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Después de 17 años en la misma residencia, Alicia Fernández se mudó a un nuevo apartamento en Carrasco; con el apoyo de la decoradora Mónica Reyes seleccionó qué llevar, qué reciclar y qué comprar para este nuevo hogar de estilo ecléctico donde priman el arte, el terciopelo y los detalles
Para muchos, una mudanza puede ser sinónimo de estrés, más aún cuando el nuevo espacio es menor y por lo tanto hay que deshacerse de muebles y objetos; pero no para Alicia Fernández, que luego de 17 años viviendo en un departamento-casa sobre la calle Sanlúcar se mudó a otro de la mitad de tamaño, también en Carrasco. El desafío de seleccionar qué llevar a su nuevo hogar lo hizo asesorada por la decoradora Mónica Reyes, su amiga desde la adolescencia. “¡Nos divertimos como locas con la mudanza! El otro apartamento era divino, pero ya se habían ido los chicos y me había quedado enorme (sus dos hijos mayores se casaron y los dos menores, que están terminando sus estudios universitarios, viven juntos en otro departamento) y se sentía como frío. No me costó nada mudarme!” dijo a galería.
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Al igual que el anterior, este tiene tres dormitorios más servicio, pero en menos metros; en lugar de un living, estar diario, comedor y biblioteca, la nueva residencia resume todas esos espacios en uno solo donde se eligió mantener un biombo de cuero de 1860, un sillón de cuatro metros —el color original era bordeaux, pero se lo retapizó en terciopelo gris claro— y una banqueta (que también se mandó retapizar) a modo de mesa ratona. Los materiales que priman, tanto allí como en otras habitaciones, son la pana y el terciopelo, los favoritos de Fernández. Además, “el terciopelo y el cuero son los materiales con mejor envejecimiento”, explicó Reyes.
La paleta de colores es amplia; en los almohadones, por ejemplo se puede encontrar desde salmón y terracota hasta turquesa y animal print, pero ninguno compite por la atención, porque el lugar primordial de esta casa lo ocupan sus pinturas.
La entrada principal tiene un pequeño recibidor que Fernández bautizó como “el rincón de Huguito” en honor a un cuadro de Hugo Arias. Cerca de la puerta también está colgado un cuadro de Pablo Mailhos, su vecino de cuando vivía en Sanlúcar; también tiene otra obra del artista, pero en el momento en que galería visitó su casa se la había prestado a Mailhos para que la expusiera en una muestra.
En el escritorio/cuarto de visitas, en cambio, la protagonista es una obra de Gastón Izaguirre, y en su dormitorio, en cambio, la pintura es de la argentina Belén Lartirigoyen, a quien Fernández le organizó, junto a Inés Peralta, un vernissage en el hotel boutique Le Bibló el año pasado.
Siguiendo una de las últimas tendencias, la mesa de comedor tiene un sillón en esquinero y varias sillas —de las pocas cosas nuevas que compró, junto a una estantería/biblioteca en forma de escalera, una banqueta, el respaldo de la cama y unos pocos objetos accesorios— y para decorarla eligió un tablero y piezas de ajedrez, juego del que es muy entusiasta. Las tres sillas y la estantería son de DeArcos House & Deco: su nuera, Alejandra Cardoso, es una de las propietarias de esta casa de decoración.
Una gran ausente del living es la televisión: ahora que pudo darse el gusto de tener la casa “a su medida” decidió que solo haya una en su cuarto, y en el de visitas, para cuando se queden hijos o nietos. “Me parece tan cálido el apartamento que no me dan ganas de salir: ahora prefiero que vengan mis amigos a casa”, comentó Alicia.
Ubicado en el segundo piso de un edificio de dos plantas, el departamento tiene ventanales amplios que permiten el ingreso de la luz y la vista al verde de un jardín repleto de árboles, mediado por una terraza con parrillero en la que la propietaria colocó muebles de rattán y una sombrilla bordeaux traída de Estados Unidos, que podrá disfrutar con sus nietos —tiene dos, y tres más en camino— cuando llegue la primavera.