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Iair Said: “Lo más lindo del arte es probar”

El actor argentino llega a Uruguay con la obra Eléctrica, que se presenta el miércoles 23 en la Sala Camacuá.

Hay personas que actúan bien en drama; otras, en comedia. Algunos son buenos guionistas, directores o productores. Iair Said tiene talento para todo eso, se le dan con naturalidad. Se metió en el mundo de la actuación a los 12 años por recomendación de un psicólogo y pronto entendió que se sentía muy cómodo en ese rol, lo que lo llevó a estudiar con la reconocida Nora Moseinco. A los 19 años consiguió un trabajo que para muchos adolescentes de la época seguramente era soñado: integrar el equipo de guionistas de Casi ángeles, una de las últimas telenovelas de Cris Morena.

En 2013, cuando atravesaba un momento en el que no conseguía trabajo como actor, decidió realizar un corto, 9 vacunas, que tuvo bastantes repercusiones en el medio local. Le gustó la idea de poder expresar cosas que llevaba dentro e hizo otro más, Presente imperfecto, que llegó a competir por la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

Pero su mejor momento como realizador llegó este año, cuando estrenó Flora no es un canto a la vida, una película que tiene como protagonista a Flora Schvartzman, una mujer soltera de 90 años que desea morir desde el día que nació. Iair, que es su sobrino, vuelve a conectar con ella después de estar años separados por una disputa familiar y busca convencerla de que, al morir, le deje a él su departamento. El resultado es una película sensible, íntima y con un humor particular, que por momentos se tiñe de negro. Al abordar temas considerados tabú como el dinero y la muerte, no solo es conmovedora sino necesaria.

El largometraje, que ya lleva nueve meses en cartel en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), fue filmado durante cinco años con una cámara digital y un celular, y no es algo que le pese, sino que es parte de su encanto. Es que a lo largo de su carrera, Said, que nació en 1988, ha sido bastante punk, en el sentido de que adhiere a la filosofía del do it yourself que ellos popularizaron. Uno de sus proyectos "caseros" fue la serie web Eléctrica, creada por su amigo Esteban Menis para el canal de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Untref. La primera temporada (que se puede encontrar en YouTube) se emitió hace cuatro años y fue un éxito, lo que los llevó a buscar fondos entre sus seguidores para poder filmar una segunda. Más adelante terminaron trasladándola al teatro y se convirtió en la primera serie web en llegar a la calle Corrientes (y a sala llena).

En Eléctrica, Said interpreta a Ronnie, un "meritorio de producción" o pasante de la productora de Jonathan Mayer (Esteban Menis), un jefe tan delirante como tirano. Desde Eléctrica definen el proyecto como "la pretensión en la que se vieron reflejados cientos de actrices, actores y trabajadores del universo audiovisual y que de alguna manera explicó su éxito como serie web, hace algunos años". Con ese espectáculo, este artista multitalento llega a Uruguay el próximo miércoles 23 en la Sala Camacuá.

¿Qué los motivó a llevar una serie de YouTube al teatro?

Pasa algo con Eléctrica y es que la gente siempre quiere más, y nosotros siempre vamos a tener más para dar. Pero había una realidad económica cuando empezamos con esto y es que estaba muy difícil la idea de hacer una temporada nueva o una película, que era algo que a nosotros también nos entusiasmaba, pero que demanda mucho más dinero, tiempo y realización. Por eso surge la obra, que es una experiencia totalmente nueva, además de que a nosotros nos encanta el teatro. Hicimos una función, un gran show, a ver qué pasaba, porque siempre hemos tenido buenas repercusiones. Nosotros empezamos a grabar en 2013, y este año fui a Uruguay por trabajo y la gente me paraba en la calle por Eléctrica. Que seis años más tarde siga circulando y siga teniendo fanáticos es increíble, necesitábamos verlo en vivo. Después del gran show probamos con cuatro funciones. Fueron cuatro funciones a lo grande, que después se convirtieron en ocho y al año siguiente volvimos con la temporada. Para nosotros, que es un germen muy de nicho e independiente, que se haya convertido en algo tan masivo es muy sorprendente; llegar a la calle Corrientes, irnos de gira a Uruguay.

¿Cómo les impactó el éxito?

A pesar de que nos sorprende el éxito, lo entendemos porque nosotros nos divertimos mucho haciéndola, no podíamos actuar de lo tentados que estábamos, fue fresco, novedoso para lo que se venía viendo, muy argentino. Para un público de clase media que trabaja en agencias de publicidad, productoras, redacciones, es muy cercano, pero al mismo tiempo esos personajes se encuentran en todas las empresas.
Es como un The Office argentino.

Total, yo trabajaba en una casa de cambios y lo que pasaba era exactamente igual a eso que mostramos en una productora. El otro día me hicieron una nota en un programa de tele y de fondo pusieron imágenes para mostrar lo que yo había hecho en mi carrera y me reía con solo verlas, me sigue causando gracia Eléctrica.

Dicen que ya no se puede hacer humor. ¿Te parece que es así?

Los que dicen que no se puede hacer humor seguramente sea porque son unos machirulos, racistas y discriminatorios, y por eso no pueden hacer humor, porque no lo tienen. Ser así no es gracioso. Yo creo que se puede hacer humor con todo, no tengo dudas de eso, siempre y cuando sea humor. Las cosas que dice el personaje de Jonathan Mayer son sumamente racistas, son muy horribles, pero hay que tomarlo de quién viene. No es un periodista que está escribiendo una nota y dice eso, es un personaje que es nefasto desde cualquier punto de vista.

