Alberto Sonsol: 'Para mí un gol es un par de zapatos'

Escape perfecto lo hizo conocido en un público más allá del deportivo. ¿En qué cambió su vida con eso? Fue un cambio rotundo. Lo hago con muchísimo gusto, me divierto con Annasofía- (Facello).

Usted dijo que es hincha de Peñarol. ¿No cree que como periodista eso le puede jugar en contra? A mí no me ha jugado en contra. Me genera la simpatía del hincha de Peñarol y el respeto del de Nacional. La gente no es tonta: si el 90% de los uruguayos son de Nacional y de Peñarol, el 90% de los periodistas son de Nacional o de Peñarol. Yo lo dije y no tuve ningún problema. Una vez, Nacional salió campeón e invité a Hugo de León al programa. Me dijo: “Vengo a tu programa porque sabiendo que sos flor de manya te escucho y sos objetivo”. Entonces ya está.

Hay quienes dicen que a veces cuando habla del mal momento de Peñarol lo hace como hincha y no como periodista. Lo que la gente no entiende es que yo soy hincha mío y de mi familia. ¿Cómo voy a decir “qué bien Peñarol” si es un desastre? ¿O “qué mal Nacional” si anda bárbaro? Hay amigos míos que me dicen: “¿Cómo vas a gritar los goles de Nacional como los gritás?”. Todos tenemos una actividad. Vos vendés zapatos. ¿Le preguntás al que le vas a vender de qué cuadro es? ¿Si es de Nacional no le vendés? Para mí un gol es un par de zapatos.

¿Hay cierta condescendencia con Óscar Tabárez? Si me preguntás el estilo de juego de Uruguay, no me gusta. Pero esto es resultados. Y este cuadro y Tabárez se han ganado un crédito que de repente en el 2010 era inesperado. 

¿Qué piensa del hecho de que en las conferencias de prensa se enoja Tabárez cuando los periodistas le preguntan demasiado? No me gusta. No he estado en ninguna conferencia. Estoy seguro que si le pregunto algo y me contesta mal me plantaría de otra manera. A las conferencias de prensa normalmente no van los periodistas de mayor trayectoria. 

Hace poco, después de 30 años, volvió a Israel. ¿Cómo fue? Volví a Uruguay en 1984. Había ido con unos amigos. Trabajé en varios lugares y no llegaba a fin de mes. Dije: “Esto no es para mí”, lo mío era Uruguay y el periodismo deportivo y me volví. Ahora este año cuando regresé fue una emoción brutal. 

¿Cómo es su relación con el judaísmo hoy? Soy respetuoso, tradicionalista. No soy ortodoxo, no soy fundamentalista. En Pascuas nos reunimos y también en el Año Nuevo judío. Voy al templo solo el Día del Perdón. Lo hago hasta por respeto a mis abuelos y a mis padres y como les digo a mis hijos: no les pido nada, solo una hora por año. 

¿Le reprocharon la polémica con Juan Pedro Damiani cuando al cortar una nota telefónica, sin saber que seguía al aire, se refirió a usted como “judío de mierda”? Hubo de todo. Hubo gente que llamó a decir “tenés que decir esto, y esto”. Hablan con una facilidad brutal. Yo dije lo que tenía que decir. Amo el Uruguay. Estos días que estuve en Israel pasé de novela, pero dejame acá. 

¿Y en este caso que tiene que ver con lo de Damiani? Amo el Uruguay. Soy de religión judía pero uruguayo. Tan orgulloso de una cosa como de la otra. El pueblo judío hace seis mil años que es perseguido. A mí me pasa. Yo nací en Palermo, mis grandes amigos son todos negros. Para mí, decir negro hoy es lo más normal. Sin embargo,  en Uruguay se cuestiona. Pasó conmigo, me decían ruso, turco, cualquier cosa. Creo que la ofensa la mide el ofendido y no el que ofende. Se dio un caso con Damiani muy especial, porque él estaba alterado. Después me pidió disculpas públicamente. Quedó solucionado.