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    Maternidad diferida

    La conservación de óvulos para que las mujeres puedan buscar un embarazo independientemente de su edad se afianza en Uruguay; cuesta 4.000 dólares y 100 mujeres ya lo hicieron

    Laura planeó sus vacaciones con mucho entusiasmo. Era la primera vez que la contadora, de 33 años, se tomaba licencia al mismo tiempo que su esposo, Diego. La pareja planificó un viaje para disfrutar de las playas del Caribe. Querían alejarse de la rutina y conocer esos destinos de los que tanto les habían hablado. Sin embargo, el viaje se convirtió en una pesadilla. A los pocos días de su llegada, Laura quiso estrenar un moderno bikini que había comprado especialmente. Mientras se lo probaba, notó que tenía un pequeño bulto en un seno. “Nunca lo había sentido, pero sabía que no era un buen indicio”, cuenta hoy, varios meses después. Cuando volvió a Uruguay, pidió una consulta con un médico que enseguida la analizó y derivó con un cirujano. Se sometió a varios estudios antes de que le dijeran lo que no quería escuchar: “Tenía cáncer de mama”.

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    Nunca sintió tanto miedo

    Aunque el oncólogo le dijo que el tumor era pequeño, Laura temía no poder cumplir con los proyectos que habían ideado con su marido. Hacía poco tiempo se habían mudado a una enorme casa del Prado para remodelarla. “Queríamos que hubiese espacio para los hijos que buscábamos”, recuerda. Sin embargo, para superar el cáncer de mama tenía que someterse a sesiones de radioterapia que podían afectar su fertilidad. La idea no la dejaba descansar. “Con Diego buscamos todas las alternativas, porque estábamos preocupados por los efectos del tratamiento”, cuenta.

    Fue uno de sus primos, que trabaja como enfermero, quien le dijo que había escuchado hablar sobre un nuevo método que permitía postergar la maternidad: la vitrificación de óvulos. Cuatro meses después de que le diagnosticaran cáncer, Laura terminó su última sesión de radioterapia y tiene la esperanza de convertirse en madre con la nueva técnica.  “Es increíble lo que logra el procedimiento en los pacientes con enfermedades oncológicas. No solo les permite soñar con ser madres, sino que también les da motivaciones para luchar contra el cáncer”, dice la directora del laboratorio de Embriología del Centro de Esterilidad de Montevideo, Lidia Cantú.

    Laura es una de las 104 pacientes que se realizaron la vitrificación de óvulos en Uruguay; una técnica —aún desconocida por muchas mujeres— que permite postergar la maternidad con la conservación de los óvulos que están en buen estado.

     

     

    Un método esperanzador

    La preservación de la fertilidad en la mujer es un fenómeno complejo. A diferencia de los hombres, que producen semen durante toda su vida, la mujer tiene un reloj biológico que determina sus posibilidades de ser madre. “Nacemos con la cantidad de óvulos que vamos a tener durante toda la vida porque se forman dentro del útero de nuestras madres”, dice Cantú. Desde la primera menstruación, estas células sexuales comienzan a producirse y disminuye la reserva ovárica. Con el correr de los años, además, la calidad de los óvulos se deteriora y es más difícil que las mujeres queden embarazadas. Como después de los 35 años solo queda 10% de la reserva ovárica también es usual que aumenten la cantidad de abortos y las anomalías en los bebés. “Antes las mujeres no sentían las limitaciones en la edad como un problema, pero ahora la situación cambió”, afirma Cantú.

    De hecho, hasta el siglo pasado la postergación de la maternidad no era un problema. Las mujeres eran criadas para casarse jóvenes y tener hijos poco tiempo después. Solían dedicar su vida a los niños y al cuidado de la casa. “Nacían con una idea sobre la vida que cambió en los últimos años”, dice Cantú. En la actualidad, las mujeres suelen postergar la maternidad para dedicarse a otros proyectos: estudian una carrera, se dedican a su profesión y apuestan a una vida económica independiente. “Antes de pensar en tener hijos se forman, quieren terminar sus carreras y consolidar su lugar en el mercado laboral”, asegura la ginecóloga especialista en Medicina Reproductiva Marisa Dellepiane.

