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A 30 años del estreno de Tango Feroz, la película recibió un homenaje en el Festival Piriápolis de Película

Galería conversó con sus protagonistas Cecilia Dopazo y Fernán Mirás, y su director

Corría 1993 y se estrenaba Tango feroz. La leyenda de Tanguito, una interpretación bastante libre de la historia del músico argentino José Alberto Iglesias (interpretado por Fernán Mirás) y su relación con Mariana (Cecilia Dopazo), algo así como los Romeo y Julieta del siglo XX. El guion transcurría en épocas de dictadura argentina, tiempos que el director Marcelo Piñeyro (aunque esta era su ópera prima) ya había conocido trabajando como productor en la ganadora del Oscar La historia oficial (1985).

Hay una generación que con ese estreno conoció simultáneamente música tan distinta como el tango Malevaje (compuesto en 1928 por Juan de Dios Filiberto y Enrique Santos Discépolo), California Dreamin' (The Mamas & The Papas, 1965) y la canción del Che Guevara Hasta siempre, comandante (del cubano Carlos Puebla, 1965), y la memorizó unos meses más adelante, cuando la banda sonora del filme salió a la venta en cassette y CD.

Una generación que también conoció en ese momento a clásicos del rock argentino como Presente (compuesta por Ricardo Soulé en 1969 e interpretada con su banda Vox Dei) y El oso (1970) de Mauricio Birabent, más conocido como Moris, cantada en la película por Antonio Birabent, su hijo, pero que no interpreta a su padre. Luego de la negativa de los músicos que rodeaban a José Alberto Iglesias, Tanguito —también conocido como Ramsés II—, de que se usaran sus nombres y canciones en el filme, lo que en un principio para su director, Marcelo Piñeyro, sería una biografía fiel, se convirtió en La leyenda de Tanguito.

No fue la primera película en mostrar la última dictadura argentina, pero sí la pionera en retratar la influencia de esa época en la música, y además, en contar con sonido de calidad Dolby Digital (curiosamente, la primera película sonora argentina, que se estrenó en 1933, también se llamó Tango).

También fue pionera en mostrar un desnudo masculino y de las primeras en ser protagonizada por una pareja de jóvenes. Antes los actores de veinte años solían hacer de “hijos de” y aparecer solo en tres o cuatro escenas, medita Fernán Mirás en la cafetería del Argentino Hotel de Piriápolis, conversando con Galería mientras esperamos la llegada de Cecilia Dopazo —en la ficción, el gran amor de Tanguito, quien existió en la vida real pero con otro nombre— y el director, Marcelo Piñeyro.

El trío estuvo invitado al 20° Festival Internacional Piriápolis de Película, que exhibió la película y ofreció una mesa redonda sobre el filme a 30 años de su estreno, recordando el éxito que tuvo y el fenómeno que representó para toda aquella generación.

A 30 años del estreno de Tango feroz se viene un documental sobre la película, Leyenda feroz, que lo está haciendo la productora argentina Salamanca Cine. ¿Ya los entrevistaron?

Fernán Mirás: Sí. Investigaron mucho, increíble la cantidad de datos que fueron uniendo de los que trabajaron en la película. Un día me aparecieron con la guitarra de la película, que yo ni me acordaba que estaba pintada con unos rayos rojos. Es como raro para uno porque aparecieron un montón de cosas de esa época, que fueron juntando los chicos que están haciendo el documental.

¿En qué momento te diste cuenta de que Tango feroz era algo más que una película fugazmente exitosa?

F. M.: La verdad es que la primera semana a la película no le fue bien. En el mundo de la distribución a veces las salas le tiran a matar a una película porque está por llegar otra que les va a ocupar más salas, y se venía Jurassic Park, yo sabía ese dato. Es algo que se vive hasta hoy en día, este año dirigí la de Natalia (Oreiro), Casi muerta, y le fue muy bien, pero tuve que pelear con que venía la de Barbie. Así que tenés que ver si las salas resisten, porque si viene una película que está haciendo mucho número en el cine, todos empiezan a buscar excusas para sacarte de la sala, para que venga la otra. La película estaba lista para que le fuera como el culo.

¿Y qué pasó?

F. M.: La película se multiplicó exponencialmente de la segunda a la tercera semana, cuando parecía que por la media que estaba haciendo no iba a resistir, que la iban a bajar. Ese fue el momento en que nos enteramos de que la película la estaba rompiendo. Fuimos con Marcelo (Piñeyro) y gran parte del elenco a verla al cine Ambassador, en la calle Lavalle, a una función de trasnoche. Nos metimos en el fondo del cine y ¡había gente sentada en los pasillos, todas las butacas estaban ocupadas y seguían vendiendo entradas, la gente quería entrar igual, aunque la viera parada, de costado, ¡o sentada en el piso como indio! ¡Y durante las canciones prendían los encendedores, como en un recital! Era muy raro ver eso. Y me contaban que eso pasaba en casi todos los cines, y que en el interior argentino se abrieron cines viejos que estaban cerrados para dar la película.

