El actor es noticia en estos días por dos obras que protagoniza casi en solitario: Culpable, un thriller recién estrenado en Netflix, y Sea Wall/A Life, el monólogo que interpretó en Broadway y por el que estuvo nominado a los últimos premios Tony
El actor es noticia en estos días por dos obras que protagoniza casi en solitario: Culpable, un thriller recién estrenado en Netflix, y Sea Wall/A Life, el monólogo que interpretó en Broadway y por el que estuvo nominado a los últimos premios Tony
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn los últimos días el habitual perfil bajo de Jake Gyllenhaal se vio temporalmente interrumpido por dos noticias distintas —ninguna de ellas escandalosa— vinculadas a un talento del que ha dado muestras en una larga lista de actuaciones impecables en películas en ocasiones subvaloradas.
Lo que lo ubicó en los titulares fue, primero, la celebración de los Premios Tony al teatro, a los que estaba nominado por primera vez y en dos categorías: actor protagónico (por Sea Wall/A Life) y productor (por Sea Wall/A Life y también por Slave Play). No ganó, pero se dio el lujo de vivir la gratificante sensación de la candidatura por casi dos años, el tiempo que pasó entre que se anunciaron los potenciales ganadores y que efectivamente tuvo lugar la ceremonia (pandemia mediante).
Culpable se llama el otro motivo del momento estelar que atraviesa el menor de los Gyllenhaal: la remake de una película danesa de 2018 que, después de ver en el Festival de Sundance, decidió comprar los derechos. Su compañía, Nine Stories Productions (por la antología de cuentos de 1953 de J. D. Salinger) la produjo, y él interpreta al casi único personaje del filme, un verdadero reto actoral que presentó nuevas dificultades cuando a una agenda de rodaje demasiado breve (11 días) se sumó la cuarentena que debió cumplir el director, Antoine Fuqua, por haber sido contacto de un positivo de Covid, y que lo llevó a cumplir con su rol desde una van equipada con monitores estacionada justo fuera del set.
De la limitada cantidad de espectadores que pudieron ver su actuación en Broadway a la masa de usuarios de Netflix hay un abismo, y Gyllenhaal parece querer democratizar el acceso a su talento. En la película (recién estrenada en la plataforma) interpreta a Joe Baylor, un policía responsable de atender las llamadas del 911 que recibe la de una mujer que ha sido secuestrada. Salvo la aparición circunstancial de algún colega en la estación de policía, la película recae sobre las espaldas de Gyllenhaal. Interactuando casi únicamente con un teléfono y la voz en off de la víctima (la actriz es Riley Keough), del secuestrador (Peter Sarsgaard) y de otros agentes (Paul Dano, Ethan Hawke), el actor se las arregla para transmitir la desesperación de este hombre e ir deslizando aquí y allá pistas de un incidente doloroso que todavía no resolvió del todo.
Los Gyllenhaal. Qué hace que dos hermanos sean unidos es un verdadero misterio. Los padres de Jake y Maggie (Steven, director, y Naomi Foner, guionista) pueden jactarse de tener dos hijos que se apoyan incondicionalmente en una industria ultracompetitiva y nada piadosa. Cuando Maggie recientemente incursionó en la dirección con The Lost Daughter (que también estrenará Netflix a fines de diciembre), allí estuvo Jake para acompañarla en el proceso. Cuando ganó el premio a mejor guion (escrito por ella, basado en el libro de Elena Ferrante La niña perdida) en el Festival de Venecia, celebraron juntos.
“Mi mamá siempre enfatizó, y mi papá también, el poder de contar historias. Creo que cuando era niño y los veía trabajando duro para contar historias y llevándome a ver películas y viendo lo emocionalmente conmovidos que estaban, y luego conmoverme yo mismo...”, dijo el actor a la revista online Deadline, refiriéndose al paso que ya dio su hermana hacia el guion y la dirección, y que él todavía no se atreve a dar. “Maggie, como siempre, ha allanado el camino y me ha mostrado lo difícil que es. He estado con ella en casi todas las etapas. Antes de que ella comenzara a hacerlo pensaba que yo también podría. Y luego, al verla dirigir pensé: es realmente difícil. ¿Podré?”, agregó el actor.
