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Diego de la escucha, el terror de las locuciones imprudentes

El espacio radial donde Diego Ríos convierte en oro materiales escasamente nobles como errores técnicos, furcios y distracciones al aire, es ahora parte de Las cosas en su sitio, en la mañana de Sarandí

El espacio radial donde Diego Ríos convierte en oro materiales escasamente nobles como errores técnicos, furcios y distracciones al aire, es ahora parte de Las cosas en su sitio, en la mañana de Sarandí

Furcios, tentadas y distracciones al aire. Micrófonos abiertos que dejan escapar acotaciones de dudosa pertinencia. SMS malintencionados, juegos de palabras con escasamente sutiles connotaciones sexuales para que los locutores los lean al aire sin darse cuenta. Más furcios. Relatos en los que Alberto Kesman dispensa comentarios, observaciones y analogías de lo más pintorescas. Injurias y palabras soeces dichas en contextos poco apropiados. Llamadas insolentes. Ataques de malhumor. Julio César Gard dando la dirección de su club de fans en Facebook. Discusiones. Peleas. Cruces entre entrevistador y entrevistado. Declaraciones de Tabaré Vázquez convertidas en la letra de un reggeatón. Fallas en una emisión transformadas en música electrónica. Kesman, de nuevo, nombrando de varias maneras diferentes al jugador español Xisco Jiménez ("Xisco", "Sisto", "Chico", "Sito", etc.). Más furcios. Y otros más. Y más.

Con este tipo de material fue abriéndose camino uno de los segmentos más entretenidos de la radio uruguaya: Diego de la escucha. Con esa materia prima, y con el asombro de muchos oyentes que se preguntaban, con toda razón, cómo hace ese hombre, ese tal "de la escucha", para escuchar y grabar y editar todo eso y, además, hacerlo divertido.

Así es cómo lo hace. Gracias a un software desarrollado por un técnico que, además, es amigo suyo, el operador y editor radial Diego Ríos graba en la computadora que tiene en su casa todas o casi todas las radios del país. Así lo hace desde hace años. Y todos los programas de todas las emisoras grabadas están cuidadosamente ordenados en carpetas, cientos de carpetas, alojadas en un monstruoso disco duro de 4TB. A su vez, dentro de una carpeta titulada DDLE se apilan decenas de subcarpetas. Algunos nombres: Animaladas, Desperfectos técnicos, Micros abiertos, Palabras mal dichas, Sexuales, Teléfonos y Parlamento, una incorporación reciente, de la que Ríos promete sacar momentos jugosos.

De esta múltiple red de carpetas y subcarpetas y registros radiofónicos provienen las partículas y las tramas sonoras que dan forma a Diego de la escucha (DDLE), una columna de actualidad y humor labrada a partir de fragmentos y abundante material de archivo radial que se presenta, desde el pasado viernes 8, todos los viernes a partir de las 11 en el programa Las cosas en su sitio, de Radio Sarandí.

DDLE, columna que a veces simplemente es llamada De la escucha, es, de hecho, una de las celebradas nuevas incorporaciones (junto con Germán Medina) al periodístico matinal que desde julio de 2020 es conducido por Juan Miguel Carzolio e Iliana da Silva, y que durante enero está a cargo de Jaime Clara y Martín Fablet. Medina y De la escucha llegaron para ocupar el espacio destinado al humor que hasta hace muy poco estuvo a cargo de Marcel Keoroglian y Matu Venao.

"A veces me presentan como humorista, pero yo no soy humorista", aclara Ríos. "Yo soy editor. Los piques, las frases que voy juntando me sirven para generar humor. Pero eso lo hago porque soy editor, no humorista", se ataja. Es que, prácticamente desde sus inicios, al segmento DDLE lo han llamado el Bendita TV, el TVR e incluso el Tiranos temblad de la radio. Y, sí, bastante de eso hay.