Sos de una generación que viene a cambiar un poco eso.

No toda mi generación viene a hacer lo mismo. El mundo de los influencers y ese tipo de gente de Internet no lo entiendo y no me divierte, no me identifico con ellos. Lo que sí creo que nos identifica a todos en algún punto es que veíamos Rompeportones y ese tipo de programas y nos causaba gracia. Es un canal de expresión distinto el que hacemos porque lo otro no nos divertía. Creo que el mejor humor, el mejor arte, es el que es genuino, el que no pretende venir a cambiar nada. Nosotros no es que venimos y decimos "vamos a hacer algo distinto, que no se haya hecho". El humor que hacemos en Eléctrica es el que tenemos nosotros, el que nos gusta, es genuino. Cuando es forzado, no sale bien.

Y además se la juegan con la crítica.

Me parece más valioso y más inteligente ser crítico en el humor. Es muy cómodo criticar a los opositores si te banca el gobierno actual, pero te quiero ver criticar al gobierno actual. Nosotros en Eléctrica criticamos a nuestro entorno, que es el de la publicidad, el de las productoras, no es que criticamos a los médicos.

En tu carrera siempre te has vinculado con proyectos independientes. ¿Sentís que eso te da otra libertad?

Es lo que me tocó, porque seguramente si me hubiese salido un trabajo recontracomercial, lo hubiese hecho. De hecho, lo voy a hacer en forma de novela. Lo que sí entendí es que realizar algo que no te represente sirve como medio para conseguir justamente los medios que sí te representan. Yo voy a actuar en una novela que tal vez no es lo que siempre soñé o no me llena tanto artísticamente, pero es una manera de conseguir plata para hacer mis cosas autorales.

Igual, no juzgo nada. Hay cosas autorales que me parecen una bosta y hay cosas comerciales que me parecen bárbaras. Y viceversa. No es una postura. Ahora estuve con Adrián Suar en Chueco en línea, que es algo sumamente masivo y la pasé espectacular. Si me divierte o le encuentro alguna gracia, lo hago. Me pasa lo mismo con los cortometrajes; si me llega alguno que me encanta y no me pagan un peso, no me importa. Hay que encontrarle la gracia a lo que a uno le toca, porque cuanto más masivo te hacés, más abanico de posibilidades tenés para elegir.

Te desarrollaste como realizador en la era digital. ¿Te dio otras posibilidades?

Hay algo de esa tecnología que sí te ayuda un montón a realizar. Por ejemplo, mi película está hecha en distintos formatos, entre ellos el celular y gracias a eso pude concretarla. De otra manera no hubiese sido posible. Yo también me convertí en realizador sin querer, porque no tenía trabajo de actor y filmé una cosa que había escrito yo (9 vacunas), pero no era mi sueño dirigir. La tecnología sí se ha convertido en una herramienta que te permite hacer más pruebas. Lo que tienen las grandes producciones o contratar cámaras gigantes o carísimas es que no podés probar. Me parece que lo más lindo del arte es probar, no es el resultado. Si tenés acceso a una cámara de un teléfono, tenés una posibilidad más grande, que es crear, imaginar y probar.

¿Es más personal?

Sí, y a veces, cuanto más austero, más se despierta la creatividad. Si está todo dado, es otra cosa. Siempre decimos con unos amigos que es fácil producir con plata, pero te quiero ver producir sin plata, ahí está el desafío creativo.

¿Es difícil hacer arte en el contexto en que está Argentina?

Es complicado porque en lo personal me está yendo muy bien pero no lo puedo medir en esos términos. Faltan un montón de políticas en el arte y la cultura, que sean justas para todos. Igual, el cine de por sí es elitista y eso está mal. Yo debería poder tener la misma posibilidad de filmar que un millonario y que alguien que no tiene un peso. A mí me pasa con la película que hice que la gente se me acerque a decirme que le despertó ganas de hacer algo porque mucho está filmado con un celular, porque no tenía otra posibilidad.

Tu película va nueve meses en el Malba. ¿Qué fibra te parece que toca que hace que sea tan popular?

Es resensible la película y a la gente le pega de ese lado. Es una cuestión familiar universal, la relación con una persona mayor, que a todo el mundo le llega con sus madres, abuelos y abuelas. Mi personaje en la película es muy miserable y eso lo hace más cercano. Es más querible una persona que muestra sus miserias que alguien que las disimula. Es el antihéroe.

¿Cómo es navegar ese límite entre ficción y realidad?

Te diría que es todo real. Algunas cosas están exageradas pero no dejan de ser reales. Me parece un ejercicio de alguna manera sanador. Yo necesitaba contar esa historia por cuestiones personales mías, sobre la muerte, sobre el dinero, sobre la familia. Y al mismo tiempo como autor me parecía original, era algo que yo no había visto en otros lados y se ve que la gente tampoco y por eso la interpeló. Es algo muy desnudo.

La muerte y el dinero son tabú. ¿Falta hablarlo desde una manera sensible?

O no sensible. Falta hablarlo; a medida que se vaya hablando va a dejar de seguir siendo tabú.