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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa periodista Laura Di Marco nació en Buenos Aires a fines de los 60 y hace más de 20 años que es periodista especializada en política. Actualmente conduce Pensándolo bien, con Jorge Fernández Díaz, en Radio Mitre. El programa tiene 700 mil oyentes y fue ganador de un Martín Fierro en 2016. Di Marco también es columnista en La Nación, pero su nombre empezó a sonar con más fuerza de este lado del Río de la Plata a partir de sus cuatro libros, que exploran el lado oculto de diversos personajes de la política argentina: Macri. Historia íntima y secreta de la élite que llegó al poder (2017), Cristina Fernández. La verdadera historia (2014), Las jefas. Quiénes son, cómo llegaron y cómo viven las ejecutivas más poderosas de la Argentina (2012) y La Cámpora. Historia secreta de los herederos de Néstor y Cristina Kirchner (2012).
Como periodista, Di Marco no duda de sus declaraciones. Sabe lo que quiere decir y no tiene miedo a las represalias. Su libro Macri fue la obra de no ficción más vendida de 2017 en Argentina, con más de 90 mil ejemplares. De paso por Punta del Este para presentar su más reciente trabajo, Di Marco habló sobre las dificultades que atravesaron ella y otros colegas al ejercer el periodismo en Argentina durante el kirchnerismo, cómo es Mauricio Macri en el entorno privado, quiénes son las personas que están a su alrededor y por qué Argentina es un país tan difícil de comprender, o tan simple: “Donde tocás, hay mafia”.
Usted ha dicho que Mauricio Macri tiene una conexión con la realidad mayor que otros políticos argentinos. ¿Qué significa eso?
Venimos de 12 años, sobre todo con los 8 del gobierno de Cristina, en donde todo era ficción y había un relato sobre la realidad. El kirchnerismo destruyó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), por ejemplo, no sabíamos cuánta inflación o pobres había. Uno de los ministros de Cristina dijo, y más tarde ella lo avaló, que en Argentina había menos pobres que en Alemania. Disparates de estas características. El kirchnerismo dejó un 30% de pobres, un déficit fiscal enorme y una inflación estructural. Si bien todos los gobiernos tienen una narrativa, este era un relato muy alejado de la realidad. La Argentina quedó muy mal luego del kirchnerismo. Exportábamos energía y tuvimos que empezar a importar. Nos quedamos con una crisis energética enorme. Hubo desmanejo en otros temas, además de corrupción. La gestión fue muy mala y mentirosa con los números. Cuando Macri asume, una de las promesas es “digamos la verdad”. Él es un tipo más verdadero. En el mano a mano, en las grabaciones que tengo, es sincero en lo que dice aunque no lo dejen bien parado y sea políticamente incorrecto. Con respecto a los políticos tradicionales, es más genuino.
¿Todavía se está en la etapa de luna de miel con el gobierno de Macri?
Ya saliendo diría. En el tercer año de gobierno hay poco margen para echarle la culpa a la herencia recibida, hay que empezar a mostrar resultados.
Alguna vez dijo que los argentinos merecen un país normal. ¿Qué significa “normal”?
Uruguay es un país normal. En Argentina es todo muy intenso, todo el tiempo pasa algo. Que no sepas si un presidente termina su mandato te vuelve un país absolutamente anormal. Por ejemplo, el caso de Santiago Maldonado, en el que se construyó un desaparecido. Un grupo del kirchnerismo y de las organizaciones de los derechos humanos inventaron una desaparición del Estado como si Macri lo hubiera deseado. Eso es un disparate. Se le pueden criticar a Macri muchas cosas, pero... La idea es que este plan de ajuste no funciona sin desaparecidos, como haciendo un deja vú de los años 70. Miro a los presidentes que tuvimos y ninguno fue normal. Desde la recuperación de la democracia hasta acá. Macri tampoco lo es. Cristina, Néstor Kirchner, Duhalde, ninguno es normal. Veo los presidentes uruguayos y son tipos sensatos. Tienen una vida normal.
¿La grieta sigue tan presente?
Sí, claro. Es una polarización que va a llevar tiempo cerrar. Con la diferencia de que no está alentada desde el Estado, de lo más alto. A diferencia del kirchnerismo, lo macristas no confrontan. No tienen programas para perseguir opositores. Antes había una política para eso.
¿Qué sucede con la Justicia y el Gobierno, donde la separación de poderes y autonomía parece débil?
La Justicia es parte del problema en la Argentina. Sinceramente, no creo que Macri maneje la Justicia, sino que ahora se siente liberada.
¿Aunque se vea o sienta una especie de revanchismo?
