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    Fátima Florez: “A veces pienso que sé más de mis personajes que ellas mismas”

    Fátima Florez vuelve a Montevideo para presentar Fátima Superstar, un show con 40 imitaciones, en el Teatro Metro

    En lo que dura Fátima Superstar, Fátima Florez hace 40 imitaciones. Va desde Valeria Lynch a los Pimpinela, de Mirtha Legrand a Mariana Nannis. Tiene 20 cambios de vestuario y un popurrí en el que, con ropa neutra y viéndose siempre igual, parece poseída por otros 20 personajes, que interactúan con una pantalla gigante. “Eso a la gente le gusta mucho, porque ahí pelo lo actoral, y en un segundo voy de Vicky Xipolitakis a Lilita Carrió, a Cristina Kirchner, a Marge Simpson”.

    En un ambiente históricamente masculino, la actriz, comediante e imitadora argentina Fátima Florez se hizo un lugar de privilegio: “Cuando empezamos éramos nosotros solitos, los productores —dice refiriéndose a su marido, Norberto Marcos, su consejero, guionista y director de la obra—, poniendo el ahorrito. Arrancamos chiquitito, y a medida que fue entrando (dinero) fuimos invirtiendo para que el espectáculo fuera cada vez más grande, que es lo que pasa con este show. De todos los que hicimos hasta ahora este es el más grande, el que tiene las mejores pantallas, agregamos músicos en vivo y los vestuarios son increíbles, porque, justamente, invertimos para la gente”, dijo  la actriz a galería durante una visita a Montevideo, previa a presentar tres funciones de su espectáculo —del viernes 27 al domingo 29 de julio— en el Teatro Metro.

    Foto: Luciano Dogliotti

    ¿Cómo fue que de bailarina se convirtió en imitadora? De chica ya imitaba, pero lo hacía como una broma, como algo gracioso que me nacía. Yo sabía que quería ser artista, porque me preparé de muy chica con baile, canto y actuación, pero no sabía que me iba a especializar en imitaciones. Un día, bromeando, le hice una imitación a mi marido, recién lo conocía, y me dijo: “Pero esto te sale espectacular, tenés que hacer esto”. “¿Pero te parece que me van a dar bolilla?”. “Sí, tenés que pulirlo, ponerte”. Y entonces me puse a sacar los personajes, a pulir lo que ya tenía, y creo que cuando uno se esfuerza, las oportunidades llegan. A mí eso me nacía, me gusta hacerlo, me sale como un juego. Obviamente que hay que estudiar mucho.

    ¿Cómo es todo el proceso para preparar un personaje, desde que lo elige hasta que lo incluye en un show? Cuando yo quiero imitar a alguien me pongo día y noche a estudiarla, desde entrevistas, qué dice, cómo piensa, cómo siente. Es más, juego a contestar yo antes que ella, a ver si realmente entiendo su psicología y su cabeza, y le voy pegando. Me meto de lleno, al punto que a veces pienso que sé más de ellas que ellas mismas. Hay mucha observación, mucha concentración, mucho estudio, mucha psicología, y después el tema de lo vocal. Todos escuchamos a esta persona, pero ¿cómo traslado eso que escucho a la garganta? Eso es lo más complicado, no sé cómo explicarlo, nace. No sé si hay una técnica.

    Y después de hacer todo ese análisis, ¿practica sola frente al espejo? El espejo es la última parte. Primero yo solita, tiene que entrar el personaje en mi cuerpo, en mi cabeza, en mi garganta. Después voy al espejo y después a mi marido, que es mi primer espectador, pero cuando ya lo tengo para salir del horno, no se lo muestro a media máquina porque si no, me pincho (risas).

    Ha dicho que siempre está atenta a lo que pasa en la farándula o la política para incluirlo en el show. ¿Un espectáculo que ya está en cartel puede cambiar por algo que pasó? Sí, todo el tiempo. Yo estoy atenta siempre a ver qué pasa, con Twitter, la tele, veo qué se dice, y eso lo incorporo a los personajes que ya tengo. Siempre estoy actualizada de la vida de los personajes que ya tengo, y si aparece alguien nuevo, vamos, lo metemos en la obra, porque a la gente le gusta la actualidad. Aggiornar el espectáculo constantemente le da mucho oxígeno.

