se inicia por la acción humana
En el 99% de los casos, aseguran, el fuego se inicia por la acción humana
En el 99% de los casos, aseguran, el fuego se inicia por la acción humana
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáNo se reconoce a un bombero como tal sin su uniforme. Así de incógnito estaba Pablo Benítez, vocero de la Dirección Nacional de Bomberos (DNB), durante su licencia, cuando se subió a un taxi. El chofer le contó de su patio grande, que junta mugre, y que estaba esperando que lloviera para quemarla. “No se puede quemar”, le contestó, sin revelar aún quién era. “Sí, pero es poquito y es mi patio”, retrucó el taximetrista.
Cuando apareció la explicación fue como si Benítez se hubiera puesto el traje: aunque la limpieza de los entornos es una buena medida de protección, para deshacerse de los residuos hay que coordinar con la intendencia. Las quemas al aire libre están penadas por decreto y las multas corren “aunque sea poco y sea en el patio de uno”. “La gran mayoría de los incidentes que después lamentamos empiezan por este tipo de cosas, por acciones humanas”, señaló Benítez.
“Si vamos al lugar enseguida nos damos cuenta de que alguien prendió fuego”, pero encontrar al responsable es la parte difícil. “Si una persona ve a otra realizando una quema tiene que llamar al 911”, solicitó el vocero, sobre todo, en medio de una temporada que no da respiro.
Desde el primero de diciembre hasta finales de enero se registraron un total de 1.829 incendios —66% dentro del área metropolitana— que afectaron casi 13.000 hectáreas. El pico máximo fue de 40 intervenciones en un día, también dentro del área metropolitana, que cuenta con 17 destacamentos de bomberos.
Además de la asiduidad, una de las grandes diferencias con la última temporada es que, si bien en el verano de 2022 tuvieron lugar dos de los incendios forestales más grandes del país —que significaron la pérdida de 22.000 hectáreas solo para los departamentos de Río Negro y Paysandú—, para mediados de enero ya había llegado la lluvia y la baja de temperaturas. Este año, sin embargo, para los últimos días de febrero los bomberos todavía esperan el mismo pronóstico de sequía, días de calor e incendios de las últimas semanas.
Así, los días de trabajo de los bomberos son inciertos. En el primer intento de reunirse para la entrevista con Galería, Benítez tuvo que detener su vehículo a un costado de la ruta para avisar que no llegaría a la nota: lo acababan de convocar para combatir un incendio en El Pinar. La segunda vez arregló para que lo cubrieran. Con un walkie talkie a toda máquina, lo que no pudo poner en palabras durante dos horas de entrevista lo comunicó en su expresión de ojos cansados pero sonrisa siempre presente, que reflejaba la seguridad de un trabajo bien hecho y lo “gratificante” de “poder hacer algo” cuando “todos corren disparados del fuego y vos vas en ese sentido”.
La efectividad de su trabajo la miden a partir de los resultados, que no necesariamente implican extinguir un fuego de inmediato, sino haber evitado un daño mayor al poder controlarlo. Para ello, muchas veces necesitan del trabajo interinstitucional de más de una dotación de bomberos, apoyo desde Montevideo, maquinaria de la intendencia local para crear cortafuegos (una faja de terreno libre de residuos agrícolas, vegetación seca o madera que se hace alrededor de las llamas para detener su avance), y helicópteros de la Armada Nacional y Fuerza Aérea. Al momento, el cierre es positivo si se mira que en todas las intervenciones en incendios forestales no se ha perdido ninguna vida, no hubo personas heridas y las afectaciones sobre estructuras o instalaciones de viviendas fueron mínimas.
¿Qué culpa tiene el verano? Las altas temperaturas y el déficit hídrico son solamente factores que complejizan pero no causan un incendio. “Que se inicie un fuego de forma espontánea es muy difícil. Hay caída de rayos, de cables, pero el 99% de las causas son humanas”, asegura Benítez. Fuera del área metropolitana se logró concientizar mucho más a la población que dentro de la capital, donde se vuelve una tarea más dura por la cantidad de gente y los entornos que no están limpios. La acumulación de residuos al costado de la carretera o en terrenos baldíos, sumado a la vegetación seca se vuelve el combustible perfecto para malas prácticas como lanzar colillas de cigarro desde el auto o realizar quemas.
Aunque no está prohibido encender fuego para la cocción de alimentos, existen algunas recomendaciones como no hacerlo en espacios con vegetación a una distancia menor a cinco metros a la redonda (lo ideal es en un suelo mineral o de tierra) y, de ser posible, utilizar los espacios con parrilleros de uso público, con mesas y bancos de cemento.