Pero no manejado desde el gobierno, no hay operadores como existían antes. Los jueces estuvieron históricamente acostumbrados a ser manejados. Incluso muchas veces son sospechosos de corrupción o enriquecimiento ilícito. Hay muchos problemas en Comodoro Py. Antes había gobiernos apretadores y si los jueces avanzaban sobre alguna figura del kirchnerismo, desde los servicios de inteligencia del Estado se prometían carpetazos para los letrados. Estaban inhibidos. De todas maneras, me parece polémico lo que sucede. Hubo un cambio en el criterio de prisiones preventivas sin condenas y eso me parece complicado y no lo comparto, al igual que no estaba de acuerdo con una justicia inactiva. La Argentina es pendular: se va en materia de seguridad del abolicionismo a la pena de muerte; de la inoperatividad a que vayan todos presos. Por eso somos anormales. Es un país bipolar. Ahora hay condenas y están todos presos. Obviamente llama la atención desde afuera. Realmente no creo que Macri esté detrás de esto, pero sí que no hace nada para impedirlo. La Justicia está funcionando como una corporación autodefensiva, porque quiere quedar bien con el gobierno de turno para no ir presos ellos. Hubo varios jueces que fueron destituidos ya.
¿Qué papel tuvo Antonia Macri durante la campaña?
Fundamental. Creo que le hizo ganar muchísimos votos a Macri. Los hijos mayores de Macri son de bajo perfil y no están de acuerdo con que su padre se meta en política. Esa es una mala foto familiar, pero la imagen de la nena y la familia normal frente a los hijos de Cristina, donde todo era un desastre y parecían los locos Adams, lo ayudó mucho. Y lo supieron explotar.
¿En qué influyó Durán Barba en Macri?
En todo. Con Macri pasa algo inverso a lo de Menem. Macri tiene convicciones económicas pero no políticas. Cambiemos, mejor dicho, el PRO, era gente proveniente de ONG sin mucha militancia política tradicional. Cuando llega Durán Barba trae una filosofía completamente nueva para el siglo XXI. El es discípulo de Joseph Napolitan, algo así como el gurú del marketing político de Estados Unidos. Como Macri no sabe de política, no está formado en política, le resulta fácil comprar lo que Durán Barba le vende. Macri cree en especialistas. Sin embargo, le cuesta más comprar cosas de economía, porque se siente formado en esa materia. A Menem le sucedía al revés. Era un político que no sabía de economía y por eso compraba la convertibilidad.
Aclaro que Durán Barba es un genio intelectualmente. Él viene de la izquierda. Me contó su historia en seis horas de charla. Está constantemente reciclándose y reconstruyéndose. La idea de que el círculo rojo no entiende nada, es decir, que los sectores populares son más inteligentes que las élites deriva de un pensamiento de izquierda. Estoy convencida de que es así. Por eso él comunica para la gente, no para la élite. La famosa pelea de Macri con el círculo rojo es Durán Barba. Lo escuchás a Macri y repite exactamente lo mismo que dice Durán Barba, y Marcos Peña, que es el jefe de gabinete, es su discípulo más directo.
¿A quién se dirige Macri con su manera de vestir, caminado de vaqueros por jardines, o su manera de hablar?
Obviamente hay un Durán Barba que entiende la política como comunicación. Creo que Macri mucho de lo que vende es verdadero. Tiene una familia normal, la relación con Juliana Awada es como se muestra, una mujer que le aportó contención y un hogar. La Argentina es una silla eléctrica, si no tenés una familia o un grupo de contención te volvés loco, no podés soportarlo. Él tiene mucha contención ahí. Durán Barba dice que “la imagen se trasmite en contexto, no en texto”. Cuando lo ves jugando al tejo con los chicos de la Villa 31, obviamente, es una construcción y quiere mostrar que está con los pobres. Él realmente quiere ser juzgado por achicar el porcentaje de pobres. Eso tiene que ver con su historia, con la intención de reparación incluso de su propia familia y apellido. Ya está hecho y no necesita ser presidente para otra cosa que no sean objetivos internos. Guita hace mucha más Caputo, el amigo de Macri que es invisible.
¿Qué rol cumple Juliana Awada en la vida del presidente? En alguna oportunidad dijo que era un chirimbolo.
Cuando decía que era un adorno, me imaginaba a Michelle Obama o una primera dama más politizada. Sus padres tienen una empresa cuestionada. Empezaron vendiendo ropa en una Pymes e hicieron de eso Awada. Ella participó de la empresa familiar y podría, tal vez, motivar a la gente a que sea más emprendedora y entusiasta, pero ella no puede hacer eso. Ella le da a Macri, el responsable de sacarnos de este desquicio, paz mental. Para muchas eso ya es demasiado. Juliana lo tranquiliza y lo calma. Es una mujer tradicional: le cocina, no es conflictiva, no le trae problemas.