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    ¿Cómo elige a sus personajes? Algunos, como en el caso de Madonna y Michael (Jackson), porque son mis ídolos, tengo muchos años de mirarlos, de hacer sus coreos, de cantar todos los repertorios; me gustan a mí, y le gustan a todo el mundo, porque por algo son el y la reina del pop. Después, por gente que está en el candelero. Vicky Xipolitakis está embarazada, entonces tengo que meterla con la panza en la obra, y así voy armando el show. Después con clásicos, como puede ser Valeria Lynch o los Pimpinela, que los conoce todo el mundo, temas que todo el mundo canta, como Me das cada día más y en los Pimpinela los temas de pelea. En el programa de Susana Giménez me pidieron de una semana a la otra que hiciera a Mariana Nannis, y yo no la hacía, sí a Charlotte (Caniggia), pero no a Mariana. Y estuvo muy bueno porque también es un personaje bastante rico en el sentido de que tiene su personalidad, y como habla de ir de shopping, es un personaje. Entonces pasás de una Carrió a una Mariana Nannis, a una Moria (Casán), a una China Zorrilla, son tan distintos los personajes. Eso es lo rico del espectáculo para mí como actriz.

    ¿Se cuida la voz como los cantantes? Sí, igual o más, te digo, porque el cantante canta con su registro de voz, que le queda cómodo, pero yo tengo que llegar a voces que por ahí están muy lejos de la mía. Cristina (Kirchner) tiene una voz muy rota, con carraspera; para hacerla tengo que utilizar una técnica, pero igual siempre jorobás un poquito tu garganta. Valeria Lynch y Lucía Galán son bastante agudas, son señoras cantantes; o Michael Jackson, que si bien es aguda, es la voz de un hombre. La garganta está todo el tiempo adaptándose a diferentes tonos de voz, con lo cual tengo que cuidarme mucho más que un cantante: no tomar frío, hacer mucho ejercicio vocal antes del show, en la semana, no gritar, no hablar por teléfono es lo ideal, pero bueno, uno también es un ser humano.

    ¿Hubo alguien a quien no haya podido imitar porque no le salió? Mirtha Legrand me costó años, le tenía mucho miedo, pensaba que no me iba a salir. Además, sabía que no le gustaba que la imitaran, entonces tenía como un fantasma en la cabeza, no podía avanzar hasta que pin. Los desafíos, siempre ponerse desafíos, si no, te quedás en el área de confort y no, hay que romper. La hice y vino Mirtha y se puso de pie y le encantó. Ahora es uno de los personajes más fuertes de la obra, y también la voy a traer acá. Es que me faltaba una gran diva. No podía hacer a Susana, a Moria, y no hacer a Mirtha, que tiene 50 años en la tele y tiene mucho para decir; Mirtha no se calla nada, así que van a ver que habla de la política, del día a día, de cuando fueron los Martín Fierro, que quedó afuera, del presidente, de Cristina, habla de todo.

    Por lo general, las celebridades a las que imita reaccionan bien, pero ¿le pasó que alguien se quejara o la presionara para que dejara de imitarla? Nunca me pasó.

    En el show representa a muchísimos personajes. ¿Cómo hace para cambiarse, maquillarse, ponerse peluca y prótesis tan rápido? Si la gente me viera correr atrás del escenario… es una locura. A veces se caen cosas, se rompen, y hay que correr, no hay tiempo de nada. Las veces que me he caído. Si pusieran una camarita en el backstage se hacen el día, es un show igual o más divertido que el que se ve en el escenario. Uno además viene transpirado, y tenés que secarte y maquillarte arriba, y cambiar la peluca y el zapato que no entra… Yo ya estoy acostumbrada y no me pongo nerviosa por nada, y si tengo que salir con un zapato solo porque no llegué, que me ha pasado, salgo igual. Creo que eso es lo que te hace el teatro: bueno, a ver, resolvé.

    Es un ambiente bastante masculino el de los imitadores, y el del humor en sí. ¿Fue difícil abrirse paso? Al principio sí, porque veían raro que una mujer quisiera hacer humor; de hecho, me lo han dicho algunos cómicos: “Ah, ¿pero vos querés hacer humor? Bueno, mostrá el cuerpo y ya está”. O “las mujeres no hacen reír”, me lo han dicho y hay testigos. Es que esto cambió hace pocos años. Seamos honestos: hace diez años era muy machista todo. A base de remo y de uno imponerse, cuando uno sabe que se preparó, tarde o temprano llega la oportunidad. Obviamente que es un ambiente más de hombres, pero si yo pude… A mí no me ayudó nadie. Solitos con mi marido empezamos de abajo, de menos diez total, y hoy el lugar que tengo no lo puedo creer. Así que soy una agradecida.Fátima Superstar, del viernes 27 al domingo 29, en Teatro Metro. Entradas de 1.400 a 2.185 pesos, a la venta en red UTS y un día antes del estreno en la boletería del teatro.