Se aconseja formar un círculo con piedras alrededor de la leña que evite que la temperatura y las brasas salgan del nivel del suelo. “Ahora, si hay viento, cambien de idea”, porque “cualquier chispita” puede iniciar un foco en otra parte, advirtió Benítez. Y siempre hay que tener a mano algo para extinguir el fuego una vez se haya terminado de usar, como un balde de agua o arena.
“Yo diría que en las condiciones que tenemos de gran estrés hídrico en toda la vegetación del país no deberíamos prender hogueras en ningún lado”, apuntó el vocero.
En caso de incendio, siempre hay quien primero intenta combatirlo. Y aunque Benítez quiera dejar en claro que “están asumiendo un riesgo”, lo que le queda es orientarlos en cómo responder ante el fuego: “Tomate cinco minutos para vestirte, calzarte bien, si tenés calzado de cuero mejor”. La recomendación es el uso de pantalón y manga larga, y protección ocular. “Si intentás apagarlo colocate entre el fuego y la vía de escape, si no se apaga o es muy intenso, alejate contrario a la dirección del viento, pero cuidado porque puede cambiar de dirección y el fuego te encierra”.
La sequía llevó a Benítez a subrayar la importancia de un uso eficiente del agua: “Hay muchas otras formas de apagar un incendio”. Muchas veces hasta los helicópteros suponen un desperdicio si se lo analiza desde la eficiencia; el agua que lanzan queda en la copa de los árboles y llega hasta el fuego en pequeñas gotas e incluso evaporada. Entonces, no queda otra opción que dejar que lo que se está quemando termine de hacerlo. Y la única manera de lograr controlarlo es creando cortafuegos “y para eso necesitamos máquinas, no agua”.
Además, si se detecta la presencia de combustibles líquidos, como aceites o naftas, ni mencionar combustibles eléctricos, el agua está directamente contraindicada.
365 días al año. Pero su tarea no se reduce solamente a intervenciones forestales. Bomberos atiende al mismo tiempo todo tipo de emergencias, desde el rescate de una persona atrapada en un accidente de tránsito hasta bajar un gato del árbol (sí, no es una leyenda urbana, es tan real como lo de deslizarse por un tubo). Estas intervenciones menores no las cuantifican como las otras, pero sí se suman al cúmulo de trabajo de los menos de 1.600 funcionarios —y no todos dedicados a la parte operativa— de bomberos en el país. Si bien nunca dejan de atender una llamada, la prioridad está puesta en los casos en donde haya víctimas implicadas.
El 48% de los ingresos al Centro Nacional de Quemados responde a accidentes domésticos, provocados en su mayoría por factores eléctricos y de imprudencia humana. Dormirse con la estufa o el calientacamas prendido, dejar algo cocinándose y “engancharse” con otra cosa… La mayoría de estas desgracias no empiezan con un fuego violento sino que apenas hacen llamas, pero desprenden tanto humo que “puede intoxicar sin que te des cuenta”, explicó Benítez. Pero los síntomas, que no son específicos de la intoxicación, pueden confundirse con cualquier otro malestar común como un simple dolor de cabeza.
Lo primero siempre es identificar de dónde viene el fuego y, tratando de moverse “lo más contra el piso posible”, alejarse del foco. “El humo tiende a subir, entonces si vos vas agachado e incluso pones la cara contra el suelo podes respirar mejor”, explicó.
Si la humareda es desmesurada, tratar de evacuar el lugar puede ser un error, sobre todo, si se trata de un edificio. El vocero de la Dnb asegura que el fuego no va a propagarse de un piso al otro; lo que se canaliza es el humo, convirtiendo a las escaleras en una “chimenea”. Y en el afán de escapar, las personas mueren intoxicadas.
Lo recomendable es confinar al fuego dentro del ambiente en el que se generó, cerrando puertas, dirigirse a una habitación en la dirección más opuesta posible, encerrarse, cubrir las hendiduras y orificios de la puerta por donde pueda pasar el humo, abrir una ventana y llamar a los bomberos para indicar cuál y dónde es la situación de emergencia. “Te vas a poder quedar ahí hasta que lleguemos y te vamos a rescatar con mejor salud que si intentás atravesar el humo y escapar”, afirmó Benítez, quien además asegura que el riesgo por el debilitamiento de las estructuras es muy bajo en comparación a los daños por la inhalación de humo. “El tipo de construcciones que tenemos en Uruguay son muy seguras”.
Este tipo de accidentes domésticos son mucho más comunes en invierno, por la necesidad de calentar comidas o ambientes. Los artefactos de calefacción pueden ser a electricidad o a gas, lo que no minimiza los riesgos. Estas instalaciones exigen que se les preste especial atención a los olores. A pesar de que tanto el gas natural (que va por cañerías) como el gas licuado de petróleo (GLP) (de las garrafas) son inoloros, llevan un odorizante para que se los pueda detectar en caso de fuga. Pero mientras para Benítez el GLP tiene un olor “parecido al huevo podrido”, el gas natural, por cañería, huele “como a cloaca”. Ambas pestilencias son atribuibles a problemas con el baño o la cocina, por lo que “siempre hay que pensar lo peor, y lo peor puede ser una pérdida. Entonces hay que revisar”.