    Por otro lado, hay mujeres como Laura, que deben dejar su maternidad en suspenso por los efectos de los tratamientos oncológicas, cada vez más efectivos para luchar contra el cáncer, pero también muy agresivos, por lo que pueden afectar la fertilidad. Por esta razón, hace tiempo que embriólogos y especialistas en reproducción asistida buscan alternativas para preservar la maternidad.

    En Montevideo la vitrificación de óvulos se realiza en el Centro de Esterilidad de Montevideo, Fertilab y Cehrin. En las tres clínicas, además, el procedimiento tiene un costo que ronda los 4.000 dólares más unos 300 dólares de conservación anual.

    Hasta hace 10 años las herramientas con las que contaban los médicos  para postergar la maternidad eran escasas. Las mujeres, cuenta Cantú, podían congelar sus óvulos para utilizarlos en el futuro con un tratamiento que existía, pero que era ineficiente. Entonces, se extraían las células sexuales en buen estado y se guardaban con una técnica de descenso de la temperatura programado. El problema que tenía el tratamiento, sin embargo, era que los óvulos son células grandes repletas de líquido que no resisten el lento cambio de ambiente. Mientras descendía la temperatura, se formaban cristales de hielo que cortaban los organelos. “Colocábamos los óvulos en una solución para prepararlos, pero como se congelaban por etapas no era efectivo. Muchas veces se destruían y eran muy pocos los bebés que nacían por esta técnica”, recuerda Cantú.

    Para mejorar el tratamiento, hace ocho años se creó un mecanismo que provoca el descenso de temperatura en fracciones de segundo: la vitrificación. Con este método el óvulo pasa del calor del ambiente a -196 grados, un estado ideal para que se mantenga inalterada la estructura y sus propiedades. Según Cantú, este procedimiento se  asemeja a una película.

    Cuando la mujer decide postergar su maternidad puede congelar óvulos en buen estado para, luego de un tiempo, planear un embarazo sin las complicaciones que trae el paso biológico del tiempo. “Es como si en una película queremos poner pausa. Apretamos un botón con el control y después podemos volver a mirar la película con solo ponerle play. No se cambia ningún elemento”, dice.

     

    El perfil determinado

    Cada semana Marisa Dellepiane recibe decenas de mujeres conscientes de que a medida que el tiempo pasa cada vez es más difícil tener hijos. Muchas todavía no quieren quedar embarazadas, pero saben que existe la posibilidad de someterse a un tratamiento para poder hacerlo en el futuro. Desde su consultorio, la ginecóloga asesora a todas sus pacientes sobre los métodos de reproducción asistida habilitados en Uruguay. “La mayoría pregunta por la maternidad cuando pasa los 35 años. Entonces se da cuenta de que no le queda mucho y quiere saber cuáles son sus posibilidades”, asegura.

    Según un estudio de la Asociación de Medicina Reproductiva presentado en 2017, 50% de las mujeres espera hasta los 37 y 39 años para congelar sus óvulos, porque “empiezan a experimentar un declive natural”. La mejor edad para realizar el procedimiento, sin embargo, es entre los 30 y 35 años. “Hay casos atípicos de chicas más jóvenes que no tienen una buena reserva ovárica”, resalta Cantú. Por esta razón, Dellepiane siempre analiza el historial y el estado de cada paciente antes de recomendar los tratamientos.

    Algunas mujeres recurren a la vitrificación de óvulos porque están por someterse a una cirugía ovárica o a un tratamiento oncológico que puede limitar su fertilidad. Otras, sin embargo, asisten a la consulta ginecológica porque están cerca del fin de la edad reproductiva y no encuentran pareja.

