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Los primeros 10 años de Máxima Zorreguieta en el trono
Con una sonrisa siempre a flor de piel la argentina venció las resistencias que generaba su pasado familiar y se ganó el cariño del pueblo holandés.
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Casada con su Majestad Willem Alexander, Máxima Zorreguieta lleva 10 años al frente de la Casa Real de los Países Bajos como reina consorte. Nacida el 17 de mayo de 1971 en Buenos Aires —su nombre completo es Máxima Alejandra Wilhelmina Cerruti—, creció en el seno de una familia de clase alta rodeada de controversia. Pero con su simpatía, su espontaneidad y su habitual sonrisa, supo vencer con cercanía las reticencias iniciales de los holandeses, derivadas del hecho de ser hija del del político Jorge Zorreguieta, antiguo ministro del régimen dictatorial de Jorge Rafael Videla en Argentina, y de su confesión católica —frente a un país protestante—. Su matrimonio tuvo que luchar contra las diferencias culturales y el bache que significó su propia ascendencia. Una década después de asumir como reina, puede decirse que se ha ganado el cariño de la gente, además de volverse un referente de la moda con sus elecciones estilísticas.
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Máxima y su suegra, la reina Beatrix de Holanda, en el balcón del Palacio Real de Ámsterdam antes de la coronación de Willem.
Star+ y Millstreet Films han anunciado que una serie similar a The Crown pero centrada en Máxima está en proceso, y que tendrá a la actriz argentina Delfina Chávez como la reina consorte.
Pequeña Máxima. Desde niña, la futura reina ya apuntaba alto. Y es que desde joven, Máxima destacó como una estudiante ejemplar. Estudió en el prestigioso colegio bilingüe Northlands en su ciudad natal, se graduó en Ciencias Económicas en la Universidad Católica Argentina en 1995 y después cursó un máster en Boston (Estados Unidos).
Mientras estudiaba, Máxima Zorreguieta también trabajó ocasionalmente en el Mercado Abierto y en el departamento de ventas de Seguros Boston. Después, finalizado el máster, se mudó a Nueva York, donde residió hasta el año 2000. Allí ocupó cargos de alta responsabilidad en instituciones financieras reconocidas, como James Capel Inc., Dresdner Kleinworth Benson y el Deutsche Bank. En mayo de 2000, Máxima se mudó a Bruselas (Bélgica) para trabajar en la Oficina Representativa de la Unión Europea en el banco de dicha capital. Pero su vida pronto cambiaría.
Destinada a la corona. Máxima conoció a Willem Alexander, entonces príncipe heredero de los Países Bajos, en 1999 durante una feria en Sevilla (España). Su romance se hizo oficial el 30 de marzo del 2001, con reacciones dispares debido al pasado del padre de Zorreguieta. La entonces reina Beatrix se oponía a la relación.
Pero nada fue suficiente para disolver el vínculo. El 17 de mayo de ese mismo año, Máxima consiguió la nacionalidad holandesa y se anunció su futura boda con Willem Alexander para el 2 de febrero de 2002.
Al asumir su esposo como nuevo rey de Holanda, Máxima llevó una elegante tiara de diamantes con zafiros azules, perlas y brillantes, y la medalla y banda de la orden del León Holandés, creada en 1815.
El Parlamento holandés decidió que el padre de la futura reina consorte no podría asistir, y esa fue la condición que pusieron para autorizar el enlace. Sin la aprobación del Parlamento, el príncipe no podría haberse casado con Máxima, a no ser que renunciase a su derecho al trono.
Las lágrimas que la novia no pudo reprimir ese día cuando sonó el tango preferido de su padre, sabiendo que la presencia de él y de su madre estaban vedadas, la acercaron a los holandeses, que entendieron ese señalado momento. En su discurso, que pronunció en neerlandés, aseguró que lamentaba que su padre “hubiera trabajado con tanto esfuerzo para un Gobierno equivocado”.
Máxima ha tenido que hacer ciertos sacrificios visibles para los holandeses, como ese de renunciar a la asistencia de sus padres a su boda, a fin de no herir susceptibilidades por el pasado de su progenitor, algo que se repitió el día de la coronación.
Esos gestos, unidos a las muestras de amor del futuro monarca, hicieron que se fuese ganando el cariño de la gente y se convirtiera en una princesa primero, y reina después, popular. En su primera etapa como reina consorte se embanderó con temas como el microcrédito, la integración de las mujeres de origen extranjero y la aceptación de otras minorías; asuntos todos que fueron mostrando sus intereses y le fueron sumando adeptos.
La familia real.
Sin embargo, algunos excesos del matrimonio durante la pandemia, como la compra de una residencia en Grecia, un yate de lujo para vacacionar o la celebración del cumpleaños de la princesa Amalia (la mayor de las tres hijas y heredera de la corona, después de la que nacieron Alexia y Ariane), todas ellas en plenas restricciones, salpicaron la imagen del matrimonio.
Imagen y legado. Hace exactamente 10 años llegó su momento de ascender al trono: el 30 de abril de 2013 la reina Beatrix abdicó y su hijo Willem Alexander fue coronado. Con ello, Máxima se convirtió en la reina consorte de los Países Bajos, y en la segunda latinoamericana (después de la gran duquesa de Luxemburgo, María Teresa Mestre) que se siente en un trono europeo.
La rapidez con que la princesa Máxima aprendió el neerlandés, así como su compromiso con asuntos como los microcréditos para los más desfavorecidos, también han contribuido a que sea muy querida por los holandeses.
La reina Máxima durante una visita a Marruecos como representante especial del secretario general de las Naciones Unidas para la Inclusión Financiera y el Desarrollo.
Desde entonces, y salvo por el episodio mencionado de los privilegios demostrados durante el confinamiento, ha sabido llevar la corona como si hubiera nacido para ello. Y ha ocupado varios cargos. De hecho, es miembro de la Fundación Orange, encargada de promover el bienestar social y la cohesión en los Países Bajos.
También es asesora especial para las Finanzas de Inclusión para el Desarrollo (UNSGSA) de la ONU desde 2009, y es una destacada defensora mundial de la importancia de la inclusión financiera para lograr objetivos económicos y de desarrollo. En 2011, fue nombrada patrona honoraria de la Alianza Mundial del G20 para la Inclusión Financiera (GPFI).
La gabardina que vistió la reina en la Semana del Diseño de Milán causó sensación y fue una muestra del estilo más vanguardista de Máxima.
Pero si algo destaca de la execonomista es su estilo, elegante y glamouroso; Máxima es todo un referente en la moda, caracterizada por un estilo vanguardista y rompedor. Y es que Máxima Zorreguieta siempre se ha atrevido a ir más allá de la etiqueta y de los cánones de la aristocracia, sin por ello perder ni un ápice de glamour o nobleza.
Recientemente, su aparición en la Semana del Diseño de Milán, donde vestía una gabardina estilo trench agujereado, ha causado sensación y todo apunta a que esta será una de las prendas de entretiempo de la temporada.