Hoy en día es polémica con el auge del feminismo.
Es cierto, es una foto vieja. Argentina está en un momento crítico, no le pidas que sea feminista o política. Hay quienes hablan de si este tipo llega al 2019, imaginate en qué punto estamos.
El oficio al otro lado
¿Fue más fácil acercarse al círculo íntimo de los Macri o de los Kirchner?
Sin duda a los Macri, porque pude entrevistarlos, pero había dificultades en ambos casos. Con los K, como son una secta, cualquier información que tuviera era una bomba, pero con los Macri tenía que contar una historia diferente, porque se reúnen con los periodistas, cuentan todo y están constantemente expuestos; mucha gente puede hablar de Macri. El tema era contar otra historia sobre Macri, el macrismo, el círculo íntimo, sus amigos. Una por poco visible y otra por muy visible, hacían las dificultades inversas. Creo que me costó más el libro sobre Macri, paradójicamente, a pesar de que tuve mucho acceso. Sin dudas, ambas historias, la de Macri y la de Cristina, parecen de una serie de Netflix. No hay que inventarles nada. A uno el padre no lo reconoció y al otro lo dio por perdido. Tal vez sean heridas que no se las resuelvan nunca.
¿Cuándo era mejor ejercer periodismo, en el kirchnerismo o el macrismo?
En la época de los K hubo pocas mujeres que se destacaron en periodismo, la agresión era muy fuerte desde el aparato represivo del Estado. Cuando publiqué La Cámpora, tenía un grupo de trolls enorme haciéndome pelota en las redes y en el programa 6, 7, 8; hablando de mí, diciendo que era de la corpo. Obviamente se me ocurrió a mí hacer el libro, nadie me lo pidió. Tenía muchísimas dificultades económicas en ese momento, apenas llegaba a fin de mes. La Cámpora vendió 90 mil ejemplares. Me empezó a ir bien porque la gente estaba ávida por leer ese tipo de cosas.
¿Por qué hacés hincapié en las mujeres?
A las mujeres nos cuesta más aguantar que nos puteen, que nos agredan, tenemos menos colchón para soportar agresiones del aparato del Estado. Sentía que me hacían pelota y muchas veces me costaba recuperarme. Muchos periodistas no quisieron escribir libros por eso. No es que venían a ponerte una bomba, pero había una censura indirecta, el acoso en las redes o en los medios de comunicación del Estado contra tu figura. No es sencillo tolerar el escarnio público. Que te agredan todo el tiempo, que también lo haga la presidenta, estar expuesta. A este gobierno, y es un poco idea de Durán Barba, no le importan demasiado los medios tradicionales, lo que se diga o deje de decir.
Sin embargo, tu programa lo escuchan 700 mil personas.
Creo que son muchos, pero en 40 millones de argentinos, como lo ven ellos, no sé cuánto pesa.
¿Existe crisis en los medios?
Sí, pero más que nada en el papel. La crisis está en la transición del papel a lo digital. La radio es impresionante y se consume muchísimo. El problema también está en el ejercicio del periodismo a la hora de polarizar los temas. Durante en kirchnerismo, existía el programa 6, 7, 8 que se dedicaba a destrozar a los opositores con la plata de todo el mundo. Recuerdo cuando publiqué La Cámpora, un libro que cualquier periodista en el mundo lee y se da cuenta de que es una investigación, me tachaban de opositora. Todos los libros entran en la grieta. Macri me dijo que no quería leer el mío para no enojarse conmigo. Y de afuera, sin embargo, se lee como un libro oficialista. Te puedo asegurar que ambos fueron hechos de la misma manera.
¿Por qué siempre los periodistas terminan de un lado o del otro?
Porque es un país anormal. Hay un discurso único de que en ambas veras tiene que haber un consenso. Cuando salís de ese lugar sos raro. Ejercer el periodismo profesionalmente es difícil en Argentina, tener una posición ecuánime, por la grieta, no por el gobierno de ahora. Es por la gente. El otro día critiqué en Mitre la política de seguridad de Macri, en especial el caso de Luis Chocobar: no comparto que a un delincuente en fuga lo maten por la espalda. Hay un protocolo policial que lo prohibe. Si decís eso, automáticamente sos K. Esto es lo difícil en Argentina, hacer periodismo profesional, el que es crítico en sí del poder de turno o de la sociedad. La grieta generó periodismo militante de un lado y del otro. Allá se aplaude y genera mucho éxito, muchísimo. En Argentina al periodismo profesional le dicen Corea del medio.