DDLE sigue un esquema familiar al de programas televisivos como Televisión registrada (TVR, 1999-2018), De lo nuestro lo peor... y lo mejor (2002-2011), El ojo cítrico (2004-2006), Zapping (2007-2015) o Demoliendo teles (2010-2012), ciclos de la tevé argentina que descienden del pionero Perdona nuestros pecados (PNP), creado y coconducido por Raúl Portal a mediados de la década de 1990 y hasta principios de la década de 2000, y que también tuvo su correlato uruguayo con Bendita TV (2006-2017) y Sonríe, te estamos grabando (2011-2018), que este año volverá, ahora en la pantalla de Canal 10. Es decir: DDLE se sienta a la mesa con programas que generaban humor a partir de furcios cometidos al aire durante emisiones en vivo o bloopers o descuidos acontecidos en programas ya grabados. Al principio estos ciclos mostraban sucesiones de errores de edición y de continuidad, de momentos incómodos, de silencios o sonidos inoportunos o antitelevisivos que desembocaban en miniespectáculos de humor involuntario. Con el tiempo cada producción fue generando suficiente archivo y contenido para realizar informes y resúmenes semanales acerca de diversos temas y de cómo esos temas eran presentados en los medios. Y siempre teñidos con diferentes gradaciones de humor. Algo similar sucedió con DDLE.

Pasta base de celulosa. Aunque el ciclo se inició en julio de 2010 como segmento semanal dentro de Segunda pelota, de Océano FM, donde rápidamente se posicionó como un verdadero hit (dentro de una colección de hits que acumulaba aquel programa), podría decirse que los inicios de DDLE se encuentran unos años antes. Y que, en buena medida, el asunto empezó con Botnia. Pero para llegar hasta allí es necesario retroceder algunos años más y trasladarse a San José, de donde Ríos es oriundo.

Tenía 17 años cuando empezó a trabajar en televisión, en Canal 3 de San José. Había abandonado el liceo y tenía que ponerse a trabajar. Le gustaba el medio. Y en ese medio hizo de todo: "Aprendí a editar ahí, con VHS, consola y mezcladora de video". Tres años más tarde pasó a la radio, a El Lugar FM, donde se desempeñó como operador. "Escuchaba Malos pensamientos, fascinado con lo que hacía el enfermo que Petinatti tenía de operador: Álvaro Pintos. Escuchaba a Petinatti por eso, por lo que hacía Pintos. Creo que ninguno de los operadores que tuvo después le llega a los talones. Yo quería hacer lo que hacía él. Ser como él. Tener la chispa y la rapidez con las que ponía la canción o el pique en el momento justo". Y, tratando de seguir el estilo de Pintos, operó en varios programas, desde ciclos de rock, con nombre como Radiografía o Llegando los monos, hasta el informativo central. A su vez, empezó a trabajar como DJ "en boliches del interior de San José", recuerda: "Pasaba mucha cumbia, conozco lo que quieras de cumbia".

De la FM pasó a Radio 41, la única AM del departamento. En paralelo empezó a viajar a Montevideo para hacer cursos en el taller de radio donde estaba, precisamente, Álvaro Pintos, uno de los docentes. "El taller era de 18 a 24. No tenía ómnibus hasta las cinco de la mañana del otro día. Me iba todos los días de Buceo caminando hasta la terminal, dormía en la terminal, y a las cinco de la mañana arrancaba para San José. Así durante un mes", recuerda. "Llegué al taller de radio sabiendo editar, operar y algo de pasar música, aunque para pasar música tuve que formatear la cabeza y el Negro (Alejandro) Dangiolillo me enseñó todo de nuevo".

Curiosamente, poco tiempo después, cuando se mudó a Montevideo, Ríos se instaló en el apartamento donde funcionó el taller de radio y donde también llegó a vivir Pintos, además de otros compañeros de Océano, donde empezó a trabajar como operador en 2005. "A mí me gustaba la radio, pero empecé a conocerla después, cuando me vine para acá", reconoce. "Estoy convencido de que la mejor universidad es trabajar en los medios".
Junto con su labor como operador en Océano FM, Ríos comenzó a trabajar en Foco, una auditoría multimedia. Su tarea: monitorear radio. Allí consiguió un nivel de entrenamiento que llegaba a escuchar dos radios a la vez. "En un auricular escuchaba una, en otro, otra, e iba adelantando según lo que estaba buscando. Después empezamos a usar un software que es muy parecido al que uso ahora, que facilita mucho el trabajo, pero llegó un momento en el que entrené los oídos como para escuchar dos emisoras a la vez".