La pareja protagonista, Mirás y Dopazo (Mariana y Tanguito), hoy. Foto: Valentina Weikert. La pareja protagonista, Mirás y Dopazo (Mariana y Tanguito), hoy. Foto: Valentina Weikert.

¿Cómo estaba el panorama para el cine argentino a principios de los noventa?

F. M.: No era un buen momento del cine argentino, por eso nadie creía que le iba a ir muy bien. Por ejemplo, las lámparas de los cines eran malas. Y cuando las lámparas del proyector­ están hechas bolsa no ves bien. Casi todos vimos la película con mala imagen. Por eso cuando la vi remasterizada (se remasterizó en HD, cuadro por cuadro, durante la última década) me dije: ¡Ah! ¡Así era la película!

¿Algo más les sorprendió al volver a verla?

F. M.: En ese momento, casi todos los padres de los compañeros de colegio de mis hijos me hablaron de cuando la habían visto. Es una película que lo que más me llama la atención es que la gente recuerda cuándo la vio, con quién la vio y se sabe frases de memoria; como que está ligada a un fenómeno y a un momento de sus vidas.

¿Y el sonido?

Marcelo Piñeyro: El Dolby estéreo no era nuevo, pero fue la primera película argentina que lo tuvo.

F. M.: Recuerdo que era una novedad escuchar los musicales así. Era como escuchar un recital.

M. P.: La mezcla la hicimos en Londres. Yo tenía esa obsesión con que la peli tenía que verse muy bien y sonar muy bien. Por eso también tardé tanto en hacerla. En un momento descubrí un mixer que me gustó mucho, que estaba en los estudios Twickenham y había trabajado con Stanley Kubrick y Steven Spielberg­. Me empiezo a escribir con él, haciéndole consultas, y cuando la película se pone en marcha le pido presupuesto. Por supuesto, estaba muy lejos de nuestras posibilidades. Le digo: ¿no se podría algo intermedio? Y me contesta: “Mirá, las cosas se hacen o no se hacen. No hay un camino en el medio”. Pero me llama a los pocos días y me dice que una empresa de ventas internacional, Capital Films, podía estar interesada y en ese caso podían hacerse cargo de la posproducción en el nombre de la película, para tener las ventas internacionales. Tuve una reunión con ellos y así fue. Capital Films era en ese momento la empresa de ventas internacional más cool que había, no era poderosísima, pero era muy de tener las pelis que a uno le gustan. Tomaron Tango feroz, y después también Caballos salvajes y Cenizas del paraíso. Y son unos estudios de la puta madre, justo antes de Tango feroz había estado (Bernardo) Bertolucci haciendo Pequeño Buda en esa sala.

¿Cuál es la canción o escena preferida de cada uno?

Cecilia Dopazo: Natural. Es muy linda esa escena, con la lluvia. ¡Y el frío que hacía!

F. M.: El amor es más fuerte, porque se convirtió como en un himno, pero también Me gusta ese tajo, supongo que porque es de Spinetta. Yo tocaba un poco la guitarra y la batería de chico, y no podía creer que estaba jugando a tocar un tema de él.

¿Y qué escena elegirías?

F. M.: Lo que más me acuerdo es cuando leí el guion. Era muy bueno y era raro porque yo tenía veinte años y en esa época no había protagónicos de esa edad. En las películas anteriores a Tango feroz, que yo recuerde, por ahí hay algún caso en especial, en general los personajes de nuestra edad eran los “hijos de”, y aparecían en tres o cuatro escenas. Tampoco existía un público joven que fuera a ver a jóvenes. Por eso también era tan riesgoso el proyecto.

¿Eso también tendrá que ver con el legado que dejó la película?

F. M.: Puede ser, yo empecé a estudiar teatro a los 17 y es una época en la que toda una generación empezó a estudiar teatro. Me acuerdo porque mis maestros de teatro decían: ¿Y a dónde van a ir a trabajar? Y para mí esa es la camada que de un modo empezó con la película, salvo algunos que venían desde chicos como Pablo Rago, pero eran pocos.

M. P.: Canción elegiría la del título, Tango feroz, y me gusta mucho la escena en que Fernán presenta al personaje. La otra escena que elegiría es la de cuando Mariana lo va a visitar al “loquero” y termina diciéndole: “Si vos no salís, yo entro”. Él parece como un zombie, como un muerto, y de pronto recibe lo que ella le transmite y le aprieta las manos. Me parece que están sublimes.

Lo que pasa es que la película se va construyendo, y cuando llega ese momento, es durísimo.

M. P.: La verdad que era una escena muy difícil. Me acuerdo que cuando la hicimos me quedé muy impactado con lo que habían hecho ellos. Ahora que ya no importa, confieso que tenía pánico, porque sabía la importancia de esa escena, pero trataba de que ellos no lo notaran, que pareciera que para mí era una escena más.

