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“Me permito solo 24 horas de festejo y al otro día, la cabeza para abajo y a trabajar”

Entrevista a la diseñadora uruguaya radicada en Nueva York Gabriela Hearst: va a abrir su primera tienda en Manhattan y está nominada a los premios más relevantes de la moda

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Para su su colección de otoño 2016, Gabriela Hearst diseñó un vestido con un mensaje semisecreto bordado en código morse. Las cuentas translúcidas, bordadas sobre seda, decían love. De alguna manera, esa palabra resume su filosofía en lo que refiere a la confección de sus prendas y a los materiales que utiliza. Un gran respeto por la naturaleza y un aprecio fundamental por la belleza de la ropa “simple y bien hecha” hacen que su marca, Gabriela Hearst, sea conocida por sus políticas sustentables y se asocie al nuevo lujo.

Su infancia en Santa Isabel, la estancia de su padre ubicada en Paysandú —que ha estado en la familia por seis generaciones— tiene mucho que ver con esos principios sobre los que se sostienen sus colecciones. “Es un lugar a donde llevo a mi familia para que puedan entender cómo crecí, de dónde venimos, y cómo pertenecemos a la naturaleza y la naturaleza no nos pertenece a nosotros”, cuenta la diseñadora.

Pasaron 14 años desde que, ya instalada en Nueva York, fundó la marca Candela. La diseñadora uruguaya, cuyo nombre de soltera es Gabriela Perezutti, ha ido construyendo con paso seguro un nombre y un prestigio que se asocian a la alta costura y a la moda consciente.

Desde 2015, cuando su marca pasó a llamarse Gabriela Hearst, han sido unas cuantas las celebridades que eligieron sus diseños. La actriz Laura Dern optó por un tailleur suyo para la pos party de Vanity Fair en el Oscar de este año; Rebecca Hall y Christina Ricci llegaron al Tribeca Film Festival de 2017 vestidas por ella, y también , entre ellas, Robin Wright, Hillary Swank, Dakota Fanning, Emma Watson y Lauren Hutton han resuelto llevar Gabriela Hearst en la calle o en tapas de revista. Este mes, la publicación Business of Fashion la incluyó entre las 500 personas más influyentes en el mundo de la moda.

El Council of Fashion Designers of America (CFDA) la nominó en 2017 al Swarovski Award for Emerging Talent y este año en la categoría Mejor diseñador de indumentaria femenina del año, junto a Marc Jacobs, Raf Simons, director creativo de Calvin Klein, Ashley y Mary-Kate Olsen (para su marca The Row) y Virgil Abloh (para Off-White).

A pocos meses de abrir su primera tienda en Manhattan en el 991 de Madison Avenue, pegado al Carlyle Hotel —la inauguración está prevista para el otoño boreal— la diseñadora uruguaya de 41 años respondió a las preguntas de galería sobre sus orígenes, su familia, los premios, la moda en Uruguay y lo que es necesario para diseñar alta costura.

¿De qué manera cree que incidió su crianza con el desarrollo que logró en su carrera?

En todo. El país en que nací, mi familia de campo que me crio, el colegio al que fui, el tiempo histórico. Yo tengo conciencia de cuando la democracia retornó al Uruguay. La época preglobalización. Todavía no había llegado el cable, Internet o McDonald’s. Los chicos que conocía se vestían todos igual: camisa rayada blanca y azul, Levi’s, zapatos náuticos marrones, cadena de plata con cruz atada en un nudo. Casatta triple de Conaprole, esa época.

¿Cómo se cuela el campo en su inspiración como diseñadora?

Mi madre y mi padre siempre son un ejemplo cuando diseño. Me gusta la simpleza así como la calidad y resistencia al tiempo, como tiene que ser todo en el campo cuando se está expuesto a la naturaleza. Me atrae lo que aparenta ser rústico pero tiene una mano de real riqueza. Mi padre era muy estético, tenía una visión muy clara de lo que le gustaba y lo hacía sentir cómodo. De él heredé eso, desafortunadamente para los que me tienen que tolerar y afortunadamente, porque lo pude volver una profesión. También heredé su gen italiano, aunque cuando me hice el test genético me dio 71% de descendencia portuguesa, que es mi familia materna.