Durante el monitoreo radial, escuchó a una locutora de Carve decir: "Botnia está produciendo diariamente entre 2.800 y 3.000 toneladas de pasta base de celulosa". Había que hacer algo con eso, pensó. "Algo como TVR, pero en la radio", le comentó a Pintos, que entonces estaba en Miami. "De ahí fui a hablar con Pablo Lecueder (director de Océano) y le comenté la idea. Podía ir en Justicia infinita, en cualquier programa. La idea era que yo les diera el material y que los conductores hicieran lo que quisieran. Yo soy editor, nunca se me pasó por la cabeza ser columnista o conductor o locutor, todo entre comillas. El asunto quedó por esa. Era una buena idea, había que hacer algo. Así que seguí juntando material. Perlas, pifies al aire, micrófonos abiertos, piques. Ahí entra Gustavo (Rey), un maestro, que me dice que escuche tal o cual programa". Ríos hace una pausa: "Gustavo Rey, Álvaro Pintos, Fernando Pelu Pereyra son los tres pilares que tuve en Montevideo. El Pelu y Álvaro me abrieron las puertas de la radio en Montevideo. Gustavo fue la persona que me formó. Él fue quien me dijo que escuche a Luis Carlos Cotelo (del programa Noticias con alma, de CX30, Radio Nacional, que rápidamente fue una cantera para DDLE). Así fui sumando más material". Dos años después, en 2010, volvió a hablar con Lecueder, que lo llamó para decirle:
-Vamos a hacer eso que querías hacer.
-Buenísimo -se entusiasmó Ríos-. ¿Y quién lo va a conducir?
-Vos.

Tontines de ayer y hoy. "No sabíamos qué nombre ponerle a la columna", recuerda Ríos. Se le ocurrió Diego de la escucha por Diego de la Vega, la identidad secreta de El Zorro, el precursor de otro justiciero enmascarado que lleva nombre de animal: Batman. Quizás de manera inconsciente buscaba un nombre asociado a un justiciero. No es casual que en las redes a veces se refieren a él como "el terror de los locutores imprudentes" o "el caballero que todo lo oye y todo lo graba", entre otros títulos. "Después traté de sacarle el nombre Diego, que solo quede De la escucha, pero nunca se pudo separar. Igual, en Twitter lo tengo como De la escucha. Tengo mucho intercambio con los oyentes, algunos me dicen directamente ‘Bo, Delaescucha', como un nombre, no me dicen Diego".

En julio de 2010, en plena luna de miel con la selección uruguaya tras el pasaje por el Mundial de Sudáfrica, y después de una entrevista a Diego Lugano, que había sido el capitán de Uruguay, debutó DDLE. "En Océano, con todos los monstruos al lado. Segunda pelota que estaba insoportable, muy despegado", dice.

La columna fue un golazo. A los furcios y las salidas dementes de algunos conductores, desquiciados relatos de fútbol, acoples al aire y discusiones ridículamente violentas, se sumaron informes y especiales que todavía hoy circulan en la web.

-¿Cuáles fueron los indicios de que Diego de la escucha se volvió popular?
-No sé si se volvió popular -responde-. No creo. Para mí, capaz que me equivoco, popular es algo masivo. De la escucha no es masivo. Sé que los medios y los oyentes de los programas en los que estuve sabían que existía. Pero los que no escuchaban alguno de esos programas no sabían, ni saben, que De la escucha existe.

