Es una de esas historias que parecen muy conocidas pero que quizás no se conocen tanto. Es la historia de Alejandra Miriam Bianchi, la maestra de jardinera que a los 30 años decidió darle un cambio radical a su vida e inició una carrera en la música tropical, convirtiéndose, desde entonces y para siempre, en Gilda, la cantante, la abanderada de la bailanta, el ícono pop que desafió los estereotipos establecidos en ese género. Puede sonar excesivo, pero ahí están los hechos para demostrarlo. Gilda, en la bailanta, era delgada, cuando lo más popular eran las mujeres voluptuosas al estilo Lía Crucet o Gladys “La Bomba Tucumana”. Era morocha en una época en la que las cantantes tropicales tenían melenas rubias o caricaturescamente oxigenadas. Y su forma de bailar, si bien irradiaba cierta sensualidad, también lo hacía con una inocencia que se notaba auténtica. “Se nota que no sos del palo”, le dijeron más de una vez. Y sin embargo, enganchó.
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1 · Porque Natalia Oreiro es Gilda
Lo dice el póster: “Natalia Oreiro es Gilda”. Y es verdad. La actriz desaparece detrás del personaje. Impresiona y conmueve. Hay tramos del filme en los que incluso se puede pensar que hubo alguna manipulación digital para que Oreiro se vea como se ve: como Miriam primero, como Gilda después. No hay nada parecido a un tratamiento digital en posproducción. Hay, sí, una transformación no una imitación. Una transformación que viene desde adentro. “El riesgo era grande. Había que lograr un parecido notable, claro, pero le tenía más miedo a interpretar el lado menos conocido de Gilda, a Miriam, a la mujer, la madre, la maestra de jardinera. Ahí, sin maquillaje, era más difícil. El proceso de búsqueda fue muy intenso, fueron muchos meses, y el rodaje, la realización, fue de ocho semanas. Al final, estaba agotada, física y mentalmente”, contó Oreiro a galería.
“Natalia siempre fue Gilda”, dijo la directora Lorena Muñoz. En 2012, ambas se encontraron en el Festival de Cine de Ca-nnes, y Muñoz —que sabía que Oreiro era una fan confesa de Gilda— le comentó que estaba interesada en hacer un filme sobre su vida. En respuesta, la actriz uruguaya le dijo, convencida, llevándose el índice al pecho, subrayando la expresión: “Yo soy Gilda”. Oreiro había visto el breve documental de Muñoz sobre la cantante. “Olvidate de llamar a otra actriz”, le dijo.
Danny de la Cruz y Edwin Manrique, músicos que formaron parte de la banda de Gilda y que sobrevivieron al accidente, actúan en la película, interpretándose a sí mismos. “La primera vez que la vimos, cuando estaba haciendo la sesión de fotos con el vestido violeta, nos miramos sorprendidos, no lo podíamos creer: era Gilda”, dice De la Cruz.
“Su entorno familiar, sus mejores amigas, sus músicos me brindaron situaciones en las que pude encontrarme con ella, con la persona, qué le gustaba, qué no le gustaba. Yo construyo mucho los personajes incluso desde la risa, siento que es una característica determinante”, dijo la actriz. “Fue la película en la que más riesgo debí asumir. No soy imitadora, soy intérprete, canto en toda la película, entonces tuve que desandar el camino que hice como cantante para interpretar su forma de cantar, incluso en la forma de respirar y de frasear”. Hay que verla, es Gilda.
“La película se cuenta desde la visión de ella, en planos muy cercanos, entonces todo tenía que pasar desde adentro, desde el corazón, si yo hacía una imitación, se iba a notar. Había que entender la esencia de ella para transmitir esa energía y esa luz, también esa melancolía. Eso fue algo que noté, mucha melancolía en su mirada, e intenté transmitirlo”, dice Oreiro. “Ella era muy feliz cuando estaba sobre el escenario. Era una mamá orgullosa de sus chicos, no es que no era feliz, pero se sentía completa cuando cantaba”.