Una remera estampada con una foto de su madre descalza, con jeans y una vincha, sobre un caballo corcoveando, tomada en 1971, se convirtió en uno de los primeros hits de Gabriela Hearst. Fue la más vendida de una colección de remeras que diseñó con una inversión de 700 dólares para su incipiente marca Candela. Esa mujer, su madre, que competía en rodeo cuando tenía 18 años, que a los 30 fue cinturón negro de taekwondo, que se afeitó dos veces la cabeza al convertirse en monje budista y que a los 50 decidió hacer levantamiento de pesas, fue para Gabriela un ejemplo de cómo romper los estereotipos de lo que se esperaba de una mujer en los años en que nació, en plena dictadura en Uruguay.

'El compromiso que tengo con el desarrollo de mi creatividad es para toda la vida. Es parte de mí. Es como una llama a la que tengo que hacer arder'

¿Cuándo sintió que su carrera despegaba?

Yo siento siempre que recién empieza. Por supuesto que me da mucha satisfacción que nuestra colección se venda, sea deseada, crear cosas que amemos y otros amen.

¿Cuándo cree haber dado el salto a las grandes ligas en lo que refiere al mundo de los diseñadores?

Siempre es un honor, como en estos días, que el CFDA nos nominó a Mejor diseñador del año junto a Raf Simons, de Calvin Klein, y Marc Jacobs. Ver nuestro nombre al lado de los grandes te llena de orgullo, y a mí al mismo tiempo de humildad. Uno de mis amigos me dijo que nunca había pasado que una marca con solo tres años de vida esté nominada en el CFDA a Mejor colección; el año pasado estábamos nominados en la categoría Emergente. Pero soy consciente de que pudimos ir muy rápido estos tres años porque tenía los 14 años de experiencia (con fracasos incluidos) y había empezado de abajo en el mundo de la moda, de lo más abajo posible. Nunca me olvido, pero tampoco me puedo dormir en los laureles cuando hay tanto para hacer. Me permito solo 24 horas de festejo y al otro día, la cabeza para abajo y a trabajar, porque para lo que se viene no tengo tanta experiencia y tengo que aprender rápido. Por suerte tengo un team que es genial, y me inspiran todos los días. Amo a mi equipo. Hay equipo, como se dice; todos tienen la camiseta puesta (de cashmere, obvio).

Recorrió un camino similar al de algunas estrellas de cine. Estudió actuación, trabajó de moza y fue anfitriona de un restaurante al principio. ¿En algún momento pensó en desistir, en dejar de perseguir su sueño?

Jamás. El compromiso que tengo con el desarrollo de mi creatividad es para toda la vida. Es parte de mí. Es como una llama a la que tengo que hacer arder. Lo que me da el poder crear y desarrollarme en este oficio es algo que soñé toda mi vida. Mi test vocacional en el liceo me dio 90% arte, no había mucha opción. La carrera del creativo siempre es larga, a veces se llega al éxito, a veces no, pero el creador nunca puede parar. Tengo 41 años y encontré el medio a través del que me puedo comunicar, y el nivel en el que me quiero expresar. Me siento muy agradecida.

'A la marca le iba a poner Perezutti, mi apellido paterno solo, sin el Gabriela. Me parecía que sonaba bien y la mayoría de la producción es hecha en Italia'

Gabriela Hearst se casó con el ejecutivo de medios y productor John Augustine (Austin) Hearst en junio de 2013 en el Museo de Historia Natural de Nueva York y con un vestido Dior. Se habían conocido 10 años antes a través de amigos en común, cuando ella buscaba inversores para su compañía. Ella pensó que él —nieto de William Randolph Hearst, el magnate de los medios que creó Hearst Communication y cuya vida inspiró la película El ciudadano, de Orson Welles— no era su tipo y que no tenían mucho en común, pero el tiempo demostró lo contrario, cuando el vínculo amistoso se convirtió en algo más. En 2015 nació el primer hijo de ambos, Jack, el tercero de Gabriela —que tiene mellizas de 10 años de su primer matrimonio.