Durante esos años en Segunda pelota surgieron personajes como Los Tontines, denominación que le daba Luis Carlos Cotelo a quienes se comunicaban con su programa para lanzar comentarios que al conductor le resultaban monstruosamente disparatados. "Creo que abusé abundante con los tontines", reconoce hoy. "Llegó un momento en el que los pasaba mucho, demasiado, pobre Luis Carlos, lo volvían loco". El pez se mordió la cola. De repente, cada vez más oyentes llamaban al programa de Cotelo para provocar reacciones del conductor que seguro iban a salir en la columna de Ríos. "Un día me llegó un mensaje: ‘¿La idea no era pasar furcios que aparecían al aire en lugar de cosas hechas para tu columna?'. Y tenía razón. Había gente que llamaba para salir en la columna. Gente que ya me mandaba el corte. ‘Diego, acá te paso cuando salí yo'. Y así. Me di cuenta de que eso ya no lo podía pasar. Me estaba mintiendo a mí mismo. A mí y a la naturaleza misma de la columna, que era pescar el humor involuntario y espontáneo, eso es lo mejor".

Pausa y reinicio. Para fines de 2015 decidió darse un descanso de DDLE y trabajó como sonidista en El Observador TV. Volvió a la radio en 2017, a Océano FM, al programa De arriba un rayo, donde estuvo hasta finales de 2019. Por entonces ya trabajaba como editor en Canal 12, para programas como Desayunos informales y Séptimo día (es, junto con Nicolás Batalla, autor de los informes del periodístico).

A mitad de año, cuando se fue de Desayunos informales, Juan Miguel Carzolio le dijo que tenía ganas de hacer algo juntos. Carzolio arrancaba con la conducción de Las cosas en su sitio, en sustitución de Ignacio Álvarez. "No pasó nada durante un tiempo. Pero, con la ida de Marcel (Keoroglian, uno de los encargados de las secciones humorísticas del programa), me llamó para concretar. Y concretamos". Ríos solo tenía que poner la maquinaria a andar.

En Sarandí, DDLE puede llegar a tener una duración de unos 25 o 30 minutos. Una diferencia considerable con sus otras salidas al aire. "En Segunda pelota llegamos a hacer una hora y media. En De arriba un rayo, entre la tanda y la música, llegaba a una hora", recuerda. "Yo simplemente llevo los audios. A la columna la enriquecen los comentarios que hacen los conductores, los periodistas y los comunicadores. Si llevo estos audios, cualquiera de los audios que tengo, y los presento uno tras otro, no pasa nada. Hace poco hice un par de podcasts, uno a partir de una grabación que tengo de toda la final del Maracaná en el 50, todo el partido completo, y otro sobre la muerte de Maradona... Y no pasó nada. Al menos, para mí, el podcast no me funciona".

El informe sobre la muerte de Diego Maradona es fabuloso e inquietante. Ríos recopiló y editó los diferentes momentos en los que los medios se enteraban y difundían la noticia, con la paradoja de que nadie quería ser el primero en darla. No descarta usar una versión reducida en próximas ediciones.

"No me interesa inclinar la balanza para ningún lado, ni decir si tal o cual intervención estuvo mal o bien. Lo que hago es mostrar lo que salió y cada uno saca sus propias conclusiones", dice Ríos. De todos modos, la necesidad de etiquetar y encasillar ha llevado a que lo acusen de estar a favor o en contra de determinado grupo empresarial o personaje público. A favor y en contra de Tenfield, de José Mujica, de Francisco Paco Casal, de Botnia, de Peñarol, de Nacional, y así.

En Las cosas en su sitio, Ríos define lo que considera el tema de la semana para su salida al aire. Y esa semana fue la fotografía del presidente Luis Lacalle Pou practicando surf en La Paloma. Recurrió, por supuesto, a comentarios de periodistas y comunicadores en radio y televisión (sobre todo, televisión), pero buscó también testimonios "menos obvios y más radicales" en emisoras de radio, dice, que "no encontrás en RadioCut" (app para escuchar radios online que además permite editar y compartir segmentos de diferentes programas). También incluyó el cruce entre Graciela Bianchi y José Mujica, además de un zapping radial y los inconvenientes generados cuando se trancó la PC durante la emisión de un programa en Sport890. Ya tiene prácticamente lista la salida de este viernes. Mientras tanto, cuenta: "Ahora estoy escuchando mucha radio del interior. Agarro una radio equis, me fijo en la programación, me apunto los programas de los que puedo sacar algo. Y la verdad es que sí: hay abundante material".