    La vitrificación de óvulos no está pensada como un método para todas las mujeres. De hecho, “las personas que se ven obligadas a usarlo es por motivos sociales o médicos”, asegura la ginecóloga. Algunas recurren a este método porque están por someterse a una cirugía ovárica o a un tratamiento oncológico que, al igual que a Laura, puede limitar su fertilidad. Otras, sin embargo, asisten a la consulta ginecológica porque están cerca del fin de la edad reproductiva y no encuentran pareja.

    “Hay relaciones que fracasan y la chica no va a salir a buscar pareja para tener un hijo solo porque tiene 34 años”, resalta Cantú. Lo mismo sucede con las mujeres que acceden a cargos de toma de decisión o continúan con sus estudios. “Algunas pacientes llegan porque les surge la posibilidad de hacer un máster, mejorar su pasar económico y piensan postergan la maternidad de forma consciente o inconsciente”, asegura Dellepiane. La vitrificación de óvulos es el tratamiento más eficiente para las mujeres que tienen estos perfiles.

     

    Un proceso meticuloso

    Antes de empezar con la congelación de óvulos, Laura tuvo que hacerse un análisis de sangre para estudiar el estado de su reserva ovárica. Con ese resultado, el ginecólogo pudo determinar el protocolo de estimulación que iba a llevar adelante. “Depende de cada paciente el camino que hay que seguir”, cuenta Cantú. El médico fue el encargado de indicar la cantidad de hormonas que Laura debía inyectarse para aumentar la cantidad de óvulos maduros en ese ciclo ovárico.

    Cuando una mujer no recibe estas sustancias “es normal que uno de los óvulos se transforme en el dominante y sea el único que siga con la ovulación. El resto de los folículos que están ahí se pierden”, explica Cantú. Sin embargo, en el proceso que siguió Laura la situación fue diferente. En este ciclo artificial se estimulan todos los folículos que están a disposición para que crezcan, maduren y de su interior se pueda extraer un óvulo maduro.

    Por lo general, el tratamiento hormonal es monitoreado por el ginecólogo que comprueba el crecimiento folicular y, en función de la respuesta, puede acortar o alargar la administración de la medicación. En el caso de Laura, por ejemplo, esta preparación previa a la vitrificación de óvulos duró dos semanas. Después del tratamiento, Laura fue a una clínica de reproducción asistida donde le realizaron una punción folicular. “Cuando se decide hacer la extracción ingresamos a la paciente, la sedamos y comenzamos la intervención en el block quirúrgico”, detalla Cantú. En la punción —que suele dudar entre 20 y 40 minutos— se sacó el líquido folicular que en su interior contenía los óvulos de Laura que se iban a conservar. Después se los colocó en cajas de cultivo y se los clasificó en maduros o inmaduros. Los primeros siempre están listos para vitrificar, pero los segundos deben estar en cultivo hasta que completen la ovulación. Al igual que todos los pacientes, luego de la intervención Laura tuvo que hacer reposo en su casa por un día.

    En Montevideo, la vitrificación de óvulos se realiza en el Centro de Esterilidad de Montevideo, Fertilab y Cehrin. En las tres clínicas, además, tiene un costo que ronda los 4.000 dólares, más otros 300 de conservación anual.

     

     

     

    Una reserva eterna

    Los óvulos pueden mantenerse vitrificados durante décadas, ya  que se mantienen exactos. Cada uno se guarda con el nombre, la cédula y la edad de la paciente, para que se puedan utilizar sin equivocaciones. Cuando se considera que llegó el momento adecuado solo se debe descongelar y realizar la fecundación in vitro para conseguir los embriones. Las mujeres que no tienen pareja, además, pueden acudir a los bancos de donación de esperma para continuar como una familia uniparental. Los embarazos no tienen complicaciones y la tasa de supervivencia ovocitaria es mayor al 80% debido a que “el endometrio responde bien aunque la mujer deje de menstruar”, dice Cantú.

    Los riesgos para la salud del niño son menores porque los óvulos se mantienen intactos. Sin embargo, los médicos prefieren no utilizarlos en las mujeres mayores de 50 años. “Estos embarazos son de alto riesgo y tienen que ser cuidados porque la madre puede sufrir diabetes gestacional o hipertensión, además de provocar anomalías en el bebé”, asegura Dellepiane.