Algo tan simple como… Mezclar agua con jabón líquido y verter un poco sobre la válvula del gas puede salvar vidas: si aparecen burbujas, hay filtraciones. Pero la gente es descreída y todavía piensa que estos accidentes “nunca pasan, hasta que te pasan”. Así se tituló la última campaña de prevención que presentó la DNB en mayo del año pasado. “Si no se toma conciencia de que la causa de muchos de estos eventos son las acciones u omisiones humanas, van a seguir pasando”, lamentó el bombero.
En 2019 fallecieron 49 personas por estas causas. En 2022, 37. La meta es alcanzar las cero víctimas y la población puede ayudar a conseguir este objetivo: revisar válvulas, mangueras del gas (que tienen fecha de vencimiento), y que los electrodomésticos no hagan falso contacto; no dejar cargadores enchufados sin su dispositivo electrónico; utilizar artefactos de calefacción solamente cuando se está en el lugar, y dejar una abertura en la puerta o ventana para que circule el aire cuando se está con la estufa en el dormitorio…
Una de las recomendaciones que destaca Benítez es sobre el encendido eléctrico de las cocinas. “Cuando ponemos una olla arriba de la hornalla, prendemos, pensamos que prendió normal porque hizo ese ruidito y te vas a otra cosa… Con la olla arriba no ves, pero si no prendió, se está perdiendo gas. Lo ideal es abrir la hornalla para que salga el gas, prender el botoncito y hasta no ver el fuego no colocar ninguna olla”.
Lo más común es que quien sigue al pie de la letra estas recomendaciones, “es porque le pasó y sabe que lo puede evitar”, concluyó.
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Dejarlos hablar, escuchar, acatar.
El día del incendio en El Pinar, Galería esperaba por Benítez en el Cuartel Centenario. Para matar el tiempo, periodista y fotógrafa se pusieron a ver un partido de vóleibol entre bomberos. Los muchachos jugaban bien, tenían fundamento y se respiraba la camaradería en el aire, pero ¿qué hacían jugando? ¿Y sí había una emergencia? No hubo tiempo para respuestas porque sonó el teléfono: era Benítez. No llegaría a tiempo por el incendio.
Cuando volvió la vista el partido ya se había terminado. La red desapareció en cuestión de segundos y un grupo de bomberos ya casi vestidos de pies a cabeza corría hacia los camiones subiéndose los tiradores y colocándose la campera, casco en mano.
No estaban jugando vóleibol, estaban calentando. Durante sus guardias de 24 horas los bomberos siempre están buscando actividades que no impliquen quedarse sentados. Hay entre tres y 10 funcionarios de guardia. Las siguientes 48 horas las libran porque ese día de trabajo pudo haber significado una jornada entera en la calle, de esfuerzo físico y alimentándose a los ponchazos. Sin embargo, todos los días, a toda hora y en todo el país, hay servicio de bomberos.
“No tenemos feriados, domingos, no hay ocasiones especiales para nosotros”. Lo que sí tienen es un sólido régimen disciplinario detrás, porque “tiene que haber una exigencia”, señaló Benítez. “Nuestro trabajo tiene que estar bien hecho porque si fallamos se puede quemar una casa, podemos no llegar en hora y a una persona le puede pasar algo”.
Los bomberos tienen exactamente 60 segundos desde que suenan las alarmas para montarse en la flota y salir, de lo contrario, hay sanciones, como si no fuera suficiente mortificarse con los “qué hubiera pasado si…”.
Salir del cuartel. Encontrarse con una mujer que saltó con su hija de un edificio en llamas, contra toda recomendación. No agobiarse con el caso porque al rato ya entra una nueva llamada para atender una nueva emergencia que puede ser igual de shockeante. “Nos formamos una coraza. No te podés quedar pensando mucho en una situación y eso te va dejando un poco duro”, compartió el bombero, que contó que antes el cuartel tenía un cuerpo de psicólogos propio y ahora tienen el servicio de asistencia del Hospital Policial. Si a nivel institucional se considera necesario, se pide atención profesional. Pero “no es frecuente que lo hagamos, porque el trabajo es tan dinámico que todo lo asumimos como algo que pasa, estamos acostumbrados. Muchas veces te preguntás qué hubiera pasado si llegábamos un poco antes… En casos como este (madre e hija) siempre fue tarde para nosotros”.
Benítez contó cómo en algunas ocasiones, sobre todo cuando se involucran niños, suele convencerse de que ya no quedaba nada más para hacer. De lo contrario, piensa que lo hubiera hecho. “A veces está bueno conversar de esto con alguien”.