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El olvidado cuerpo de la mujer

Editora Jefa de Galería

c“En los vestuarios de la piscina se ven los cuerpos de las mujeres. Desnudos tienen una cualidad narrativa comparable a las pinturas de las cavernas; una cualidad enmudecida por la ropa y el contexto, una cualidad que únicamente se observa aquí, en esta piscina municipal donde se nos agrupa anónimamente por género. Aunque yo también tengo un cuerpo de mujer, los cuerpos de las demás me siguen despertando al principio un temor infantil, una mezcla de repugnancia y asombro ante esos pechos, vientres y caderas, esa carne primitiva y sin idealizar que, olvidada aquí de su capacidad de seducción, parece tener una finalidad exclusivamente reproductiva. (...) A veces hay niños en los vestuarios, y veo que miran como miraba yo antes —como en parte todavía tengo ganas de mirar—, con un asombro y un terror ilícitos, la sugerente forma de la fisonomía adulta, sus indisimuladas protuberancias, su piel y su pátina de años o de experiencia, que dan cuenta de secretos misterios de dolor y placer, de copulación, gestación y nacimiento”. Así comienza el capítulo “Cuarenta semanas” (del libro Un trabajo para toda la vida) en el que Rachel Cusk cuenta sobre la experiencia de sus embarazos.

En el cuerpo de la mujer suceden muchas cosas. Quizás la más extrema sea la de gestar un ser humano y luego amamantarlo durante varios meses. Partiendo simplemente de esa base, en cuanto al aspecto médico uno se puede imaginar que dentro del cuerpo femenino ocurren infinidad de procesos y cambios que tendrán sus correspondientes síntomas y consecuencias. También sabemos que no todos los cuerpos son iguales, y que lo que les pasa a muchas no quiere decir que sea lo que les sucede a todas, ni que si solo a una le afecta cierto malestar quiera decir que se lo esté inventando.

En el número del jueves 4 de abril de Búsqueda­, el periodista Leonel García escribió un artículo para el que realizó un relevamiento, cuyo resultado indicó que más de la mitad de las mujeres encuestadas prefieren ser atendidas por una ginecóloga mujer por sentirse más cómodas y encontrar más empatía. A su vez, informa que las mujeres representan el 64,4% de los médicos de esta especialidad y, sin embargo, los hombres son los que ocupan cátedras y jefaturas.

Tal vez puede haber una explicación para esta tendencia.

Un informe de National Geographic fue publicado el 14 de marzo bajo el contundente título “Los científicos finalmente están estudiando el cuerpo de la mujer”, dando a entender que hay un rezago en el campo de la medicina con respecto a las enfermedades y patologías que afectan a la mujer. Dice: “Las inquietudes de salud de las mujeres son más desestimadas y menos estudiadas. Pero las investigaciones están empezando a llenar esos huecos, desde la menstruación a la menopausia”. En otro párrafo indica que “las investigaciones de salud han históricamente pasado por alto a las mujeres, especialmente a las de color. Pero nuevos estudios finalmente están produciendo conocimiento biológico que están conduciendo a mejores diagnósticos y tratamientos para todo, desde TDAH a las principales causas de mortalidad materna”.

“Ir al doctor puede ser frustrante si sos mujer”, continúa el artículo, y explica que esto sucede porque ellas están más expuestas a un subdiagnóstico. Y aclara que en Estados Unidos, las mujeres negras tienen casi tres veces más posibilidades de morir por complicaciones relacionadas con el embarazo que las mujeres blancas o hispanas.

El informe retoma, entonces, algunos de los desarrollos médicos que han publicado recientemente. Por ejemplo, que el aumento en el diagnóstico de TDAH en mujeres se debe a que este trastorno se manifiesta diferente en ellas y se suele confundir con dificultades emocionales o de aprendizaje; que el ciclo menstrual puede modificar la parte del cerebro que gobierna emociones, memoria, comportamiento, lo que revela una necesidad urgente de mayores investigaciones en neurociencia en mujeres; que la náusea severa puede no ser simplemente “malestar matutino”, sino que se puede estar ante una condición severa llamada hiperémesis­ gravídica y que estudios han detectado la hormona vinculada con esto, lo que podría terminar en un tratamiento, siempre y cuando el médico sepa prescribir; y que una cura para los sofocos durante la menopausia puede estar cerca (un síntoma que puede debilitar a la mujer), pues encontraron que la caída de estrógenos afecta un conjunto de neuronas que regulan la temperatura y están testeando drogas que pueden bloquear esas neuronas y detener los calores definitivamente.

Esto probablemente explique por qué muchas mujeres eligen atenderse con especialistas de su mismo género, y a su vez sea una rama de la medicina preferida por estudiantes mujeres. Históricamente, los problemas, afecciones, dolores, malestares, incomodidades de las mujeres fueron subestimados por los médicos hombres que solían responder, con el libro bajo el brazo (escrito por hombres), “eso no es así”, “ya se va a pasar”, “es normal a su edad”, “debe acostumbrarse”. Y la paciente debía tragarse la frustración.

Es cierto que la charla en el consultorio con una mujer especialista en esos dolores y patologías, que ella muchas veces sintió y entiende, puede ser bastante más tranquilizadora y efectiva a la hora del tratamiento. Es de esperar que, viendo esta tendencia de que las mujeres eligen profesionales mujeres, y que la ciencia se está poniendo al día con ellas, la comunidad médica no haga caso omiso, una vez más.