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    El cuadro que nunca se vendió

    La obra que mostraba a Mujica y Topolansky desnudos no se exhibió en una feria de arte en Punta del Este y su autor volvió a ser contactado por la Policía

    A casi un año de haber sido protagonista de un caso de censura que recorrió el mundo, generó una amplia repercusión en las redes, y disparó ofertas económicas de todo tipo, el polémico cuadro que tenía al expresidente José Mujica y a la senadora Lucía Topolansky desnudos y con los genitales tapados emulando a Adán y Eva, no se vendió ni salió del país. La obra sigue en el mismo lugar en el que se encontraba cuando se despertó la polémica —La Marquería de la calle Carlos Quijano—: la galerista asegura que no se la dejaron exhibir en una feria internacional de arte de Punta del Este este verano, y que hubo un nuevo contacto de la Policía con el artista, después de haber colgado el cuadro unos minutos en una pared en enero de este año.

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    La galerista Diana Saravia nunca imaginó la repercusión internacional que tendría la obra Génesis Uruguay del artista Julio de Sosa, según dijo esta semana a galería. Pasaron diez meses desde que la Policía los citó a ella y al artista para solicitarle que quitara el cuadro de exhibición, y ahora la obra descansa, junto a otras, contra una pared de la galería, ubicada a media cuadra de la Jefatura de Policía de Montevideo.

    Cuando se supo de la existencia del cuadro, y de la citación a Saravia y a De Sosa por parte de la Policía, el episodio tomó un destaque internacional sin precedentes. Cadenas internacionales replicaron la noticia que tenía como protagonista a una figura tan conocida fuera de fronteras como era Mujica. “Tienen el derecho de ganarse unos pesos, pero creo que las cosas tienen un límite”, dijo Mujica en ese entonces.

    En esa ocasión, De Sosa aclaró que nunca quiso faltarle el respeto al matrimonio, y que se inspiró en un cuadro europeo del Renacimiento, al que le cambió algunos objetos por animales de la fauna uruguaya. Además, en un extremo del cuadro aparece Manuela, la popular perra del matrimonio.

    A pedido de la Policía, en ese momento Saravia retiró la obra de la zona de exhibición de su galería, lo que fue considerado en distintos ámbitos como un hecho de censura (ver recuadro). Pero ya el asunto estaba instalado y los ofrecimientos por el cuadro llegaban desde todos lados. El que cobró mayor fuerza fue el de un uruguayo residente en Estados Unidos que se comunicó con Saravia y le ofreció 8.600 dólares por la pieza, una cifra bastante más abultada que los 400 dólares que valía antes de la polémica, porque quería tenerlo en una pared de su casa de Nueva York.

    Ese mismo día, el padre de ese uruguayo se acercó hasta la galería y entregó mil dólares de seña, a cuenta de que su hijo pagaría el resto más tarde. Ahora, meses después de esa negociación, Saravia dice que en ese mismo momento ella sintió que se estaba equivocando, porque ni ella ni el artista querían realmente venderlo. De todas maneras, quedó a la espera de la llegada del comprador a Montevideo para ajustar los detalles de la venta.

    OTRO PERFIL. Pero lejos de quedar saldada, la historia del cuadro tenía aún un par de episodios más. Sobre fin de año, Saravia le planteó al potencial comprador que tenía intenciones de exhibir el cuadro en la feria de arte contemporáneo prevista para mediados de enero de este año ESTE ARTE, que tuvo lugar en el Centro de Convenciones de Punta del Este. Allí la transacción quedó en suspenso, y a cambio el uruguayo residente en Estados Unidos adquirió una obra de María Freire propiedad de Saravia.