El rol de productor, en cambio, no se le hacía tan amenazante: hace casi 10 años que este actor —que participó en 70 películas y estuvo nominado al Oscar por Secreto en la montaña— se lanzó a producir por primera vez con el filme End of Watch. Todo está en empezar, dicen, y en el caso de Jake la regla se cumplió: a ese le siguieron varios proyectos, al principio espaciados y luego más frecuentes. En este momento tiene 11 trabajos en carpeta, algunos ya en etapa de preproducción.
El teatro, primer amor. Hace exactamente 30 años que empezó la carrera profesional de Jake Gyllenhaal, y hace ese mismo tiempo que su verdadero y gran amor son las tablas. De su productora no solo salen películas, también obras de teatro. Una de las últimas fue Sea Wall/A Life, por la que estuvo nominado a los Tony, una sucesión de dos monólogos, el primero a cargo de Tom Sturridge y el segundo de Gyllenhaal (ya habían trabajado juntos en Velvet Buzzsaw). Todo por el mismo precio. Entre la paternidad y la muerte se mueven ambas historias, desgarradoras y llenas de verdad, según quienes las han visto; dos reflexiones sobre “el terror de amar”, según el actor. Unidas por ese sutil hilván y dirigidas por la misma persona, Carrie Cracknell, la función continuada de ambas piezas fue un éxito primero en el Public Theater, del Off Broadway, y después en el Hudson Theatre, de Broadway.
Una investigación personal sobre la masculinidad a través de sus personajes ha determinado, según cuenta el actor, sus elecciones profesionales. “He interpretado personajes que creo que son abiertamente clichés, y personajes masculinos en los que pensé que tal vez pudiera encontrar algo sobre esa idea (la masculinidad)”, dijo a The New York Times. Algunas respuestas las encontró en Abe, su nombre ficticio en A Life; otras las sigue buscando.
Su fiel hermana, que le dio algunas pautas para componer la faceta de padre de ese personaje —una vivencia que aún no ha tenido en primera persona—, celebró las tres nominaciones de él en sus redes sociales: “¡Mi brillante hermano está nominado a tres premios Tony esta noche! Como actor y dos veces como productor. ¡Broadway ha vuelto!”.
Culpable. Evidentemente a Gyllenhaal no lo amedrentan las actuaciones en solitario; Culpable es otro ejemplo. Según él, la continuidad emocional es todo en esta historia, en la que mientras intenta salvar a una mujer de su secuestrador va exorcizando su propio dolor. “Comienza aparentemente fuerte (...). Y luego el asma se convierte en un problema; (...) y eso que pasa en sus pulmones es consecuencia de su dolor. Ahí es donde está conteniendo toda su enfermedad y su tensión y su incapacidad para dejar salir la toxicidad”, explicó a IndieWire. Al principio “pone la toxicidad en otras personas. Y de esa manera es un estudio de masculinidad. Se trata de nuestras suposiciones sobre otras personas cuando no podemos verlas. Y se trata de nuestras proyecciones sobre otras personas”. Otra vez la misma inquietud, la misma búsqueda.
Además, el tiempo apremiaba, y como productor el correr del reloj era también un dolor de cabeza. Tenían cinco actos/secuencias, de 20 páginas cada uno, a filmarse uno por día. Seis días de rodaje en total, una jornada extra como colchón; solo una. Esas largas secuencias se filmaban con tres cámaras en simultáneo y solo podían hacer unas ocho tomas por día, por lo que los movimientos estaban coreografiados al extremo.
Desde la van en la que se atrincheró para transitar la cuarentena y a la vez dirigir, Antoine Fuqua (con quien el actor ya había trabajado en Southpaw) condujo la filmación de este policial particular, con guion de Nic Pizzolato (True Detective), que recuerda por momentos a Locke (la película de Steven Knight, con Tom Hardy), aunque la intención fue más bien acercarse al cine de Sidney Lumet, con un ritmo frenético pese a transcurrir, casi por completo, en una misma locación. “Tiene mucho que ver con la imaginación de la audiencia. Lo que pasa con Culpable es que nos quita (a los espectadores) mucho de lo que estamos tan acostumbrados en el cine, usando la idea real de tensión”, dijo.
Después de una intensa puja con otras compañías de streaming, Netflix ganó la pulseada: pagó 30 millones de dólares por los derechos de Culpable para todos los territorios. Apostó por Jake Gyllenhaal: por su actuación y por su película. Sabe que no va a perder.