¿Por qué decidió asumir, también profesionalmente, su apellido de casada?

A la marca le iba a poner Perezutti, mi apellido paterno solo, sin el Gabriela. Me parecía que sonaba bien y la mayoría de la producción es hecha en Italia. Pero mi amiga Glenda Bailey, la editora de Harper’s Bazaar, me dijo: “Gabi, por favor no. Me encanta tu nombre, pero la gente no va a poder escribirlo bien o pronunciarlo. Ponete el de casada (en Estados Unidos se usa llevar el apellido de tu marido o hacerlo compuesto). Tenía razón, es un nombre del que la gente se acuerda. El Gabriela lo escriben mal, a veces con doble “l”, Perezutti- olvídalo, si inglés es el idioma predominante.

¿Qué opina de la explosión que tuvo el diseño de moda en Uruguay? ¿Qué trabajos o diseñadores uruguayos le parecen los más destacados del momento?

Como me fui hace tanto tiempo no tuve la oportunidad de verla desarrollar en detalle, pero siempre me gusta lo que hace Ana Livni.

En abril de 2013, Gabriela Hearst presentó por primera vez una colección de su marca Candela en la MoWeek, la misma que poco antes había mostrado en la New York Fashion Week. En una entrevista que ofreció entonces, la diseñadora decía que tenía más influencias de Uruguay que de Nueva York: “Hay elementos de la colección que están basados en el poncho pampa de mi papá”, contaba. La lana Merino (proveniente de las ovejas de la estancia familiar) sigue siendo uno de los materiales infaltables en sus colecciones, por su nobleza y durabilidad.

¿Cómo se concibe un diseño para que sea contemporáneo y duradero, es decir, que mantenga su vigencia con el tiempo?

Tiene que empezar por la calidad de los materiales, número uno. Después, el diseño tiene que ser atemporal, timeless, como se dice en inglés. Tiene que poder haber estado 10 años atrás, ahora y en el futuro. No es fácil, pero es lo que intento día a día.

¿A quién le ha dado más orgullo ver que lleva ropa de su grifa?

Hay tantas mujeres que me llena de orgullo que usen nuestra ropa. Algunas con perfil alto y otras no. Es muy difícil para mí elegir. Todas nuestras mujeres me enorgullecen. Les quiero dar lo mejor.

¿Qué le diría a un aspirante a diseñador o diseñadora que quiera abrirse camino en Nueva York?

No olvidarse de que lo que hacemos es un servicio. Saber que hay que trabajar muy duro, pero hay oportunidades. Cuando he tenido pasantes de Uruguay, siempre noto que tienen muy buena actitud y disposición, que muchas veces es lo más importante.

¿Qué significó pasar a integrar el Council of Fashion Designers of America y qué tareas implica?

Me aceptaron como miembro en 2012, cuando estaba con la marca Candela. Es un honor porque estás con tus colegas. A mí, el CFDA me enseñó mucho. Dan clases, cursos de todo tipo. Cuando lanzamos GH tenían un canje con Harvard en que podías contratar un pasante del MBA por el verano que ayudara en el estudio de mercado. Ahora que estoy en una posición en que puedo devolverles, ayudo en lo que me pidan. Siempre estoy a su disposición, ya sea para ayudar con ACLU (American Civil Liberties Union), Planned Parenthood o lo caminata del HIV.

¿Vio la película nominada al Oscar El hilo fantasma, que retrata a un diseñador de modas? ¿Hay que ser un poco obsesivo para hacer alta costura?

Sí, sin lugar a dudas. La vi con mi marido, es una gran película, una sinfonía; mi favorita de este año. Mi marido dijo que él me veía reflejada. Muy normal no se puede ser para hacer este trabajo de locos. Cuando uno trabaja con la sensibilidad y trata de desarrollarla, hay que entender que se va a sentir todo, hasta lo que no queremos sentir. Y ahí es donde se necesita ser valiente.

GALERIA
2018-04-12T00:00:00