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La
autoestima es el armaque nos puede hacer ganar o hundirnos. Podemos lograr lo que queremos si
nuestra autoestima está en su lugar correcto, o podemos sentir que estamos todo
el tiempo deseando lo inalcanzable porque en el fondo no nos creemos capaces de
obtenerlo. Todo depende de cuánto nos aceptamos como somos, cuánto nos
valoramos. Desde lo físico hasta lo intelectual.
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Pocas personas parecen tener la autoestima tan bien plantada como Celeste
Barber, esta actriz y comediante australiana que se ríe de los modelos de
belleza imposibles e hizo furor en Instagram durante la pandemia por desafiar
al ridículo de la manera más simple y auténtica: imitando con recursos caseros
las fotos de famosas con cuerpos perfectos posando en situaciones
inverosímiles. Una bocanada de aire fresco para las mentes torturadas de
millones de mujeres que pasan el día consumiendo belleza artificial. Pues esta
genia del humor, que no tiene vergüenza a mostrarse tal cual es, con su cuerpo
común y corriente, viene a recordarles que lo normal es no ser una
supermodelo.
Y en la nota que Patricia Mántaras escribió sobre ella para esta edición
encontramos la fuente y la razón de la valentía de esta mujer. Está en su
infancia. En el colegio, Celeste no era buena ni social ni académicamente.
Tenía trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que se lo
diagnosticaron recién a los 17 años. Pero en lugar de que esta condición de
Celeste fuera una lucha para sus padres, la niña escuchó a su madre decirle a
un médico: “Sabemos que ella es muy ruidosa y muy intensa, pero nos gusta eso
de ella, no queremos que cambie”. Mientras, su padre le dejaba notitas en la
cartera que decían: “Pensando en ti, con amor, papá”, “Bien hecho” o “Que
duermas bien”.
La confianza
en sí mismo que un niño o niña alcanza cuando siente que sus padres lo aman, y
que lo aman como es, sin marcarle defectos o exigiendo que sea de una manera
que no es, puede resultar el mayor beneficio que se le puede dar a un hijo.
Posiblemente, muchos en el lugar de los padres de Celeste hubieran luchado por
hacer que su hija se comportara igual que los demás chicos, pensando que con su
conducta y rendimiento no iba a llegar muy lejos en la vida. Pues acá el
resultado: siguió siendo como es hasta alcanzar las tapas de las principales
revistas del mundo.
Y no solo es
feliz ella, sino que tiene la capacidad y el talento para transmitir esa
seguridad en ella misma al resto de las mujeres. Porque quererse como se quiere
hizo que no se sintiera mal al comprender que la forma en que se ve nunca ha
sido la parte más interesante de ella. Tampoco es extraterrestre; igual siente
el peso de la “industria de la vergüenza corporal” que asegura es
“multimillonaria” y lo seguirá siendo porque es lo que les ha funcionado por
mucho tiempo. Por eso, ella considera que hay que seguir mostrando cuerpos
diferentes, comunes, normales, y no reforzar —a través de campañas y productos
que ha sabido rechazar— los estereotipos que tanto daño les hacen a las mujeres
de todas las edades. Estudios recientes han demostrado lo nocivas que son las
redes sociales para la autoestima de las adolescentes.
En este sentido, Celeste
recomienda a sus más de nueve millones de seguidoras que dejen de seguir esas
cuentas que las hacen sentir mal, aunque piensen que es solo un poco de
diversión. Porque “se va filtrando y antes de que nos demos cuenta estamos
diciendo que no a un pedazo de torta en el cumpleaños de un amigo porque vimos
en línea que si tienes celulitis no mereces amor”. Lapidaria. Golpe de
realidad. Knockout a los estereotipos ridículos e
inalcanzables. Solo una mujer con la seguridad en sí misma tan bien plantada
puede tener esta contundencia para desmarcarse de lo que tiene atrapadas a
millones y millones de mujeres a lo ancho del planeta. Entonces, el camino es
por ahí. La nueva meta deberá ser tener la autoestima de Celeste, reírse de lo
ridículo con más ridiculez, con ironía, con ese humor que esconde una verdad
contundente y nos enfrenta a nuestros propios desafíos. El de lograr aceptarnos
como somos y ser felices así.