     

    Un tratamiento no contemplado

    En 2013 se aprobó la ley de reproducción asistida para  proporcionar cobertura financiera a algunos procedimientos de reproducción humana de alta y baja complejidad. Desde entonces, las personas mayores de edad y menores a 60 años (aunque las mujeres no deben tener más de 40) pueden acceder a una lista de tratamientos que incluye la manipulación de gametos o embriones humanos para lograr el embarazo. La normativa también considera la inseminación artificial, la fecundación in vitro y la transferencia de embriones, al igual que la donación de gametos y embriones, y la gestación subrogada en situaciones excepcionales. Sin embargo, el Estado no financia la vitrificación de óvulos.

    “El Fondo Nacional de Recursos ni siquiera cubre los casos de las mujeres que pueden perder la fertilidad por tratamientos de enfermedades oncológicas”, asegura Cantú. La  directora del laboratorio de Embriología del Centro de Esterilidad de Montevideo, al igual que Dellepiane, considera que esta limitación debería regularse. De hecho, luego del cáncer hay mujeres que utilizan la ley para acceder a la donación de óvulos. “Igual lo van a usar”, señala Dellepiane.

    Las especialistas consideran que la vitrificación de óvulos debería ser accesible para todas las mujeres. “No todas tienen 5.000 dólares para gastar en conservar su fertilidad”, indica la ginecóloga. “En un país donde la tasa de nacidos es muy baja, y las personas postergan más su maternidad, no sería descabellado ofrecerlo para todas las mujeres”, dice Cantú. Además consideran que debería ser obligatorio para los oncólogos informar sobre la posibilidad que tienen los pacientes para acceder a la vitrificación de óvulos. “Siempre priorizan la vida del paciente, pero deberían advertirles que tienen la opción de conservar óvulos sanos antes de someterse a tratamientos riesgosos”, concluyó la embrióloga. Y Dellepiane está de acuerdo: “En el futuro, incluso, se podría demandar a los médicos que no avisan que alguien puede quedar estéril”.

     

    Natalidad en picada

    En 2017 Uruguay registró el mayor descenso de la natalidad de las últimas dos décadas, según indicó un informe del Ministerio de Salud Pública: nacieron 4.000 bebés menos que el año anterior. Según el ministro Jorge Basso, el fenómeno se debe a la reducción del embarazo adolescente y la postergación de la maternidad de las mujeres entre 20 y 40 años.

     

    Francia, un ejemplo

    El sistema sanitario francés está financiado por los aportes de las empresas y las retenciones que se realizan sobre los sueldos de los trabajadores. Por esta razón, el Parlamento es el encargado de cubrir los gastos de los hospitales, las clínicas y la medicina ambulatoria. “La cobertura de la salud francesa es un ejemplo. A pesar de que los tratamientos de reproducción asistida no son ultramodernos, todos acceden a procedimientos como la vitrificación, que acá solo llega a unos pocos”, resalta la directora del laboratorio de Embriología del Centro de Esterilidad de Montevideo, Lidia Cantú. Cuando están frente a personas con enfermedades como el cáncer, que pueden comprometer su fertilidad, los médicos están obligados a informar sobre las posibilidades de la vitrificación de óvulos.
    En Francia, al igual que en el resto de Europa, hace tiempo que las mujeres comenzaron a postergar su maternidad. En la última década, el promedio de edad de las madres se aplazó un año cada año, llegando hasta los 30 años. Este fenómeno se debe a que las mujeres estudian más y se toman su tiempo para encontrar trabajos estables.

     

    En cifras

     4.000 dólares cuesta el procedimiento.

    300 dólares vale la conservación anual.

    104 mujeres se sometieron a la vitrificación de óvulos.

    De los 20 a los 35 son los años de mayor fertilidad en la mujer.

    3 clínicas que realizan el procedimiento.