C. D.: ¡Claro! ¡Yo también! ¡Era “la” escena!

Fernán, ¿cómo te preparaste para esa escena?

F. M.: Fui a hospitales psiquiátricos, una amiga me consiguió para ir. También Marcelo nos pasó un documental de esa época, que era viejo pero que veías que el Borda (hospital argentino especializado en salud mental) estaba igual, era muy doloroso.

En una escena muy romántica están sentados, desnudos, iluminados por varias velas, y luego se paran y bailan un tango, también desnudos. ¿Significó alguna complejidad extra rodar esa escena?

F. M.: No sé vos (mira a Cecilia), pero a mí me llegó hace muy poco finalmente el dato de que la película calentaba. De que era hot.

C. D.: Dejate de joder (risas). ¡Fernán, dale!

F. M.: ¿Vos ya sabías?

C. D.: ¡A mí las cosas que me decían los hombres!

F. M.: Ah no, a mí no. Los hombres no me decían nada. (Risas). No, en serio, no sabía de ese aspecto, no me di cuenta de eso.

C. D.: Para mí no son escenas cómodas de hacer, ni aún teniendo 22 años, con el lomo que tenía y él lo mismo. Ya de por sí actuar es exponerse, es brindarse de un modo muy vulnerable. Si además de eso lo hacés sin ropa, es como que se duplica esa vulnerabilidad. La verdad que no es una zona cómoda para estar. Pero bueno, la película venía con eso, y era para contar algo muy lindo, una faceta más de la pareja de ellos, cómo es la intimidad, el sexo, la conexión que tenían ellos dos, la libertad con la que trataban de vivir también en relación con sus cuerpos, a naturalizar la desnudez. La escena de los desnudos se hizo de un modo hermoso, con una fotografía divina, con esas velas que todo el mundo recuerda.

Otra de las cosas que muchas personas recuerdan son las botas largas que usaba tu personaje, Mariana.

C. D.: Esas botas estaban muy de moda a fines de los años sesenta y principios de los setenta, porque la película sucedía en ese momento, ¿no? Lo que sí registré en relación a la ropa es que se me acercaba gente que en ese momento eran adultos para mí, la generación de mis padres, y me decían: “Yo usaba esas botas”.

F. M.: Mucha gente me dijo también eso de las botas. Amigas de mi madre me decían: “Yo usaba las botas de Mariana”.

C. D.: Fueron muy emblemáticas esas botas. ¡Y no me las regalaron! (Risas). Y eso que me las hicieron especialmente, en una zapatería muy prestigiosa, porque yo tengo un pie más grande que el otro. (Risas).

¿Existió una Mariana en la vida de José Alberto Iglesias?

M. P.: Ella vivía en Brasil, tenía una hija. Me acuerdo que primero fue bastante reacia a contarnos la historia, pero luego se abrió y nos contó todo.

C. D.: Hay una entrevista que le hace el sobrino de Tanguito a ella.

F. M.: Se llamaba Marcela. Porque hablaban de mujeres que se le habían conocido a Tanguito, pero te aclaraban: “Con la que estaba muerto era con tal. Y ella con él”. O sea que sí existió, y creo que vino al rodaje, si no me acuerdo mal.

¿En qué proyectos laborales están hoy? A ti, Cecilia, ya te hemos podido ver aquí en Uruguay con Patricia Palmer con la obra Radojka.

C. D.: Vamos a volver a Uruguay con Radojka en noviembre, a hacer Montevideo, Punta del Este y dos lugares más que no sé cuáles son. Ya sería la tercera vez que vendríamos con esta obra, porque nos fue muy bien. Ya para este año termino con Radojka y empiezo con un nuevo proyecto que estrenamos la segunda semana de enero, muy probablemente en el teatro Multitabarís, pero no quiero contar mucho todavía.

F. M.: Yo terminé de hacer la obra Art la semana pasada, probablemente vayamos de gira en febrero o marzo con esa obra.

¿Uruguay está en los planes de la gira?

F. M.: No sé si en febrero o marzo, pero después sí.

M. P.: Yo estoy embarcado en la refacción de mi casa, en realidad no puedo pensar en otra cosa. (Se ríe). Estoy entre cajas y cosas, y de repente me encuentro con una tiza y un mandala (aparecen en el filme) o con fotos de cuando fuimos al Festival de San Sebastián.

Datos musicales.

Los temas Amor de primavera y Natural son de las pocas canciones del filme que fueron realmente compuestas y cantadas por José Alberto Iglesias, aunque la letra de la segunda es de Hernán Pujó. La balsa, hecha en conjunto con Litto Nebbia, no figura en el filme por falta de acuerdo con el artista. La canción El amor es más fuerte, por su parte, no fue creada por Iglesias sino por Daniel Martín y Fernando Barrientos, y en el filme la canta Ulises Butrón, al igual que todos los demás temas de Tanguito.