2 · Porque es una historia de lucha y superación
“Fue una mujer que luchó a pesar de todo y contra todo”, dice Muñoz, directora y coguionista del filme. “No solo tenía en contra la misma industria, también a su propia familia y ciertos mandatos sociales, que no veían con agrado ese cambio, el de una mujer que a los 30 decide dejar todo para seguir su sueño”. Esto fue lo que, en primera instancia, cautivó a la realizadora, que dirigió el episodio dedicado a ella en “Soy del pueblo”, la serie documental del canal Encuentro. “Ella reivindicó el lugar que tenía la mujer en la cumbia. Se sentía ella misma una abanderada de ese género”, apunta Oreiro. “Su decisión no era bien recibida y ni siquiera aceptada dentro del ambiente de la cumbia ni en su familia. De alguna manera también en su ámbito familiar fue una sorpresa que se hubiera dedicado a ese tipo de música. Ella era superrockera, incluso le gustaba la balada melódica, y no escuchaba ese género. Cuando fue al casting y quedó para cantar cumbia ella dijo: ‘Me encanta la cumbia’, lo tomó con naturalidad”, agrega la actriz.
3 · Porque es una historia de autoconocimiento
“Se dice que ella fue atrás de un sueño, pero en realidad creo que fue más allá de eso, que a través de la música fue a buscarse”, dice Oreiro. “Y creo que logró encontrarse sobre el escenario. A través de sus canciones, de sus letras, pudo decir mucho que en su casa no decía, entre otras cosas, porque su marido no quería escucharla”. Y en esto, el filme de Muñoz es notable.
4 · Porque es un retrato preciso y nada estereotipado de un mundo fácil de estereotipar
Muñoz presenta un muestrario del universo de la bailanta de aquellos tiempos, en especial del submundo de los representantes y las discográficas, que aplicaban métodos mafiosos para imponer sus reglas.
5 · Porque la directora logra una narración fluida y vital
Se trata de la primera película de ficción de la Muñoz. Sus obras anteriores se enmarcan en el terreno documental. Quizás por eso su acercamiento a la figura que retrata es tan preciso. Se ve a Gilda crecer como cantante y como compositora, su vertiginoso ascenso, la lucha por hacer que sus canciones lleguen al público.
6 · Porque no es una hagiografía
En el lugar exacto del accidente están los restos del ómnibus, repleto de flores y ofrendas de fans y de personas que aseguran que la música de Gilda los ha curado. Se llama el Santuario de los Milagros. “Soy respetuosa de lo que cada uno cree, pero no quisimos santificarla. Porque ella misma siempre negó esa posibilidad”, explica la directora. “Hicimos una película sobre una heroína romántica. Ella era como una predicadora amorosa: le hablaba a la gente de una forma muy cercana, les hablaba mucho del amor, de no perder las esperanzas, y en eso hicimos especial hincapié”.
7 · Porque es una historia de amor
De amor a la música, sobre todo. Dice Oreiro: “Para mí, su verdadero amor fue el público”. Y eso también se ve. Entre los momentos notables se encuentra la escena que recrea el día que Gilda cantó en una cárcel. Y también la secuencia en la que canta “No es mi despedida”, canción que nunca llegó a interpretar en vivo. Se trata de una licencia artística de Muñoz, de una mentira que dice una verdad.
8 · Porque deja por el piso cualquier tipo de prejuicio
De antemano, para muchos, la combinación Oreiro-Gilda iba a resultar en una hagiografía de trazo grueso. Si bien el filme tiene momentos flojos, la fuerza que transmite el conjunto, por medio de la música y la brillante actuación de la uruguaya, que canta todas las canciones, demuestran que nació para este papel. La concreción del filme también fue una lucha. “Muchos directores quisieron contar la vida de Gilda, pero siempre se llegaba a un punto que frenaba el proyecto: el tema de los derechos”, comenta Oreiro. Parte de los derechos de las canciones pertenecen a Fabricio Cagnin, el hijo de Gilda, que siempre se negaba a cederlos para hacer un filme. “No quería hacer una película ‘inspirada en’”, dice Oreiro. “Si la hacía, quería que fuera basada en los hechos reales”. Y, básicamente, así fue como lo lograron: “Le escribimos una carta, le contamos sobre la admiración que sentíamos por su mamá, explicándole por qué queríamos hacer la película y le adjuntamos un disco con la interpretación de ‘No me arrepiento de este amor’, cantada por mí, y se ve que tuvo curiosidad por conocernos. Nos encontramos, primero Lorena, luego yo, y él confió, sin siquiera leer el guion”.
9 · Porque es realmente emocionante
Por la forma respetuosa y cariñosa en que se narra la historia personal de la protagonista, que nunca se vio a sí misma como una santa y mucho menos una sanadora, como bien lo muestra una breve escena de la película, por cómo se muestra su relación con la música.
10 · Porque están sus mejores canciones
Y, sí, por las canciones. Están las mejores, “Corazón valiente”, “Paisaje”, “Se me ha perdido un corazón”, “No me arrepiento de este amor”, “No es mi despedida”. Por eso hay que ver “Gilda”.