    La galerista enmarcó Génesis Uruguay con  dorado y una moldura “linda” para que “quedara bien” junto a otros cuadros que pensaba exhibir en Punta del Este. Sin embargo, ahí surgió un inconveniente: “Según me dijo la directora de la feria, en realidad la obra no era del perfil para llevarlo”. Así que Mujica y Topolansky desnudos quedaron en Montevideo, y Saravia llevó otros cuadros a la feria. Asegura que le fue “fantástico” a pesar de esa ausencia.

    Pero todavía había más capítulos en la historia. Un viernes a fines de enero de este año, Saravia estaba en la galería y llegó el autor del cuadro. Era un día atípico, porque él la visitaba los sábados en la mañana, cuando iba a trabajar a un taller cercano. Saravia le contó que había encuadrado su obra para exhibirla en Punta del Este, a pesar de que nunca pudo hacerlo. Él, sorprendido porque nunca había visto un cuadro suyo con marco, le pidió para tomarle una foto. 

    Según contó Saravia, De Sosa descolgó un cuadro que estaba en una pared y en ese lugar ubicó el suyo para tomarle una foto con el celular. “Sacó la foto, se dio media vuelta, no sé si le dio tiempo para sentarse, y le sonó el teléfono. Lo estaban llamando de Jefatura. El chico quedó blanco. Nunca vamos a saber (qué pasó). (Fue) para preguntar qué decisión se había tomado sobre el cuadro. Quedamos de cara”, contó Saravia.

    Desde ese momento, Génesis Uruguay descansa contra una pared tapada por otros cuadros. Ni Saravia ni De Sosa tienen intenciones de venderlo. “A ninguno de los dos nos va a cambiar la vida el hecho de que ganes miles de dólares en un segundo. La plata va y viene. Por más que él pueda hacer otra obra o lo que sea. Para mí significa mucho más tenerla acá que la plata. Yo jamás hubiera podido pagar ni una de las publicaciones que salieron (con el tema). Todo lo que hicieron en prensa, la publicidad que tuvimos, fue impagable”, dice Saravia.

    Con frecuencia entran visitantes a ver el cuadro. Como no está exhibido, muchos se agachan al piso para sacarle fotos. Saravia dice que si fuera por ella, lo colgaría en el baño de su casa, porque la pared tiene las dimensiones indicadas para que se vea bien. Sin embargo, prefiere no hacerlo, para que ningún visitante se tome una foto y comience a circular en las redes sociales.

    Diez meses después de que estallara la polémica, y de la sorpresa que le generó la llegada de dos mujeres policía convocándola a declarar al día siguiente en Jefatura, Saravia dice que lo ocurrido fue “espectacular”, por el alcance que tuvo el episodio y la publicidad que obtuvo para su galería.

    Asegura, sin embargo, que se dijeron muchas cosas que no son ciertas, como que por ejemplo alguien se había quejado al ver el cuadro en exhibición y había llamado a la Policía. Según ella, el episodio tomó estado público gracias a una noticia publicada en el portal Montevideo.com. Saravia asegura que cuando le tomaron declaración, el comisario que estaba en el lugar le dijo que la citación respondía a que la orden “vino de arriba” y que “por delicadeza” le solicitaron que retirara el cuadro de la vidriera.

    Ella considera que lo que debe haber ocurrido es que alguien “muy allegado” al expresidente pasó por el el lugar y consideró que se trataba de “una ofensa”. “Un inculto, seguramente, porque eso no te puede ofender jamás”, dijo.

    El episodio hizo que la galería de Saravia se llenara de gente en esos días, y que los teléfonos no pararan de sonar, tanto por interesados en el cuadro como por llamados para insultarla. A ella lo que más le sorprendió fue el revuelo internacional que se generó, en especial en CNN. “Soy muy de seguir CNN y me encanta. Siempre miro entrevistas y digo ‘qué divino estar ahí’. Y cuando veo a los de CNN acá casi me muero. Me hicieron una entrevista a mí, a él, fueron a la casa, lo siguieron. Estuvo espectacular, nunca se me habría ocurrido que eso se podía dar”, comentó.